389. Prohibición a los sacerdotes de realizar las tareas específicas de los levitas y viceversa.
390. Prohibición a quien no es sacerdote de ocuparse de las tareas específicas de los sacerdotes.
394. El precepto de las tareas específicas de los levitas en el santuario.

 

Estos mandamientos están enfocados hacia las funciones y responsabilidades que tenían los levitas y sacerdotes y se basa en Números 18:3-4 y 18:23

18:3 Y guardarán lo que tú ordenes, y el cargo de todo el tabernáculo; mas no se acercarán a los utensilios santos ni al altar, para que no mueran ellos y vosotros.
4 Se juntarán, pues, contigo, y tendrán el cargo del tabernáculo de reunión en todo el servicio del tabernáculo; ningún extraño se ha de acercar a vosotros.
23 Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su iniquidad; estatuto perpetuo para vuestros descendientes; y no poseerán heredad entre los hijos de Israel. (Números 18:3-4 y 23 RV60)

Explicación del mandamiento:

Este es el mandamiento particular para los sacerdotes y levitas, por lo que primeramente analizaremos acerca de lo que El Señor nos está ordenando a través de esta Palabra. Es necesario entender la diferencia, de entre las 12 tribus que existían había una “adicional” en este caso la que venía de parte de los hijos de Leví llamada precisamente levitas y ellos fueron nombrados como los sacerdotes, como los servidores del eterno, sustituyendo o en lugar de los primogénitos o sea que llevarían a cabo las funciones que los primogénitos habrían de llevar y en este caso también vemos que había una distinción entre la misma Tribu; todos los sacerdotes eran levitas, pero no todos los levitas eran sacerdotes, ya que cada uno tenía diferentes responsabilidades. Como vemos aquí, los mandamientos son muy claros, a tal punto que no se podían intercambiar sus funciones, ni permitir que algún extraño, no solo extranjero, también cualquiera que no fuera levita o sacerdote, pudiera participar en el servicio del Tabernáculo o del templo posteriormente, ni podía mucho menos tomar su lugar.

Este es un precepto que Dios nos dio, por lo tanto, tenemos que tener claro que el mishkán, es decir, el tabernáculo o el templo, eran sagrados, por tanto, debía mantenerse y guardarse esa santidad y también ese orden. Quizás no entendemos por qué Dios lo determinó así, muy probablemente sea para probar nuestra obediencia, aun así es válido, ya que Dios no hace acepción de personas en este caso particular sí hace una diferencia en cuanto a lo que unos y otros debían de hacer, sus roles y responsabilidades y en este caso particular Dios lo estableció de esta manera, solo los levitas van a poder servir en el interior dentro del Tabernáculo y dentro de lo que sería después el templo y no se podían intercambiar funciones, no se podían reemplazar por otros que no fueran de la misma tribu, incluso dentro de la misma tribu de Leví había diferentes familias y cada una de las familias tenían diferentes funciones, por ejemplo unos eran encargados de transportar lo que sería el mobiliario, la mesa de panes, el arca, la menorá, el altar de bronce, el altar de oro, transportar toda la parte externa del atrio, las cortinas, etc. Dios lo determino así y Él es soberano, sabe por qué hace las cosas, a veces nos da ciertas órdenes, ciertos mandamientos solo con el deseo de ver si estamos obedeciendo, si vamos a ser obedientes o no.

Tenemos algunos ejemplos en la misma Palabra muy claros, muy específicos, de por qué Dios lo ordenó de esa manera. En tres ejemplos la biblia misma nos muestra por qué Dios estableció las cosas así, al estudiar las consecuencias de no obedecer este precepto va a ser mucho más claro el porqué Dios quiere que le obedezcamos.

La primera historia que vemos es la de Saúl, El primer Rey de Israel, hombre que fue llamado ciertamente por Dios o escogido por Dios, pero llamado y pedido por el pueblo, tenía todas las posibilidades de ser un rey modelo, que gobernara con el ejemplo, sin embargo, como narra en el capítulo 13 del libro de Samuel cuando él está a punto de Iniciar una batalla muy grande contra los filisteos, Samuel le ordena que lo espere 7 días y al ver Saúl que no llega se desespera, se impacienta y desobedece.

1° Samuel 13:7-14, dice:

“Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando. Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Más ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó. (1° Samuel 13:7-14 RV60)

Queda claro que la impaciencia de Saúl lo lleva ofrecer un sacrificio de holocausto que en hebreo se llama olá (ofrenda de Ascensión) donde solo los sacerdotes o levitas podían llevar a cabo, en este caso Saúl que no era un levita, era de la tribu de Benjamín, realiza esta función, esta acción que trae sus consecuencias, aparentemente tiene sus razones, pero no son válidas para El Señor. Vemos una vez más que Dios prefiere la obediencia que las justificaciones o que los mismos sacrificios que no nos corresponden, no podemos tomar un lugar que Dios no nos ha dado.

La segunda historia también tiene una consecuencia trágica, la desobediencia a la Palabra no puede ser otra, sino consecuencias negativas a nuestra vida, como lo fue en la vida del rey Uzias según el relato en 2° de Crónicas 26:16 hace referencia a Uzías Rey de Israel quien fue muy poderoso, logró muchas victorias militares, conquistando numerosos territorios que se habían perdido para Israel y logró establecer cierta paz, incluso innovó cuestiones tecnológicas en la Guerra, sin embargo, su corazón flaqueó.

2° de Crónicas 26:16-21:

Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso. Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes. Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios. Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso. Y le miró el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él también se dio prisa a salir, porque Jehová lo había herido. Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová; y Jotam su hijo, tuvo cargo de la casa real, gobernando al pueblo de la tierra. (2 Crónicas 26:16-21 RVR60)

Una vez más es una historia en la que el rey paga las consecuencias contrayendo lepra, una enfermedad mortal en aquellos días donde se excluía al enfermo totalmente de la sociedad, nuevamente vemos que Dios no hace acepción de personas, aunque fuera el mismo Rey de Israel, el rey de Judá, el sumo sacerdote le dijo: “No te corresponde a ti quemar incienso, ya que es una función de los sacerdotes, no puedes llevarla a cabo.”

No podemos pensar que nos vamos a salir con la nuestra cuando desobedecemos lo que Dios nos ordenó que respetáramos, no podemos usurpar, no podemos tomar el lugar de otros; incluso en los ministerios hay quienes de la nada se creen que son los rabinos o pastores que Dios ungió y la verdad es que no es así, Dios tiene un tiempo, tiene un llamado, pero también tiene una forma de hacer las cosas y en este caso como vemos en el caso de Uzías, él fue llamado a gobernar, a reinar, a liberar al pueblo, a ejercer otras funciones. Cuando nosotros nos salimos de ese marco de autoridad y de nuestras responsabilidades, nos hacemos inútiles para El Señor y vamos a traer consecuencias a nuestra vida.

La tercera historia la encontramos también en los libros históricos 2° libro de Samuel en el capítulo 6:1-8, también es una historia muy conocida porque es cuando el rey David trata de introducir el arca a la ciudad, pero no contaban con que se iba a dar una eventualidad.

 

 

David volvió a reunir a todos los escogidos de Israel, treinta mil. Y se levantó David y partió de Baala de Judá con todo el pueblo que tenía consigo, para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines. Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en el collado; y Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo. Y cuando lo llevaban de la casa de Abinadab, que estaba en el collado, con el arca de Dios, Ahío iba delante del arca. Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos. Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios. Y se entristeció David por haber herido Jehová a Uza, y fue llamado aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy. (2 Samuel 6:1-8 RVR60)

Aquí vemos otra consecuencia de la desobediencia y de usurpar el lugar de los levitas, tal vez no haya sido con una mala intención porque vemos que era un momento de alegría, de regocijo y de Alabanza a Dios y la desobediencia fue que el arca debía ser transportada por medio de las varas y por medio de los levitas, al no suceder así este hombre que aunque tuvo una buena intención pagó las consecuencias, no solo por ignorar, por no saber cómo transportar el arca, sino por tomar involuntariamente el papel o el lugar que no le correspondía.

Conclusión:

Aprendemos así que no podemos tomar un lugar que no tenemos, incluso esto lo podemos aplicar en nuestro trabajo, si eres el responsable de ciertas áreas, de ciertas tareas, no puedes, por un lado, esperar que otros las hagan y tampoco tomar el lugar de otra persona, lo mismo sucede en el ministerio no pueden los que están al frente de algún ministerio delegar ciertas responsabilidades que Dios les llamó a hacer porque Dios va a pedir cuentas también por esa irresponsabilidad, cada uno va a ser juzgado. Tenemos que ser fieles y tomar la responsabilidad que el Eterno nos dió.

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