Imitad los caminos de Hashem, cumpliendo sus mandamientos.
Ahora, pues, Israel, ¿qué pide El Señor tu Dios de ti, sino que temas al Eterno tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? (Deuteronomio 10:12-13).
Porque si guardareis cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os prescribo para que los cumpláis, y si amareis al Señor vuestro Dios, andando en todos sus caminos, y siguiéndole a él, El Eterno también echará de delante de vosotros a todas estas naciones, y desposeeréis naciones grandes y más poderosas que vosotros. (Deuteronomio 11:22-23).
Una vez más se repite: si anduviereis en sus caminos… En los caminos de quién? En los caminos de Dios, y ahora la pregunta es, y cuáles son los caminos de Dios, dónde está ese camino: por eso me gusta mucho ese pasaje del Camino a Emaús, y de ahí el nombre de la Kehila, de esta congregación, porque el caminar con alguien representa, estar cerca de la persona, representa conocer a la persona, escucharla; entonces, el camino en sí es la vida misma.
La idea de seguir los caminos tiene que ver con actuar como Él lo hace, un punto muy importante de este mandamiento es preguntarnos; ¿Qué idea tenemos de Dios, está como enojado, o todo el tiempo está buscando justicia, o es bondadoso, misericordioso, compasivo?
Entonces, de ahí que para que podamos llegar a cumplir este mandamiento, implica conocer a Dios, que hayamos pasado un tiempo con Él. Tenemos que buscar conocer a Dios, no hacer a Dios a nuestra imagen y semejanza; sino realmente como es. Por supuesto, nadie tiene el conocimiento perfecto de cómo es Él. O sea, nosotros tenemos un conocimiento parcial, limitado y subjetivo, de acuerdo a nuestras propias vivencias. Es imposible llegar a conocer y a entender en su totalidad cómo es El Eterno, pero debemos esforzarnos y buscar que el conocimiento que tengamos de Dios, sea un conocimiento integral. Es decir, Dios no solo es bondad, compasión, misericordia, también es justicia, también en momentos se manifiesta con, digamos con ira.
Entonces, cada vez que abrimos La Palabra, tenemos que pensar en ello, aprender cómo es Él, qué carácter tiene Él, de qué manera se desarrolla; cómo actúa Él. Esto lo digo, ya que todos tenemos una cierta idea de cómo es Dios, todos estamos aprendiendo a desarrollar nuestro pensamiento sobre cómo es realmente; y para eso está La Palabra de Dios; no podemos quedarnos solamente con ciertos libros o ciertos versículos.
Él nos llama a ser perfectos: perfectos no es, no te equivoques, no falles, no peques, Ok. Perfecto en moralidad, pero la palabra también implica madurez. Cuando maduramos, vamos aprendiendo a ver a las personas con más objetividad: no solo es enojo, no solo es alegría. Depende las circunstancias, cómo se desenvuelve, cómo actúa una persona. Es más fácil imitarlo cuando tenemos un modelo a seguir, es más fácil imitarlo. Por eso, aunque suene redundante, tenemos que estudiar La Palabra, aunque haya pasajes que no nos parezcan muy aplicables, o no nos encanten, pero es que si no, esta parte de la visión de Dios no la tenemos, la tenemos borrosa porque decidimos no verla. Necesitamos buscar, conocer a Dios, a través de Su Palabra, y a través de Toda Su Palabra.
Pablo, sigue esta misma línea de acción, pero de una forma más concreta.
Por tanto, os ruego que me imitéis. Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. (1 Corintios 4:16-17).
No es una cuestión de vanidad o de orgullo. Lo que plantea Pablo es algo alcanzable, es una manera de decir: no te compliques, trata de pensar lo que tú viste de mí, haz exactamente igual, es un poco como en la relación padre e hijo, todos aprendemos por imitación y generalmente seguimos los patrones de cómo nos enseñaron o de cómo lo vimos, por eso, la capacitación en las empresas, o la inducción cuando llegamos es fundamental. Es más fácil, ver cómo lo hace la persona y ya luego tú lo imitas, tratas de esforzarte para que te salga igual y ya después cuando lo dominas, ya lo haces según tu estilo, tu manera de ser, o lo cambias, pero de un inicio es prácticamente pura imitación; esa es la idea de lo que plantea Pablo: No pueden ver físicamente, cómo vivió Yeshúa, pero de alguna manera si pueden ver cómo me desenvuelvo yo o cómo lo hago yo y Timoteo, era como su hijo y es interesante muchas veces ver a niños actuar como si fueran adultos porque simple y sencillamente lo están imitando y aun cuando no eres pequeño, hay muchos adultos que siguen actuando como actuaba el padre; tanto para bien como para mal. Tenemos que seguir el mejor modelo de Dios que tenemos, que es el Mesías.
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos. (1 Corintios 10:31-33).
Busquemos ser como Pablo, no ser piedra de tropiezo a nadie, agradar a los demás, no pensar solo en nosotros mismos, sino en los demás. ¿De dónde lo aprendió? Lo aprendí del Mesías, Simplemente imitando lo que vivió, lo que siguió, lo que entendió del Mesías.
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Yeshua Ha Mashiaj. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en nuestro Mesías. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. (Filipenses 3:12-17).
Qué poderosa es la enseñanza del ejemplo. Qué alto nivel de liderazgo tenía Pablo para poder decir: imítenme a mí, como yo imito al Mesías. Aquello en lo que podamos estar de acuerdo, que tengamos el mismo sentir, hagámoslo de manera unánime. Tengamos una misma regla, una misma ley: sean imitadores de mí y miren a los que así se conducen, según el ejemplo que tenéis de nosotros.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan 1:18).
Nadie ha visto a Dios, está mucho más allá de nuestra comprensión; pero el que le ha dado a conocer, el que lo ha ejemplificado y mostrado todos los atributos de Dios, pues ha sido su hijo, ha sido Yeshúa; como es el padre, es el hijo. Así que en este caso, que mejor ejemplo para que podamos conocer, saber y seguir los caminos del Eterno, si no Yeshúa. Tenemos 4 evangelios, por lo menos, más las cartas de Pablo, la revelación que viene en el libro de Los Hechos, de alguna manera moldean o nos dan cierto parámetro de cómo es, cómo era, cómo pensaba, cómo se comportaba Yeshúa. ¿Adónde llegamos con esto? Sigamos los pasos de Yeshúa. Cuándo le dijeron: ¿Dónde moráis Rabí? Venid y ved, es decir, vean, vívanlo, y eso te hará realmente un discípulo. Un talmid, un discípulo, sigue caminos del Mesías y por supuesto del Eterno.
Vamos a fallar muchas veces en este mandamiento, pero vamos a volver a intentar e intentar; y mientras más vayamos conociendo del Padre, y al Mesías, mucho mejor nos saldrá. Hay un principio que dice que nos vamos a identificar con aquello con lo que pasamos más tiempo; así dice el proverbio
El que anda con sabios, sabio será; Más el que se junta con necios será quebrantado. (Proverbios 13:20).
Si nosotros pasamos más tiempo con El Eterno, escuchando su Palabra, estudiándola, algo se nos va a pegar y el día de mañana nos sorprenderá ver nuestra manera de reaccionar, o a comportarnos como la vieja manera de vivir; si no con una nueva: conforme al corazón de Dios, conforme al carácter y a la forma de ser de Dios; entonces, este principio opera también en esto: el que anda con sabios, sabio será; el que se junta con necios, le va a ir mal.
No a nosotros, oh Dios, no a nosotros, Si no a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad. ¿Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios? Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho. Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombres. Tienen boca, más no hablan; Tienen ojos, más no ven; Orejas tienen, más no oyen; Tienen narices, más no huelen; Manos tienen, más no palpan; Tienen pies, más no andan; No hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos. (Salmos 115:1-8).
Así que donde esté depositada nuestra confianza, nuestra fe, nos haremos semejantes a ello; así que si nuestra fe está colocada en el lugar correcto, caminaremos hacia el lugar correcto también. Tomamos los atributos de aquello que adoramos. El Eterno nos hizo a su imagen y semejanza, y, por lo tanto, nos dio el potencial de ser como Él: no que seamos dioses en pequeño, sino más bien de poder seguir sus caminos; o sea, traemos ese ADN; si Él nos hizo a Su imagen y a su semejanza, no nos está dando un mandamiento imposible, habrá momentos en que necesitemos ser compasivos, porque Él es compasivo; necesitamos ser misericordiosos en momentos, porque sus caminos son de misericordia; necesitamos quizás actuar con firmeza, porque en su momento, Él actúa con firmeza; entonces vamos también madurando en ello: imitándolo y siguiendo su proceder y su caminar. Esto nos llevará la vida entera, Sí, Pero considero que es uno de los mandamientos más importantes que debemos buscar guardar.
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