589.- Prohibición para el tribunal de recibir testimonio de un familiar del acusado, sea para eximirlo o para culparlo, en ninguna circunstancia.

“Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres, cada uno morirá por su pecado.” (Deuteronomio 24:16 RV60)

Explicación del mandamiento:

Este mandamiento tiene una relevancia social y concierne al tribunal de justicia de la época, conocido como el Sanedrín o Gran Asamblea. La mayoría de los exegetas e intérpretes de la escritura coinciden en que este pasaje se refiere a casos judiciales en los que ni el padre podía asumir la culpa del hijo ni viceversa, ya que algunos padres podrían estar dispuestos a hacerlo para evitar que su hijo fuera condenado a la cárcel u otra pena. Esto es coherente con las leyes seculares que prohíben que una persona inocente pague por el crimen de otra.Una representación del tribunal de justicia de la época, con jueces y personas involucradas en un caso legal. Símbolos de imparcialidad y justicia como una balanza equilibrada, simbolizando la imparcialidad y la equidad en el juicio, y una venda en los ojos de la estatua de la justicia, destacando la objetividad y la imparcialidad del proceso judicial. Elementos que evocan la antigüedad, como vestimenta y arquitectura de la época, para situar la escena en su contexto histórico. Figuras representativas de intereses personales y manipulación, como manos ocultas detrás de la espalda o gestos de conspiración entre personajes. Incluir una cita relevante del mandamiento que resuma su significado y la importancia de la imparcialidad en el sistema judicial.. Imagen 1 de 4

Este mandamiento establece que no se puede reemplazar a una persona con otra en casos judiciales y también prohíbe que se acepte el testimonio de un familiar, ya sea para eximirlo o para culparlo, ya que esto podría influir en la imparcialidad del juez y llevar a decisiones injustas. En la antigüedad y aún en la actualidad, existen casos en los que se busca manipular la justicia por intereses personales, como la herencia o el dinero.

Aunque en aquellos tiempos se valoraba mucho la ayuda a la familia de sangre, como se muestra en la historia de Lot, aún así existía el riesgo de que los intereses personales prevalecieran sobre el vínculo familiar. Por ejemplo, en cuestiones de herencia, los parientes podían estar dispuestos a recurrir a la injusticia para asegurar su parte. Este mandamiento permite dos interpretaciones: la prohibición de aceptar el testimonio de un familiar para garantizar la imparcialidad del juicio y la prohibición de asumir la culpa de otro, como se explica en el versículo que dice que un hijo no debería morir por causa de su padre.

Causas justificables según la Torá para este mandamiento:

Un ejemplo se encuentra en el caso del rey Amasías, hijo de Joás, como se relata en 2 Reyes 14:19. Amasías no mató a los hijos de los que habían asesinado a su padre, siguiendo así la ley que establece que cada uno es responsable de su propio pecado. Esto demuestra la importancia de que los reyes conocieran la ley divina para evitar desobedecerla y atraer maldiciones sobre sí mismos y sobre su reino.Un rey tomando una decisión. Imagen 2 de 4

La Torá prohíbe que un hijo adulto pague por los pecados de su padre, pero lamentablemente los hijos menores podían sufrir las consecuencias de las acciones de sus padres. Esta realidad nos enseña que nuestras acciones como padres pueden afectar a nuestros hijos, y a veces el decreto divino dictamina que uno de los hijos pague por los pecados de sus padres, lo cual es inevitable. El libro de Ezequiel enfatiza que cada individuo es responsable de sus propias acciones y será juzgado según su conducta.

Conclusión:

Este mandamiento nos enseña que nadie puede cargar con la culpa de otro. Los padres no pueden ser responsables de los crímenes de sus hijos ni viceversa. Además, muestra que el testimonio de un familiar no debe ser aceptado en un juicio, ya que podría influir en la imparcialidad del tribunal. El juicio más importante no es el humano, sino el divino, y cada uno es responsable de sus propias acciones ante Dios. Por lo tanto, debemos reflexionar sobre nuestras decisiones y acercarnos más a lo divino, ya que eventualmente todos seremos llamados a rendir cuentas ante el gran juez.

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