¿POR QUÉ SON IMPORTANTES LAS PROMESAS DADAS A ABRAHAM?
Estamos en Respuestas en la Biblia: la serie de la Kehilá Camino a Emaús. El día de hoy estamos analizando la pregunta número 85. Estas son preguntas que ustedes mismos nos han hecho llegar. Vamos a responderlas tratando de conocer más acerca de lo que el Eterno, nos ha revelado y mostrado a través de su Palabra.
Sabemos que Abraham, es uno de los personajes más importantes de toda la Biblia, ya que, en Abraham, descansan muchas de las promesas más relevantes de toda la Escritura. En las Raíces Hebreas, Abraham sigue siendo un personaje sumamente trascendental. Las promesas que recibió son muy significativas y, quiero que el día de hoy las conozcamos y analicemos. Yo pienso que todo creyente y estudiante de la Biblia debe identificarlas. Creo que, en el ámbito cristiano, no se le da el énfasis que deben tener, tal vez, por considerar que son conceptos del Antiguo Testamento y, por tanto, pasajeros, por lo que no se les da sentido a estas promesas en lo que se llama “la Iglesia” o en los creyentes de la actualidad. Pero vamos a ver, que estas promesas, tanto siguen vigentes, como son importantes para todos los creyentes en Yeshua, el Mesías y en la Torá.
Estas promesas que recibe Abraham, debemos decirlo, no son resultado de la casualidad, sino de una relación de obediencia y fe hacia el Eterno. A veces, tenemos ciertas expresiones como: ¡Qué bendecido!, ¡Qué buena suerte! Cuando realmente no es así. No se trata de que Dios haya hecho una rifa para ver a qué personaje de la Biblia, o en ese momento, le tocara la suerte de las bendiciones. No fue así. Muchas de las bendiciones, sino que, prácticamente todas, son el resultado de una relación con Dios. En este caso, la obediencia está ligada también a las promesas que Dios le da a Abraham.
¿CUÁLES SON LAS PROMESAS DADAS A ABRAHAM?
Vamos a conocer las promesas que Dios le dio a Abraham y, analizaremos cada una de ellas para entender por qué siguen siendo tan importantes para una persona cristiana, una persona judía o para los que decimos ser parte de Israel.
Esto comienza en Génesis, capítulo 12. Incluso, dentro del ámbito judío, la Torá se divide en porciones y es, en este verso que, inicia una nueva “parashá” (nombre dado a cada una de las 54 partes en que se divide la Torá), conocida como “Lej Lejá”, que significa: “Vete de tu tierra” o “Vete para Ti”. Aquí, Dios le va a dar 7 promesas a Abraham cuando deje su familia o parentela. También en las bodas, prácticamente, al final, se cierra con 7 bendiciones, cuando la pareja deja su hogar familiar y parentela. En este caso, Abraham va a comenzar una relación con Dios, de cierta manera, muy íntima y especial. Por eso, Dios le pide, por delante, el apartarse de su familia.
Leamos Génesis 12:1-3:
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. (Génesis 12:1-3 RVR60).
Ahora vamos a conocer un poco más acerca de ellas, las cuales son muy profundas, pero vamos a tratar de hacer una síntesis para entender por qué son tan trascendentales para nuestra vida.
HARÉ DE TI UNA NACIÓN GRANDE
1-. HARÉ DE TI UNA NACIÓN GRANDE. Todos sabemos que la historia del pueblo de Israel inicia aquí. Este es el punto de partida, porque Dios trata primeramente con un hombre. Y un hombre, podemos pensar, debe ser visto como una nación en sí. En este caso, Abraham fue el modelo a escala, de lo que debería de ser la nación de Israel. Por eso, la primera promesa es que, haría de él una gran nación. Y no cualquier nación, sino una nación grande. En aquellos días, los pueblos buscaban ser una nación con un amplio territorio porque la economía se basaba en los recursos naturales que tuvieran dentro del territorio. Mientras más grande fuera la nación, más recursos podría obtener. Por eso, la finalidad de las guerras era la obtención de recursos y la expansión de las fronteras. Incluso, hasta el día de hoy, los estados de las mismas naciones están tratando de tomar territorio y extender los límites porque saben que la tierra es valiosa y eso, implica poder.
Israel conquistó la tierra de Canáan y, con Saúl y David, se expandieron las fronteras de ese territorio y, Salomón las llevó a su punto máximo. Pero, eso no significa que sea el límite verdadero. El límite que Dios le dio a Abraham no es exactamente este. Más adelante, cuando menciona acerca de los ríos y las fronteras geográficas que Dios le daría a la nación, es mucho mayor que, el territorio actual. De hecho, Israel, nunca ha llegado a poseer la superficie que Dios le prometió a Abraham. Les comparto la imagen del territorio actual y otra del territorio que, muy posiblemente, debiera de ser la tierra real de Israel.
Más allá de la relevancia del territorio geográfico que implicaría la nación de Israel, la promesa también abarca otros ámbitos. La grandeza no solo sería territorial. La palabra grande en hebreo es: “gadol” (H1419); grande (en cualquier sentido); de aquí, más viejo: alto, excelente, en extremo, fuerte. Cuando decimos “Cohen Hagadol” es el Gran Sacerdote o (Sumo Sacerdote). Algo que observamos en la vida de Abraham, como común denominador, es que siempre lo llevó a ser más grande, a ser mejor, a ser una persona excelente y a una perfección espiritual. Abraham es la figura de lo que tendría que ser la nación de Israel y, en este caso, promete a Abraham que, a partir de él, esa nación no solo sería grande territorialmente, sino que sería grande en excelencia, en fortaleza, económicamente y en alturas espirituales. Podríamos pensar que sería una nación del primer mundo, pero en toda la extensión de la palabra, por cómo se comportarían sus ciudadanos. Y, ahí está la diferencia.
Hay naciones que pueden ser pequeñas, pero son llamadas del primer mundo. Y, muchas personas que vivimos en una nación llamada del tercer mundo, quisiéramos vivir de esa manera. Aunque tengamos una nación más grande, preferiríamos una nación más pequeña, pero de un nivel mucho mejor. En este caso, el plan que Dios tiene para con Su pueblo Israel, a través, primero de Abraham, es que nos convirtamos en una nación ejemplar, de gente grande y excelente, porque eso es lo que implica la palabra “gadol”.
Incluso, hoy en día, podemos rastrear al pueblo de Israel, a través de los judíos, pertenecientes a una de las 2 tribus que podemos tener bien identificadas. Ellos son como una muestra de todo lo que podría llegar a ser la nación completa de Israel, es decir, con las doce tribus. De esa sola tribu (Judá), nosotros podemos ver una gran diferencia contra otras naciones. Israel, actualmente el país que está en Medio Oriente y los judíos, científica y tecnológicamente, han avanzado mucho más que el resto de las naciones. Muchos de los dispositivos y chips que se utilizan hoy en día, provienen de Israel o de judíos. También en la milicia, en la economía, en los estudios (la mayoría de los premios Nobel per cápita, son judíos). Son detalles que, cuando observamos a la nación de Israel, nos damos cuenta de qué. Es una nación que ha prosperado, ha crecido y ha sido vanguardista en muchos ámbitos. Y eso, es parte de la promesa que Dios le ha dicho a Abraham que sucedería al hacer de él, una nación grande en todos sentidos.
Y, Tú y Yo, somos parte de esa nación. Entonces, nuestro llamado es ser cabeza y no cola. A liderar a través de nuestra conducta, nuestra ética, nuestra moral y de las acciones. Imagina, cuando realmente se le dé a Israel, el cumplirse esta promesa de que el territorio se expandiría aún mucho más y cuando las diez tribus regresen, se conviertan de todo su corazón al Eterno. ¿Cómo sería una nación así? Una nación llena de ciudadanos que guardan la Torá, que aman a Dios con todo su corazón, que vivan de acuerdo con los mandamientos, que sigan los pasos de Yeshua. Sería una mega potencia mundial en todos los sentidos, para bien y para gloria del Eterno.
Por eso, es importante esta promesa, porque somos parte de una nación y, no cualquier nación, sino de una llamada a la excelencia y a ser grande. Es como si nos reclutaran en una empresa líder, con renombre. Así, tú y yo, tenemos un lugar en una nación que es mucho más grande que cualquier empresa y que es mucho más importante que cualquier organización. Es la nación de Israel. Sintámonos dichosos y bendecidos, como también debemos comportarnos acorde al llamado que Dios nos ha hecho.
TE BENDECIRÉ
2-. TE BENDECIRÉ. Es la segunda promesa que Dios le hizo a Abraham. El concepto de bendición en hebreo implica, también, la abundancia de bienes o dinero; no quiere decir que sea lo exclusivo, pero en el contexto hebreo, está identificado y relacionado con la parte material.
Efectivamente, aunque Abraham pasó momentos difíciles, fue enormemente bendecido también en el ámbito material. Económicamente, fue tan bendecido por Dios que, según el relato bíblico, llegó un momento en que ya no era suficiente el espacio que tenían para él y Lot con sus animales. Prosperó tanto y fue tan bendecido en ese sentido que dijeron: “Ya la tierra no es suficiente para nosotros”.
A veces, las bendiciones del Eterno quedan, así como algo muy ambiguo, porque no las aterrizamos o no las definimos. O, por el contrario, se lleva lo material al extremo. Pero, efectivamente, la bendición también implica las cosas materiales y, el bienestar económico es una forma de ser bendecido y de poder bendecir a otros, por supuesto. Pensemos si esto no es importante. Díganme si alguien no quiere ser prosperado económicamente. No estoy hablando de amar al dinero o que sea la finalidad en nuestra vida, ni que lo persigamos. Pero el dinero es muy necesario y, por medio de él, podemos lograr muchísimas cosas para Dios. En ocasiones, el limitante real para que muchos ministerios crezcan y se desarrollen es, simplemente, el dinero. Dentro de las promesas que Dios le da a Abraham, es que lo va a bendecir. Haría que, a través de las cosas materiales y el dinero, fuera reconocido por eso. Abraham no es el único, también sus descendientes fueron bendecidos: Isaac, Jacob, en su momento, David, Salomón, en fin, muchos otros personajes. La nación estaba destinada a que prosperaran y les fuera bien económicamente.
ENGRANDECERÉ TU NOMBRE
3-. ENGRANDECERÉ TU NOMBRE. Es la tercera bendición dada a Abraham, la cual se da en forma literal. Tal cual, Dios engrandeció el nombre de Abraham porque lo hizo más largo. El nombre “Abram” significa “Padre excelso” o “Padre de Aram”. Pero, ahora sería “Abraham”, agregándole la letra “Hei”, con lo cual cambia su significado, por lo que, su nombre ahora significa “Padre de Multitud de Pueblos”. Entonces, Dios le agrega la letra “hei”, que es una letra que forma parte del Nombre de Dios, que implica y nos muestra esa relación que Dios habría de tener con él.
Como dato curioso, el valor numérico del nombre Abram, sin la “hei” es de 243. Cuando se le agrega la letra “hei”, que vale 5 en gematría, suma 248. El cual es un número relevante porque es el número de mandamientos positivos: 248. Se considera que, una persona que está dispuesta a guardar los mandamientos positivos es una persona que ha madurado y quiere crecer en su relación con Dios. También se relaciona el número 248 con los 248 órganos principales que conforman el cuerpo humano. De alguna manera, al agregar la letra “hei” al nombre de Abram, es que ahora, todos los órganos de Abraham estarían enfocados al servicio del Eterno. Estos son detalles que no dejan de ser relevantes y que nos muestran que todo está conectado en su relación con Dios.
Recordemos que, el nombre de una persona, se consideraba que estaba su misión, su rol profético. Entonces, Dios le cambió el nombre a Abram porque su misión en la vida había cambiado. Ahora, Dios se asocia con él, por eso integra la letra “hei”a su nombre. Por lo que, su misión, se expandiría a todos los confines de la tierra. Abraham sería un hombre destinado en su nuevo rol para ser de bendición, para trascender y cumplir la promesa de ser el padre de muchedumbre de gentes.
Yo creo que Dios puede hacer así con cada uno de nosotros, con cada uno de los descendientes de Abraham, ya que para él y, para cada uno de sus descendientes, son sus promesas. Dios puede hacer grandes cosas con nosotros también. Si nos asociamos con Dios, (no estoy diciendo que vayamos al registro civil y pidamos que le agreguen una letra “hei” a nuestro nombre para asociarnos con Él). No, cuando nos conectamos y caminamos con Dios, Él nos va a engrandecer. No refiriéndonos al sentido de fama, sino que realmente va a hacer que nuestro propósito y misión en esta vida, sean más trascendentales de lo que habíamos imaginado. Yo creo que, todos en algún momento, soñamos con hacer algo grande o inventar algo que cambie al mundo. Sobre todo, cuando somos chicos. Luego va pasando el tiempo y nos damos cuenta de que no será así. Pero no es lo que podamos hacer nosotros para cambiar al mundo, sino lo que Dios puede hacer a través nuestro. Porque cuando nos asociamos con Dios, somos capaces de llevar tal cual nuestra vida a un nivel mucho más alto que, escalar el Monte Everest, cruzar un desierto o cualquier otro mérito que podamos alcanzar. No se va a comparar con lo que podamos hacer para Dios.
Esta es la promesa que Dios le da: Yo voy a engrandecer tu nombre y eso significa, como les decía, que su misión y rol trascenderían. Eso es lo que Dios quiere hacer contigo y conmigo.
Engrandecer el nombre de Abraham, también implicaría darlo a conocer en todas partes. Y así fue, porque la descendencia de Abraham llegaría a todo lugar. Es tan famoso Abraham, ha engrandecido tanto Dios a Abraham que, el día de hoy, estamos hablando de él, prácticamente a 4 mil años de distancia. Díganme si Dios no ha engrandecido su nombre. Hoy en día, Abraham es una de las figuras más importantes del judaísmo, cristianismo e islamismo. Casi las tres religiones monoteístas del mundo convergen en la figura de Abraham. Es el Padre de la fe y amigo de Dios. ¡Vaya que sí se dio a conocer su nombre! Incluso, el Eterno sería conocido como el Dios de Abraham, por haber asociado su nombre con Él. Así le dijo a Isaac: “Yo Soy el Dios de Abraham, tu padre”. Cuando Dios se presenta delante de Moisés, le dice: “Yo Soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y, el Dios de Jacob”. Eso significa que Dios engrandezca el nombre. Que la gente pueda identificar a Dios por tu nombre es: ¡Increíble! Y, eso es lo que Dios hizo con Abraham.
Por esa relación, les decía yo que, no fue una casualidad o el destino, sino la relación de obediencia y fidelidad que Abraham desarrolló con Dios. Tú y Yo, podemos hacer exactamente lo mismo. Nuestro nombre puede ser engrandecido si nos asociamos con Dios. Que el Eterno permita que todos los que estamos tomando este estudio, podamos llegar a la relación con él, como la tuvo Abraham.
SERÁS BENDICIÓN
4-. SERÁS BENDICIÓN. Es la cuarta promesa de Dios para Abraham. Ahora, no solo él sería bendito, sino que se convertiría en una bendición para los demás. Esto es algo especial y único que solamente Dios puede hacer. Porque alguien puede tener muchos recursos materiales; es decir, en el área económica, o ser su nombre engrandecido con mucha fama, o tener ambas cosas, pero la pregunta es: ¿Esas personas son de bendición para otros?
Entonces, por esa relación y conexión que Dios tuvo con Abraham, él sería de bendición para muchas otras personas que lo rodearan. Por eso, el Eterno le dio una posición de influencia sobre otros, un liderazgo único. Recordemos que Abraham no estaba solito con Sara, él era líder de un clan, de una gran familia. Y, que se encontraba en constante movimiento y, a donde iba, llevaba el nombre de Dios con él. Daba a conocer el monoteísmo y al único Dios verdadero. En eso, es que él sería de bendición. Abraham viviría los mandamientos del Eterno y los enseñaría a su hijo Isaac e Isaac se los enseñaría a su hijo Jacob y, así sucesivamente. ¡Eso es ser de bendición y trascender! No solamente bendeciría económicamente. El mismo Lot (su sobrino), se unió a él y fue grandemente bendecido, luego le ganó la ambición y se fue a Sodoma y ya sabemos toda esa historia. Por tanto, si Lot fue bendecido, fue gracias a Abraham.
El dinero y la fama se pueden acabar, pero si tú enseñas la Torá a tus descendientes y a otros, eso va a perdurar y será de mayor bendición, que incluso, las cosas materiales. Por eso, es tan importante caminar y conocer al Eterno para transmitir esto. Cuando Dios le dice a Abraham serás bendición, sería un privilegio porque pudo ser de bendición para otros. Y tú y yo, tenemos esa misma misión hoy, porque somos bendecidos de Dios. Hemos sido llamados por Dios. Ahora nos toca ser de bendición para los demás. Como hijos de Abraham, podemos ser de bendición a otros, enseñando sus mandamientos y dando a conocer al Dios único, Todopoderoso y al Hijo de Dios que vino a dar su vida por todos.
BENDECIRÉ A LOS QUE TE BENDIJEREN
5-. BENDECIRÉ A LOS QUE TE BENDIJEREN. Es la quinta promesa de parte de Dios, respecto a Abraham. Esta promesa es proporcional, es una relación directa. Todos los que bendijeren a Abraham y a su descendencia, serían también bendecidos. Esto está más que probado porque países y personas que se han atrevido a ir en contra de Israel, en algún momento, les va a ir mal. Y los países y personas que han bendecido a Israel, también les irá bien.
Yo creo que, esto aplica para todo creyente, ser conscientes que nosotros estamos del lado de la descendencia de Abraham y, como dijo Dios: “En Isaac te será llamada descendencia”. Es decir, le será contada como descendencia. Y, aquí quiero aclarar algo, todos los musulmanes pueden decir que son hijos de Abraham y, ciertamente, lo son porque son hijos de Ismael. Pero, Yeshua dijo: “Si fueran hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais”. Por otro lado, Dios le dice a Abraham: “Sacrifica a tu hijo, tu único hijo”. ¿Cuál era su único hijo, su unigénito? Era Isaac, por tanto, no es en Ismael, sino en Isaac donde recaerían las promesas.
Todo aquel que desciende de Abraham, pero del linaje de Isaac, que es básicamente la nación de Israel y, se pone de ese lado, ya tiene una bendición.
MALDECIRÉ A LOS QUE TE MALDIJEREN
6-. MALDECIRÉ A LOS QUE TE MALDIJEREN. La sexta promesa es exactamente lo opuesto a la anterior. Dios te va a dar un “dislike” por aquellas maldiciones que se puedan dar hacia el pueblo de Israel. Hoy en día, créanme, hay mucha teología antisemita, en las iglesias. En su mayoría sean, tal vez, heredadas, por mala información, etcétera. Pero, es nuestra responsabilidad decidir de qué lado queremos estar.
De esto, hay varios ejemplos: Con Abraham, Dios le mostró a Abimelec, Rey de Gerar, que iba a morir porque había tomado a la esposa de Abraham. Abimelec no lo sabía, pues le dijeron que era su hermana, por ello la tomó. Pero Dios le muestra que no es su hermana, sino esposa de Abraham, así que debía dejarla o se moriría. Lo mismo le pasó a Faraón, que tomó a Sara, esposa de Abraham, pensando que era su hermana, hasta que Dios le mostró que era la esposa.
Estos detalles nos muestran, cómo al que toca a Israel, dice la Palabra: “Toca a la niña de los ojos de Dios”. Entonces, cualquier daño hacia Abraham, su descendencia o su nación, va a tener consecuencias. No es contra él, sino contra el Dios de Israel que atenta.
Un caso más, que hay que considerar, es lo que plantea Pablo en su carta a los Romanos 11:11-21:
“Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará”. (Romanos 11:11-21 RVR60).
Son palabras de exhortación de Pablo a los gentiles, justamente para que no se sientan mejor que aquellos judíos que no creyeron en Yeshua. Recordemos que los dones y el llamamiento son irrevocables. Tenemos que cuidar nuestras palabras, nuestras actitudes y lo que decimos respecto al pueblo de Israel. ¿Quiénes son las ramas desgajadas? Aquellos israelitas y judíos que no creyeron en Yeshua. Pero no debemos jactarnos, ni sentirnos superiores, porque tristemente, ese ha sido el papel durante muchos años de la teología cristiana sobre Israel. Ellos se consideran el Israel espiritual, la Iglesia de Dios, los herederos de las promesas, en fin. Muchas cuestiones que debemos de evaluar y considerar a la luz de la Palabra. Este pasaje tiene palabras muy fuertes de Pablo, pero muy necesarias para recordarnos este principio. Tengamos cuidado de no pasar ese límite, porque si maldecimos a ese pueblo, dice Dios: “Yo también te voy a maldecir”.
Esto es recíproco: Bendeciré a los que te bendigan. Maldeciré a los que te maldigan. Por tanto, nosotros decidimos si queremos ser bendecidos o maldecidos.
SERÁN BENDITAS EN TI, TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA
7-. SERÁN BENDITAS EN TI, TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA. Es la séptima promesa. Esto está escrito en Génesis 12, capítulo 3. Les quiero leer un comentario que encontré al respecto de este pasaje en un libro judío que dice: “La palabra benditas, que es la palabra en hebreo «venibreju», es un término que está relacionado con el término mishnaico (una parte del contenido del Talmud, denominada Mishná), «marvij», el cual significa entremezclarse, injertar”. Esto que estamos leyendo aquí, está completamente conectado con el pasaje de Romanos 11. Por eso lo leímos con antelación, para que nos quedara en la mente esta idea que el Apóstol Pablo tenía. Dice: “Tú has sido injertado entre las ramas del olivo natural, por tanto, no te ensoberbezcas”. Porque este es un acto contra naturaleza, un acto externo, que solo Dios pudo haber hecho. Habernos injertado en ese pueblo.
Lo que está diciéndole Dios a Abraham es: “En ti serán injertadas o entremezcladas, todas las naciones, todas las familias de la tierra”. De hecho, en el Talmud una vez más, en otro comentario, en la sección llamada “kilaim” 7:1 y también en “Yebamot” y “Sota”, dice que la palabra «venibreju», se traduce como injerto. Entonces, podríamos traducir para entender este pasaje como: “Todas las naciones de la tierra serán injertadas o entremezcladas en ti”.
¿Qué implica esto? Que somos parte de esa descendencia, somos parte de ese pueblo y somos parte de ese mismo ADN que Dios le dio a Abraham. Esto nos lleva a la octava promesa que no está en Génesis 12, pero está en Génesis 22.
LA 8VA PROMESA: LA MULTIPLICIDAD
Vamos a leer Génesis 22:16-17:
“y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos”. (Génesis 22:16-17 RVR60).
Por supuesto que esta promesa tiene que ver contigo y conmigo directamente. Por eso, es tan importante conocer estas promesas. Dios le dice a Abraham: “Si pensaste que no tendrías más que un solo hijo, Isaac, Yo te daré muchos más. Tantos que serían incontables como la arena del mar y las estrellas que están en el cielo”. Esto es lo que vivimos hoy en día. Pensando que Dios multiplicó la descendencia de Abraham entre todas las naciones. Por eso injertaría y entremezclaría, a todas las naciones en él mismo, porque su descendencia sí se multiplicó, principalmente reconocida a través de las 10 tribus que fueron dispersadas, llevando en su interior el ADN de Abraham.
Cuando el pueblo de Israel fue llevado a los diferentes exilios, a la diáspora, no dejaron de ser parte de estas promesas que Dios le dio a Abraham. Promesas que siguen vigentes hasta el día de hoy. Por tanto, es tiempo de reconocer todos: cristianos, judíos, estas promesas. Por eso, Pablo el Apóstol, como un gran rabino, también lo llegó a entender y reconocer.
Vamos a leer la carta a los Gálatas 3:29:
“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:29 RVR60).
Aquí identificamos la manera en que Pablo está interpretando las promesas que Dios le dio a Abraham. Si somos del Mesías, entonces, somos del linaje de Abraham. Descendientes de ese pueblo. La palabra linaje en griego tiene que ver con palabra “zerá”, que significa simiente o semilla. Entonces, lo que está diciendo Pablo es: “Si ustedes son del Mesías, si son creyentes en Cristo o en Yeshua el Mesías, ciertamente, semilla de Abraham son”.
Si esto, lo pensamos de una manera literal, ¿cuál es la semilla del hombre? Es el espermatozoide. Tiene, justamente, la forma de una semilla. ¡Qué interesante! Pablo lleva mucho más allá del ámbito espiritual, al ámbito terrenal, que somos semilla de Abraham y, por tanto, somos parte de su descendencia que se multiplicó. ¿Cómo lo podemos validar? Porque estamos en la fe del Mesías.
Es muy interesante que, estas 10 tribus dispersas, somos descendencia de Abraham y los que tenemos fe en Yeshua, podemos creer que él es nuestro padre Abraham.
Finalmente, ¿por qué es importante conocer las promesas dadas a Abraham? Porque somos parte de su descendencia que nos conecta con un pueblo específico, con una nación en particular, con un personaje particular. La fe ya no es como una cuestión personal únicamente, ya somos parte de una nación que viene de una figura en particular, que es Abraham. Por tanto, estamos conectados con Israel y con Abraham. Israel, que no solo sería una nación grande como entidad política y étnica, sino que es la suma de todos los descendientes de Abraham que están en el Mesías. Es un conjunto de descendientes de Abraham que profesan la fe en el Dios de Abraham, que sigue las pisadas de Abraham y hace las obras de Abraham.
Yo te invito a que vivas la fe de Abraham, creyendo en el Dios de Abraham.
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