¿POR QUÉ DIOS LE CAMBIÓ EL NOMBRE A JACOB?

Estamos en Respuestas en la Biblia, vamos a seguir conociendo más de la Palabra del Eterno. Y hoy responderemos la pregunta número 37. Probablemente, algunos ya están familiarizados con la historia de Jacob, cuando Dios le cambia el nombre. A lo mejor no parece tan trascendental, pero es conocido en la Biblia este tipo de situación. El patriarca Jacob no es la única persona a la que Dios le cambia el nombre. Hay más personajes a lo largo de la Escritura a las que el Eterno les cambió el nombre. 

¿Por qué Dios les cambia el nombre a ciertas personas? ¿Por qué Dios les nombra de otra manera, cuando sus padres los nombraron con cierto nombre? A lo largo de la historia, en la Biblia, se narra algún suceso que deriva en que Dios les cambie el nombre.  

¿A qué otros personajes, Dios les cambia el nombre? A Abraham que su nombre era Abram, a Sara que era Sarai y, obviamente, a Jacob que es el estudio del día de hoy. También a algunos de los discípulos de Yeshua, les cambió el nombre. El más conocido es Simón, a quien le dijo tú serás Pedro.

Es más, no solamente es que Dios les cambió el nombre a ciertas personas, sino que hay ciertos casos también en la Biblia, en los que Dios es quien les da el nombre. Probablemente, sus papás tenían pensado otro nombre, pero Dios es quien decidió cuál sería su nombre. ¿A qué personajes, Dios les escogió el nombre? A “Yohanan el Inmersor” (Juan el Bautista), fue Dios quien le dijo a su padre Zacarías que “Yohanan” tendría que ser su nombre. Otro caso sería Adán, el primer hombre a quien Dios le asignó su nombre. Por supuesto, el más conocido es “Yeshua” (Jesús), cuando el ángel se le aparece a “Myriam” (María) y le dijo: será su nombre Yeshua porque él salvará al pueblo de sus pecados. También está el caso de Isaac en Génesis 17, donde Dios le asignó su nombre. A Ismael también Dios le escogió ese nombre. También el nombre de los hijos de Oseas sería asignado por Dios: el primero se llamó Jezrel, a la segunda hija la llamó Lo-ruhama y al último y tercer hijo lo llamó Lo-ammi. 

¿QUÉ IMPLICABA EL NOMBRE?   

Se dice que la “suerte o destino” de una persona residía, en gran manera, en su nombre. El nombre en el contexto bíblico no solo era una forma nominativa o de referirse a alguien, sino que se consideraba que en el nombre estaba implícita su misión, su rol profético y de vida, lo que tendría que hacer. Por lo que, en ciertos casos se les daba un nombre, pensando en lo que el hijo (a), pudiera llegar a ser. O, por un suceso que hubiese sido significativo, como en el caso de Manasés. José escogió ese nombre porque dijo “Dios me ha hecho olvidar”, que era lo que implicaba el nombre. 

Entonces, el nombre en la Biblia es muy importante porque representaba un rol, la misión que tendría esa persona y, de cierta forma, su identidad. Por ejemplo, en el libro de Apocalipsis dice que, a los que vencieren, les será dada una piedrecita y un nombre escrito en ella que solo conocerá la persona que la reciba. Como diciendo que el nuevo nombre que se le asignará a esa persona será de acuerdo con el nuevo rol e identidad que va a tomar. Entonces, a cada uno se nos asignará un nombre y espero que nos guste, porque no sabemos cuál es. 

¿Por qué le cambió Dios el nombre a Abram principalmente? Porque con el nuevo nombre, se establecía una nueva identidad. Abram se podría traducir como “padre excelso o padre ejemplar”, pero Abraham significa “serás Padre de multitudes o de naciones o de muchas gentes”. Con el cambio de nombre, Dios le está profetizando a Abraham lo que habría de ser y de suceder con él. 

DE “YACOB” (JACOB) A ISRAEL   

Ese fue el caso de Abraham, pero nosotros estamos estudiando y conociendo el caso de “Yacob” (Jacob) el cual es muy trascendental porque se le cambia el nombre por Israel. E Israel es el nombre que trasciende a lo largo de la historia para el pueblo de Dios. Es el nombre que el Eteno escoge para nombrar el conjunto de todas las tribus de Jacob. Ya no serían 12 grupos separados como: levitas, simonitas, judá, danitas, etcétera. Ahora sería una nación conformada por 12 tribus bajo un mismo nombre, el cual sería Israel. Hasta el día de hoy, es tan importante el nombre de Israel que, a la nación y territorio de Israel, se le llama así. Vamos a leer el texto que nos va a ayudar a entender el cambio de nombre y el porqué. 

Para tomar un poco de contexto, porque la historia de Jacob es muy larga e interesante. Como ya sabemos, Jacob tiene un hermano (Esaú), con el cual tiene conflicto desde antes de nacer en el vientre de su madre. Y hubo un detalle importante en el nacimiento. Son gemelos, pero sale de la matriz primero Esaú y, de acuerdo con el relato, dice que Jacob venía después, pero tomó el talón de su hermanito y lo jaló. De hecho, de ahí tomó su nombre “Yacob”, que en hebreo viene de la palabra “aqev” que significa “talón” o “Ya´aqob” que significa sostener. Es como un juego de palabras porque él estaba sosteniendo el talón. Por esta situación peculiar que se describe, se le asigna el nombre de Esaú, que se asocia con el color rojo, es decir, Edom, porque era velludo y rojizo. Y en el caso de Jacob, por la situación que se dio en el nacimiento. Pasan los años y cada uno de los padres considera que uno de ellos es el escogido para las promesas y bendiciones que Dios le había dado a Abraham y después a Isaac. Isaac piensa que el genuino heredero de estas bendiciones es Esaú. Y su esposa, Rebeca, sabe que no es Esaú, sino Jacob, porque se le había profetizado desde antes del nacimiento. El caso aquí es que se da este evento cuando crecen, en el que “Yacob” toma o usurpa el lugar de su hermano para recibir la bendición. Pero esto no quedaría sin consecuencia, cuando se entera Esaú, Jacob tiene que salir huyendo a la tierra de su madre. Llega con su Tío Labán, donde conocería a su esposa y, luego, termina casándose con la hermana de la esposa también. De ellas y las siervas de ambas, vienen los 12 hijos. Cuando él está emprendiendo su regreso a la casa de sus padres, le notifican que su hermano está esperándolo en el camino para enfrentarlo, por lo que todo parece indicar que se podría formar una situación como de guerra entre Jacob y Esaú. 

Jacob no tiene todas las condiciones para enfrentar a Esaú porque lleva a toda su familia: mujeres, hijos, siervos, animales. Entonces estando él en esta situación de estar a punto de enfrentar al hermano, se levanta aquella noche e idea un plan para dividir al campamento en dos. Si Esaú atacaba uno, el otro campamento podría escapar. 

Leamos Génesis 32:22-28:

 “Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”. (Génesis 32:22-28 RVR60). 

Analizando el pasaje, dice que hay un momento en el que Jacob se queda solo, porque deja del otro lado del arroyo a sus mujeres, hijos, siervos, etcétera. Y por una circunstancia, que no especifica cuál es, se queda solo. Según la tradición judía dice que se le olvidaron unas ollas y regresa por ellas. Como hubiera sido, por supuesto, todo está planeado por Dios. Entonces, en este momento de soledad, en la noche, de repente, llega un extraño y comienza una confrontación o una lucha estilo grecorromana. Una lucha de prevalecer, de fuerza. Y es significativo porque Jacob debía librar esta batalla solo, no habría absolutamente nadie para ayudarle. Dice la Palabra, que este personaje misterioso, fue un varón que luchó con él hasta que rayaba el alba. Esto implica que pasaron horas en esta situación de lucha durante la noche, lo cual fue extraordinario por la fuerza física de Jacob, lo cual nos habla del carácter de lucha que tenía continuamente Jacob; así como de prevalecer, no rendirse y mantenerse ahí. 

¿Quién es este varón que aparece aquí? Algunos dicen que era el ángel de Esaú que quería derrotarlo. Sin embargo, al final, como leímos en el relato, dice Jacob que vio a Dios cara a cara y fue librada su alma. Entonces, yo considero, que no se trata del ángel de Esaú, sino de un ángel, un ministro (un representante de Dios), enviado por el Eterno. Lo cual es suficiente para considerar que estaba luchando con Dios. 

¿Quién ha tenido la experiencia de haber luchado con un ángel? Prácticamente solo Jacob. Dice en el verso 25: 

Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba”. 

Esto nos hace pensar, por un lado, que Jacob era muy fuerte, aunque es obvio que no era más fuerte que este ángel. Al decir que este ángel no podía con él, no quiere decir que definitivamente no lo hubiese podido vencer de haberlo querido, sino que se trataba de una lucha de voluntades para ver quién prevalecía sin realmente rendirse. Era lógico que Jacob no lo podría derrotar, lo que estaba a prueba era su voluntad de prevalecer, si se rendía o no. Por eso dice: cuando vio que no podía con él, le tocó en el sitio del encaje de su muslo, y en ese momento, lo descoyuntó, es decir, lo sacó de su lugar. Imaginemos el dolor que sintió Jacob. Se dice que fue el lugar donde encaja el fémur con la pelvis. ¿Qué implica esta descoyuntura que le hizo el ángel? Literalmente, que Jacob tenía que ser quebrantado y debía ser puesto a prueba no solo en el sentido físico, sino también en lo espiritual. Y, a lo largo de la vida de Jacob hubo muchas lecciones y esta es una de las más importantes que tendría que aprender. Y nosotros también debemos aprenderlas para entender por qué trasciende y por qué se le termina cambiando el nombre. 

¿Qué es lo que también nos muestra este pasaje? Que Jacob estaba dispuesto prácticamente a morir y dejar su alma. Hasta que se dio cuenta que esto era una lucha de voluntades y que no se iría sin recibir una bendición. En algún momento, Jacob se dio cuenta que no estaba luchando con una persona común y corriente, sino con un enviado de parte de Dios. Por ello, es que le pide que le de una bendición. 

Dice en el verso 26: 

Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”. 

Aquí vemos que era una lucha de voluntades donde Jacob muestra que era aferrado a las cosas espirituales y que él lucharía hasta alcanzar la bendición.

Dice el verso 27, donde viene esta parte muy interesante:

 “Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”. 

Obviamente, este varón conocía quién era Jacob, pero la pregunta era para confrontar a Jacob mismo, con su identidad, su forma de ser y la manera en que había vivido. Jacob viene de la palabra “aqev” que significa “talón” o “Ya´aqob” que significa “tomar”, dando la idea que es el que está tomando el talón y, ya comenté yo que, cuando el niño nace, dice la Escritura que venía tomado del talón de su hermano Esaú. De cierta manera, este hecho, definió los roles de ambos hijos. Uno, tratando de tomar lo que era del otro. Y Dios quería que esto cambiara. Dios quería que, en este momento, justo en el que se va a encontrar con Esaú, no fuera una situación en la que Jacob tuviera que tomar algo de Esaú, ya que había tomado de él, la bendición y con ello, había ganado la enemistad de su hermano. Se nota que había una disputa entre el afecto, el amor y las bendiciones de los padres, entre ambos hermanos. Lo cual no es extraño cuando hay dos varones en la casa que existan estas rivalidades. Dios le estaba mostrando a Jacob que tenía otro plan y destino para él. Que él era diferente por otras razones.

Generalmente, existe la idea de que el nombre Jacob significa “engañador” o “suplantador” pero, realmente no es así. Más bien, esta idea está sustentada, en que el mismo Esaú hace sobre Jacob cuando dice: Bien fue llamado su nombre “Yacob”, como queriendo decir, el engañador. Pero, el nombre no implica eso. De hecho, en el cristianismo es muy conocido que Jacob significa literalmente “engañador” pero, como ya vimos, en el hebreo no significa eso y tampoco lo implica. Más bien, para reflexionar, cuando Jacob nace tomando con su mano el talón del hermano, no tiene lógica, desde el punto de vista biológico, porque los bebés no nacen con las manos por delante, sino por la cabeza. No había cesáreas, así que debían nacer de esta manera. La idea, posiblemente, se generó después, por lo que habría de implicar. Entonces, Jacob, en ciertos casos, trató de alcanzar lo que tenía Esaú. Y, por supuesto, que se equivocó en el camino. Como ya vimos, en el pasaje de la Biblia, Isaac iba a bendecir, justamente, a Esaú para transferirle la autoridad, las promesas y las bendiciones; Jacob se hace pasar por él o lo “suplanta”. Entonces, ¿qué le quiere mostrar Dios? Que él no tenía qué tomar, una vez más, el talón de Esaú, para recibir las bendiciones. 

Esto es una lección para todos. No tenemos por qué tomar a nadie del tobillo para sacarle las bendiciones que le sobren o que consideramos que son nuestras. Dios tiene una bendición para cada persona, sin necesidad de estarle quitando, tomando o robando a nadie más las suyas. Sin embargo, él tendría qué cambiar esto, desde su interior. Él debía tener un cambio de mente y creer en esto. Tomar la nueva identidad y el rol para ser parte del plan que Dios tenía para él. 

Hay otra idea que se me hizo interesante. Se dice que, cuando había una confrontación o una lucha y se declaraba el nombre de la persona, en cierta manera, era como si se sometiera. Así estaba consciente de que el otro era superior. Por ello, el varón le declara el nombre y también Jacob le pide el nombre a su contrincante. 

UN CAMBIO DE IDENTIDAD PARA YACOB

Volviendo al texto, dice el verso 28: 

“Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”.

 Aquí viene el cambio de su nombre. Y, cualquiera diría: ¿qué bendición es esa? Pero no tenemos que verlo desde el punto de vista de Occidente, donde se cambia el nombre nada más en un documento. Se trata, además, de un cambio de identidad, de la nueva naturaleza que tendría en su interior y en su manera de ser. Como las experiencias nos cambian o nos deberían de cambiar, la idea es que, Jacob no saldría igual de esta experiencia y eso mismo le quiere hacer ver este varón. 

La palabra Israel, viene de “Iesrot” que significa “luchar”, influir, esforzarse con. Y la palabra El, significa “Dios” o el Eterno. Entonces, en conjunto, Israel significa el que lucha, el que influye y se esfuerza con Dios. De hecho, el comentarista judío muy conocido, Rashí, explicó que el ángel le dijo, tu nombre no será más “Yacob”, es decir, la gente ya no dirá sobre ti que recibiste las bendiciones por medio de tomarlas o suplantarlas, como estaba asociado su nombre a eso. Esaú le hizo mala fama al decir que era un suplantador. Pero ya nunca más sería así, sino con su esfuerzo, de una manera abierta. Y, al final, el Eterno se le aparecería en “Bet-el” (Casa de pan) en el siguiente pasaje, donde Dios le dice que ya no sería más su nombre Jacob, sino Israel, ahí cambiaría su nombre y le bendeciría. 

¿POR QUÉ SE LE LLAMÓ YACOB?

Hay una idea interesante del porqué se le dio el nombre de Jacob. Porque se toma del talón o del “calcañar” de Esaú como un suceso extraordinario en el nacimiento. Lo cual es muy poco probable, que un bebé nazca tomando del talón a su hermano, ya que no nacen con las manos estiradas. Pero, independiente, de si fue literal o no lo que sucedió en el nacimiento, más bien la idea detrás de eso, es que Jacob tenía una aspiración espiritual. Él deseaba, efectivamente, ser el primogénito, pero no por la cuestión material, debido a que el primogénito recibía doble porción, ya que también recaía sobre él una doble responsabilidad, pues se convertía en el patriarca de la familia y en el responsable de todo el clan. El primogénito tenía que ver por la familia, sostener a cada miembro, ser el líder y convertirse en el guía espiritual. Esto es a lo que realmente aspiraba Jacob. ¿Cómo podemos saberlo? Porque esto se le profetizó a su madre Rebeca: “Dos naciones hay en tu vientre, pero el mayor servirá al menor”. Ella lo sabía y entendió perfectamente quién era el escogido de parte de Dios y era Jacob. La manera en que se dio este suceso al nacer confirmaba que él anhelaba las cosas espirituales. Entonces, sí las había obtenido, pero no de la manera correcta y acorde con el plan de Dios. 

De cierta manera, el cambio de nombre implica que, por ser Jacob, por querer ascender a un punto más alto, anhelando una bendición mayor, siendo superior a su hermano y como ha luchado con lo divino y ha prevalecido, entonces se llamaría Israel. Dándole un nombre que lleva el propio nombre de Dios para recordarle que sus batallas y las bendiciones, deben ser asociadas con Dios y de la manera que Él quería que las tomara. De aquí viene el cambio de nombre. Jacob no se ha olvidado de quién era, pero si debía olvidarse de quién había sido, dejando de ser la persona que fue. Que se convirtiera en alguien que había luchado con lo divino y denotara su lucha persistente por ser un hombre bendito. La lucha para Jacob implicaba que no se quería alejar de Dios, ni se rendiría hasta que lo bendijera. ¡Dios ve eso en él!

También tenemos una lección aquí: consideramos que, muchas veces, las bendiciones de Dios son un asunto que no dependen de nosotros. Lo comento porque se da mucho en el ámbito cristiano. Alguien necesita que oren por uno para que la bendición llegue, pero uno no hace nada, solita, cae y solo la recibes. Pero, no en todos los casos es así. Es más, este pasaje nos muestra que, muchas de las bendiciones que podamos nosotros alcanzar, van a requerir un gran esfuerzo, persistencia y lucha espiritual de nuestra parte, en las que deberemos de mantenernos y persistir toda una noche. No es solo una necedad que buscara la bendición. Era más bien que Jacob no se rendiría ante las circunstancias. ¡Eso es lo que implica el nombre Israel! El que lucha y vence con Dios. La idea es que, si nos asociamos con Dios, entonces, Él está con nosotros y entonces venceremos. Por eso, es trascendental el nombre de Israel, derivado del término “Iesrot” que significa esforzarse o perseverar. 

Por eso, el varón le dice: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Ya no serás esa persona que eras. Serás una persona diferente. El nombre que se te asigna es Israel, porque has luchado con Dios -simbólicamente- y lo venció. De hecho, sobrevivir a una lucha con un ser divino, es considerado una victoria. Aun cuando haya salido cojeando, herido y cansado, finalmente, prevaleció. Además, es curioso, porque cuanto mejor hubiese requerido Jacob encontrarse en una situación física para enfrentarse a Esaú, es el peor momento en que se encuentra él, cojeando de su cadera. Dios le estaba diciendo: de esta situación no vas a poder escapar, tú vas a tener que salir de esta situación asociándote conmigo. Si tú quieres vencer, tienes que aprender a depender de mí. Y, esto es lo que le da la victoria a Israel delante de Esaú. Es decir, la gracia que Israel halla y la situación que se da, no es por sí mismo solamente o por los regalos que le dio. ¿¡No! Sabemos que, si no hubiera sido por el Eterno, ese encuentro no hubiera salido nada bien. Así, Dios cambió el corazón de Esaú, pero primero, tenía que cambiar el de Jacob. 

UN NOMBRE CON TRASCENDENCIA  

El nombre de Israel, en español, contiene las iniciales de los patriarcas y matriarcas: I: Isaac, S: Sara, R: Rebeca, A/E: Abraham (en este caso corresponde a la letra “hei” ה, que es como una H), L: Lea. יִשְרָאֵל‎ El ángel también le cambia el nombre, para que la bendición pudiera surtir efecto en el destino de Jacob. Poniéndole Dios su propio nombre con la terminación: él. Así, en Israel se encuentra codificado el nombre de los patriarcas, el nombre de Dios, como una conexión que no se debía separar. Cuando Dios se presenta delante de Moisés, le dice: Yo Soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, y trascendería el mismo Eterno, cuando lo saca de Egipto como el Dios de Israel. 

De hecho, es el primer mandamiento: Yo Soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, no tendrás dioses ajenos delante de mí. El único Dios que sacó a los israelitas de Egipto, fue el Dios de Israel. Este cambio es para hacer más consciente al mismo Jacob de que ya no tenía que ser el mismo, ya no tenía que vivir como lo había hecho, ya no sería su mano, sino la mano de Dios con él. Y, que tendría que trascender en su identidad, su nombre y en lo que Dios tendría para él. 

Israel se refiere al nombre que se conocería a través de su descendencia. Por esta razón es que la nación y el pueblo de Israel es conocido con este nombre. Su descendencia serían los israelitas, el conjunto de las doce tribus. No serían los “yacobitas”. Yo creo que este cambio de nombre, Jacob no se dio cuenta de que era la respuesta a sus propias oraciones. Cuando él supo que su hermano venía, yo me atrevo a decir que, cuando se queda, solo es, porque él está orando en el campo. Sabe que su hermano a la mañana siguiente estaría delante de él, ¿a quién recurrir? A Dios. Y la manera de Él de responderle es confrontándolo, enfrentándolo. El hecho de nombrarlo Israel es lo que le hizo darse cuenta de que podía confiar en Dios y, que no solo podía prevalecer ante los hombres como Jacob, sino que a través del nombre de Israel trascendería. Esto le dio valor para enfrentar a Esaú, sabiendo que Dios lo protegía, que no debía temer, que podía confiar y que la visión que tuvo en Peniel confirmaba que el pacto dado a Abraham e Isaac ahora era suyo. Ya no tendría qué robarlo o usurparlo. Tampoco tendría qué tomar el talón de Esaú, sino tomarse de Dios. 

Esa era su naturaleza, porque Jacob dijo: “no te voy a soltar hasta que me bendigas”. Entonces, la bendición no estaba en Esaú, estaba en Israel a través del Eterno. Lo mismo que hizo de bebé, dentro del vientre de su madre que tenía agarrado a su hermano, aquí lo volvió a hacer con el varón. 

Esto es a grandes rasgos la respuesta a la pregunta: ¿Por qué le cambió el nombre Dios a Jacob? 

CategoríaLucha Espiritual
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