¿POR QUÉ YESHUA CONVIRTIÓ EL AGUA EN VINO?
Vamos a encontrar la respuesta por medio de la Palabra a diversas interrogantes que surgen cuando estamos caminando en esta fe. Y, el día de hoy, vamos a adentrarnos en una nueva sección dentro de “Respuestas en la Biblia”, enfocada en los milagros que realizó Yeshua, los cuales son una demostración de su poder, una manifestación de su amor, pero en muchos de ellos, hay un mensaje más profundo, hay más de lo que a simple vista sucede y este es el caso de los milagros que estaremos estudiando y profundizando. Tratando de encontrar un mensaje práctico para nuestras vidas.
Hoy iniciaremos con un milagro muy particular, muy especial porque, además, se le considera el primer milagro que realizó Yeshua. Podríamos considerarlo un milagro muy polémico, porque en aquellos días era más que necesario, que en las festividades y en la cultura en general hebrea y de medio oriente, existiera el vino. Era la bebida más común. No existían, como hoy, las aguas embotelladas, el agua de garrafón, ni refrescos, ni sueros, ni café. Además, el vino, siempre ha sido un elemento representativo de la tierra de Israel.
EL EVANGELIO DE YOHANÁN / JUAN: EL MÁS PROFUNDO
Antes de enfocarnos en analizar por qué Yeshua llevó a cabo este milagro y por qué sería el primero, vamos a reflexionar y a pensar que este milagro lo encontramos en el evangelio de “Yohanán” su nombre en hebreo (Juan en español), al cual se le considera dentro de los cuatro evangelios, el que tiene un mensaje más profundo en cuanto a su interpretación. Se considera que la Biblia tiene cuatro niveles de interpretación, -de ahí la imagen del iceberg-, pues la Palabra de Dios es mucho más profunda, mucho más allá de lo que imaginamos o hemos visto. En este caso, el evangelio de Juan se considera que se encuentra en el cuarto nivel de interpretación.
Si alguien ha cursado el Instituto Bíblico con nosotros, el cual los animo e invito a que también participen de él, no tiene ningún costo y es un espacio donde van a aprender muchísimo en las clases que se imparten cada semana. En el Instituto, hemos estudiado los cuatro niveles de interpretación: “Peshat” (sentido pleno o literal del texto), “Remez” (nivel que conduce a los sermones), “Drash” (nivel escondido donde se dan pistas) y “Sod” (misterio). El evangelio de Juan corresponde al nivel Sod = misterio, secreto. Implica una revelación mucho más profunda, de forma oculta, en el que hay que profundizar para descubrirlo.
Como detalle particular, el evangelio de Juan no menciona la palabra “milagro” sino la palabra “señal”. Porque en realidad eso son los milagros de Yeshua: señales. Y una señal es algo que apunta hacia algo o hacia alguien y que nos quiere mostrar algo específico. En este caso, el evangelio de Yohanán, escrito en el cuarto nivel de interpretación Sod, va a usar los milagros como señales para manifestar un mensaje profético y muy particular, por lo que, estoy seguro de que también te va a sorprender. Vamos a profundizar en las Escrituras y a tratar de encontrar el mensaje más allá del texto que Dios tiene para nuestra vida. Y lo vamos a ver también desde una perspectiva profética.
EL PRIMER MILAGRO EN UNAS BODAS
Vamos al Evangelio de Juan 2:1-11:
“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.” (Juan 2:1-11 RVR60)
Nos empieza a ubicar de manera inmediata el evangelio de Yohanan en una línea de tiempo al decir: al tercer día. Si pensamos al tercer día en nuestro calendario secular, en el conteo semanal, considerando que la semana comienza el domingo, diríamos que habla de un martes. Sin embargo, hay una peculiaridad y, desde aquí vamos a comenzar a adentrarnos en estos aspectos profundos sobre este pasaje. Tercer día podría ser el tercer día de la semana o podría ser una referencia más profunda, si es que empezamos a contar y a sumar el número de días a partir de que inicia este evangelio.
Vamos al capítulo uno del evangelio de Juan donde analizaremos cuatro versículos:
“Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.” (Juan 1:28 RVR60).
Aquí encontramos la referencia al primer día cuando Juan estaba bautizando. Luego vamos al segundo versículo:
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29 RVR60).
Aquí estamos en el día dos. Luego vamos al tercer versículo de la cuenta:
“El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.” (Juan 1:35 RVR60).
Este es el tercer día. Luego vamos al último versículo:
“El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.” (Juan 1:43 RVR60).
Este es el cuarto día. Si sumamos los tres días del capítulo 2, versículo 1, ¿cuántos días tenemos en total? Todo viéndolo desde una perspectiva profética y más profunda: tenemos en total siete días, es decir, el shabat (día de reposo) o séptimo día. Y vamos a ver por qué es relevante este conteo que hace Yohanan.
El verso 2 del capítulo 2, dice que las bodas fueron en Caná de Galilea, la cual es una ciudad que es conocida hasta el día de hoy, por la venta de vino. Si visitas la ciudad hoy en día, uno de los recuerdos que puedes comprar para llevar es justamente el vino porque está conectado con esto. El contexto de este capítulo nos ubica en una boda. Una boda es un pacto entre dos personas y es un momento, evidentemente, muy alegre, festivo y, probablemente, el momento más importante en la vida de una persona. En los días de Yeshua era muy común que las bodas duraran siete días. Caná de Galilea es un sitio muy interesante desde el punto de vista profético, porque también se le conoce como Galilea de los gentiles, porque fue el lugar donde principalmente habitaron las diez tribus y donde se asentaron tal cual, muchos “goyim” (gentiles) en los días de Yeshua. El día de hoy está al Norte de Israel y de aquí se dispersaron las llamadas diez tribus o Efraín o Reino del Norte o la Casa de Israel, quienes ocupan proféticamente la región de Galilea y, donde Yeshua llevó a cabo gran parte de su ministerio y, por supuesto, sus milagros.
VINO = SEÑAL DE PACTO = SANTIFICACIÓN
Vamos a ir tratando de armar este rompecabezas en el evangelio de Juan, capítulo 2. En el verso 1, leemos que estaba ahí Myriam (María), la madre de Yeshua.
En el verso 2, leemos que fueron invitados a las bodas, Yeshua y sus discípulos. Leemos que fueron invitados, ya que no podían llegar sin invitación, no cualquiera podía llegar, así como así a una boda. Algunos dicen que era familia de Yeshua, aunque no podríamos saberlo realmente. Aquí tenemos un detalle: Yeshua también se divertía y era una persona social.
En el verso 3, leemos que la madre de Yeshua, le informa que ya no tienen vino. La palabra significa como tal: vino. Algunos dicen que era jugo de uva porque, ¿cómo era posible que Yeshua convirtiera el agua en vino y en tan grandes cantidades? Pero, es evidente, que una sola persona no iba a tomarse todo ese vino, era para todos los invitados y, por supuesto, los novios. Solo para aclarar, la Torá, no prohíbe tomar vino, lo que prohíbe es la embriaguez, por lo que hay que tener mucho cuidado con ello. Y tener cuidado de no ser tropiezo para otros. Pero, en este caso, el vino era obligado, necesario dentro de una fiesta. Incluso, en las celebraciones bíblicas el inicio prácticamente de cada fiesta se hace con un “kidush” (santificación) por medio del vino. Además, el vino también es un símbolo de alegría.
Dice el Salmo 104:15:
“Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que sustenta la vida del hombre.” (Salmo 104:15 RVR60).
Por tanto, el vino era indispensable en una boda en Medio Oriente. Entonces, que faltara el vino era una vergüenza social que sería imborrable para los novios.
El vino representa también una señal de pacto y de santificación y, al faltar el vino, la madre de Yeshua es quien se da cuenta de que ya no había vino; por lo que se deduce, que ella era parte de la organización de esta boda o tenía un rol cercano a la familia de los novios. Una observación importante es que dice, faltando el vino, no dice que se acabó. Myriam dice: No tienen vino. Es decir, que los que estaban ahí en la boda no tienen la señal del pacto. Y, proféticamente esto implica, en resumen, que esta boda que se lleva a cabo en Caná de Galilea, en Galilea de los Gentiles, significa que estos galileos, estos efrainitas, se quedaron sin el pacto. No lo tienen ya, lo perdieron. ¿A quién nos recuerda esto? Al hijo pródigo que se quedó sin la herencia, sin el pacto, sin la Torá.
En el verso 4, leemos que Yeshua le pregunta a su madre:
“¿Qué tienes conmigo mujer? Aún no ha llegado mi hora. (Juan 2:4 RVR60).”
Y, aunque suena muy fría la respuesta, debemos verla, una vez más, desde el ámbito profético porque esto es lo que le da sentido a la respuesta de Yeshua.
HAGAN TODO LO QUE ÉL LES DIGA
Pasando al verso 5, dice:
“Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. (Juan 2:5 RVR60).”
Este es un detalle más, dentro de este pasaje, donde Myriam (María), no lleva la atención sobre ella, sino sobre su hijo. Así que los dejo pensando también en esto, para que aquellos que piensan que hay que rendirle culto, ya que por ser la madre de Yeshua tiene preeminencia, pero aquí ya vemos que no. Ella dice: Hagan todo lo que Él les diga.
Hay otro pasaje en la Escritura, prácticamente idéntico en una situación complicada, de carencia, donde hubo alguien que dijo: Haced todo lo que os dijere. ¿Quién dijo esta frase, en una situación igual de drástica? Vamos a Génesis 41:55
“Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.” (Génesis 41:55 RVR60). “
Hay una regla de interpretación que se conoce como Guezerah Shavah (Equivalencia de expresiones), de las 7 reglas de interpretación de Hillel que también estudiamos en el Instituto Bíblico y que nos permite conectar estos pasajes.
¿Qué está diciendo aquí Myriam? Haced todo lo que os dijere. Es exactamente lo mismo, lo cual no es ninguna casualidad, ya que la vida de Yosef (José) en un nivel de interpretación más profundo -en el nivel Sod-, es la vida del Mesías Ben Yosef (Hijo de José). Es una forma de entender el sacrificio del Mesías. Entonces, tenemos una situación de carestía, de urgencia y, el Faraón les dice: vayan con José porque él es quien les puede dar el pan. El que podía resolver esta situación, el único que podía resolver la situación profética y literalmente como estaba sucediendo en la boda, podía ser Yeshua. Todos estos detalles que nos da la Escritura son como pequeñas perlas o joyas que encontramos y, que nos ligan y nos ayudan a entender mejor el papel y la obra que Yeshua hizo y que rastreamos hasta los días de Yosef Ben Yaacob (José, hijo de Jacob).
LAS 6 TINAJAS DE PIEDRA
Volviendo al texto de Juan, dice en el verso 6 y 7:
“Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. (Juan 2:6-7 RVR60).”
Y, justamente, en Canaán se encontraron estas tinajas de piedra, tal cual se describe aquí. De acuerdo con los manuscritos del mar Muerto que se han encontrado, donde está documentado que los Esenios (personas que eran muy rigoristas y obsesionados con el tema de las purificaciones, es decir, la tevilá), está escrito que la piedra suele ser mejor que el barro para la purificación, ya que este último suele ser más poroso y guarda más impurezas. En este caso, estas tinajas de piedra tenían el propósito de ser usadas para purificación. Así que, esta era una boda religiosa, por ponerle un término, en la que se consideraban los preceptos y principios de la Torá sobre la pureza.
En este caso había 6 tinajas para purificar. ¿Qué representan estas seis tinajas? El 6 se considera el número del hombre, porque Dios creó al hombre en el sexto día. Esto está escrito en Apocalipsis capítulo 13, donde dice: el que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, pues es número de hombres. De aquí se deduce también que el 6 representa el número del hombre. Ya dijimos, Adán fue creado el sexto día, lo que está considerado como el pináculo de la creación. Sin embargo, estas seis tinajas para purificación eran ese intento, durante los seis milenios, en los que el hombre ha intentado alcanzar la limpieza y la purificación. ¿Lo habrá logrado? ¿Hemos logrado encontrar esa purificación durante estos 6 mil años, como para entrar al séptimo día o milenio? ¡Por supuesto que no! Es más que evidente, que nunca será suficiente lo que el hombre pueda hacer para presentarse limpio delante de Dios. Necesitamos de alguien que justamente nos rescate y nos vuelva a introducir a ese pacto que se perdió en el Edén, el día que Adán pecó. Cuando se impurificó y contaminó y, además, perdió el pacto en ese mismo momento. Así como, el pacto que posteriormente hizo el Eterno con su pueblo Israel.
Estamos delante de algo muy especial. Y es justamente que Yeshua quiere mostrarse como el Mesías, el Salvador que viene a restaurar el pacto, particularmente para las ovejas perdidas de la Casa de Israel. Es decir, para Efraín. De modo, que Efraín ha sido partícipe, por estar invitado a las bodas, pero se ha quedado sin pacto, pues no ha logrado estar presente. Entonces, se plantea esta situación como se acabó el vino o se quedaron sin vino.
Leyendo el versículo 7 nuevamente, dice:
“Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. (Juan 2:7 RVR60).
Se cree que en cada tinaja cabían de dos a tres cántaros y, se considera que aproximadamente, podían caber 40 litros en cada cántaro. Lo que podría ser hasta 120 litros en total. Ahora, dice que cabían de dos a tres cántaros. Si fueran dos cántaros y eran seis tinajas, ¿cuántos cántaros salían de las tinajas? 2 X 6 = 12. Doce cántaros que representan la purificación para las 12 tribus. Y, si fuesen tres cántaros, serían 3 X 6 = 18. ¿Qué representa el número 18? Es un número particular dentro de la gematría porque ese es el valor de la palabra “HAI” que significa vida. De hecho, hay una costumbre para aquellos que hacen su Bat o Bar Mitzva (Hija o Hijo del Mandamiento), se les regala dinero en múltiplos de 18, porque representa la vida, no solo física, sino también espiritual.
Yeshua sanó a una mujer en Lucas, capítulo 13, que dice: Había una mujer que tenía 18 años con un espíritu de enfermedad. Lo que tenía enfermo era el espíritu. La vida física no vale en sí misma, si no hay un espíritu vivo. En este caso, el 12 representa a las doce tribus y el 18 representa la renovación o una nueva vida. Por medio del milagro que va a hacer Yeshua, va a renovar el pacto y va a dar nueva vida para esas doce tribus que no se pudieron purificar con esas seis tinajas de piedra. ¿Por qué? Porque nunca será por obras, siempre será por gracia. Dice que las llenaron hasta arriba, ¿cuánto se habrán tardado en ir a sacar el agua del pozo y cargar cada cántaro, hasta llenar cada tinaja? A veces, hay que reflexionar que cuando Yeshua nos pide algo, puede implicar esforzarse grandemente. En ocasiones, ser testigo de un milagro, puede requerir que seamos esforzados. Aunque queramos estar sentados viendo cómo suceden los milagros, como simples espectadores, esperando que Dios se manifieste por sí mismo. Pero, aquí vemos que hubo un esfuerzo y en conjunto.
EL SECRETO DEL VINO
En el verso 8, leemos al maestresala, que era la persona que organizaba y estaba al tanto de la festividad. Y, en este caso, el maestresala, no sabía nada. Dicen los versos 9 y 10:
“Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; más tú has reservado el buen vino hasta ahora. (Juan 2:9-10 RVR60).”
Como dice el versículo, que posteriormente se hizo un dicho: el buen vino se sirve al final, lo mejor viene al final. Y, aquí llegó en el último momento. Un vino, como dijo el maestresala, que estaba reservado, por lo que él se sorprendió. El novio reservó el buen vino para ese momento. De hecho, no dice hasta el final, dice: reservaste el buen vino, hasta ahora, ese instante, ese momento específico.
Podemos entender esto de varias formas, como ya lo comenté. La transformación del agua en vino representa que Efraín que se quedó sin pacto. Significa que, al transformar el agua en vino, sería introducido nuevamente al pacto. Renovar ese pacto con el pueblo que lo había perdido y que había perdido ese derecho a ese pacto. Además de todo, no tenía las condiciones para poder mantenerse en ese pacto. Si no había vino, es como si no hubiera pacto.
Sin embargo, el vino también es una manera de representar la interpretación de la Torá, ya que la Torá es como un buen vino. Y, fíjense en este detalle: en hebreo, la palabra “yayin” (vino) y “tepes” (secreto), tienen el mismo valor en “gematría” (valor numérico de cada letra), que en ambos casos es: 70. Y, el número 70, de acuerdo con la interpretación de los rabinos comúnmente aceptada, representa a los “goyim” (naciones). De cierta forma, es como si el Mesías estuviera invitando a las naciones, al Israel que se dispersó, se asimiló, que se gentilizó y que está en las naciones. Por ello, se le llama Galilea de los Gentiles. No es que estuviera llena de gentiles, sino que muchos de los que un día vivieron como israelitas, apartados para el Eterno, ya se habían gentilizado.
Dice un comentario en el tratado Sanhedrín (uno de los tratados del Shabat), de Rabbí Yehoshua: “¿Qué es lo que ningún ojo ha visto?” Rabbí Yehoshua Ben Leví le dijo: “Este es el vino conservado en uvas desde los seis días de la Creación”. Reish Lakish añade: “Este es -el vino- del Edén”.
Continuamos en el verso 11:
“Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.” (Juan 2:11 RVR60).
Aquí el detalle que les mencioné al principio, Juan no se refiere a estas acciones como milagros, sino como señales. Porque esta es una señal profética, una señal más profunda: la palabra vino en sí misma, esconde un secreto.
Dice el Talmud en otra cita: “El mundo por venir, no es como este mundo. En este mundo es difícil la recolección y el pisar de las uvas. Pero, en el mundo por venir, un hombre traerá una uva en un carro o en un barco, la pondrá en un rincón de su casa y utilizará el contenido como si hubiera sido un barril de vino. Mientras que su madera se utiliza para hacer fuego para cocinar. No habrá uva que no contendrá treinta barriles de vino”. A lo mejor suena como una exageración evidentemente, pero es una expresión que nos muestra que, en el Olam Haba, en él (mundo por venir), cuando el Mesías reine, habrá una abundancia impresionante. El milagro que hace Yeshua es, como un anticipo, de lo que vendrá después, hablando de multiplicidad, prosperidad y fructificación que servirá para alimentar a muchos.
EL MEJOR VINO ES EL QUE TRAERÁ EL MESÍAS
Esta idea de que el Eterno tiene reservado un vino para el final para su pueblo, también está en el tratado Sanhedrín 99ª que explica: “La recompensa en el olam haba, es alegóricamente retratada como vino, porque nada alegra el corazón de una persona en este mundo más que el vino”. Sabemos que el vino es símbolo de alegría y una boda es una época de regocijo y, nosotros sabemos además que, cuando Yeshua regrese, se va a celebrar una boda: las Bodas del Cordero.
En el Talmud en el tratado Yad Ramah 90A se describe como: “Conservado en sus uvas desde la Creación”, para transmitir que ningún humano ha percibido, así como nadie ha tocado el vino que aún queda dentro de sus uvas. Hay un vino conservado en sus uvas desde la creación. Como si Dios estuviera reservando desde la creación del mundo, desde el Edén, un vino reservado para cuando el Mesías se manifieste.
Yeshua dijo: “Mi tiempo aún no ha llegado”, porque el reino Mesiánico todavía no está aquí. Aun así, Él nos da un sabor de vino oculto para el Olam Haba, el mundo venidero. Es sumamente interesante esto que hace Yeshua: transforma el agua en vino porque Efraín se había quedado sin pacto. Entonces, lo que hubiera sucedido es que se hubiera acabado la boda. No puede haber boda si no hay vino. Tampoco hay santificación si no hay vino. En este caso, dice Yeshua, yo vengo a renovar el pacto, yo vengo a validar y a dar una interpretación a la Torá como nunca se había visto. Cada Palabra que leemos aquí tiene su profundidad y su por qué. El Maestresala le dice al novio: “Tú reservaste el buen vino hasta ahora”. ¿Qué está haciendo Yeshua? Nos está dando un adelanto de lo que sucederá en el Olam Haba.
De cierta manera, qué emocionante que mucha gente que estuvo en la boda nunca supo lo que significaba el milagro. Pero, sus discípulos sí. Por eso, creyeron en Él. En que Él era el Mesías, que venía a este mundo a traer el Olam Haba. Venía a instaurar el mundo por venir hacia nosotros. Digamos que los dichosos que estuvieron ahí presentes no tuvieron que esperar tanto, pues les dio una probadita de ese vino del jardín del Edén que Dios tiene reservado en el Paraíso para aquellos que lleguen a ese momento. ¡Es un gozo y un gusto! Pues la salvación es la alegría de saber que estás en pacto. Yeshua regresará en ese séptimo milenio, como inicia este capítulo 2 de Juan. Es decir, en el séptimo día y, entonces, iniciarán las bodas y no tendremos por qué tener temor de que falte el vino o no tengamos pacto porque por medio de Él, hemos sido introducidos a ese pacto.
El próximo Shabat que levantes la copa di: “Este es el preámbulo de lo que hizo Yeshua y de lo que hará cuando estemos delante de él en las Bodas del Cordero”.
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