¿Por qué orar si Dios ya lo sabe todo?

Primeramente

Prácticamente la oración es un fundamento de nuestra fe. No hay manera de pensar que orar no sea importante.

Para todos es elemental saber qué, para poder crecer en nuestra fe, en nuestra relación con Dios, en nuestra comunión y para que sucedan muchas cosas, requerimos de la oración. 

Una y otra vez leemos muchos ejemplos en la Biblia sobre la oración. No necesitamos detallar, ni explicar la importancia que tiene la oración en nuestras vidas. Pero en algún momento hemos leído este versículo: Mateo 6:8 “No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. (RVR60). Y para reforzar esta idea, vamos a leer otro pasaje: Salmo 139:4 “Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. (RVR60). Todavía no llega la palabra a salir y expresarse y Dios ya la sabe. ¿Será Dios adivino? No, simplemente es que Dios es omnisapiente y omnisciente, es decir, todo lo sabe. No hay nada oculto delante de Él. Todo está manifiesto y desnudo delante de sus ojos. No hay secretos que le podamos esconder. Entonces, seguramente hemos llegado a pensar: ¿Por qué orar? O, por ejemplo, la famosa oración del Padre Nuestro que dice: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Si Dios sabe que necesitamos el pan, el alimento, ¿para qué se lo pedimos? O, si Dios sabe que tenemos necesidad de perdón, ¿para qué le pedimos perdón? ¿para qué ser específico? ¿para qué confesar nuestros pecados? Si Dios ya los conoce. Es evidente que Dios ya sabe todo esto antes de pedírselo. Entonces: ¿por qué debemos orar? 

 

¿POR QUÉ NECESITAMOS ORAR?

Vamos a buscar en la Escritura las razones ante esta paradoja. ¿Sabes qué es una paradoja? Es un dicho o un hecho que parece contrario a la lógica. Si la lógica te dice que Dios ya lo sabe. ¿Entonces para qué voy y le digo lo que Él ya sabe? La explicación a esto probablemente no entre en la lógica de todos o tal vez no sea suficiente para animarnos a orar, pero te aseguro que si va a hacernos considerar que necesitamos crecer en nuestro tiempo de oración y que debemos pasar más tiempo orando. Yo anhelo y espero que sea así en tu vida, porque así me habló Dios, al momento de estudiar esto.

Leamos al ciego Bartimeo: Marcos 10:46-52 “Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.” (RVR60).  ¿Qué tiene que ver este pasaje con la oración? Yo me he preguntado: ¿Por qué Yeshua le pregunta a este hombre ciego lo que obviamente ya sabía que necesitaba? Vs 51: Yeshua, le dijo: ¿Qué quieres que te haga?, parece ilógico, ya que al saber que es ciego, lo más lógico es pensar que lo que justamente necesita, anhela y desea es recobrar la vista porque ésta misma frase nos dice que el hombre había tenido vista y en algún momento la perdió y ahora su anhelo era recobrarla.

No es un hecho único, también hay otros pasajes en la Biblia donde por ejemplo en Juan 5, el paralítico de Betesda, que dice que no hay quien lo meta al agua, no que lo sanara. Y Yeshua le plantea la misma pregunta. Esto nos muestra un punto muy interesante, aunque el Eterno todo lo conoce y lo sepa, también a veces, es como si quisiera saberlo de nuestra boca o como si quisiera escucharnos pedirlo. No por una cuestión narcisista, de orgullo, de altanería, de altivez. No, Dios ni siquiera necesita eso. 

 

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

La oración no es el simple acto de pedir y demandar cosas a Dios. La oración es una comunicación con Dios y es la forma en que podemos contarle nuestra versión de los hechos a Dios. Es platicarle a Dios, cómo es que vemos las cosas. 

Dios tiene el entendido de lo que sucede y tiene todas las perspectivas. Pero nuestra perspectiva es única de lo que estamos viviendo. Es como una oportunidad de sabernos escuchados, lo que conlleva en sí una respuesta prácticamente. A Dios le importa conocernos, a pesar de ser el Creador del universo y habitar en luz inaccesible y su grandeza; Él también se preocupa por su creación, por sus criaturas. Porque Él es un Dios vivo y esa es una de las más grandes diferencias que la Biblia siempre ha mostrado con respecto a cualquier otro ídolo o deidad. Por ello, muchos israelitas escribieron o en los salmos leemos, que esas deidades tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, tienen manos y no tocan, tienen pies y no caminan. Llega un punto en que, como dijo Pablo, nosotros sabemos que hay un solo Dios. Es ridículo orar a algo que no tiene vida, que no nos puede escuchar o ver porque no tiene vida: está muerto, es un objeto. Por ello dice la Escritura: Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo. ¡Porque tiene vida! A mí no me daría miedo caer en manos de Moloc, Baal y todas esas deidades porque no tienen vida, no tienen fuerza, no tienen nada. Por tanto, no pueden hacer nada. 

Entonces cuando nosotros estamos orando, lo hacemos a alguien que nos escucha. Y que se complace en eso y se da el tiempo de podernos escuchar. Y Él respeta lo que tenemos que decir. Él no nos impone nada. Él podría decir: Yo sé lo que necesitan. ¡No me digan nada! Cállense y punto. Porque Él es soberano. Pero en este ejemplo que leemos, cuando Yeshua le plantea la pregunta: ¿Qué quieres que haga? Es algo increíble. Es como una carta abierta para decir lo que necesitaba. Yeshua sabía lo que quería, pero le dio la oportunidad y dijo: Dímelo. 

Hay aspectos muy lindos en las terapias de las relaciones matrimoniales y familiares: y es el hecho de hacer peticiones a los demás, pues es una forma de hacer sentir a la otra persona que es importante y que vale. Es una manera en que la otra persona se sienta apreciada, que se sienta útil porque es capaz de poder hacerlo. Entonces, al nosotros orar y pedir y tener una respuesta: eso afianza nuestra fe, nuestro vínculo con Dios y nos ayuda a creer que Él es poderoso y que Él puede hacer. Si no existiera la oración y no le pidiéramos a Dios y Él, solamente sin preguntarnos, nos mandara, nos hiciera y nos diera todas las cosas: nuestra fe no sería la misma, no podría ser ni del tamaño de la semilla de mostaza. Probablemente no creeríamos en Dios y nuestra relación con él sería totalmente distinta. La oración nos da esta relación única y personal con Dios. 

Yeshua también planteó una idea similar cuando dijo: Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien porque lo soy. Nos dice: efectivamente hay una distancia, yo soy su Maestro y su Señor, pero a pesar de todo eso, yo también soy su amigo. Porque dice: el siervo no sabe lo que hace su Señor, pues se queda trabajando sin saber lo que sucede con el amo. Pero, yo les he llamado amigos. Ustedes si saben a dónde voy y de alguna manera, pueden entenderme y conocerme porque hay una relación. La oración es un acto que nos ayuda a crecer también en nuestra fe. Por ello, es tan importante orar. ¿Cómo te sentirías si definitivamente no existiera la oración y Dios te diera lo que necesitas? Lo que Dios sabe en su soberanía y voluntad perfecta que necesitas. No lo que quieres como una lámpara mágica. Que llegara sin avisar. Eso no sería grato ni tan cómodo como pensamos. Porque eso no nos ayudaría a tener una relación cercana con Dios. Se parecería a la relación que nos plantea Yeshua del siervo con su señor: que tienen una gran distancia uno del otro. 

La gente en la antigüedad atribuía que si caía un rayo era un dios poderoso, un castigo o se podía imaginar muchas cosas de cualquier deidad porque no había ninguna relación. No veían ningún propósito en todos estos acontecimientos. La oración nos ayuda a entender que ciertos acontecimientos, tengan un propósito en nuestra vida. Pedimos: somos escuchados. Hay una respuesta, que no siempre es sí, pero no importa porque estamos creciendo en nuestra relación con Dios. 

 

¡LA ORACIÓN NOS CAMBIA!

Hay otra razón más importante para orar: a pesar de que Dios ya sabe lo que vamos a decir y aunque nuestras palabras digan una cosa, en muchas ocasiones, son diferentes a lo que podamos sentir o necesitar. Aun así, Dios nos pide que oremos, porque la oración nos cambia, es transformadora. Yeshua llegó a decir: este género no sale sino con oración y ayuno. Hay dos opciones: 1. Ese tipo de demonio no sale más que con oración y ayuno. 2. Ese género, en el sentido de poder hacer estos milagros y poder confiar de esta manera en Dios, no sale sino orando y ayunando. Expresar nuestras necesidades en oración no es tratar de hacerle saber algo que no sepa ya, ni de recordarle nuestras necesidades. Es cuestión de hacerle saber que nosotros también nos damos cuenta de que dependemos de Él. Es una forma de decir: ¡Gracias! Como cuando una persona nos da un regalo y te acercas para darle gracias por el detalle que tuvo contigo. Es lo mínimo que haríamos en ese caso. 

Entonces el orar, hincarnos, pararnos y disponer de un tiempo para la oración y agradecer, también forma parte de nuestra relación con Dios. Además, nos ayuda a tener una actitud humilde cuando recibimos lo que pedimos. Porque si no lo hacemos a través de la oración y Dios nos lo da, aun así, el hecho de no haberlo orado, nos puede volver arrogantes y orgullosos. En cambio, cuando lo pedimos en oración y lo recibimos: crece nuestra fe y también crece el atributo de la humildad. Lo cual es importante en nuestra vida espiritual. Entonces, al recibir por medio de la oración, crecemos en fe, agradecimiento y humildad. 

¿Qué otra cosa sucede? ¿Por qué la oración nos cambia? Porque cuando pedimos, muchas veces, nos damos cuenta de que ya lo tenemos o vemos otros elementos por los cuales debemos estar agradecidos. Por ejemplo, todos hemos orado por la salud de alguien, pero inequívocamente nos damos cuenta de nuestra propia salud y agradecemos por estar bien y por poder orar por la salud de otra persona. Esto funciona igual que lo que yo planteaba: ¿Qué prefieres: recibir una ofrenda o darla? Sin duda alguna: recibir. Pero, el hecho de dar una ofrenda significa que tenemos más. ¿Quién puede diezmar? Solo aquel a quien Dios le da primero para diezmar. ¿Quién puede hacer Brit Mila (circuncisión)? Solo aquel a quien Dios da un hijo varón primero. ¿Quién puede poner mezuzá (jamba de la puerta)? Solo aquel a quien Dios le da una casa primero. Así funciona. Cuando nosotros estamos pidiendo por las necesidades de otros es casi imposible no darse cuenta de que ya tenemos eso también. Que ya somos muy bendecidos. Eso es algo que tiene la oración y que no podríamos valorar o apreciar, si no oramos. Si solo lo dejamos en el intelecto y en el raciocinio. La oración nos hace empáticos y también agradecidos. Cuando una persona experimenta la oración de esa manera, va a terminar siendo muy diferente a la que comenzó. Es como los autolavados, que entra a un túnel el carro sucio y cuando sale del túnel, por lo menos en el exterior ya está limpio. Así sucede con la oración: cada vez que clamamos, nos ponemos de rodillas y disponemos ese tiempo, terminamos siendo otra persona que cuando comenzamos. ¡Te lo aseguro! 

¿Qué puede pasar? Generalmente nuestras oraciones son peticiones, anhelos, deseos, necesidades, es decir, se enfocan en nosotros. Entonces cuando comenzamos a orar de esta manera, probablemente comencemos con cierta carga de egoísmo y a lo mejor no merezcamos aquello por lo que estamos pidiendo, pero cuando comenzamos a reflexionar sobre lo que ya tenemos y que Dios ya nos ha dado, de nuestra verdadera condición, es cuando podríamos darnos cuenta de que, al no merecerlo, somos indignos. Y el hecho de darnos cuenta de que somos indignos, nos hace candidatos para poder recibirlo. Aparentemente es una contradicción, pero el hecho de saber que no lo merecemos, es cuando Dios dice: Ahora sí te lo doy. Ahora si estás listo para recibirlo. Ya que, si llegamos a la oración exigiendo y de manera altanera, ¿cómo podemos pensar que lo merecemos y lo vamos a recibir? Por ello, necesitamos la oración: cuando comenzamos a pedir y lo hacemos con una buena dosis de egoísmo, por medio de este tiempo orando, seremos transformados en humildad y Dios dirá: Ok. ¡Listo! Eso es lo que yo quería ver en ti. ¡Qué curioso y extraño es! Pero funciona así. El cambio de actitud es la que hace esta gran diferencia. Algunos dicen: Dios no contesta mi oración. Probablemente es porque ni siquiera están realmente orando. 

De esta manera, nuestras oraciones son contestadas porque hemos sido cambiados en el proceso e incluso cualquier decreto negativo, juicio adverso, maldición contra nosotros, cambia en el camino corto de la oración. Y de esta forma, la libramos y lo logramos o de no ser así, de todas formas, hay un proceso. La oración es algo maravilloso que nos da y regala Dios. Por eso, es muy importante tomarnos el tiempo de orar, día tras día. Si pensamos: ¿dónde son los lugares donde más se ora? No son las iglesias, las mezquitas, ni las sinagogas. Es en los hospitales donde siempre hay gente orando: día y noche. Porque es evidente que hay una gran necesidad y ante esto es necesario levantar las oraciones. Otros lugares donde se ora también con mucho fervor, es en las cárceles. Pero también debería ser en nuestras habitaciones. Yo quisiera recomendarles una película que se llama: Cuarto de Guerra, es cristiana y definitivamente te hace pensar y reflexionar mucho sobre lo que es la oración y que necesitamos tener un tiempo más fuerte de oración.

 

ORAR POR SU VOLUNTAD

¿Por qué tenemos qué orar? Ya vimos algunas evidencias de porqué orar, a pesar de que Dios ya lo sepa todo. No es una pérdida de tiempo, ni tampoco es un buzón en el cual dejamos a Dios todas nuestras peticiones. Orar no solamente es pedir, pedir, pedir y pedir, también es escuchar. Y una razón poderosa para seguir orando y buscando a Dios todos los días es para conocer su voluntad. El hecho de orar por la voluntad de Dios puede ayudarnos a entender mejor su plan eterno para nuestras vidas. Y así, no andar en la vida dando tumbos y tropezando en la oscuridad, en inseguridades y en muchos aspectos donde solo la oración nos puede conducir. Porque no todo es intelecto, ni letra. No todas las respuestas las encontraremos en la Escritura, ni tampoco el otro extremo de solo orar y no acudir a la Palabra. Se necesitan ambos: la Palabra de Dios que es su voluntad revelada a través de la Escritura y la oración en la que Dios se manifiesta y que, de otro modo, no lo podríamos lograr sino a través de la oración. Orar no solamente consiste en avisarle algo a Dios, que de todas maneras Él ya sabe, sino la oportunidad de que Él nos deje en nuestro buzón un mensaje que sólo llegará al buzón de la oración. Además, la oración, le muestra a Dios nuestro corazón. Esta es la clase de comunicación que construye la relación que Dios desea tener con nosotros. Es tan simple como en la vida real: si nosotros enviamos un correo o mensaje en alguna red social, lo lógico es esperar una respuesta a ese correo o mensaje y ahí inicia una conversación. Así la oración también es escuchar a Dios. Al orar le manifestamos a Dios, cómo se ven las cosas desde nuestra perspectiva y a su vez, Dios nos muestra su perspectiva. Entonces de pronto, vienen a nuestra mente y corazón, pensamientos, ideas, versículos y un sentir de que es Dios hablándonos. 

¡Qué agradable es eso: entrar en una conversación con Dios! Así como a nosotros no nos gusta enviar un mensaje y que no lo lean o nos dejen en visto. Lo que queremos es que nos respondan. Cuando oramos, nosotros le enviamos un mensaje a Dios que va a recibir, va a escuchar y va a responder. La relación no es unidireccional, sino de dos sentidos. 

¿Qué sucede cuando oramos? La palabra hebrea para oración es tefilá (H8605), que algunos dicen que no tiene una traducción como tal, pero realmente sí lo es y significa: intercesión, súplica, himno. Viene de la raíz palal que significa juzgar -mentalmente-, generar un juicio -propio-, rogar, pedir, orar, etc. ¿Cuál es la idea de la palabra Tefilá? Que tú te hagas una idea mental de lo que estás diciendo. De hacer un juicio mental o raciocinio propio. Entonces la oración se convierte como en un juicio introspectivo. Por tanto, orar no es como estar en un trance en el que no se tiene ni idea. Es hacer una evaluación enfocada en juzgar o en razonar lo que estamos pidiendo o necesitamos, deseamos, etc. A veces, ni la esposa, ni el esposo, ni nadie nos puede hacer entrar en razón, pues la oración tiene el propósito de hacernos entrar en razón. Cuando nos escuchamos orar y las palabras que estamos diciendo, a veces, eso mismo es lo que nos hace darnos cuenta de que esa no es la voluntad de Dios, que estamos errados y que esa petición no es correcta o adecuada y quisiéramos que Dios no abriera ese último mensaje y que pudiéramos borrarlo. 

La oración no necesariamente es cambiar la realidad o la situación, sino para obtener una mejor imagen de esa realidad y de nosotros mismos. Es como si viéramos las cosas desde una tercera persona, como si nos saliéramos de nosotros y nos viéramos desde afuera, entonces podemos ver la situación ahora con otros ojos. Esa nueva perspectiva se obtiene solamente orando, no solo de manera racional sino espiritual. Si hay una situación que nos afana, nos acongoja y nos aflige, durante el día le podemos estar dando vueltas y hasta hacemos anotaciones, pedimos consejo a los amigos, al Pastor, al Rabino, etc. Pero, ya cuando oramos, vamos a obtener una perspectiva única, no solo de los ojos terrenales sino espirituales. Por tanto, hay cosas que no vamos a poder ver, sino a través de la oración. Así, cuando alguien nos pida oración, es lógico preguntarle: ¿Esto tú ya lo oraste? Porque primero debemos empezar nosotros mismos a orar, antes de pedir oración a otros. La oración es una herramienta poderosísima, algo único y maravilloso y si entendemos esto, no vamos a dejar pasar un solo día sin oración. Es un proceso que nos ayuda a madurar y fortalecernos para ser constantes en nuestra fe; así como a conocer cuál es la voluntad de Dios. 

Tenemos un ejemplo perfecto en Yeshua de orar. Tantas veces menciona la Biblia que Yeshua oró, pero te garantizo que fueron muchísimas veces más de las que están escritas. Esta oración es muy conocida por lo que está viviendo Yeshua en el huerto de Getsemaní a unos instantes de ser arrestado y de todo lo que habría de vivir. Lucas 22:41-42 “Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (RVR60). Tenemos una voluntad, deseos, anhelos, necesidades, temores, preocupaciones y tantas cosas, pero al orar podemos identificar y reconocer cuál es la voluntad de Dios. En este caso, Yeshua tendría que beber la copa pues no había otro camino. A lo que Yeshua aceptó al decir: No se haga mi voluntad sino la tuya. ¡Qué valor! A veces por eso, no queremos orar de lleno, pensando en esto. Yo te puedo asegurar que Dios va a mostrar su voluntad por medio de pensamientos, convicciones, ideas, por medio de su Palabra. Y eso es excelente y algo único que podemos tener con Dios: poder encontrar su voluntad a través de la oración. Ya que está garantizado que su voluntad es: buena, agradable y perfecta y que es lo mejor para nuestra vida aun cuando no nos agrade. Porque si nos empeñamos en hacer nuestra voluntad, porque es nuestro gusto, a la larga nos va a ir peor. 

 

¿POR QUÉ ORAR POR LO QUE PODEMOS OBTENER POR NOSOTROS MISMOS? 

Probablemente ya se me siento tranquilo y convencido de que debo de orar por las cosas que están más allá de mí y que no puedo controlar o por necesidades mayores. Pero si hay algo que depende de mí: ¿para qué oro por ello? Por ejemplo, una vez más el Padre Nuestro: Mateo 6:11 “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” (RVR60). A lo mejor alguien piensa: si yo trabajo duro para ganar dinero y comprar comida o ese pan, ¿para qué le pido a Dios, lo que en mis manos está? Si yo mismo puedo traer el pan a la mesa, ya no se lo voy a pedir y mejor me enfoco en lo más importante. Y yo creo, que tú y yo hemos dejado de orar por el pan de cada día. Ya que no solemos pensar en eso, pues tenemos el refrigerador lleno de comida. Pues en estos tiempos es más fácil todo lo que tiene que ver con almacenamiento, pero en los días de Yeshua, si era el pan de cada día. Esta era la idea del maná, buscarlo cada día a excepción del día anterior a Shabat (Día de reposo), en que se recogía doble porción. Entonces, ¿por qué debemos orar por el pan de cada día? Porque también implica reconocer que dependemos de Dios para todas las cosas y que somos agradecidos por ellas. Aun las que en nuestras manos creemos que podemos hacer. Hacemos peticiones a Dios, no porque no sepa que necesitamos el pan, sino porque estamos reconociendo en humildad que necesitamos de Él aun para que sean suplidas nuestras necesidades básicas. Y que a Él le pertenece todo, porque dice la Palabra: “Del Señor es la tierra y su plenitud y el mundo y todos los que en él habitan.” Estamos reconociendo que de Él provienen todas las cosas. Entonces podemos decir: Señor dame el pan de cada día porque, aunque trabajo y piense que yo lo gano y lo merezco, Tú eres el dueño del pan, Tú eres el Adón Olam (amo del mundo). Podemos pensar que nosotros somos los que lo ganamos, pero no es cierto, es una perspectiva muy corta: pues el pan y todo lo demás es de Dios. A nosotros nos da la oportunidad de poder trabajar para ganar el pan. Es reconocer que Dios nos va a dar el pan, por medio de nuestro trabajo. 

Por ejemplo: por medio de la salud, luego de la inteligencia, luego de la capacidad y las habilidades que tenemos, podemos obtener el dinero y con ello, el pan. Pero ¿quién está al principio de toda esta cadena productora? ¡Es Dios! Él nos proveyó primero de todas esas cosas. Ninguno de nosotros estamos al principio. Esa es la perspectiva correcta cuando oramos: que nos demos cuenta de que Dios está por encima de todo y al principio de todas las cosas. Por ello, es que debemos orar, aun por lo que pensamos que nosotros mismos obtenemos. Aunque tengamos llenas las alacenas, el refrigerador, la cocina, etc. El hecho de decir: Señor, Danos el pan de cada día, reconociendo que Él es el que da el pan y que todo procede de Él. 

Por ello, dentro del ámbito judío hay ciertas bendiciones como: Tú eres el creador del fruto de la vid. Creador del fruto del árbol. Que extraes el pan de la tierra, etc. Porque es Él, la mano que provee TODO. No es nuestra fuerza, nuestra capacidad, nuestra inteligencia, no es la carrera profesional, nuestro negocio, ni los clientes los que son los proveedores. TODO depende de Él. Cuando oramos por este tipo de detalles, estamos reconociendo que dependemos de Él y que lo necesitamos. Y eso es humildad.

 

ORAMOS PARA CONECTARNOS CON DIOS

La oración no solo es un acto de comunicación, no es una carta que depositamos en un buzón de peticiones, ni son mensajes que mandamos y recibimos. Es un acto único de profunda unión espiritual con Dios. Que no se obtiene de ninguna otra manera. 

Según el comentarista Rashí, la raíz de la palabra Tefilá, significa: “unión” o “fusión” (con Dios). Y la idea más profunda de la oración es esa: llegar a una comunión, una unión, una fusión con Dios que trascienda el ámbito material. Cuando oramos, podemos llegar a una fusión de nuestro espíritu con la fuente creadora, la esencia infinita de Dios. Es como el alma que busca y que anhela ese alimento espiritual. Esa agua que puede saciar nuestra alma. 

¿Qué sucede cuando nos fusionamos o conectamos con Dios? Nos desconectamos del mundo material y entonces logramos una trascendencia espiritual. Porque los problemas y este mundo ya no tienen la misma relevancia pues todo comienza a verse desde otra perspectiva. Como cuando nos subimos a un helicóptero y comienza a elevarse, entonces las cosas se empiezan a ver pequeñas, pequeñas. Así con nuestras ansiedades, temores, cualquier situación material, porque nos estamos elevando espiritualmente y eso genera Shalom (Paz). 

Por eso dijo el apóstol Pablo: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios, con toda oración y ruego y con acción de gracias.” La oración permite que nuestra relación con Dios crezca y es la forma de reforzar nuestro vínculo con Él. Así que yo te invito a que oremos y nos demos cuenta de todas las ventajas y bendiciones que implican orar y que además es gratis. Porque para conectarnos a internet, nos cuesta a todos. Pero para conectarnos con Dios que está ahí, no. No necesitamos estar en el muro de los lamentos o en la sinagoga, o en la iglesia fulana, no necesitamos nada. Solamente la disposición de ese tiempo para hacerlo. La transformación más grande de nuestra vida está ahí, al alcance de una oración. Oremos para ser transformados, para juzgar y tener un discernimiento de la voluntad de Dios y lograr esta fusión espiritual y vínculo con Dios que nos va a llenar de paz y que solo se puede obtener por medio de la oración. Dejemos a un lado los pretextos de no tener tiempo y enfoquémonos en ello.

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  1. 12 mayo 2023

    Texto muy bien explicado. Agradecido el aporte.

  2. 14 marzo 2023

    Buenisimo este texto sobre la oracion muy edificante…🙏🏽

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