¿DEBO OBEDECER A MIS PADRES SI ME PIDEN QUE TRANSGREDA?

El día de hoy vamos a responder una pregunta que, evidentemente, nos mandó un joven que se encontraba en una situación de esta naturaleza. Y, no creo que sea el único, seguramente, en más de una ocasión, algún joven o jóvenes habrán vivido diferencias entre los criterios de ver las cosas y la manera de pensar entre los padres y los hijos. Aun entre hijos y padres creyentes, también suelen suscitarse ciertas situaciones. Probablemente, piensen, ¿cómo va a ser posible que un padre le pida a un hijo que transgreda? Pero, hay ciertas condiciones que, a veces, se presentan o ponen en riesgo la obediencia a la “Torá” (Instrucción, ley). Así que, créanme que no son casos aislados. Más de una situación se puede presentar, sobre este tipo. ¿Cuánto más en casos, que damos por hecho o asumimos, que los padres son inconversos y los hijos son creyentes? Entonces, la situación, para entender mejor la pregunta, sería en un contexto en el que, los padres no son creyentes en la Torá, ni en los mandamientos del Eterno, pero el hijo sí. Por eso suele darse esta situación, cuando ya los hijos tienen cierta edad, en la adolescencia, en la juventud o en la edad adulta temprana y, siguen bajo su mismo techo, por supuesto, viviendo bajo sus reglas, porque siguen siendo su autoridad. 

No es una pregunta sencilla, siendo honestos. Probablemente, muchos de nosotros ya dejamos el nido hace bastantes años y, no lo vemos como una situación de conflicto. Pero, yo te invito a que te ponas en los zapatos de estos jóvenes y, tal vez, algún día te toque responder esta pregunta a ti también en algún momento de tu vida. Es interesante conocer la perspectiva bíblica sobre casos así. Generalmente, la Biblia da por hecho que, si los padres son creyentes, también los hijos lo serán. También, la Torá nos muestra en varios casos que, Dios insta al pueblo a que no sigan los caminos de sus padres. Es decir, si tus padres siguieron un camino que no es acorde a los caminos de Dios, pues cambia, transfórmate y decide seguir al Eterno. 

Como decía, es una disyuntiva, por eso, no es una pregunta tan sencilla de responder. Seguramente, tú ya tienes una respuesta. Y, dependiendo, si eres el padre o eres el hijo, pudiera ser muy diferente la respuesta. Por un lado, la Torá, nos manda y nos lleva a la obediencia a Dios mismo. El mandamiento considerado como el más importante está en Deuteronomio 6:5:

 “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.” (Deuteronomio 6:5 RVR60).

 Esto implica obedecer al Eterno, temerle y guardar sus mandamientos sobre todas las cosas. Amar a Dios por encima de todo y todos, que es el principal mandamiento, el más grande e importante de todos. Por otro lado, el mandamiento de honrar a los padres es también uno de los más importantes dentro de la Escritura. El mismo apóstol Pablo enseña acerca de este mandamiento y dejó escrito en Efesios 6:1-3:

 “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. (Efesios 6:1-3 RVR60).

Ahí, no nada más es el mandato como tal de obedecer a los padres, sino la promesa hecha por esa obediencia. Y, el repite una vez más, en Colosenses 3:20:

 “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.” (Colosenses 3:20 RVR60). 

Eso es lo que quiere el Eterno. Por eso decía que, de pronto, parece ser una disyuntiva que se muestra en dos caminos y solo uno se puede tomar. 

PRIMERO: EVALUAR QUÉ IMPLICA DICHA TRANSGRESIÓN      

Primero, para comenzar a indagar la respuesta a esta pregunta, debemos estar completamente seguros de que la petición hecha por los padres es realmente una transgresión a la Torá y no un mandato en contra de la voluntad del hijo. Por ejemplo, se puede dar el caso, en que los padres le piden al hijo, necesito que me ayudes con tal cosa mañana temprano, pero el hijo ya tiene sus planes de que se va a levantar temprano, pero para orar porque ya se comprometió con el grupo de oración. ¿Qué debe hacer el hijo en una situación así? Debemos ver las cosas a detalle y, no dejarnos llevar porque aparentemente todo sería una transgresión a la Torá. En este caso, no hay un conflicto directo con la Torá. Es un conflicto para el hijo, porque para él, es una situación enriquecedora, espiritualmente e importante. Muchas veces, depende de cómo evaluamos y consideramos una petición sobre la otra. Entonces, en caso de que, sea una petición o una orden que transgreda la Torá, aun así, no nos debemos dejar llevar por la primera impresión. Debemos evaluar qué implica y qué consecuencia puede traer dicha transgresión. Y, esta es la pauta para encontrar la respuesta a esta pregunta. 

LA MITZVA (MANDAMIENTO) DE OBEDECER A LOS PADRES    

Por otro lado, la Escritura nos dice que, la “mitzva” (mandamiento) de obedecer a los padres, es uno de los más importantes. Aquí, por ejemplo, algunos pastores y rabinos consideran que, el mandato de obedecer a los padres, aun cuando implique una transgresión a la Torá, está respaldado por el hecho de que los padres son la autoridad para el hijo. Es decir, por una cuestión de autoridad delegada, el hijo puede desobedecer la Torá, si eso implica que está obedeciendo a los padres. Porque, indirectamente, está obedeciendo a Dios. Esto, aunque parezca raro, está escrito en el Talmud, donde dice: “Ten cuidado hijo mío de un precepto rabínico”. En otras palabras, dice: un mandamiento de la Torá trae una consecuencia, pero transgredir un mandamiento rabínico es casi un decreto de muerte. Es bastante controversial, entenderlo de esta manera y es una de las bases para considerar y decir: “entonces, podemos desobedecer la Torá, porque finalmente, me estoy sometiendo a mis padres”. El honrarlos y temerlos es uno de los mandamientos más importantes y con mejores promesas. Como ya leímos en Efesios 6:1:“Hijos, obedezcan a vuestros padres” y en Colosenses 3:20 “Hijos, obedezcan en todo”

Este es un argumento interesante. Sin embargo, hay que analizar algo para entender el argumento. Se debe tomar en cuenta la edad que tenga el hijo, considerando la conciencia que pueda tener el hijo sobre el pecado y si conoce las consecuencias de la transgresión. Así como, el tipo de transgresión que pueda cometer. Ya que, como veremos, hay ciertas excepciones en las que es tan fuerte la idea de no transgredir, que es preferible dar la vida. Hay ciertos casos en los que, no solo se debe desobedecer a los padres, sino que es preferible dar la vida, con tal de no cometer este tipo de pecado. Este es el argumento que se da sobre la obediencia a los padres, aun por encima de la obediencia a la Torá. 

LA MITZVA (MANDAMIENTO) DE OBEDECER A DIOS    

Ahora, vamos a ver el otro lado de la moneda, que es la “mitzva” (mandamiento) de obedecer a Dios. Prácticamente, su respaldo está en Deuteronomio 6:5:

 “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.” (Deuteronomio 6:5 RVR60).

 El mandamiento más importante de toda la Biblia: Amar a Dios con todo nuestro corazón y ponerlo por encima de todas las cosas. Aquí, una vez más, en cuanto a opiniones y comentarios, el consenso general es que, el hijo no debe verse obligado a obedecer a los padres. ¿Cuál es la razón? Porque el mismo precepto que tienen los hijos, lo tienen los padres, aun cuando estos no conozcan del Eterno. Las leyes de Dios son universales y que, una persona no las acepte, no las exime de cumplirlas. De cierta forma, es como llevar a una doble transgresión, la transgresión del padre más la transgresión del hijo. 

Hay otro principio que me llamó la atención y que me parece que también aplica en este caso. Es sobre la idea de obedecer a Dios, antes que obedecer a los padres. Se considera que la persona debe obedecer a la autoridad inmediata (padres), como si fuera el organigrama de una empresa, habría que obedecer al jefe inmediato que sería al supervisor o gerente, pero siempre y cuando no vaya en contra de la autoridad suprema (el Eterno-Torá). Bajo esta idea tenemos algunos ejemplos:

  • El caso de las parteras egipcias en la Torá. Vamos a leer Éxodo 1:15-21:

 

 “Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños? Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas. Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias”. (Éxodo 1:15-21 RVR60).

 

 Fíjense, Dios no solamente apoya la idea de que preservaron la vida, en este caso de los bebés varones, sino que, además, les hizo prosperar a sus familias, por este acto de desobediencia a una autoridad, es decir, el faraón que era una autoridad para ellas. Este es un ejemplo bíblico que justifica la desobediencia a una autoridad por la obediencia al Eterno. 

  • El otro ejemplo es de los apóstoles donde siguen este principio una vez más, pero ahora en el “Brit Hadasha” (nuevo Testamento) en Hechos 5:27-29:

 “Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. (Hechos 5:27-29 RVR60). 

No queremos actuar como rebeldes. No es que no estemos dispuestos a obedecer, pero definitivamente, no podemos dejar de obedecer a Dios antes que a los hombres. 

Hay un comentario que quiero rescatar, porque me gustó mucho y, se los quiero leer literalmente. Es del comentarista judío conocido como Rashí, que es muy popular porque, además, es uno de los judíos más prominentes por su comentario muy completo de la Torá. Él menciona respecto al mandamiento que está en Deuteronomio 5: “Todo hombre temerá a su padre y a su madre y, ustedes guardarán mis sábados. Yo soy el Señor tu Dios”.  Que las escrituras yuxtaponen el mandamiento de observar el sábado con el de temer al padre y a la madre. ¿Por qué están juntos estos mandamientos, tanto del “shabat” (día de reposo), como el de temer al padre y a la madre? Para establecer el siguiente principio: aunque se os ha advertido acerca del temor a vuestros padres; sin embargo, si se os dice que profanéis el sábado, NO les hagáis caso. Y este es también el caso de los otros mandamientos. Esto se indica, además, en la última sección del versículo “Yo Soy el Eterno, tu Dios”, donde la palabra -tú- está en plural. Es decir, tanto tú, como tu padre, están obligados a honrar. Yo, por tanto, les digo “No les hagáis caso para negar mis mandatos”. Así que, la opinión, por lo menos, de este comentarista destacado Rashí, es: si tus padres te pidieran la transgresión sobre el shabat, no les hagas caso porque eso también es un mandato para ellos. Como diciendo, no seas partícipe, en este caso, de acciones y transgresiones solo por el hecho de que ellos te lo pidan, cuando ellos también son responsables. 

Entonces, tenemos una base bíblica de por qué un hijo, en algunos casos, puede decirle no a un padre. Pero, una vez más, como comentaba al inicio, hay que considerar la situación y el tipo de transgresión que se está llevando a cabo.  

UNA EXCEPCIÓN EN ESTO   

Hay una excepción en cuanto a que, si un padre le pide a un hijo que desobedezca la Torá, la Escritura nos plantea la idea: “Está bien, no obedezcas a tus padres porque tienes primero que obedecer al Eterno”. Sin embargo, la excepción es, si el hijo es conocido por ser un transgresor de la Torá, no debe negar obedecer a sus padres. No puede poner de pretexto esto, aun cuando esto, implique transgredir la Torá, porque si el/la joven es conocido por llevar una vida apartada de la Torá, eso no va a afectar su testimonio, ni tampoco el nombre del Eterno. Es decir, no le va a dar una mala fama al Eterno. Cada que transgredimos estamos dando un mal testimonio, tanto de nosotros, como de Dios, delante de los incrédulos y de los mismos creyentes. Si una persona ya vive en una situación constante de transgresión a la Torá, va a usar la Torá como pretexto para desobedecer a sus padres, cuando él/ ella mismo (a) no tiene ese temor de “HaShem” (El Nombre del Eterno). Un joven podrá poner la Torá por delante, pero será un pretexto si no lleva una vida en temor y obediencia a la Torá. Esta sería la excepción a la regla anterior de NO obedezcas a tus padres, obedece al Eterno. Este principio NO lo puede tomar, porque él/ella mismo (a), no es una persona temerosa de Dios. 

¿Qué excepciones debe tomar un hijo a toda costa? Y bueno, no solo los hijos, sino todas las personas, al grado de que es preferible dar la vida a cometer estas transgresiones. Hay 5 excepciones para nosotros que creemos en Yeshua en las que es preferible dar la vida a cometerlas y, además, ser piedra de tropiezo para otros: 

  • “Avodá Zara” (Idolatría): Que puede llevar a otros a la apostasía. Como en la historia de la época de los Macabeos. Cuando se le quería obligar a un hombre mayor a postrarse delante de un ídolo. Su respuesta fue: “Si yo hiciera esto. ¿Qué testimonio daría para todos estos jóvenes?”. Después hubo otro hombre que sí estuvo dispuesto a postrarse delante del ídolo y ahí se armó toda la revuelta. Por eso, es preferible dar la vida a caer en la Avodá Zara. 
  • Asesinato: El cometer homicidio es una de las transgresiones más graves en toda la Biblia. El derramamiento de sangre inocente. En este caso, cuando un padre le pide a su hijo: mata. El hijo debe negarse rotundamente, al grado de que es mejor que lo maten a él. ¿Qué padre le pediría eso a su hijo? Pues en estos tiempos de sicarios y gente mala, no es raro escuchar esto. ¿Cuál sería una excepción a esto? La guerra. Cuando una persona se encuentra en el ejército, no solo es que su padre se lo pidiera, si fuera el caso de que ambos formaran parte de la milicia, se considera un deber nacional. Aunque son condiciones muy diferentes. 
  • La Fornicación o Adulterio: En este caso tampoco se debe obedecer a ninguna autoridad. Por ejemplo: el caso de “Yosef” (José) el hijo de Jacob, estando en Egipto, en casa de Potifar, tomó una vía, que era prácticamente la única que tenía, cuando fue acosado para cometer adulterio: ¡Huyó por su vida! Le trajo consecuencias, sí, pero hizo lo correcto. 
  • Zoofilia (tener relaciones sexuales con animales): Pueda ser un caso más raro, pero sería un caso de deshonra hacia el cuerpo y la intimidad de las personas, es preferible negarse y dar la vida. 
  • Negar públicamente al Mesías: Para nosotros, los creyentes en “Yeshua” (Jesús), este sería el quinto motivo para desobedecer a un padre. Incluso Yeshua lo dijo en Lucas 12:9:

 “Más el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.” (Lucas 12:9 RVR60). 

Fue exactamente el caso que le dijeron a los apóstoles: “Ya les dijimos que no estén predicando y hablando de Yeshua” y, ellos respondieron: “No podemos callar, no vamos a dejar de decir lo que Dios nos ha ordenado”. Negar al Mesías, negar su obra y su Nombre, no podemos hacerlo, ni públicamente, mucho menos en privado. Porque como la excepción de la idolatría, puede ser también causa de tropiezo enorme para muchos. 

¿CÓMO DECIR “NO” A LOS PADRES?

Como ya dijimos, no se trata de encontrar el justificante, para no obedecer a los padres. ¡Cuidado! Hay que tener mucho cuidado con esto, porque estamos hablando únicamente de situaciones en los que haya una transgresión directa a la Torá. Por ejemplo, el caso donde mencionaba que el padre le pide al hijo ayuda para hacer un deber al día siguiente temprano por la mañana y el hijo tiene el compromiso de orar, no es una transgresión a la Torá lo que le está pidiendo. Simplemente, le pide que ajuste sus planes y su tiempo de oración, pero no le está pidiendo que ya no ore. Tampoco le está prohibiendo que ore. ¡De ninguna manera! Entonces, a veces, debemos analizar si es realmente una transgresión o no. 

Negarse a obedecer a los padres que le piden a un joven hacer una transgresión, no debe hacerse de una manera conflictiva o en batalla para ver quién tiene la razón. Si no de forma humilde, mansa y educada posible. La actitud es muy importante, el hijo no debe tomar una actitud desafiante, arrogante o de menosprecio a los padres en ningún momento. La desobediencia a sus peticiones, que implican una desobediencia a la Torá, no excluye el temor a los padres. Este punto hay que cuidarlo muy bien. Por supuesto que, estamos hablando de los casos en que los hijos siguen bajo el techo de los padres. Entre los argumentos a citar está que la transgresión sí es contraria a la Torá y, no, un capricho o acto de rebeldía. Otro ejemplo: el hijo nunca va a la “Kehilá” (Congregación) y ese día si quiere ir, con tal de no obedecer a sus padres. El hijo debe hacer saber a sus padres, que le gusta hacer lo que ellos le piden, pero en esta situación particular, les puede decir: “siempre te obedezco, trato de hacer lo que tú me pides, pero en este caso no puedo, porque estoy obedeciendo a Dios, una autoridad superior”. El hijo debe mostrar madurez y los argumentos de que no es un deseo personal como tal el desobedecerlos, si no por obediencia a Dios. Esto se puede probar con el testimonio. Cuando a un hijo se le pide algo y, en cada ocasión, lo hace de la mejor manera; va a ser más fácil que los padres respeten y tengan consideraciones con el hijo. 

Otro punto importante es que el hijo de padres no creyentes debe tomar una actitud de no poner tropiezo a sus padres con su comportamiento, para que ellos se puedan convertir o, por lo menos, acepten y respeten los mandamientos de Dios en su vida. Entonces, esto tiene mucho que ver con la actitud, en cómo se comporta el hijo con los padres, como se dirige a ellos y de qué manera se niega. Hay muchas formas correctas para decir no. Pero la actitud es fundamental. 

Yo les puedo comentar personalmente, en mis días de soltero, bajo el techo de mis padres. Me tocó conocer de la Palabra de Dios, primero en el ámbito cristiano, después en Raíces Hebras, por lo que me tocaron situaciones difíciles y momentos de conflicto con ellos, porque yo tenía anhelos de conocer más de la Palabra, de congregarme y trataba de estar en todos los estudios posibles, así como servir en la mayor cantidad de ministerios. Sin embargo, muchas veces, se contraponía con la agenda y actividades de mis papás, en las que querían disponer de mi tiempo. Fue complicado, no voy a negarlo. Pero, te das cuenta de que cuando tus padres notan en ti una verdadera convicción y saben que es algo que es verdaderamente importante para ti, lo terminan por respetar. Por tanto, se necesita ser congruente y constante para que haya respeto o, al menos, aceptación. Con el tiempo, me di cuenta de que, los padres van cediendo. 

No niego que, al principio, sobre todo cuando comencé a abrazar las Raíces Hebreas, me tocó quedarme sin comer en alguna comida o cena porque no había nada “kosher” (apto) y yo no quería transgredir en este caso. Eventualmente, lo fueron aceptando. Luego mi mamá me decía: “ya te compré jamón de pavo” o, “te preparé a ti este platillo aparte, porque ya sé que tú no comes cerdo”. También es lindo ver cómo las personas pueden ir cambiando y respetando. Y, esta regla, no solo se aplica a los padres. A veces, puede implicar en el trabajo, con los compañeros o con el jefe, pero se va dando en la medida que nosotros también empezamos a guardar, a respetar y a ser congruentes con la Palabra. 

Por algo le dijo Dios a Abraham, en Génesis 12:1:

 “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.” (Génesis 12:1 RVR60). 

Porque Dios sabía que iba a ser complicado, que lo siguiera y pudiera obedecer, si no le desligara de este lazo que tenía familiarmente. No se trata de alejarse solamente porque sí de los padres, pero a veces, es necesario distanciarse para poder obedecer correctamente. 

Les platico otra experiencia personal. Antes de conocer de Raíces Hebreas, tuve la oportunidad de irme a estudiar a los Estados Unidos, era uno de mis anhelos, para ingresar a un Instituto Bíblico, el cual yo consideraba que era uno de los mejores del mundo. Y, se dio un milagro increíble, porque me dieron la posibilidad de obtener una beca y el hospedaje con una familia. Yo no cabía de alegría. Para mí era algo sobrenatural, como si se volviera a abrir el Mar Rojo. Que no teniendo yo, un solo peso para poder viajar y quedarme en este Instituto, ya había una familia que me podía recibir y una beca de por medio que me permitiría estudiar. Algo imposible de creer, que solo Dios lo podía hacer. Y yo ya estaba casi haciendo mis maletas, cuando de pronto, recuerdo que mi mamá me dijo: “tú no te vas”. Yo ya había concluido mi carrera profesional de mercadotecnia, pero no me había titulado, me faltaba sacar el título a través de una tesis o un trabajo de investigación y yo no lo había hecho todavía. Mis padres me dijeron: “tú no te vas, hasta que te titules”.

Lo que significaba para mí perder esa oportunidad y de que mi vida hubiese sido grandemente transformada a través de esta experiencia, así como perder muchas cosas que yo veía en un futuro. La verdad, yo no podía entenderlo. Fue una situación muy difícil de aceptar y recuerdo que en más de una ocasión yo pensé en irme sin permiso. Yo pensaba, ya tengo cierta edad, soy adulto, yo me voy. Pero, también muchas veces, me imaginaba estando allá estudiando sin la bendición de mis padres. Que descubrieran que me había ido en un acto de rebeldía y desobediencia. Yo quería buscarle justificantes pensando: “Es que, si Dios me ha llamado”, “Esto va a ser de bendición a más personas cuando comparta la Palabra”, en fin. Sin embargo, no me sentía tranquilo y no tenía paz en mi corazón. Por lo que fue muy complicado para mí tomar esta decisión. Pasaron unos días y ya me estaban hablando del Instituto para saber cuándo llegaba. Después de orarlo y de mucho sufrir, decidí que me tenía que quedar y que debía obedecer a mis padres, ya que lo que me pedían no era una transgresión directa a la Escritura. Tampoco era un pecado quedarme y obedecerlos. Yo lo veía como algo mundano el obtener el título, pensaba que ya no importaba lo que yo había estudiado. Pero le doy gracias a Dios y me di cuenta después del porqué. A los pocos meses, fue que conocí de las Raíces Hebreas. Llegó una persona a la Iglesia, al Instituto Bíblico donde yo estaba estudiando en la Ciudad de México y obtuve un nuevo panorama de la Escritura. Ahora estoy seguro de que no lo hubiese obtenido si me hubiese ido. Fue un momento muy difícil para mí, yo no podía, en ese momento, aceptarlo y entender, pero al poco tiempo Dios me mostró y reveló el propósito de haberme quedado. Y hoy, no me arrepiento de ninguna manera. Hubiera sido una experiencia muy importante en mi vida, pero agradezco más que Él me haya revelado y mostrado lo que ahora tengo y sé. Finalmente, creo que el propósito que Dios tenía para mi vida se ha ido cumpliendo y espero seguir agradándole. 

Por algo también la Torá nos dice en Génesis 2:24:

 “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:24 RVR60). 

Porque de esta manera, como una nueva familia, en pareja -no quiere decir que no habrán de honrar a los padres- pero ya no van a seguir bajo su autoridad, sino que ahora podrán tener la libertad de seguir las disposiciones del Eterno y sus mandatos. 

Esto es parte de lo que me ha tocado vivir, lo comparto de manera personal. Seguramente, a más de una persona, le ha tocado vivir esta situación.

Espero que esta información haya sido de bendición para ti y, que la podamos compartir con otros. 

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