El precepto para el metzora (afectado de tzaraat) de consultar al sacerdote sobre su afección, para que lo declare ritualmente puro o impuro.

Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes. (Lev. 13:2 RVR60).

Explicación del mandamiento:

La traducción en la biblia de la palabra Metzora es leproso, prácticamente todos coinciden que la lepra que se conoce en el mundo occidental actual no es el mismo padecimiento del que nos habla la Biblia. La bacteria que se encontró en 1874 tiene otras características y otros síntomas de las descritas en las escrituras, por lo cual no debe tomarse a la Biblia como una guía para alguien con lepra, porque era una afección totalmente diferente.

Algunos rabinos, que estudiaron sobre este tema siglos antes, afirman que la lepra mencionada en la biblia, la cual en hebreo es la palabra Tzaraat significa atormentar, flagelar o azotar, por lo que la lepra era un símbolo de un azote, un castigo o un tormento que iba a vivir la persona que lo padecía, era una manifestación de parte del Eterno por varias razones, algunas de las cuales se mencionan en las escrituras: idolatría, inmoralidad, asesinato, profanación del nombre de Dios, por afectación a la comunidad a través del comercio injusto, por ejemplo al vender sus productos a un precio mucho más alto del que se debería.

Además hay una razón muy clara que se muestra en la biblia, en el caso de Lashon Hara (murmuración), como sucedió con Míriam y Aarón hermanos de Moisés en Núm. 12, cuando se quejaron contra la autoridad que el Eterno les había dado a través de Moisés, lo que trajo consigo el castigo del Eterno a través de la lepra.
Independientemente de las razones por las cuales aparecía la lepra en la vida de una persona, Dios realizaba un juicio sobre la persona, y este podría manifestarse de forma inmediata como en el caso de Míriam, o podía desarrollarse en años como en el caso de las prendas o casas que también se contagiaban de este padecimiento.

Se consideraba que una persona que constantemente se quejaba de sus hermanos, que nunca estaba de acuerdo con los demás podría traer sobre sí misma el castigo de la lepra, pues parte del tratamiento de la afección era el aislamiento de la comunidad, lo que serviría para que el individuo tomara u tiempo de reflexión en soledad sobre la importancia de vivir en comunidad, y dejar la queja y crítica hacia los otros.
Es importante resaltar que el hecho de que existiera la vía para presentar ofrendas debido a este padecimiento, habla de la posibilidad de sanidad, la cual el Eterno podría enviar de manera inmediata o gradual.

Una de las características o consecuencias de la lepra era la insensibilidad que generaba en los miembros del cuerpo de la persona, quien podría perder partes de piel, nariz, orejas, dedos sin sentir dolor alguno.

Esto habla de una total insensibilidad, lo que hace recordar el cómo Yeshua juzgó a muchos de los líderes de su generación a causa de su gran insensibilidad espiritual, porque no se dejaron tocar por el Mesías, no tuvieron afecto por el prójimo, no mostraron misericordia alguna, veían a los demás con ojos de juicio, condenación, poniendo sobre ellos cargas pesadas que ni ellos mismos eran capaces de llevar, por lo cual el Señor les dijo:

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. (Mat. 23:27 RVR60).

Lo anterior nos habla de una generación insensible, quejumbrosa, donde se critican y juzgan unos a otros, y se debe de recordar que todos nosotros tenemos esa tendencia, lo que nos debe ayudar a reflexionar en la importancia de ser parte de una comunidad, de pertenecer a una familia, contar con amigos, y tener presente que ninguno de nosotros es perfecto, todos cometemos errores, por eso debemos vernos con misericordia siempre los unos a los otros.

El propósito de la Tzaara era el llevar a la persona a una verdadera Teshuva (arrepentimiento), al humillarse delante de Dios y reconocer sus faltas, pues particularmente en este precepto aquel que se viese afectado, al presentarse una erupción, mancha blanca, hinchazón, o una llaga, tenía que presentarse ante el sacerdote quien tenía la autoridad espiritual dada por Dios para examinar, por lo que de alguna manera esto implicaba presentarse con una actitud de humildad, pues no era el sacerdote quien iría a la casa del afectado, sino que la persona tenía que ir delante de él.

Recordemos que nuestro sumo sacerdote Yeshua es el único capaz de traer toda restauración a nuestras vidas, si venimos delante de Él con un corazón contento y humillado. Por otro lado, uno de los requisitos para el hombre o mujer que padecían de esta afección, además de los sacrificios, era la presencia de agua corriente Mayim Hayyim, aguas que fluían o aguas vivas, pues están aguas representan una total pureza y sanidad.

Yeshua dijo ser esa fuente de agua viva, lo que implica que cuando nosotros acudimos a él vamos a la fuente permanente y eterna de sanidad, pues no hay nada que él no pueda restaurar, por eso cuando tocaba un leproso automáticamente este quedaba sano, pues Él es la fuente de sanidad para todos nosotros. Así que vayamos a nuestro sumo sacerdote, para que nos examine, ya que si nos humillamos delante de Él, siempre habrá sanidad para nuestras vidas.

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