Mandamiento 568 y 569
Leyes sobre el esclavo extranjero que se refugia en Israel
568. No restituir al esclavo que huyó desde el extranjero a la tierra de Israel.
569. No afligir ni explotar al esclavo que huyó de su amo, radicado fuera de Israel, hacia la tierra de Israel.
“No entregarás a su señor el siervo que se haya huido a ti de su amo. Morará contigo, en medio de ti, en el lugar que elija en alguna de tus ciudades, donde le parezca bien; no le oprimirás.” (RV 60)
Explicación de estos dos mandamientos:
Estamos hablando de una situación con un siervo; no se especifica si era un siervo hebreo o no; el versículo que acabamos de leer en su enunciado refiere a un siervo extranjero, lo cual parece lo más lógico, asumiendo que los amos hebreos no debían ser crueles, obligando a un siervo a huir. Sea hebreo o no, el amo hebreo no debía ser cruel. El punto aquí es que el siervo huía a la Tierra de Israel, habiendo vivido una situación de injusticia o crueldad.
Estos mandamientos dicen, por un lado,
“No lo devuelvas, no se lo lleves de regreso a su señor” como diciendo: “Ah, te escapaste, pues te llevamos de regreso”. No lo hagas, investiga el caso. Y por otro lado, “No te aproveches de él”.
La idea se asemeja a los días de la esclavitud en Estados Unidos. Si se escapaba un esclavo y lo encontraba otro amo, una de dos: o lo devolvían y le daban una paliza que casi lo mataba, o se adueñaban de él. En cambio, esto está prohibido en la Torá desde esa época.
¿Por qué nos hablan de estos detalles, estos mandamientos y de muchas cosas más? Nos hablan de la compasión, porque la persona que acaba de escapar era vulnerable, venía de una situación difícil, y lo que Dios dice es: “Sé compasivo, no saques provecho de una situación que ya es complicada”.
Hoy en día, aunque no existe la esclavitud tal como antes, vemos que en los días de Pablo, aunque la esclavitud tenía otras regulaciones, se trataba la carta de Filemón sobre el caso de Onésimo en particular. Pablo pide que se reciba a Onésimo, quien se escapó y se refugió con él, como un hermano en la fe, porque se ha arrepentido.
Se considera una mitzvá, aunque el dueño fuera israelita o no, sin importar si el esclavo era gentil y el dueño israelita. Se debía cumplir este precepto, la Torá prepondera la situación desventajosa de la persona, sea gentil o no, ante su amo, sea hebreo o no.
Hay una situación asociada con este tema en el Tanaj (El Antiguo Testamento) en el Salmo 54; me gustaría leerlo con ustedes, porque expresa este principio el rey David cuando huía de su amo, el rey Saúl, y se refugia con los zifeos, un pueblo extranjero. Ellos acusan a David con Saúl. En este Salmo 54 podemos analizar este sentimiento basado en estos mandamientos que dicen no entregues al siervo a su amo; si escapó, ten misericordia y no te aproveches de él.
Salmos 54:1-7
“Oh Dios, sálvame por tu nombre, Y con tu poder defiéndeme. Oh Dios, oye mi oración; Escucha las razones de mi boca. Porque extraños se han levantado contra mí, Y hombres violentos buscan mi vida; No han puesto a Dios delante de sí. Selah Selah He aquí, Dios es el que me ayuda; El Señor está con los que sostienen mi vida. Él devolverá el mal a mis enemigos; Córtalos por tu verdad. Voluntariamente, sacrificaré a ti; Alabaré tu nombre, oh Señor, porque es bueno. Porque él me ha librado de toda angustia, Y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos.” (RV 60)
Según el Talmud, David se acogió a estas mitzvot diciendo: “Señor, cuando un soldado tiene algún problema recurre al oficial, el oficial recurre al general, el general recurre al Rey. Siempre va hacia alguien competente que le auxilie y le refugie. Pero David dijo: ‘¿A quién iré yo, si ya me acusaron y dijeron que hui?’ Mejor dice: ‘Dios, socórreme con tu Nombre y hazme justicia con tu Poder’”. Me parece lindo en este contexto las palabras de David, que va de esta manera pensando en Dios. Si la Torá dice que no entregarás al siervo a su amo, al que huye a ti, “Señor, no me entregues en manos de mis enemigos”.
A veces somos muy fríos en cierto sentido o muy estrictos y no analizamos por qué de ciertas cosas. El Talmud también menciona que esto no debería ser pretexto para que ciertos criminales huyeran diciendo que son siervos escapando de sus amos, cuando en realidad no es así. De alguna manera el Sanedrín era responsable de indagar la situación de esa persona. Si era un criminal fugitivo, tendría que entregarlo a la justicia. Se investigaba el caso para que esto no se prestara a abuso. No se trataba de que cualquier esclavo se escapara y ya tuviera un pasaporte.
Por ejemplo, la situación de los hermanos en Cuba que huyen a Estados Unidos y son recibidos automáticamente. En ciertos países, reciben a ciertos ciudadanos como refugiados y les dan ciertos beneficios por la situación en la que viven. Estos principios que hoy entendemos aplicados en leyes internacionales están basados en la Torá.
El espíritu de los mandamientos:
Estos mandamientos nos muestran como Dios quiere que sea la Tierra de Israel: un ideal de vida, un lugar donde todos puedan ser libres, sin injusticias ni opresiones, donde todos puedan vivir bajo la ley de la libertad. Entender esto es el sentido práctico de estos mandamientos. Todos estábamos sujetos a un amo cruel y tirano, y ese amo es Satanás.
Según 2 Timoteo 2:26, hablando de que el siervo de Dios no debe ser contencioso y debe corregir con amor para que la gente se arrepienta:
“Y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.” (RV 60)
Satanás tiene a la gente con un lazo, una cuerda, una cadena, y no los soltará hasta que por gracia nos escapamos. ¿A dónde llegamos? Llegamos delante del Mesías, delante de Dios, huimos, y Él nos recibe. No nos regresó, no nos acusó, no vio nuestros pecados, sino que nos recibió con los brazos abiertos, como una Ciudad de Refugio a la cual podemos acudir. La misma Palabra dice que ahora Él nos ha dado un espíritu de adopción.
Antes de pasar a este pasaje, leamos 1 Corintios 7:21-23. En días de Pablo, la esclavitud seguía vigente, pero ahora con una perspectiva en la fe en el Mesías, cambió la forma de ver la esclavitud.
1 Corintios 7:21-23:
Es una situación que abarca otros aspectos, pero tiene que ver con la idea de que, si vamos a servir a alguien, que seamos esclavos del Señor.
Por último, leamos Romanos 8:15:
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (RV 60)
Cuando una persona llegaba en una situación como la descrita, huyendo de un amo, empezaba de cero, tenía que esforzarse y buscar su sustento. En el plano espiritual y en nuestra relación con Dios, escapamos del lazo del diablo, llegamos al Mesías, nos refugiamos en Él, y Él nos recibe, pero no solo nos recibe, sino que nos acoge en su casa. Por eso dice aquí que ya no tenemos un espíritu de esclavitud. Antes, vivíamos como esclavos, condicionados a esa situación. Ahora, Dios dice: “Vive acorde a esa libertad porque no solo vives como libre, sino que vives como un hijo de Dios”. Podemos decir “¡Abba, Padre!”, lo que nos pone en una mejor condición que la de un esclavo. Dios nos recibe como hijos.
Estos fueron los mandamientos 568 y 569 de los Tesoros de la Torá.
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