Considerar impuros y transmisores de impureza a las ocho especies de animales que se arrastran (ciertos roedores y reptiles) nombrados en la Torá.
Y tendréis por inmundos a estos animales que se mueven sobre la tierra: la comadreja, el ratón, la rana según su especie.
El erizo, el cocodrilo, el lagarto, la lagartija y el camaleón. (Lev. 11:29-30 RVR60).
Explicación del mandamiento:
En el mandamiento, se mencionan ocho especies en específico: la comadreja, el ratón, la rana y sus especies, el erizo, el cocodrilo, el lagarto, la lagartija y el camaleón. La palabra “inmundo” es la palabra hebrea tamé, la cual en términos generales indica una inmundicia de forma ritual.
Esto implicaba la restricción de participar en ciertos elementos en los días del templo, tales como sacrificios y festividades, pero no suponía la exclusión del resto de la sociedad, sino solo de ciertas situaciones y lugares que, por la santidad misma del evento o lugar, debía reverenciarse y honrarse.
Este mandamiento era dirigido para todo el pueblo, con el fin de respetar las normas de santidad que había dentro del Templo y de sus atrios, por lo que se hacía responsable a cada individuo, quien en el caso de experimentar alguna situación de “inmundicia” debía abstenerse el acudir a estos lugares.
Todos los versos anteriores están relacionados con el aspecto de la alimentación, lo cual trae consigo el entendimiento de que estos animales en sí mismos no son inmundos o impuros, y que, por lo tanto, se les deba matar o destruir.
Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; más para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. (Rom. 14:14 RVR60).
Esto por su existencia, pues involucra lo referente a la alimentación, es decir, lo que está prohibido o permitido para el consumo humano.
Y todo aquello sobre que cayere algo de ellos después de muertos, será inmundo; sea cosa de madera, vestido, piel, saco, sea cualquier instrumento con que se trabaja, será metido en agua, y quedará inmundo hasta la noche; entonces quedará limpio. (Lev 11:32 RVR60)
Estas especificaciones particulares sobre el contacto con estos animales era en lo que se refiere a sus cadáveres, si estos llegaban a caer muertos en algún recipiente, o entraban en contacto con cualquier persona, transferían su inmundicia a todo aquello que tocaran, por lo que la persona o el objeto debía purificarse mediante un proceso, con lo cual comprendemos que dichos animales no son inmundos en su propia naturaleza o en su existencia misma.
No se nombran a otros animales que se arrastran o que pertenecen al grupo de los reptiles, tales como el camaleón, el escorpión, la serpiente y la tortuga, pues solo se enlistan animales en general como ejemplos de todo los demás, es decir, incluye a estos y sus derivados.
Como ejemplo tenemos a los hámsteres, que si bien no se describen en el mandamiento, pertenecen a la orden de los roedores, tal como sucede con las ratas, pues son “animales semejantes”. Por tanto, solo se expresa una lista general, que incluye a todas las especies cercanas y sus derivados.
El contacto con los cadáveres, de estos animales en específico, es un canal de transmisión de impureza. Se desconoce el porqué solo sucedía con estas especies de animales en particular, inclusive los rabinos tampoco terminan de explicarlo con claridad, sin embargo, podemos aprender a confiar lo que Dios nos ordena, y en específico, en lo que aquí se nos instruye. Debe evitarse el consumo de dichos animales, pues en su mayoría son especies que suelen comer insectos, por lo que es normal el rechazo.
No obstante, en muchas latitudes es cada vez más frecuente el ingerir animales de todo tipo sin distinción, tales como ratones, ranas, cocodrilos, tortugas, serpientes, etc. En China es común consumir estos animales como alimento, a pesar de que son portadores y transmisores de enfermedades.
Algunos podrían argumentar que, ante la inexistencia de un Templo, no hay necesidad de guardar este mandamiento. Sin embargo, la observancia de estas instrucciones son restricciones que el Eterno nos da en cuanto a la alimentación, haya o no un Templo, exista o no transmisión de enfermedades, es algo que debemos guardar por obediencia y confianza en el Señor.
Los mandamientos sobre la alimentación entran dentro de la categoría conocida como jukim, que se refiere a mandamientos que parecen ilógicos o no racionales, o de los que aparentemente no existe una explicación dentro de la misma biblia del porqué hacerlos o no hacerlos.
En el caso de los reptiles y roedores, existe la prohibición de no consumirlos ante el poco atractivo al paladar que representan, en general, para la mayoría de las personas.
No obstante, es triste como el ser humano se ha apartado de su propia consciencia y de la Escritura, rebasando estos límites y consumiendo todo lo que se mueve y arrastra sobre la tierra, por lo que actualmente vemos una gran variedad de padecimientos provocados por diferentes virus y bacterias transmitidos por la ingesta de estos animales.
Las leyes de Dios son universales, no importa a dónde vayamos, sea a China o África, son mandamientos que deben regir a toda la humanidad, debemos cuidar el respetarlos y guardarlos siempre.
¿Deseas recibir la lista de los 613 mandamientos?
Escríbenos a info@caminoaemaus.org y recibe en PDF la lista de los 613 mandamientos de la Ley en tu correo.
2 Comments
Rodolfo
6 mayo 2021
Exelnte
Administración Camino a Emaús
6 mayo 2021
Gracias por tu comentario Rodolfo ¡Shalom!
Escribe un comentario