No ofrendar levadura ni miel, salar los sacrificios

 
  1. No ofrendar levadura, ni miel. 

  2. No ofrendar los Korbanot (sacrificios) sin sal. 

  3. Salar todos los sacrificios. 

“Ninguna ofrenda que ofrezcáis al Señor será con levadura, porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel se ha de quemar ofrenda al Señor” (RV60). 

“Sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del Pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal” (RV60). 

Explicación del mandamiento: 

El análisis de los mandamientos 117, 118 y 119, los cuales se encuentran en Levíticos 2:11 y Levíticos 2:13. 

El mandamiento 117 dice: 

“No ofrendar levadura, ni miel”. 

Leamos Levíticos 2 verso 11. Este capítulo habla específicamente de la ofrenda llamada Minjá, que es la ofrenda de cereal, la ofrenda de flor de harina, que se presentaba de 4 o hasta 5 formas: cocida en cazuela, en sartén, cocida en horno, se podía llevar incluso en grano, así como tostado y en espigas verdes. Básicamente, esta ofrenda es un símbolo de la consagración que nosotros le damos a Dios, y el primer sacrificio o primera ofrenda. El holocausto es una ofrenda que nos habla de una entrega total a Dios. Pero después de haber dado nuestra vida al Señor, lo que sigue es consagrarnos totalmente a Él, santificarnos totalmente para Él. Esta ofrenda tiene que ver con la santificación a Dios, y dentro de esta ofrenda se prohíbe llevar o presentar levadura o miel, como dice Levíticos 2:11: 

“Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura; porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda para el Señor.”

Sabemos que la levadura es un símbolo de pecado, hipocresía y falsedad. Lo que el Eterno dice, es que no podemos llevar o presentar delante de Él una ofrenda, no necesariamente que vayamos sin pecado, porque todos tenemos pecados. A lo que se refiere es a presentarnos sin arrepentimiento. Es decir, la persona que llevaba esa ofrenda sabía cómo debía representarla. Nosotros, aunque pecamos todos los días, si fallamos, sabemos que debemos ser honestos delante de Dios. No podemos ser hipócritas delante de Él, y eso es lo que Dios busca cuando nos acercamos a Él, que nuestra santificación sea sincera, sin hipocresía, sin levadura. 

¿Por qué de ninguna miel? 

En los pueblos paganos utilizaban elementos como la levadura y la miel para ofrendar a sus dioses. Esto es similar a otros preceptos que Dios nos da, con la intención de que no imitemos a las naciones vecinas. Ellos ofrendaban con miel, pero Dios nos dice: “No hagas lo mismo, no presentes o hagas lo que hacen los demás”, porque Dios nos dio una manera específica de presentarnos delante de Él y llevar a cabo las ofrendas. El siguiente mandamiento, por otro lado, dice que debemos salar todos los sacrificios y no ofrendar los korbanot (sacrificios) sin sal. Por un lado, dice “no puedes presentar los sacrificios sin sal” y, por otro lado, tienes que salarlos. Parece que ambos mandamientos son lo mismo, uno está formulado de forma negativa y el otro de forma positiva. Esto nos muestra la importancia y redundancia del mandamiento. Esto se encuentra en Levíticos 2:13, que dice:

V. 13 “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.”

Dice que no debemos permitir que falte la sal del pacto en nuestras ofrendas. La sal es lo opuesto a la miel, es un elemento que tiene un sabor contrario. La miel es dulce y se utiliza en ciertos alimentos, mientras que la sal es lo contrario y se utiliza en otros tipos de alimentos porque son muy diferentes. En en el caso de todas las ofrendas que llevemos a Dios, no debe faltar la sal. Dice “la sal del pacto de tu Dios”. Esto nos recuerda la promesa que Dios le hizo a Abraham cuando dijo que su descendencia sería como la arena, como las estrellas. La sal también tiene que ver con la arena que contiene sal en el agua y que se encuentra en todas partes. Entonces, la sal es un elemento universal y Dios está dispuesto a recibir ofrendas de todo tipo de personas, siempre y cuando las hagamos sin levadura, sin imitar a los paganos y sin hipocresía. Además, la sal también se utilizaba para hacer pactos. ¿Has hecho un pacto de sal? Este tipo de pacto implicaba que dos personas tomaran un puñado de sal y lo mezclaran. Se decía: “Así como los granos de sal que estaban en mi mano no pueden regresar a mí porque ya se mezclaron con los tuyos, nosotros tampoco podemos romper nuestro pacto”. Esto es un pacto con sal, donde cada uno tomaba un puñado de sal, los juntaba, se mezclaban y luego se decía: “¿Cuál es el tuyo? ¿Cuál es el mío?” No había manera de saberlo ni de separarlos. 

Es decir, es un pacto que no se puede romper, un pacto que no se puede cambiar, un pacto imposible de echarse para atrás. Entonces, todo esto que se presentaba a Dios es un recordatorio de los mismos pactos de fidelidad que Dios hizo con Abraham. Abraham hizo un pacto con Dios, y este tipo de pactos de sal eran pactos de amistad muy firmes. Dios nos habla y nos dice que Él quiere hacer un pacto con nosotros. Él está dispuesto a poner su sal en la nuestra si nosotros estamos dispuestos a poner de nuestra sal en la suya. 

Y eso es lo que representan las ofrendas, es volver a recordar los pactos que tenemos con Dios. Si nosotros le podemos presentar algo a Dios, es por ese pacto que hemos hecho con Él. ¿Por qué? Porque estas ofrendas, especialmente las ofrendas de Minjá, son ofrendas voluntarias. Son ofrendas que no vienen por imposición, sino que las hacemos de todo corazón. 

Hay una ofrenda que se asemeja a esto, y todavía la seguimos haciendo hoy en día, es el shabat. Durante la cena o ceremonia de shabat, cuando oramos por el pan, le ponemos sal a nuestros panes. Esto también es un recordatorio de este tipo de ofrenda, es un recordatorio de que tenemos un pacto con Dios. El shabat es eso, un pacto con Dios, un pacto de santificación, al igual que estas ofrendas de Minjá, es un pacto en el que nos consagramos a Él, es un pacto en el que nos apartamos para Él. 

¿Por qué sería importante presentar esta sal en las ofrendas?

Porque la sal también representa, como dijo Yeshua, un agente que nos ayudará a preservar a nuestras familias, nos ayudará a preservarnos a nosotros mismos de la corrupción. La sal era un elemento que se usaba para que las cosas no entraran en estado de descomposición en un periodo corto. En ese tiempo no había refrigeradores, ni hielo, como hoy en día, y para preservar la carne se le echaba sal. La carne quedaba como una especie de carne seca, y así se preservaba. Era la única manera. 

Entonces, presentar ofrendas con sal era una manera de decir: “Vamos a ser sal en este mundo, vamos a preservar, vamos a evitar que el mundo se corrompa más rápido de lo que ya está sucediendo”. Así que, al presentarnos delante de Dios, al consagrarnos delante del Eterno, es una manera de evitar que el mundo se vaya a pique. Así que esto es una misión que todos tenemos: presentarnos delante de Dios como ofrendas vivas. 

La sal también le da sabor. Hay ciertas comidas que, si les falta sal, están insípidas. Así como pequeños granos de sal marcan la diferencia, nosotros también, siendo pocos, no necesitamos gran sabiduría ni hacer grandes cosas. Simplemente, ten un poquito de sal en tu vida, preséntate con un poquito de sal delante de Él, y Dios te va a usar como alguien que preserva a los demás, para darle un sentido y un sabor diferente a esta vida. 

Que el Eterno nos ayude a ver estas ofrendas desde esta perspectiva y nos ayude a cumplir estos mandamientos en espíritu y verdad. 

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  1. 21 marzo 2024

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