¿POR QUÉ AYUNAMOS EN YOM KIPPUR? 

Bienvenidos a “Respuestas en la Biblia”, la serie donde estamos estudiando la Palabra de Dios, a través de preguntas que ustedes nos hacen llegar y, pues, cubren muchos temas. El día de hoy vamos a estudiar la pregunta No. 108, ¿por qué ayunamos en “Yom Kippur” (Día del perdón)? Una de las fiestas, evidentemente, más importantes que podemos llegar a conocer mejor porque es una festividad que tiene mucho que ver con nuestra relación con el Mesías. 

Yom Kippur, es considerada una de las fiestas más solemnes e importante de todo el año. Es un momento único y particular en el que Dios nos llama a ponernos a cuentas con Él. Hoy, que estamos hablando sobre el tema del ayuno, probablemente, sea una de las preocupaciones de muchas personas cuando llega esta fiesta. Evidentemente, a nadie nos gusta ayunar, seamos honestos. Prácticamente, no conozco a nadie que diga que le gusta ayunar y que Yom Kippur sea su fiesta favorita. Si hiciéramos una rápida encuesta, seguramente pensaríamos en cualquier fiesta, excepto en Yom Kippur. Y una de las razones más importantes es esa: el ayuno. Lo que pasa es que, la comida y la bebida, es algo que sin importar de dónde venimos, nuestro nivel social, nuestro estado civil, donde nacimos, nuestra cultura, etcétera; la verdad es que todo el mundo disfrutamos de la comida. Además, es una necesidad física, no solamente un gusto. Es como Dios nos creó, nos hizo y diseñó. Necesitamos alimento. Desde que Adán estaba en el jardín del Edén, Dios lo pudo haber hecho sin esta necesidad; sin embargo, el hecho de ponerlo en un huerto y decirle: ‘Puedes comer de todos los árboles’ es porque Adán habría de tener esta necesidad y así sucesivamente todos los seres humanos. Un bebé, en cuanto nace, lo primero que necesita es, justamente, el alimento. 

Por tanto, el alimento es imprescindible y es uno de los deleites que nos podemos dar como seres humanos. Pero en Yom Kippur está totalmente restringido. Entonces, vamos a conocer hoy un poco más del porqué Dios ordenó este ayuno en particular para este día.

EL AYUNO: UNA MITZVA / MANDAMIENTO     

Analizando por qué debemos ayunar en Yom Kippur, lo primero que encontramos es que esto es una “mitzva” (mandamiento) y, así es como tendríamos que verlo para, tal vez, sentir un poco menos de presión y carga sobre esto. El saberlo nos puede hacer sentir que tiene un peso muy importante y eso, muchas veces, nos facilita el cumplirlo. Lo que les puedo decir es que, este es el único ayuno que aparece como obligatorio dentro de la Biblia. 

En el ámbito judío, seguramente, hemos escuchado de otros ayunos. Incluso, en el caso de Ester, en la fiesta de “Purim” (Suertes), se acostumbra a hacer un ayuno antes de la festividad. En el caso de “Pésaj” (Pascua), se acostumbra a hacer un ayuno de los primogénitos, también previo a la fiesta, ya que no se permite ayunar en la fiesta en sí. Hay otros ayunos como el ayuno de Gedalías que fue un gobernante de Judá que fue asesinado y, en conmemoración y como muestra de luto, se sigue guardando este ayuno. Algunos otros judíos ayunan en “Tisha b’Av” (Día 9 del mes de Av) donde se conmemora la destrucción de los dos Templos y otros sucesos fatídicos en la misma fecha. 

Pero, finalmente, el único ayuno como mandamiento en la Biblia, es este. Leyendo el Nuevo Testamento, nos damos cuenta de que el ayuno era una práctica, al parecer bastante común. Lo llevaban a cabo, principalmente, los fariseos y era algo comúnmente aceptado y reconocido. 

Vamos a leer la base bíblica a la luz de la Escritura en Levítico 23:27-32:

 “A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo. Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo. Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis. Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.” (Levítico 23:27-32 RVR60). 

Este es el pasaje que nos describe, lo que hay o no que hacer en la fiesta de Yom Kippur, aunque por ahora, solo nos estamos enfocando en el tema del ayuno. 

Algunos dirán: ‘Yo aquí jamás leí la palabra ayuno’. Nos dicen que el mandamiento es no ayunar y no hay ninguna palabra respecto a eso directamente. Vamos a leer con un poco más de detenimiento, pero efectivamente en el castellano, no aparece la palabra ayuno. Pero, si aparece e implica esto en el hebreo. El verso 27 nos dice: “A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.” La palabra alma, como dice la concordancia o diccionario Strong en hebreo, es “nefesh” que significa alma, antojo, apetito, cuerpo, estómago, intimidad. Generalmente, la hemos escuchado o conocemos como alma; sin embargo, nos damos cuenta de que también tiene otras acepciones o maneras de entenderse. Entre ellas están las palabras apetito, antojo, cuerpo o estómago. Así que, si lo que nos dice como precepto es que hay que afligir el antojo, afligir el apetito, afligir el cuerpo y el estómago. Creo que, no cabe la menor duda de que, no hay mejor manera de afligir el estómago que ayunando. No podríamos pensar que habría que darle algunos golpes, patadas o algo semejante. La manera de afligir el apetito y el estómago, es con el ayuno. Por eso, es que consideramos y se interpreta que el ayuno de Yom Kippur es un mandamiento. No es una opción o algo sujeto a interpretación. Realmente lo que nos dice aquí la palabra alma en hebreo es que, hay que ayunar para poder afligir el estómago, el cuerpo, el apetito. 

De hecho, la palabra afligiréis viene de una palabra hebrea que es “anah” que sería como menospreciar, deprimir, quebrantar, oprimir, sumiso. Entonces, ya encontramos la primera razón de por qué ayunamos en Kippur y es porque es un mandamiento y una manera en que logramos afligir el estómago, el apetito. 

ELEVAR EL ESPÍRITU   

Obviamente, hay más razones de por qué hay que afligir, en este caso, el estómago y, vamos a conocerlas. No solamente es por causarle dolor como tal, porque ese tampoco es el fin. La finalidad de Kippur no es crearnos un daño o lastimarnos, también debemos ser cuidadosos con ese principio y con la idea de que hay que sufrir solo por sufrir. No se trata de eso. Hay que enfocarnos en algo más. 

Una de las razones por las que también se nos ordena ayunar es porque primero, no podemos separar el cuerpo del espíritu. Sabemos que Dios nos hizo con un cuerpo, un alma o espíritu (vamos a utilizarlo en este caso como sinónimo), entonces somos seres duales que no podemos separar solo el cuerpo o solo espíritu, somos una unidad compuesta. Digamos que el cuerpo y el espíritu tendrían que trabajar en equipo y hacer un buen trabajo para lograr niveles espirituales altos y alcanzar la imagen y semejanza en la cual fuimos creados para aspirar a ser perfeccionados y ascender a un nivel mucho más alto del cual nos encontramos. Pero, el cuerpo no siempre nos ayuda, al contrario, a veces, está en nuestra contra. Dijo Pablo: ‘El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil’ y así es la situación y condición que tenemos. Por tanto, en esta ocasión, la aflicción de uno (el cuerpo) es la elevación del otro (“ruaj” / espíritu). Mientras uno disminuye, el otro incrementa. Cuando se aflige el cuerpo, se eleva el alma o espíritu. Y, a eso, todos, sin excepción, hemos sido llamados.

Y, como les decía, como a veces el cuerpo es un impedimento para que el alma o espíritu camine hacia los mandamientos, ahora le toca pagar un poco a ese cuerpo. Ya gozó mucho, ya disfrutó, porque bien que le damos al cuerpo lo que pide, entonces, ahora le toca sufrir y llevar esa carga para que el espíritu pueda elevarse y caminar hacia los preceptos y el perfeccionamiento que Dios quiere para todos nosotros. Pero, sobre todo, para que el espíritu camine hacia el sendero de la “teshuva” (arrepentimiento) y pueda llegar hacia la meta más importante de este día de Kippur que es, el arrepentimiento y tener un cambio positivo en nuestras vidas.

Entonces, el ayuno de Kippur es como decirle al cuerpo: ‘En esta ocasión no amiguito, esta vez no vas a ser una limitante, sino al contrario, vas a ser solamente el escalón para poder llegar a un nivel espiritual más alto’. Así que, vayamos avisándole a nuestro intestino, a nuestro estómago, que cuando llegue Yom Kippur, no habrá por ese día, ni alimento, ni bebida. Hasta un día después, tampoco es que nos desliguemos de ello. 

Me recuerda un poco la historia ficticia, por supuesto, de un Señor que dejó a cargo un jardín lindo, un huerto de árboles frutales, a un hombre ciego y a un hombre sin piernas y se va. Cuando regresa, se encuentra con la sorpresa de que alguien comió y disfrutó de los frutos que había dejado encargado que nadie tocara. ¿Quién se había atrevido a tomar de los frutos del señor de la huerta? El señor, entonces, llama a los responsables: al ciego y al que no podía caminar, y los manda castigar. Los demás se preguntan: ¿cómo es posible que ellos tuvieran la culpa, si uno está ciego y el otro no podía caminar? La respuesta es que ambos son muy listos y cuando se trata de hacer algo, se asocian. Esto sucede igual con el cuerpo y el alma, se asocian para muchas cosas buenas, pero también puede ser para muchas cosas malas. El hombre sin piernas era como el alma que, a lo mejor, tiene el deseo y la intención, pero no puede llegar porque no puede caminar, necesita de un vehículo o alguien que lo lleve. El hombre ciego era como el cuerpo, aunque no puede ver y, aparentemente, no se le puede antojar, pero sí puede caminar y convertirse en ese vehículo. Entonces, el hombre sin piernas vio los frutos, se los describió al ciego, al cual se le antojaron. Le dijo: ‘Tú me cargas a mí, yo me pongo sobre tus espaldas, te iré guiando por donde caminar, así nos acercamos al árbol y lo disfrutamos los dos’. A veces, así es la sociedad del cuerpo y del alma. A uno se le antoja y el otro es el que lo lleva. ¡Así pasa! Puede ser para algo bueno o para algo malo. 

Muchas veces, deseamos o anhelamos algo en el espíritu y el cuerpo nada más no quiere. O, a veces, el cuerpo está dispuesto, nos ayuda y nos lleva. Pero, en otras ocasiones, es al revés. A veces, al cuerpo se le antoja algo y, termina arrastrando al alma. Por tanto, parte de esta idea que tenemos del ayuno de Yom Kippur es que, estamos ayunando porque deseamos elevar nuestro espíritu. Deseamos llegar a instancias espirituales mucho más altas de las que hoy nos encontramos. Debemos de ver la fiesta de Yom Kippur así, como el momento y la oportunidad de elevarnos más espiritualmente de lo que hoy estamos. Esas oportunidades no se dan cada semana y no se repiten frecuentemente. Solamente es una vez al año de forma única. 

Yo los animo e invito a que, en la próxima fiesta de Yom Kippur recuerden esta historia del ciego y el hombre que no tenía piernas, de cómo se asocian y poder llevarlo ahora por el camino que nos va a elevar. 

EJERCER AUTOCONTROL      

Otra razón por la que es necesario este ayuno de Yom Kippur es porque necesitamos ejercer autocontrol. Necesitamos aprender a dominarnos y controlarnos para no dejarnos llevar por diferentes impulsos, incluyendo nuestras propias necesidades. Gran parte de los pecados que cometemos es porque no hemos aguantado la tentación. No todos tenemos la fuerza de voluntad y convicción. Hoy recordamos a “Yosef HaTzadik” (José), a quien se le presentó esta situación tan delicada con la esposa de su amo Potifar y fue capaz de huir. Lo cual fue una manera de soportar y aguantar la tentación. 

La comida es una de las tentaciones más complicadas. Por eso, hoy vivimos en un mundo lleno de tantas enfermedades como diabetes, hipertensión, obesidad porque es muy difícil llevar una dieta saludable y resistirse a las donas, los panes, las pastas, etcétera. Nos damos cuenta de que no es tan fácil y no es tan sencillo como parece dejar de comer. Yom Kippur es una gran oportunidad de ejercer autocontrol sobre nuestro cuerpo. 

Yom Kippur tiene tal solemnidad que la consecuencia de no afligirnos será que seremos cortados de Su pueblo, el Señor destruirá a la tal persona. Por eso, justamente, es que nos aguantamos y abstenemos del alimento en este día. Prácticamente, la gran mayoría, sabiendo la solemnidad e importancia de esta fiesta, nos tenemos que aguantar. Aunque no lo parezca, es un ensayo más para poder ejercer autocontrol y podernos fortalecer en nuestro espíritu y en nuestro cuerpo, lo cual puede llegar a ser muy difícil. 

Hay algunos experimentos sociales que se han hecho sobre las consecuencias que tiene, por ejemplo, un niño cuando se resiste a comer algún alimento como un helado. Les pusieron una bolita de helado sobre la mesa y les dijeron que, si resistían 30 minutos para no comerlo, les darían mucho más después. Evidentemente, los que resistieron, les cumplieron y les dieron una porción mucho más grande. Pero después se les dio seguimiento a estos niños y se dieron cuenta de que los que lograron resistir, fueron personas más exitosas en muchas áreas diversas. Esto nos hace pensar que, aquel que es capaz de resistir, someter su cuerpo y controlarlo, también va a lograrlo sobre muchos otros ámbitos de la vida que se le pueda presentar. 

Hay personas a las que les ofrecen dinero y no pueden resistirlo y lo toman. Otras personas, como José, con la tentación sexual, lo resistió, pero muchos otros jóvenes, sabemos que es la primera área donde caen. Así en muchas otras situaciones de la vida, necesitamos ejercer autocontrol. Debemos ser conscientes de que, aunque, el espíritu de Dios está en nosotros, muchas veces no podemos controlar ciertos aspectos, ya sea al hablar, en lo que comemos, etcétera. Por eso, Yom Kippur es una manera más de fortalecer este autocontrol y de prepararnos para soportar más tentaciones. Al lograrlo, adquirimos confianza, porque nos decimos: ‘Si yo pude hacer esto, también podré hacerlo en otro ámbito o área de mi vida’. 

Como decía el Apóstol Pablo en 1 Corintios 9:27:

 “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” (1 Corintios 9:27 RVR60).

 Esto de golpeo mi cuerpo, no es que tal cual, se estuviese golpeando, sino que es la idea de que es capaz de someterse él mismo; es decir, su cuerpo bajo sujeción. En otras palabras: ‘Yo no dejo que mi cuerpo me domine. No me voy a dejar ganar, ni llevar por mi cuerpo, aun en mis necesidades básicas, soy capaz de dominarlas y de controlarlas’. Yom Kippur es eso, es una manera en la que nos ponemos nosotros mismos a prueba para darnos cuenta cómo está nuestro autocontrol y qué tanto estamos ejerciendo dominio sobre nuestro cuerpo. ¿O es el cuerpo el que nos domina? Entonces, por eso es importante esta cuestión de los ayunos. Hoy en día vivimos en una sociedad, incluso en varios círculos psicológicos que nos dicen: ‘No te limites. Si lo sientes, hazlo. No te refrenes’. Casi como si no importaran las consecuencias, pero esa actitud, por supuesto, que también trae consecuencias. 

En este caso, el autocontrol no significa una vida de abstinencia o aburrimiento, simplemente se trata de que, somos capaces de controlar nuestro cuerpo para que no nos domine en estas instancias.   

HUMILDAD E IGUALDAD CON OTROS, EN EL AYUNO DE YOM KIPPUR           

Otra razón importante por la que podemos mencionar que Dios ordenó el ayuno en el día de Yom Kippur, es porque este nos va a ayudar a tomar una perspectiva de humildad, en el que todos somos iguales delante de Dios. Uno de los aspectos sociales que más puede diferenciar a una persona de otra es, justamente, en el tema de los alimentos. ¿Dónde comen las personas? ¿Qué toman y beben? Hay cuentas de restaurantes que podrían ser el salario de un mes de cualquiera de los empleados del lugar. Es increíble que una persona o personas se puedan comer ese importe, por decirlo así, de una sentada. 

En los días de la Biblia, sobre todo, cuando las personas vestían ropa similar, usaban el mismo tipo de transporte y no había tantas distinciones entre unos y otros, lo que sí marcaba una diferencia era en el tipo y cantidad de comida. Eso prevalece, incluso, hoy en día. Sin embargo, en Yom Kippur, resulta que todos somos iguales: el pobre, el rico, el que tiene en casa los más suculentos manjares o el que tiene un solo plato de arroz. Todos, sin excepción, estamos en las mismas condiciones. Yo creo que, eso es algo que también el Eterno busca que haya en su pueblo: igualdad.        “Yeshua” (Jesús) dijo: ‘Ustedes son hermanos, es decir, ustedes son guales’. ‘No se vean como que uno sea superior al otro’. En este caso, en cuestión del alimento, puede haber esa diferencia. Pero, en cuestión del ayuno, nos pone a todos en la misma condición delante de Dios. Por eso, el ayuno nos da una perspectiva de humildad. Así, cuando el que tiene mucha comida (y eso no es necesariamente ser rico), porque si las personas de los días de la Biblia hoy vieran todo el alimento que tenemos almacenado en el refrigerador, la alacena y en bodegas, esas personas pensarían que somos super ricos. Ahora, no tanto en la cuestión económica sino en la cuestión del alimento, cuando tenemos hambre nos ayuda a reflexionar y pensar en los que no tienen para comer constantemente. No sé si te haya tocado vivirlo, pero a veces, les decimos a nuestros hijos: ‘Si no te comes toda tu comida, no tienes idea cuántos niños en África, quisieran poder comer eso’. Sin embargo, ese ejemplo no funciona, porque nuestros hijos, ni han estado en África, ni han visto los niños de ese continente, ni han tenido el hambre de esos niños. Ni nosotros tampoco. Pero, sin ser tan drásticos, al menos, el hacerles sentir hambre o que nosotros sintamos hambre, nos hace pensar justo en eso. Lo que nos lleva a ser humildes, a apreciar y valorar hasta un vaso con agua. Ya que, una de las cosas más complicadas del ayuno de Yom Kippur, es no solo la abstinencia de alimento, sino la de líquidos. Por eso, a veces, lo que más empieza uno a resentir en ese ayuno, más allá del alimento, es la bebida, los líquidos.   

Fíjense cómo pasamos a un estatus de humildad y sencillez. En ese momento, nos podríamos comer cualquier pieza de fruta o verdura que, muchas veces, no nos gusta o que no es nuestra favorita. Ahí, en Yom Kippur, créanme que se nos despierta el apetito, aun por lo que menos pensaríamos que se nos antojara.  Esto es algo valioso y poderoso que solamente cuando lo experimentamos, nos permite entender a una persona que tiene hambre en la calle. De otra forma, no es posible. 

Creo que, de alguna forma, Dios nos da una probadita de lo que viven otras personas, casi a diario o muy seguido, para que también nosotros seamos humildes y agradecidos. Para que nos demos cuenta de lo mucho que tenemos y cómo a veces nos quejamos, porque estaba cerrado el restaurante que queríamos o porque no comimos lo que nos gusta y despreciamos otro tipo de alimentos. Entonces, esta es una gran oportunidad que nos damos como familia y de manera individual, para reflexionar, caminar en humildad y reconocer, por supuesto, todo lo que nos da Dios para ser agradecidos. 

BUSCANDO SER MÁS COMO ÁNGELES          

Otra razón más que nos lleva a considerar el porqué de este ayuno, lo cual es una idea simplemente, pero me parece muy acertada y sabía es que, ese día, somos comparados a los ángeles. Por eso nos vestimos de blanco. De la misma forma que un ángel está desprovisto de cuerpo físico y no necesita alimentarse; también nosotros nos abstenemos de comer y beber. Es como si fuera un mensaje que le damos a nuestro cuerpo diciéndole que buscamos otro nivel espiritual más alto, en el que no necesitamos comer, ni beber, ni estar al tanto de nuestro cuerpo, porque no nos enfocamos en lo material, sino en lo espiritual. 

Por eso, en Yom Kippur, está prohibido bañarse, usar cosméticos, tener intimidad con nuestro cónyuge, usas zapatos de cuero (porque eran considerados un objeto de lujo dentro de las comunidades judías), tampoco debemos estrenar nada, ni presumir algo. Es como despojarnos de todas las cosas con que consentimos a nuestro cuerpo. A veces, no nos damos cuenta, pero así es. 

Alejarnos de los asuntos terrenales nos ayuda a enfocarnos en objetivos más elevados, a tener un enfoque mucho más relevante que, comer, beber y vestir, si no en cuestiones que trascienden mucho más. Por eso, parte de la razón de este ayuno es: elevarnos, aspirar a una condición mucho mayor como la de los ángeles que no están preocupados en qué van a comer, beber o vestir. Eso se lo dejamos a los terrenales, para caminar hacia lo espiritual. Los sabios dicen que cuando regrese el Mesías, todos los días de ayuno se convertirán en fiesta y alegría. Ya no habrá más necesidad de ayunar.

LA MUERTE CHIQUITA O MORIR DE AMOR  

Otra razón peculiar por la que ayunamos, aunque tal vez, no la hayamos pensado, es algo a lo que yo le llamo: ‘Que estamos dispuestos a morir de amor’ o, coloquialmente, la muerte chiquita. ¿A qué se refiere esta idea? Obviamente, cuando una persona deja de comer, se siente mal. Algunas dejan de comer 3 horas y ya se están desmayando. Una persona puede durar en ayuno muchos días, pero sin beber líquidos, realmente poco tiempo. Si nos ponemos a pensar, nuestra vida es realmente frágil. Hay creaturas que pueden pasar muchos días sin comer, ni beber, pero al menos, nosotros no estamos diseñados para hacerlo. Entonces, a Yom Kippur le podríamos decir como si fuera la muerte chiquita, porque según estimaciones médicas y científicas, una persona promedio (lo que puede variar dependiendo de la condición física y estado de salud), puede durar sin comer 40 días aproximadamente. Pero sin beber líquido, solamente de tres a cuatro días. Algunos dicen que, si el ayuno es total, serían solo tres días como máximo lo que una persona podría durar con vida. 

¿Qué sucede entonces? Cuando estamos ayunando, estamos a “2/3 de morir”. Estamos en el camino que, en caso de seguir ayunando, nos llevaría a la muerte. Tampoco quiero asustar a nadie así al extremo. Eso sucedería solamente si lleváramos el ayuno así de fuerte y drástico por muchos días. Sin embargo, de cierta manera, es como el camino hacia la muerte. Tenemos tal compromiso con Dios, que es como una manera de decirle: ‘Señor, te amo tanto, que yo sé que esto que estoy haciendo me puede conducir a la muerte. Pero estoy dispuesto a hacerlo porque te amo y quiero obedecerte porque este es un mandamiento y sé que esto es lo que tú deseas de mí’. Por eso les digo, que es como morir de amor. Porque si pensamos en dar la vida de otra manera para morir por alguien, sería como recibir la bala o la flecha. Pero morir de hambre sería extraño, raro. Pero en este caso, es una manera en la que le decimos al mundo que nuestro amor por Dios es tan grande que estamos dispuestos a morir por Él, si fuera necesario. 

Tampoco nos asustemos y a los niños, no se asusten. No van a morir sus papás, créanme, ninguno de ellos. No solo ayunamos para afligir el cuerpo, sino por esta manera de decir: ‘Te amamos Dios. Tú eres lo primero en nuestra vida y sé que nuestro cuerpo no va a estar contento, nuestro estómago se va a enojar, pero no me importa que mi cuerpo se enoje y se queje: Tú estás en el primer lugar de mi vida. Tú eres más importante que mi cuerpo’. Creo que este es un mensaje poderoso que nos damos a nosotros mismos, al mundo y a nuestros hijos también. Me parece que es un gran testimonio para otras generaciones. 

¿QUIÉNES DEBEN DE AYUNAR Y QUIÉNES NO? 

Lo primero que debemos saber, lo repito, es que el ayuno de Yom Kippur es un ayuno total de alimentos y líquidos. Este ayuno debe de iniciarse como leímos en Levítico 23, desde el día 9 del mes séptimo por la tarde. No se especifica el horario, pero universalmente, se acepta y considera que, sea al menos una hora antes de que haya oscurecido. Cada quién se hará responsable de hacer el cálculo y la estimación para poder ayunar a la hora que corresponda en cada ciudad en donde se encuentre. Solamente no debe ser hasta que oscurezca, sino que debe de ser una hora antes. 

¿Quiénes no deben de ayunar? Aquellas personas que se encuentran verdaderamente enfermas o que puedan llegar a enfermarse a causa del ayuno, no deben ayunar en Yom Kippur. Hay que aclararlo: tampoco debemos hacer el ayuno para dar la vida literalmente, porque un muerto no puede guardar mandamientos y, para Dios, valemos más estando vivos. Le importamos más en este sentido teniendo vida. Pero, el resto de las personas se considera que sí debe ayunar. 

¿A qué edad podemos considerar que debe uno ayunar? En el caso de los varones, se considera que, a partir de los 13 años y de las señoritas a partir de los 12 años. ¿Por qué a estas edades específicas? Comúnmente en el judaísmo, se dice que a los 13 años un joven adquiere la conciencia de sus actos y, con ello, se le hace responsable de guardar por sí mismo los mandamientos. Aunque a los 13 años siga siendo dependiente de sus padres, debe llevar a cabo este ayuno. En el caso de las jóvenes, como suelen madurar antes que los chicos, se hace a los 12 años. Los niños más pequeños, no están, como tal, obligados a hacer el ayuno, pero si es bueno irlos habituando y acercando a los mandamientos. En este caso, se les puede dar porciones de comidas mucho más reducidas, evitando golosinas o alimentos que les gusten mucho. Alguien decía por ahí, ‘Denles verduras y verán como se afligen’. Podría ser el caso y la estrategia para que comiencen a comer algo que no habían querido. En el caso de niños más pequeños dependerá de su edad y del criterio de los padres. Podría ser el comenzar a prolongarles el tiempo entre una comida y otra para que también comiencen a tener un poco de esta percepción. Tampoco se trata de hacerlos sufrir o poner en riesgo su salud, pero me parece importante que, si podemos ir acercando a nuestros hijos poco a poco a cada uno de los mandamientos (y este es uno de ellos), lo vayamos haciendo. 

¿Qué sucede con las mujeres embarazadas? A pesar de reconocer que la condición de la mujer embarazada es más delicada, no significa que no pueda ayunar. De hecho, la “Torá” (Instrucción, ley), no considera que ayunar un día en determinado como Yom Kippur, ponga en riesgo la salud. Por tanto, se considera que una mujer embarazada, podría ayunar. Ahora, si el médico por alguna cuestión considera que ayunar pudiera poner en riesgo la salud de la mujer o la salud del bebé, evidentemente, no lo podrá hacer. O tendrá solamente que reducir sus porciones de comida, hacer un ayuno parcial, en fin. Bíblicamente, no hay una excepción por las mujeres embarazadas. 

En el caso de las mujeres que están amamantando a sus bebés, aunque no se recomienda un ayuno de líquidos, porque se les puede ir la leche, poniendo en riesgo la salud del bebé. Pero, se pueden abstener de alimentos, más no de líquidos. Si se busca guardar el mandamiento, también en días previos, hay mujeres que toman más agua y se sacan la leche para tenerla almacenada para Yom Kippur o le pueden dar fórmula si el bebé ya la está tomando. Queda a criterio de la mujer. En caso de que no se quiera arriesgar a quedarse sin leche, que solo se abstenga de alimentos y que ingiera agua. De esa manera se acerca al cumplimiento del mandamiento. 

EL AYUNO DE YOM KIPPUR NO ES DIETA PARA BAJAR DE PESO  

Finalmente, como conclusión, debemos recordar que este ayuno no es una dieta para bajar de peso. No es la intención de ninguna manera. El objetivo del ayuno no es solo prescindir de comida, bebida y otros goces, solamente porque sí. El ayuno es una herramienta para provocar en la persona un estado de búsqueda de mejoramiento personal y colectivo, que cambie en su estado de ánimo para llevarnos a una reflexión profunda y un compromiso para cambiar positivamente nuestra conducta. Y lo más importante, llevarnos a la “teshuva” (arrepentimiento). El ayuno simplemente es como un medio. 

Yo sé que tiene mucho peso el tema del ayuno, porque todos necesitamos comer, pero tampoco tenemos que centrarnos y enfocarnos en que eso es todo o lo más importante, solo es un medio para llevarnos a un fin. El fin es el arrepentimiento, es el cambio, ponernos a cuentas con nuestro prójimo, pedir perdón o perdonar y acercarnos a Dios con todo esto. Esto es el objetivo. La aflicción solo es el medio para acercarnos y para enchufarnos a ese momento especial. Tampoco lo veamos como el centro del día o el aspecto más importante de todos. El ayuno es solamente parte de lo que se hace en Yom Kippur.  

Pensando un poco en las personas que tienen una situación de salud como diabetes o enfermedades crónicas, es importante considerar este estado de salud y preguntar al médico, si es necesario, si pueden o no hacer el ayuno o si de alguna manera lo podrían hacer. Hay personas que, por sus condiciones de salud, no pueden ayunar las 25 horas que implica el ayuno, pero a lo mejor, si pueden ayunar doce o dieciséis horas y con eso sea suficiente. 

Para concluir, el ayuno es abstinencia de alimentos y líquidos. 

Si fue de bendición para ti, no olvides compartir. 

Que el Eterno te bendiga: ¡“Shalom” / Paz!

 

CategoríaYom Kippur
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