¿Existe realmente el libre albedrío?
Posiblemente no podamos llegar a una respuesta totalmente satisfactoria, pues ha sido objeto de debates en los ámbitos de la teología y la filosofía por mucho tiempo.
DEFINICIÓN DE LIBRE ALBEDRÍO
Primero vamos a tratar de acercarnos a su definición. De acuerdo con Wikipedia: El albedrío, libre albedrío o libre elección es la creencia de aquellas doctrinas filosóficas según las cuales las personas tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones; una definición muy general, muy de enciclopedia.
Pero vamos a aprender algo que, desde el inicio de los tiempos, desde la misma creación Dios nos mostró. Sabemos que todo lo que existe surgió de un aparente nada, es decir, de un aparente inexistente. Lo único que existía, cuando no existía nada, era Dios mismo, el Eterno. Y yo quiero pedirte que tratemos de enfocarnos mucho y poner mucha atención porque ésta pregunta, es de las que cae en el ámbito de la filosofía y podemos perdernos. Decía yo que, en el principio de todo, cuando no existía nada, de esa nada prácticamente surge todo. Sabemos que quien está detrás de la nada y detrás del todo es el Eterno que es infinito. Aquí hay una clara evidencia y una gran enseñanza, la materia misma y cada cosa, no es más que la voluntad de Dios para que eso existiera. Es decir, todo lo que existe, toda la materia creada es porque Dios así lo quiso. Así mismo, todas las cosas suceden, son porque Él dice que deben de suceder. Dentro de toda esta planeación y toda esta voluntad creadora del Eterno, es porque Él así lo permite.
Sin embargo, en la cúspide de toda esta creación, del cosmos, de la tierra y todo el universo: Dios puso en el pináculo de todo esto al ser humano, con la capacidad de elegir si hace o no, la voluntad de Dios. Porque al final en eso se resume todo. Todas les decisiones, todas las elecciones que tomamos llegan al mismo camino: si está o no alineado a la voluntad de Dios.
Y fue Dios quien le dio esta capacidad y este atributo al ser humano y es algo muy valioso. Si sabemos que HaShem (El Nombre), eligió la naturaleza de cada cosa que creó, y al hombre, al hacerlo a su imagen y semejanza, también le otorgó esta virtud. Es decir, la capacidad de elegir si seguir o se deja conducir por esa naturaleza “divina”, hecha a su imagen y semejanza, dada por Dios o seguir sus propios caminos y se deja llevar por esta parte material, carnal, animal que también tiene el hombre, ya que éste tiene un dualismo: una naturaleza divina, espiritual y una naturaleza animal, carnal. Por ello, es interesante notar que el hombre y los animales fueron creados el mismo día. En este aspecto Dios, no le dio al hombre una exclusividad dentro de los días de la creación. Dentro de las muchas razones del porqué, una de ellas es para que el hombre tome conciencia y se dé cuenta, que de apartarse de los caminos de HaShem, puede llegar a ser como una creatura más. En otras palabras, puede ser como un animal, o puede elevarse por encima de todo eso para hacer la voluntad de Dios y caminar y aspirar a convertirse en una ejad (unidad) con el Eterno en un ámbito espiritual. Esto es a grandes rasgos lo que podemos definir y lo que implicaría como libre albedrío: un atributo y una virtud que Dios le dio al hombre desde que lo formó y sopló aliento de vida. Así Adán ya tenía en sí, este atributo divino que forma parte de la naturaleza del hombre y que nos hace diferentes a los animales.
El libre albedrío, no necesariamente es elegir el destino final de cada cosa. Ahí es donde a lo mejor empieza este cuestionamiento, ya que muchos piensan: ¿De qué me sirve elegir, si al final, se va a hacer lo que Dios quiere? O ¿De qué me sirve tener la capacidad de escoger algo, si al final, como diga Dios así va a ser? Esto tiene bastante relación con una de las preguntas que planteamos en su momento: ¿Para qué orar, si Dios ya lo sabe todo? Pero en este sentido, el libre albedrío es algo diferente porque dijimos que es la capacidad de elegir y de tomar nuestras propias decisiones. Más el libre albedrío NO es que yo decido cómo terminan siendo las cosas. Es un punto fundamental que, si no estamos de acuerdo en ello, va a ser complicado que lleguemos a las mismas conclusiones. Entonces no porque, de hecho, alguien pueda hacerlo, al final del día, nadie puede controlar el resultado final de cada cosa, excepto Dios. Y esto no significa que eso anule el libre albedrío. Todos tomamos a lo largo del día, miles de decisiones y eso no va en contra del destino que Dios tenga y, por otro lado, tampoco podemos controlar automáticamente el destino de todo. El que no podamos llegar a decidir el destino final, no significa que Dios esté pasando por alto nuestro libre albedrío.
El hecho de que, incluso ese destino o ese desenlace de decisiones que tomemos esté velado le da un gran sentido y mucha emoción a nuestra vida. Si supiéramos cuál es el destino final de cada decisión que tomamos, creo que esta vida sería demasiado aburrida, no tendría sentido. Es decir, a Adán se le dio una advertencia cuando estaba en el jardín del Edén, pero él no sabía en sí, hasta donde arrastrarían esas consecuencias. Entonces el libre albedrío es la capacidad de elegir libremente aun cuando en muchos casos, no conozcamos el desenlace de todo eso. Por ejemplo, una persona que tiene varias opciones para desayunar, que decida una cosa o la otra, parece irrelevante y que la decisión que tome no va a cambiar su día. Pero si a lo mejor, lo que consume le hace daño, entonces eso sí va a traer una consecuencia. Y esa consecuencia va a hilar una serie de eventos: lo va a llevar al Doctor, en el Doctor va a conocer una persona, al conocer a esta persona se resulta casando porque era una persona soltera. Entonces diríamos qué bendición el haber desayunado eso, que al final terminó en boda. Es un ejemplo muy sencillo, tal vez muy burdo, pero finalmente nos hace pensar en que nosotros no sabemos cuál es el destino final de nuestras acciones. Y eso no significa que no tengamos libre albedrío.
Esto lo podemos entender justamente desde el Edén, si el Eterno no hubiese hecho el árbol del conocimiento del bien y del mal, ¿qué sentido tendría pedirle a alguien que obedezca cuando no hay una posibilidad de desobedecer? Es decir, nadie es obediente cuando no hay posibilidad de desobedecer pues tiene que existir el otro lado: la posibilidad de la desobediencia para que entonces tenga sentido la decisión de la obediencia. No sería un gran mérito entonces de no ser así. Otro ejemplo más, para una persona en Israel, le es más fácil guardar el Shabat (Día de reposo) porque si todas las tiendas están cerradas, el comercio y el transporte se paran, prácticamente todas las actividades, ya está como inducido a que sea más fácil guardarlo y eso, pues es menos meritorio que estar en un lugar en que todos trabajan y todo está abierto y decides no hacerlo, decides respetar el Shabat.
Entonces el libre albedrío siempre está ligado a esta situación de posibilidades y de a dónde te lleva la libertad de escoger esas posibilidades. Poder elegir con total libertad, es algo que yo considero que ni siquiera Dios está en ese control total. Es decir, no hay como tal una mano o un hilo que nos doblegue, nos obligue, nos force o que nos diga hacia dónde ir o qué hacer. Ahora vamos a adentrarnos un poco más porque podemos decir: Dios me guio, Dios me dijo, Dios me trajo, Dios me mostró y lo hacemos. Pero eso no va en contra de nuestro libre albedrío. De hecho, decidir voluntariamente el hacerlo, tampoco va en contra de nuestro libre albedrío. Lo que nunca está en mí, y ahí está el equilibrio, entre la omnisciencia y el libre albedrío es que ese desenlace total de lo que yo decida no está en mis manos, sino en manos de Dios.
QUE DIOS SEPA QUÉ PASARÁ, NO ANULA EL LIBRE ALBEDRÍO DE LA PERSONA
¿De qué manera podemos ejemplificar esto? Es como una partida de ajedrez. En este tablero donde están todas estas piezas y cada jugador tiene la capacidad de elegir libremente qué pieza mover, de acuerdo con las reglas del juego. Si nosotros jugáramos un ajedrez contra Dios, vamos a pensarlo así, ya de antemano podemos intuir cuál será el desenlace de la partida. Sin embargo, Dios nos dice: Adelante, tú empiezas. Y nosotros comenzamos a mover las piezas en el turno que nos corresponde y de acuerdo con las reglas. Sabemos que Dios jugará de forma perfecta, moviendo sus piezas. Y ¿qué es lo que en muchos casos va a suceder? Sin duda alguna, Dios va a ganar la partida y además Él nos va a llevar a un punto en que, vamos a mover las piezas de tal forma en que el oponente (Dios), nos lleve a donde Él quiere. Esto es un caso constante, de la vida real y comprobado: que cuando una persona tiene esta experiencia y conocimiento en este tipo de juegos, aunque aparentemente nos deje mover con toda libertad, nos lleva al punto que él quiere. Nos puede dar jaque mate, como él lo tiene anticipado y como él sabe. No es que prediga nuestros movimientos, pero al tener tanta experiencia, puede conducir hacia el desenlace que él ya tenía predeterminado o destinado. Tal vez se escuche un poco complejo y un tanto difícil de explicar, pero de cierta forma, esa es la relación del libre albedrío con Dios. Él nos permite hacer todos los movimientos que queramos, pero el desenlace de la partida, él ya lo tiene previsto. Y Él sabe con su experiencia hacia dónde nos vamos a conducir. Dios sabe qué haremos con nuestro libre albedrío, en eso consiste también su omnisciencia. Así, el que Dios sepa qué pasará, no anula el libre albedrío de la persona. Él no nos puede obligar a mover una pieza, pues no sería una parte lógica o permitida por el juego, pero al final el resultado siempre va a ser el mismo. Y el conocimiento previo que Dios tenga de las cosas, pues Él está fuera del tiempo, no es lo opuesto al libre albedrío. Y esto es una lucha constante entre las personas que no creen en Dios, o están amargadas con Dios, o están enojadas con Dios y ven a Dios como esa mano que jala y mueve los hilos de las personas como si fueran títeres. Y esto definitivamente, créeme, que no es así.
DIOS RESPETA NUESTRO LIBRE ALBEDRÍO
Porque si esto, fuera así tal cual, como se plantea en algunos círculos filosóficos: Dios jamás hubiera permitido que Adán pecara desde el principio. Es más, ni siquiera hubiera puesto el árbol, porque ya sabía que iba a comer de él. O no hubiera creado a Satanás sabiendo que se iba a rebelar. Y así cantidad de ejemplos de la vida que Dios pudo haber evitado. Pero si no lo hace y permitió que Eva estirara la mano y tomara de ese fruto y se lo llevara a la boca y lo comiera y se lo diera a su esposo, todo lo que eso implicó, es justamente por el libre albedrío.
Viene una contra pregunta, que no vamos a estudiar ahora: ¿Entonces, Dios no puede hacer algo? Dios pudo haber mandado un ángel, o un rayo, o un calambre a Eva en ese momento para que no pudiera tomar el fruto. Claro que Dios lo pudo hacer, ya que Dios es omnipotente también. No es que nuestro libre albedrío automáticamente sea una limitante para Él, sino más bien es ese amor y respeto que nos tiene Dios, que nos permite decidir aun cuando nuestros caminos no sean correctos y nuestras decisiones no sean las más adecuadas o no sean las de su voluntad y tampoco vayan acorde a la naturaleza divina que nos dio, sino a la naturaleza animal que también tenemos. Aún así, Dios lo permite porque eso justamente es parte del amor y respeto que Dios nos manifiesta todos los días. Así que contrario a lo que se piensa sobre que Dios maneja todos los hilos como a un títere y nosotros no queramos ser eso, ese planteamiento está equivocado en todos los sentidos y no tiene razón porque no hay ningunos hilos que nos puedan obligar. Dios podría obligarnos, pero no lo hace por ese respeto a ese atributo que nos dio: el libre albedrío.
Es como la historia de Balaam. Cuando Balaam va de camino a ver a Balac, Dios intentó oponerse a que llegara a ese destino, pero respetó su libre albedrío. ¿Qué hizo Dios para tratar de evitar esto? Hizo que la burra que transportaba a Balaam, hablara en el intento de persuadirlo, sin cruzar la línea del libre albedrío de Balaam. Después fue más fuerte y le estableció a Balaam que solo diría lo que Dios le dijera. ¿Pudo Balaam desobedecer? Creo que sí. Pero la advertencia era tan fuerte, tan clara y evidente, que él mismo, en su libre albedrío decidió obedecer.
¿PODRÍA JUDAS HABER DECIDIDO NO TRAICIONAR A YESHUA, SI YA ESTABA ESCRITO?
Plantearemos una pregunta más sobre la misma idea del libre albedrío: ¿Podría Judas haber decidido no traicionar a Yeshua, si esto ya estaba escrito? Pues estaba escrito que Yeshua había de ser traicionado y que iba a ser vendido, así como que había de morir, que había de ser crucificado y muchos aspectos más. Pero en concreto: pensando en la figura de Judas ya estaba escrito y se tenía qué cumplir. Salmo 41:9 “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, Alzó contra mí el calcañar.” (RVR60). Y también hay otros pasajes.
Por ejemplo: Yosef (José), el hijo de Yaacob (Jacob), tiene un paralelismo increíble con la vida de Yeshua. Fue vendido por su hermano Yehudá (Judá), en el Nuevo Testamento Simeón, pues de él fue la idea de vender a Yosef. El punto de todo esto, es como un espejo, de lo que habría de suceder. ¿Cuál de los discípulos vendió a Yeshua? Fue Judá, Yehudá en hebreo. Aunque en el Nuevo Testamento por quitarle esta cuestión judía, le ponen Judas. Pero su nombre hebreo es Yehudá también. No hay casualidades. Era parte de lo que podríamos decir que ya estaba profetizado.
Retomando el punto interesante: ¿Pudo evitar entonces Yehudá (Judas), no traicionar a Yeshua? Si lo que estaba escrito, estaba escrito. Esta frase hasta la dijo Pilatos, que lo que estaba escrito se tenía qué cumplir. Lo que sí pudo ser diferente era: Quien lo habría de traicionar. Estaba abierta la posibilidad de que cada uno de los doce discípulos pudiera tomar ese papel, como si fuera una obra de teatro. Así es como podemos entender el libre albedrío, la vida es como una obra de teatro, donde Dios es el escritor, director y guionista, pero cada uno de nosotros (los actores), en base a nuestras decisiones, es decir, nuestro libre albedrío, decidimos qué papel desempeñar en esta vida. Entonces aprendemos que las cosas pueden suceder, gracias a mí o a pesar de mí. Depende del papel que tomemos en esta gran obra.
Judas no fue una víctima, porque él mismo reconoce que actuó en base a su libre albedrío. En el pasaje leemos el remordimiento de Judas, cuando Yeshua ya había sido condenado y habría de ser crucificado, devuelve las 30 piezas plata a los sacerdotes. Mateo 27:4 “diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!” (RVR60).
Aunque eso estaba escrito, vemos que Judas no es la víctima que recibió ese papel por decreto y que no tenía ninguna otra opción. Reconoció que había pecado entregando sangre inocente. No dijo: satanás se me metió, me poseyó, entonces no tuve control. ¿Por qué? Porque estando en la cena de Pesaj (última cena), él simplemente decidió tomar ese papel. A Yeshua le preguntaron: ¿Quién es el que te va a traicionar? Y Él dijo: el que moja el pan conmigo. Y esto es muy probable que no lo haya dicho abiertamente y a oídos de todos los que estaban presentes. Sino que se lo dice justamente a Judas. Cuando Yeshua le dice: Lo que vas a hacer, hazlo. No es que lo esté obligando a traicionarlo. NO. Judas ya lo había decidido en su corazón desde hace mucho tiempo atrás. Porque dice la biblia, que él buscaba ocasión, un momento. Por supuesto que hay un proceso, como en todos los pecados, por el cual caemos o hasta que finalmente caemos. Eso lo aprendemos desde Génesis, dice: Vio el árbol que era codiciable, etc. Entonces Eva vio, se imaginó, pensó y luego lo hizo. Así es. Por eso hay cuestiones que una persona ya no va a poder justificar. O podemos auto justificarnos diciendo, por ejemplo: ¿Qué iba yo a hacer si estaba muy guapa? Pues voltear la mirada o irte para otro lado, en fin, lo que sea. Todo el pecado siempre conlleva un proceso. No podemos pensar y justificar: Es que satanás se metió o un espíritu maligno. ¡No es cierto! Judas reconoció en su libre albedrío que había pecado entregando sangre inocente, con todo y que después dijo que satanás entró en él, todos esos pasajes que hacen esta referencia no anulan su libre albedrío.
Es muy interesante, porque si Dios no puede pasar sobre tu libre albedrío, satanás tampoco lo puede hacer. Ahora, hay situaciones en las que satanás va a inducir, va a tener mucho mayor fuerza sobre una persona y mayor injerencia, pero no quiere decir que tome el cien por ciento de control. Por ejemplo: Tenemos el caso en el evangelio de Mateo cuando le llevan a Yeshua a un joven endemoniado. Le dice el padre de éste: está lunático, el demonio lo echa al fuego, lo echa al agua, etc. Era por momentos, no era que satanás tomara total control de la persona, porque de ser así, ya lo hubiera matado. Como el otro caso que tenemos de estas personas que estaban en los lugares de los muertos, estaban encadenados y cuando Yeshua los libera, los manda a los cerdos. Y los cerdos, que no tienen esta facultad del libre albedrío o esta fuerza para contener esa voluntad, son llevados al precipicio y luego ahogados por estos demonios.
Para resumir y enfocarnos en esta posible respuesta a si Judas pudo haber decidido no traicionar a Yeshua. Es sí. Como dice Rabí Akiva: “Todo está previsto, sin embargo, se otorga libertad de elección.” Todo está previsto por Dios, sin embargo, Él nos otorga un regalo maravilloso que es la posibilidad de elegir. Dios nos deja elegir cómo llegamos a ese destino. Porque vamos a llegar a un destino. Por ejemplo: vamos a ir de una ciudad a otra. Nosotros decidimos si vamos en barco, en tren, en avión, en bicicleta, caminando, en fin. Es de cierta manera, como la historia de Jonás. Dios tenía destinado para Jonás que fuera a la ciudad de Nínive, pero Jonás decidía cómo. Jonás tomó sus decisiones y ¿qué dijo Dios? Bueno, yo también tomo las mías. Te voy a mandar un pez y ese va a ser el transporte que te va a llevar a tu lugar de destino. Entonces nosotros, también podemos prever muchos acontecimientos con bastante precisión.
Por ejemplo: Si yo tomo un recipiente de vidrio. Y yo les pregunto: ¿qué pasa si suelto este recipiente? ¿Qué creen que pasaría? Se va a romper inequívocamente y se va a hacer pedazos. Pero no por eso, voy a ser menos responsable por el hecho de que ustedes lo sepan. El que Dios prevea el resultado de una decisión y sepa lo que va a suceder, no nos hace menos responsables a nosotros. Ese es uno de los argumentos para justificar muchas veces el pecado. Como diciendo: Si, de todas maneras, ya Dios lo sabía, ¿para qué me castiga? ¿Para qué castiga Dios a Adán y Eva, para qué les pone el árbol?, si Él ya sabía. Porque el que ya supiera lo que iba a suceder, no les quita responsabilidades.
¿Qué conlleva una responsabilidad cuando la cumplimos y la llevamos a cabo? Una recompensa. Y eso también es una muy buena noticia sobre lo que podemos hacer con nuestro libre albedrío. Entonces vemos y entendemos que también hay una justicia y que no solo existe el castigo por no obedecer. Si decidimos seguir la naturaleza divina y espiritual que Dios nos ha dado, si decidimos conocer cuál es la voluntad de Él y nosotros en nuestro libre albedrío buscamos hacer la voluntad de Dios, lo que está escrito que también va a suceder es que hay galardón y recompensa. Que también vendrá el amo y le dirá a su siervo: Bien, buen siervo fiel. En lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. Y con este premio del libre albedrío nadie tiene problema.
¡Qué maravilloso es nuestro Dios! Es un equilibrio entre nuestra libertad, nuestra capacidad de decidir, el respeto a ser los arquitectos de nuestro propio destino y al mismo tiempo la omnisciencia y el conocimiento de Dios sobre lo que va a suceder, se termina cumpliendo.
¿EN QUÉ NOS AFECTA EL NO PODER CONTROLAR EL FINAL DE NUESTRAS ACCIONES?
Esto es por lo que mucha gente se siente un títere. Como al final llega a un destino que tal vez no quería y luego se plantea: Aquí ya sabía Dios que iba a llegar y no estoy contento. Así que estoy descontento con haber tomado estas decisiones porque Dios permitió que las tomara. Eso es evadir nuestra responsabilidad. Pero yo quiero decirte algo: Si tú y yo, hemos conocido verdaderamente al Dios de la biblia, no tendríamos ningún problema con que Dios decida el final de la partida, del juego, de la obra. Dejar que Él escriba y dirija nuestra vida, porque sabemos que sus caminos para nosotros son y serán siempre para bien y para bendición. Si aprendemos a confiar en el Eterno no tendremos ningún problema, no tendremos temor o molestia a donde Él nos lleve. Y cuando conocemos su voluntad y de eso se trata en gran manera esta vida, el conocer la Palabra y el orar, entonces es más fácil llegar al destino bendecido y favorable para nosotros. ¿Quién podría elegir un mejor final para nuestra vida y para nuestras decisiones que Él? Si nosotros nos planteáramos cómo termina cada decisión que tomáramos, yo te aseguro que no sería tan bueno como Dios lo hace. Como dice el profeta Isaías: “sus pensamientos no son como nuestros pensamientos, y sus caminos no son como nuestros caminos. Como son más altos los cielos que la tierra así son sus pensamientos más que nuestros pensamientos y sus caminos más que nuestros caminos.”
Por último, esto no significa que pueda deliberadamente tomar malas decisiones, vivir en pecado y debido a su amor, Dios siempre nos va a dar un final feliz porque Él es bueno. NO. Dios no va a evitar las consecuencias de nuestras decisiones siempre. Él nos va a dejar estirar la mano y tomar del árbol el fruto prohibido y vivir esas consecuencias. Y también tomar otras decisiones que nos ayuden a retomar otra vez el camino con Dios. Yo creo que, por eso, la vida es toda una aventura, es maravillosa, única e irrepetible. Y cada vida es tan diferente, diversa, tan única. Y cada decisión nos va a llevar a tomar caminos también muy diferentes por supuesto. Y en lugar de preocuparnos o angustiarnos, al contrario, pensar que Dios al final está conduciendo nuestra vida, si le conocemos y sabemos cuál es su voluntad.
¿QUÉ VAMOS A HACER CON NUESTRO LIBRE ALBEDRÍO?
¿Qué vamos a hacer hoy que entendemos mejor esto con nuestro libre albedrío? Hay una opción que nos plantea Dios para el libre albedrío. Deuteronomio 30:19-20 “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.“ (RVR60). Aquí vemos un ejemplo más: Dios va a respetar nuestra decisión y nos dice: Por favor, escoge la vida. Yo te recomiendo, yo te aconsejo, no quiero interferir, pero si yo pudiera darte mi recomendación es: ¡Escoge la vida!
Pues sabemos que su voluntad siempre es agradable, buena y perfecta para nosotros. Así es todos los días: Aquí pongo la muerte, la maldición y la vida, la bendición. O nuestra decisión tomada con el libre albedrío, nos acerca a la voluntad de Dios o nos aleja de ella también con ese mismo libre albedrío. Por un lado, está nuestra responsabilidad al tomar decisiones y por otro lado, se cumple la perfecta voluntad de Dios para nuestro destino.
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