¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA CENA DE SHABAT?
Bienvenidos a Respuestas en la Biblia, el espacio donde estamos abordando preguntas de diferentes temas y, que queremos responder con la Palabra. Hoy responderemos la pregunta: ¿por qué es importante la cena de “Shabat” (Día de reposo). Sé que algunos ya son veteranos en el tema de “shabat” y, por qué no decirlo, expertos con maestría y doctorado con la cena de “Shabat”. Aun así, siempre es bueno, fortalecer la idea de la importancia de la cena. Todos tenemos muchas razones de la importancia de la cena de “shabat”, ya las veremos. Pero, vamos a dejar que la Palabra nos enseñe y nos hable.
Vamos a tomar como base a Isaías 58:13:
“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.” (Isaías 58:13 RVR60).
Creo que una de las imágenes más claras que tenemos en la mente respecto al “Shabat”, es justamente la cena que se realiza todos los viernes al anochecer. El “shabat” es un día de descanso que dura desde la puesta del sol, el viernes, hasta el anochecer del sábado. Son alrededor de 24 hrs prácticamente un día completo. Y existen muchas prescripciones que el Eterno nos ha dado, sobre todo varios preceptos de carácter negativo. Además, de todas las cosas que no se realizan en “shabat”, hay una gran cantidad de cosas que, si podemos hacer, pero, sobre todo, enfocadas en hacer lo que dice Isaías 58:13 “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová”. Como les decía, no hay muchas cosas que nos diga la Escritura que hacer en “shabat”, nos dice más sobre lo que NO hay que hacer.
Entonces, vamos a enforcarnos un poco más en por qué la cena tiene esta idea de llevarnos a cumplir esta parte de llamarlo delicia. Uno de los llamados que nos hace el Eterno, es que, dentro de los límites (prohibiciones) del “shabat”, es aprender a llamarlo delicia. No sé en qué pienses tú, cuando se menciona la palabra delicia, ¿qué es lo que se te antoja o viene a tu mente? Con esta idea, vamos a tratar de pensar, cómo lograr llamarlo delicia. Porque, además, hay una gran recompensa, como dice la Escritura: “si lo llamares delicia, santo, glorioso del Señor”, dice Isaías en el capítulo 58, en el verso 14: “entonces te deleitarás en Jehová”. Esta es la recompensa más grande que podamos tener de cualquier mandamiento que podamos guardar. La recompensa más alta es llegar a este nivel, de deleitarnos en el Eterno y gozarnos en su Presencia, logrando una intimidad única con Él.
IMPORTANCIA DEL SHABAT
Primero vamos a hablar de la importancia del “shabat” en sí, ya que el “shabat” es uno de los mandamientos que más se repiten en la Escritura. De hecho, es el cuarto mandamiento y, se considera que es un mandamiento que tiene relación con el Eterno directamente. Su transgresión, como dice Éxodo 31, trae consecuencias tan severas como la muerte misma. De aquí deducimos la importancia que tiene para Dios el “shabat”. ¿Cómo podemos saber qué tanto peso tiene un mandamiento? Observando las consecuencias que implican transgredir ese mandamiento. Esta es una manera de pesar en una balanza qué tanta importancia tiene un mandamiento. El valor del “shabat” respecto al resto de los días de la semana, tenemos que entenderlo, no es como una postdata de la semana o el cierre de la semana. No es tampoco un día en el que reposamos y ya, nos quedamos acostados, dormimos más: NO. El “shabat” es tan importante como la de dar vida al mundo, como cualquiera de los días de la creatividad activa.
¿A qué me refiero con esto? El judaísmo enseña que los seres humanos, somos responsables de continuar la obra de la Creación para hacer del mundo un lugar mejor. Es decir, pensar que la obra de la Creación no terminó en la primera semana; sino que hay cosas por seguir haciendo porque Dios las delegó en nosotros los humanos. No es que vayamos a inventar nuevos animales, continentes o algo así. Se refieren a otro tipo de obra. El mandato de Dios es: “seis días trabajarás y harás toda tu obra” Éxodo 20. Pero, ¿cómo lograr eso? Yo quisiera que viéramos el “shabat” en este momento, con un enfoque diferente. El mandamiento dice: “seis días trabajarás y harás toda tu obra”. Pero ¿cómo es posible lograr trabajar esos seis días, si no tuviéramos el “shabat”? Lo que, de cierta manera, le da sentido al hecho de trabajar es que tenemos un día que es diferente a los demás, que nos permite descansar, reponernos, recuperarnos para que, efectivamente, podamos decir: voy a trabajar seis días. La dependencia del trabajo en esos seis días, están en el “shabat”, están ligados. Y, aunque no lo parezca, también es un día de trabajo, pero un trabajo y actividades diferentes que no nos agotan, ni nos van a dejar cansados. Es decir, vamos a ser capaces de crear otro tipo de cosas en el séptimo día. La esencia del “shabat” no se trata de lo que NO puedes hacer ese día, se trata de lo que puedes hacer con los otros seis días, si te tomas ese día para restaurarte y reponerte de verdad. Para conectarte con el verdadero y único Creador de este mundo. Para que Él nos permita, que esos seis días sean realmente provechosos. A veces, la bendición de la semana no comienza desde el primer día, sino en el séptimo día.
Por otro lado, ¿por qué es importante la cena del “shabat”? Yo espero que este mensaje, para aquellos que han batallado en casa con los hijos o con algún miembro de la familia para que se integre, podamos lograr recuperar esto y que, se cumpla, dentro de todos los propósitos que tiene el “shabat” el de unirnos como familia.
EL SHABAT: UNA DELICIA EN EL TIEMPO
Antes de meternos en el tema de la cena del “shabat”, vamos a entender lo que leímos en Isaías 58, pues es el propósito del Eterno: convertirlo en una delicia. Dios nos hace la invitación: “si llamares a este día delicia, si fueres capaz de lograr esto”. Si nosotros lo logramos, vamos a ganar muchísimo en el campo de la fe de nuestros hijos y de nosotros mismos. Volviendo a leer lo que dice Isaías 58:13a:
“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová;”. (Isaías 58:13a RV60)
¿Qué implica esto? Porque la palabra delicia, aun en el hebreo la palabra “oneg”, significa lujo, deleite, delicia en sí. No hay una variación significativa en cuanto al hebreo y lo que significa en castellano, es muy similar y bastante simétrico el significado en ambos idiomas. El punto es que, delicia, se puede tomar tan literal, que en este caso es algo maravilloso que tiene el “shabat”, porque Dios fue creando algo diferente cada uno de los seis días. Algo que se podía ver, que era palpable, como: el agua, los mares, los animales, los peces, en fin.
Pero, el séptimo día crea el “shabat” y la pregunta es: ¿cómo se ve el “shabat”? ¿Cómo se toca o palpa, a qué huele o sabe? ¿Qué pasó ese día? No lo podemos definir, salvo a través de lo que nos dice Isaías, si llamáramos al “shabat” delicia, lo podríamos tomar tan literal como cualquier otra cosa en la Creación: una deliciosa cena, un buen vino, una comida exquisita o tan literal como un momento que sea agradable para las personas con las que compartes. Entonces, “shabat” puede ser una delicia, de manera tal, que sintamos ese gozo, shalom, conexión con las personas y, por supuesto, con Dios. Esto es algo, hasta cierto punto extraño, porque el “shabat” es un concepto que, aunque no tiene nada material, depende de elementos materiales para llegar a esta transición. Se considera y se interpreta que una gran parte del deleite de “shabat” es el disfrute de las tres comidas a lo largo de ese día. De aquí, se deriva la costumbre, de que no se puede ayunar en día de reposo, lo cual es obvio y lógico porque es un día de deleite, gozo y fiesta. Sería contradictorio ayunar en este día. Para poder disfrutar de una rica cena o comida, además de la cena en sí, se necesita tiempo. Porque puedes tener el mejor alimento y la mejor mesa, pero si no dispones del tiempo, de nada te sirven los mejores manjares. Así que, el “shabat” también está conectado con esta idea. El día de reposo es un elemento que implica tiempo y, por eso, este día forma parte del tiempo, forma parte de un día de la semana, así que el tiempo es un elemento intrínseco del “shabat”.
Dicen los científicos que hay tres dimensiones en este mundo: alto, ancho y profundo. Pero también se habla de una cuarta dimensión que, para ellos, es el tiempo. Y es a esta dimensión, la que nos busca introducir el “shabat”. Es una dimensión donde el tiempo se hace relativo. El tiempo se convierte en un elemento que no es el mismo factor que el resto de los días. Esa es la idea de cuando entramos al “shabat” y comenzamos a vivir la experiencia de este día que, el tiempo, se convierte en algo diferente para nosotros. Esta es la razón, por la que Dios nos ha dicho: “no trabajes, no prendas fuego, no viajes, no compres, no vendas”. Es decir: “No gastes tu tiempo en eso, no gastes el elemento que no es renovable, que no va a volver”. El Eterno quiere que cuando llegue el “shabat” seamos más conscientes para disfrutar el tiempo. Pero si estamos distraídos, viajando, comprando o lo que sea, no vamos a poder ser conscientes de ese tiempo. Es maravilloso que llegue el “shabat”, no sé si a ustedes les pasa, pero hay una sensación del tiempo como que te liberas. Por ejemplo: una de las costumbres del día de reposo, cuando llegas de trabajar, es que te cambies de ropa, porque esto nos ayuda a tomar la idea de lo que es el “shabat”, que es libertad. Quitarnos el yugo de la opresión del trabajo, salirnos de ese tiempo del trabajo y decir: “aquí, en este día, eres un hombre libre”. Se dice que aun el esclavo, en “shabat”, es el hombre más libre de todos. Por tanto, se acostumbra a cambiarse el uniforme, quitarse el reloj para no estar preocupados, por lo que solemos estar preocupados en el resto de la semana.
LA CENA DE SHABAT
¿Qué otro valor nos da la cena de “shabat”? Se ha dicho mucho, que no importa tanto como empiezas, sino cómo terminas. Esto aplica justamente para la semana, que incluye la cena de “shabat”. Puedes tener una semana terrible, pero cuando llega el día de reposo, todo puede cambiar. Puedes pasar de la amargura a la dulzura, de la tristeza a la felicidad, del cansancio al reposo, de la opresión a la libertad. Todo esto te lo da cuando llegas a tu casa y, te dispones a comer y a disfrutar de lo que Dios te ha dado. Lo que, si quiero dejar muy en claro, antes de continuar que, dentro de los mandamientos del día de reposo, no hay un mandamiento que nos diga: “haz una cena festiva”. No lo hay, excepto lo que acabamos de leer e interpretando de una manera muy amplia el pasaje de Isaías 58:13 con respecto a llamar al “shabat” delicia.
Aunque no hay una evidencia bíblica contundente de esta costumbre, ni la fecha en que empezó, la cena de “shabat” se ha convertido en la piedra angular en la celebración de “shabat”. Es difícil imaginar la celebración de este día, sin la cena festiva que se acostumbra a hacer el viernes por la noche. Además, no contradice de ninguna manera el resto de los mandamientos de “shabat”, ni la “Torá” (Instrucción o ley), ni de las palabras de Yeshua. Aunque haya mucha gente que tiene prejuicios, y yo me incluía en ellos, sobre los ritos y ceremonias, no hay ninguna contradicción con la Palabra. No hay ningún pasaje en la Biblia que nos diga que hacer la cena está mal. Al contrario, Pablo les dice a los colosenses en el capítulo 2: “Nadie les juzgue por comidas, bebidas, días de fiesta, luna nueva o días de reposo”. Generalmente, se interpreta al revés, nadie te juzgue por no hacerlo. Pero el enfoque de Pablo es opuesto: Nadie te juzgué por cómo lo haces, ¡hazlo! Ya que no hay ningún dictamen contrario a esta fiesta. La cena de “shabat” contiene elementos y tradiciones que son muy antiguas, algunas basadas en la Escritura, pero con implicaciones tan actuales como lo que necesitamos todos los días. Literalmente, le da un nuevo sabor al “shabat” al iniciarlo con la cena.
EL SHABAT Y EL SECRETO DE LA FELICIDAD
Hay un pequeño secreto que tiene el “shabat” entre muchos otros, al que se le llama el secreto de la felicidad. Hay muchos preceptos festivos o mandamientos asociados a la alegría, que están vinculados a la comida y a la bebida. Con esto, vamos a empezar a ver por qué es importante la cena de “shabat”. El día de reposo es un mandamiento que confirma esta regla. En alguna ocasión yo escuché que alguien mencionaba respecto a algunos mandamientos, que todo gira alrededor de una mesa. ¿Por qué Dios asoció a este tipo de mandamientos las fiestas y la alegría? Por el famoso dicho: barriga llena, corazón contento. Y, yo creo que es muy cierto esto. Dios nos conoce y sabe perfectamente qué nos alegra, lo que nos causa gozo: una buena comida, un rico vino, música agradable y pasar el tiempo con personas queridas, es, definitivamente, algo que disfrutamos y que es bueno para nuestra vida. Por eso, Dios lo hizo así. ¿Quién no disfruta de una rica cena, de un buen vino o de pasar un momento en familia, con amigos, en alegría? Es increíble y por supuesto que es una bendición hacerlo. Todos los que hemos hecho la cena de “shabat”, sabemos que es un momento de gran bendición que une a la familia y los amigos. La comida tiene esta particularidad, que es capaz de unir a las personas, de vincularnos unos a otros. Así como en aquellos días de la Biblia, cuando mataban un animal, no había refrigeración, por lo que tenían que llamar a la familia, los vecinos y amigos porque no se lo iban a acabar los miembros de una sola casa. Aquí aplica igual.
Quiero compartir con ustedes el contenido de un artículo de una de las investigaciones más grandes y largas en cuanto a tiempo que ha existido. Me gustan mucho este tipo de datos por la información. Se considera que este estudio empezó en 1938, prácticamente hace 84 años. Es un estudio que tomé de una página llamada: “Business Insider”, realizado en la Universidad de Harvard, considerado el más largo de la historia y de los más importantes por la seriedad que se le dio, llevado por el Doctor Waldinger. Les puedo compartir el enlace en la descripción del video, pero les quiero leer una porción del artículo: “Cuando el Doctor Waldinger, profesor de psiquiatría en la escuela de medicina de la Universidad de Harvard, les preguntó a sus estudiantes: ¿cómo esperan conseguir la felicidad en la vida? En aquel entonces, el 50% de los estudiantes le respondió que con fama y el 80% con dinero”. Dentro de esos estudiantes, estuvo John F. Kennedy y el estudio continuó con sus descendientes para investigar sobre su salud y su felicidad. El proyecto inició con 268 hombres (estudiantes), pero el estudio se amplió a la descendencia, a los que sumaron 1300 personas. Y, a partir de la década de los 70, incluyó a varios habitantes de Boston. Según explica Waldinger: “Los resultados son evidentes. Por encima de la fama y el dinero, de acuerdo con su investigación, lo que da la felicidad son las relaciones con las personas. Y no solo eso, sino que hay una conexión directa entre las relaciones, la felicidad y la salud. El hallazgo sorprendente es que nuestras relaciones y lo felices que somos en ellas, tiene una poderosa influencia con nuestra salud”. El estudio afirma que crear vínculos personales plenos, son enormes: ayuda a retrasar el deterioro mental, mantiene la capacidad de memoria, controla el estrés y ayuda a dormir mejor. La felicidad es un indicador más seguro que la predisposición genética cuando se trata de la longevidad. Según Waldinger, las personas que estaban más satisfechas con sus relaciones a los 50 años estaban más saludables a los 80 años.
¿Qué tiene que ver esto con la cena de “shabat”? ¡Tiene todo qué ver! Porque la cena del día de reposo contribuye poderosamente a crear esos momentos y esas relaciones, que al final, es lo que termina por hacernos felices. Como yo decía, a lo mejor tuviste una semana terrible, pero la cena de “shabat”, ese momento, puede hacer que todo lo demás se olvide y que los amargos momentos pasen y queden en el olvido. Así, la cena nos ayuda a relacionarnos, a vincularnos, a construir esas relaciones significativas y profundas.
SHABATCÉNTRICOS
Por eso es tan importante la cena de “shabat”: por lo que genera. Si nosotros le damos prioridad al día de reposo, a la cena de esa noche y nos hacemos “Shabatcéntricos”, dándole mayor importancia sobre el resto de la semana, nuestra mente y actividades, a lo largo de los 6 días de laborales, van a girar en torno a esa cena. Hasta le van a dar sentido al resto de los días de la semana. Yo te invito a hacer un ensayo: cuando tú invitas a alguien, a tu casa, a la cena de shabat a lo largo de la semana, estarás pensando en la (s) persona (s)invitadas, porque hay como una conexión con ellos. Y cuando te invitan a ti a la cena, sucede lo mismo, lo tienes en tu agenda, en la mente. De alguna manera están presentes esas personas con las que vas a cenar.
Cuando nosotros le damos la prioridad al “shabat” como el mandamiento que es, las cosas van cambiando también. Debemos recordar algo, leamos Levítico 23:2-3:
“Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas: Seis días se trabajará, más el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis”. (Levítico 23:2-3 RVR60).
¿Qué nos muestra este pasaje? Que el “shabat” es la cabeza de las fiestas. La palabra fiesta, en hebreo, es la palabra “moed” que también significa cita. Es como cuando te quedas de ver con una persona en tal lugar, en tal fecha, a tal hora, usando los tres elementos que le dan formalidad: ubicación, fecha y horario. Esta es la idea que debemos formarnos todos en el “shabat”, que es una cita con Dios. No es que solo el esposo diga: ya es hora, ya empezó el día de reposo. No, porque no es un compromiso con él, es un compromiso con Dios. Si todos vemos el “shabat” como una cita, donde quiera que estemos, vamos a tratar de llegar puntuales, porque es una cita con el Eterno. No se nos va a olvidar.
Entonces, cuando le damos esa prioridad al “shabat” y le damos el estatus de una cita, la cena cobrará tanta importancia, que será como un imán que va a atraer a todos los miembros de la familia, justamente. De por sí, a todos nos gusta comer, aunque algunos más que a otros. Así que, si todos pensáramos que ese día es una cita con Dios, automáticamente, tendríamos qué volver. Ahora, ese imán, que es la cena de “shabat”, se va a hacer más fuerte y mientras más deleitoso lo hagamos, más gustaremos de hacerlo. De ahí la importancia de estar alegres, de poner música y tratar de que ese momento sea muy importante para nuestros hijos y nosotros mismos.
LA CENA DE SHABAT Y LOS VÍNCULOS EMOCIONALES
Como comentamos y platicamos en la idea de este estudio de Harvard, que probablemente no sea un gran secreto, debemos pensar en lo que realmente sí nos trae la felicidad. Entonces, la cena de “shabat” es muy importante porque construye vínculos emocionales, que son irremplazables. Dejan marcas afectivas en las personas con quienes compartimos esos momentos, volviéndolos memorables. Y logran que, en un futuro, cuando el mundo venga a ofrecernos otras citas o emociones ajenas a la Palabra, no nos veamos tan fácilmente atraídos porque va a haber un tanque emocional lleno. Igual para nuestros hijos, van a tener una construcción de recuerdos, de momentos y de vínculos que no serán tan fáciles de romper.
Hay mucha gente que pueda estar dispersa. Pero, el hecho de celebrar la cena de “shabat” va a fortalecer esos vínculos como ninguna otra manera se lograría. Por eso, es que la Navidad funciona tan bien. Hasta los ateos la celebran. Dicen: “yo no creo en nada, pero por celebrar y cenar juntos, no digo que no”. La Navidad funciona porque genera una emoción afectiva muy fuerte y son agradables, los regalos, la cena, el convivio. Sin embargo, en la cena de “shabat” tenemos la oportunidad de hacer lo mismo cada semana igualmente. Celebrar la cena con esa misma idea, con esa misma intención de generar esos momentos únicos.
La cena de “shabat” también es importante porque en un mundo en el que andamos constantemente corriendo, “nos obliga” por así decirlo, a detenernos y disfrutar del momento. Es como la persona que se toma vacaciones, por supuesto, que las va a disfrutar. La cena de “shabat” es como el oasis que se encuentra en el desierto. Son unas micro vacaciones cada semana. Es un tiempo de calidad, en medio de un mundo ajetreado, que no podemos tener. Y, ese tiempo de calidad nutre las relaciones. Con ello, les decimos a nuestros hijos y a los demás que son importantes para nosotros. Que podemos dejar de hacer tantas otras cosas por estar con ellos, por darles nuestro tiempo, que es valioso, para compartirlo con ellos. Aun una persona que viva sola se beneficia con la cena de “shabat” y cene consigo mismo, porque es un momento de conectarse con uno mismo, con el invisible y Todopoderoso, con el Eterno. Eso no lo va a obtener, aunque lo haga otro día de la semana porque hay una agenda que cumplir, no se puede desvelar porque al día siguiente debe trabajar. En cambio, en la cena del viernes por la noche, al día siguiente, sigue siendo “shabat” porque así lo hizo Dios. Y Él que es perfecto, tuvo la mejor idea en cuanto al “shabat”, comenzarlo por la noche, habiendo terminado la jornada laboral, para llegar a cenar y si nos desvelamos, al día siguiente es día de reposo, de descanso.
¿Qué más nos otorga la cena del “shabat”? Es un momento valioso para poder compartir de nuestra fe. Se dice que los grandes negocios se cierran con una buena comida. Yo creo, que cuando se trata de acercar al Eterno a otros, aplica exactamente igual. La comida termina tocando más el corazón que otras cosas. Así la cena, es el contexto ideal porque no hay interrupciones, no hay prisas. Se crea un ambiente que se presta para hablar de la Palabra. La cena de “shabat” es como la puerta por donde podemos invitar a pasar a otros para conocer la riqueza y la bendición que tiene Dios en su Palabra, de conocerlo a Él y a su Hijo: “Yeshua” (Jesús). Es un regalo caído del cielo. Y es muy hermoso tomar una tradición tan antigua como la cena de “shabat” y, al mismo tiempo, sentir una renovación que el mundo no nos puede dar ni con todos los elementos más modernos y tecnológicos que existen. La cena es algo único.
Adicional a los motivos personales que cada uno tengamos, yo quiero invitarte a que vivas esta experiencia si aún no lo has hecho. ¡Hazlo! Solo tienes que dar el paso. Experimenta un momento especial y te vas a sorprender de lo especial que es Dios. Nadie podrá decirte, por más que lo describa, lo que es hasta que lo vivas.
Tenemos aquí un “seder de shabat” (orden de shabat), es decir, una guía que desarrollamos hace muchos años, pensando en aquellas personas que quisieran comenzar a practicar el “shabat” y qué mejor manera de hacerlo que con la cena. Esta guía nos va mencionando los pasos de lo que podemos hacer en la cena. No quiere decir que tenga que ser forzosamente así, pues no es un manual para celebrar la cena.
No me queda más que invitarte, animarte a que vivas la cena de “shabat” y antes de cerrar, yo quiero reconocer a las esposas, las mujeres de los hogares donde la celebran porque realmente, ellas se llevan todo el mérito y por eso, se acostumbra a bendecir a la esposa y mujeres de la casa, porque, sino fuera por ellas, realmente sería muy complicado alcanzar las bendiciones de la cena de “shabat”. Muchas gracias a las esposas y las mujeres que cada semana hacen este esfuerzo de poner la mesa, preparar los alimentos, comprar los alimentos antes de que comience el día de reposo y, por finalmente, disponer del tiempo para crear este espacio y lograr esta hermosa experiencia.
Espero que con esta información te sientas más convencido y compartas por qué es tan importante la cena de shabat.
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