
¿POR QUÉ DIOS ACEPTÓ EL SACRIFICIO DE YESHUA?
Estamos en un estudio más de la serie “Respuestas en la Biblia”, donde estamos conociendo diferentes temas de las preguntas que ustedes nos hacen llegar. El día de hoy vamos a abordar un tema muy importante que está conectado con nuestra redención y salvación. Hace unos días concluimos el estudio del evangelio de Mateo y en el capítulo 28, es el único evangelio que relata que algunos de los fariseos y de los líderes del Templo acudieron con Pilato para que pusiese una guardia pensando que los discípulos pudiesen robar el cuerpo de “Yeshua” (Jesús), ya que él había dicho que iba a resucitar y tenían el temor de que se difundiese una mentira. Sin embargo, fue evidente no solo la resurrección, sino la manifestación del ángel que desciende remueve la piedra y causa temor en los soldados cuando ellos van a notificar a los líderes, quienes deciden sobornarlos con mucho dinero para que proclamen la mentira de que se quedaron dormidos y sus discípulos robaron el cuerpo. Este es uno de los muchos argumentos que se han levantado en contra de Yeshua, su identidad y obra. Por lo que, yo quiero que cada uno de nosotros estemos realmente capacitados y preparados para dar una respuesta con sabia mansedumbre cuando seamos cuestionados sobre nuestra fe.
La pregunta de hoy me parece muy importante, para reafirmar nuestra fe. Aunque sé que algunos no tendrán duda en cuanto a la pregunta. Pero, tampoco tenemos la claridad y el entendimiento tan profundo sobre este tema como para dar una exégesis monumental o una cátedra, obviamente no. Pues considero que va a ser una respuesta breve y concisa que nos de los elementos necesarios para poder responder esta pregunta. Considero que soy el primero al que le falta profundizar aún más sobre el tema. Y quiero seguir aprendiendo y reafirmando lo que la Biblia nos ha mostrado hasta el día de hoy.
Como ya mencioné, la pregunta está ligada a un argumento muy conocido para desacreditar la obra de Yeshua y es: ¿cómo puede aceptar Dios el sacrificio de Yeshua, si Él no acepta sacrificios humanos? Principalmente, en el ámbito judío ortodoxo, es una forma de desacreditar la obra de Yeshua para negar que él sea el Mesías, así como el sacrificio escogido por el Eterno para la redención de los pecados. También decía yo, van a sobrar argumentos que van a buscar desacreditar y desestabilizar el camino de nuestra fe, el cual nunca va a ser fácil. Por tanto, debemos estar preparados para los cuestionamientos. Ya que no siempre van a ser suficientes las respuestas de que: “Hay que tener fe”, “Hay que confiar” o, “Solo Dios lo sabe”, porque esas líneas no van a convencer a muchos. Tenemos que estar primero convencidos y entender, en la medida de lo posible, cada una de las preguntas que vienen a nuestra fe.
Vamos a analizar entonces el planteamiento de: si Dios no acepta sacrificios humanos, ¿cómo pudo el Eterno aceptar el sacrificio de Yeshua? Porque si no lo aceptó, entonces, nosotros estaríamos completamente perdidos y habríamos depositado nuestra fe en algo que el Eterno no aprueba.
SACRIFICIOS HUMANOS
Primeramente, hablando del tema de los sacrificios humanos, es evidente en el “Tanak” (acróstico del llamado Antiguo Testamento), que el Eterno condena los sacrificios humanos. Vamos a leer dos citas para tomar este principio.
La primera en Levítico 20:2-3:
“Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará. Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando mi santuario y profanando mi santo nombre”. (Levítico 20:2-3 RVR60).
Lógicamente, no se refiere solo al sacrificio a Moloc, sino a cualquier otra deidad. Lo que sucede, es que en aquellos días Moloc era el “dios” conocido porque se le ofrecían este tipo de sacrificios humanos, que principalmente eran de niños.
Ahora vamos a leer Deuteronomio 18:10:
“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero,”. (Deuteronomio 18:10 RVR60).
Es muy evidente que Dios no acepta sacrificios humanos, mucho menos entregados a deidades. Pero, no solo se limita a cultos de “dioses” ajenos. Aun cuando fueran para Él, tampoco los acepta como dice: Deuteronomio 12:31-32:
“No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aún a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás.” (Deuteronomio 12:31-32 RVR60).
Todas esas cosas abominables, que el Eterno aborrece, pero que ellos hicieron, se refiere a todos esos pueblos que ocupaban la tierra, razón por la cual los estaba sacando de ella, pues aun a sus hijos e hijas quemaban en el fuego a sus “dioses”. La advertencia es: ¡Tú no lo hagas! Ni, aunque sea para mí, dice el Eterno, porque aborrezco ese tipo de pecado. Ahora, hay un detalle, por llamarlo así en el libro de éxodo, donde todo primogénito que abriere matriz, le pertenece al Eterno. Sin embargo, en el caso del hombre (ser humano), el mandato es: redimirás al primogénito por medio de un cordero.
Entonces, todo le pertenece al Eterno, todo tenía que ser llevado a Él, pero en el caso de los hijos primogénitos, tienen la obligación los padres, de redimir a los hijos. Era un mandato que estaba atado. Por un lado, tienen que entregar a su hijo, pero por el otro lado, tienen que redimirlo también. Por tanto, estos principios no se contraponen porque Dios mismo, dio la salida con la redención de los primogénitos.
LA AKEDA DE ITZAK (ISAAC) / LA ATADURA DE ISAAC
Decíamos, hoy en día, millones de personas tienen puesta su fe en el sacrificio de Yeshua. Si Dios no acepta los sacrificios humanos, ¿cómo es que Dios sí aceptó el sacrificio que hizo Yeshua en nuestro favor? Vamos a revisar que esto no es algo que sea ajeno o en contra de la misma Torá, aunque hoy en día, sea un argumento que se utiliza en el judaísmo ortodoxo para desacreditar a Yeshua. Ellos dicen que es una idea / invento de los cristianos, que es una abominación y, por tanto, es en vano creer y confiar en que somos salvos / redimidos por medio del sacrificio de Yeshua.
Vamos a abordar el tema más profundamente para lo cual vamos a recurrir a un principio muy importante dentro del mismo judaísmo que, aunque está basado en la Escritura, se ha desarrollado de una manera tan interesante, que no cabe duda de que termina por validar el sacrificio de Isaac en favor de su pueblo. En Génesis, capítulo 22, dice de manera muy interesante, para quien no conoce la historia: Dios ordena a Abraham que sacrifique a su único hijo Isaac. Sin duda, esta se considera la prueba más grande que vivió Abraham y, posiblemente, también para Isaac. Se le da esta ordenanza a Abraham: “sacrifica a tu hijo, tu único a quien amas, vete a la tierra de Moriá, ofrécelo en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. De acuerdo con la tradición judía, ese monte es el mismo Monte del Templo, donde se encontraba en aquellos días el Templo de Salomón. Y pues Abraham obedece, se va de mañana muy temprano con Isaac, lleva unos siervos consigo, llevan la leña. Al tercer día dice que Abraham vio el lugar, dejó a sus siervos y les dijo: Ustedes quédense aquí, nosotros iremos, adoraremos y volveremos a vosotros. Abraham consideraba que, aunque estaba dispuesto a sacrificar a Isaac, algo haría el Eterno que provocaría que volvieran Padre e Hijo, una vez más.
Entonces: ¿en qué creyó Abraham, que, incluso, le fue contado por justicia? Creyó en la resurrección. Y es curioso, porque mientras van subiendo por este monte, Isaac se da cuenta de que falta algo, porque le dice: Padre está la leña, está el fuego, ¿dónde está el cordero para el holocausto? Abraham le contesta que Dios se proveería de un cordero, es decir, el holocausto. Cuando finalmente llegan a la parte indicada, Abraham levanta un altar y, entonces, ató a Isaac y lo puso en el altar sobre la leña. A este pasaje, en el ámbito cristiano, se le conoce como el sacrificio de Isaac. Cosa curiosa, porque no fue un completo sacrificio. Y, en el ámbito judío, se le conoce como la atadura de Isaac. Por tanto, este pasaje, se centra, principalmente, en la figura de Isaac.
Hay otros detalles muy curiosos sobre este pasaje, porque de acuerdo con los rabinos, Isaac tendría alrededor de los 30 y 33 años. No es casualidad este número, conectado con la obra y la edad en que Yeshua lleva a cabo su sacrificio. Otro paralelismo demasiado evidente es que Isaac sube con el madero, en el cual va a ser sacrificado. Es inevitable pensar, que Yeshua llevó a cabo exactamente lo mismo. De acuerdo con el “Zohar” (libro de interpretación mística de la Torá), se considera que este sacrificio que estuvo dispuesto a hacer Isaac, en obediencia a Abraham, fue justo en los días de “Pésaj” (Pascua). Creo que hay demasiada conexión: Isaac, Pésaj, la redención, en fin.
Recordando un poco más de la historia: Abraham está dispuesto a clavar el cuchillo, cuando de pronto, el ángel del Eterno le da voces diciendo: “Abraham, Abraham, no extiendas tu mano sobre el muchacho, no le hagas nada. Yo conozco que temes a Dios, por cuanto no rehusaste a tu hijo, tu único”. Ahí es cuando Abraham voltea y ve a un carnero, aunque había pensado que era un cordero, trabado en un zarzal. Al final, sabemos que termina bajando Abraham con Isaac y yo le agrego con dos “shofarim” (cuernos de carnero). Es una historia increíble que apunta a la obra de Yeshua, prácticamente, en todos los sentidos. Y este pasaje es tan relevante en el judaísmo, que los sabios consideraron que no debía haber una generación que no recordara esto todos los días. Por tanto, se estableció dentro del libro de rezos diario más importante para todos los judíos observantes, antes de la sección de “amidá” (sección principal del rezo), un rezo o declaración particular conocida como “la akeda de itzak” (atadura de Isaac). El énfasis en el judaísmo es: la figura de Isaac, como ese hijo obediente, como siervo que cargó sobre sí mismo el madero en el cual estuvo dispuesto a ser sacrificado. Y realmente hay un gran mérito, porque si pensamos que Isaac no tenía la edad de un infante (como a veces lo muestran en las imágenes o películas), sino que era un hombre adulto que pudo haber huido, se pudo haber rehusado o alguna otra cosa más para evitar el sacrificio. Pero no, se dejó atar, fue obediente y puso su vida en obediencia a su padre.
Dentro de la lectura que se hace de estos rezos y, que se repite todos los días en el “Sidur” (libro de oraciones diarias) -les muestro la versión “Bircat Shelomó”– es muy popular en el judaísmo porque es un libro de cabecera para leer diariamente. Yo les leo literalmente del “Sidur” la página 17 donde viene el pasaje escrito de Génesis, capítulo 22 y al final de la sección dice: “Sea tu voluntad, oh Eterno, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, que te colmes de misericordia hacia nosotros. Y de este modo, por la abundancia de tu misericordia, recuerda para nosotros la atadura a la que fue sometido nuestro padre Itzak, hijo de nuestro padre Abraham, de bendita memoria. Y contempla sus cenizas a fin de tener piedad de nosotros y abolir todos los decretos duros y nefastos que pesan sobre nosotros. Y haz que alcancemos el mérito de retornar a Tu presencia con un arrepentimiento sincero. Sálvanos de la mala inclinación y de todo pecado e iniquidad. Y alarga nuestros días para bien y nuestros años con dulzura”. Los sabios decretaron que lo que hizo Isaac no podía pasar desapercibido, no se podía olvidar. Hay que tener presente, todos los días, este sacrificio y obra de Isaac. Que se considera que lo hizo como una sombra de lo que sería la redención. Como leímos en la oración que se lee a diario, que se fundamenta no solo en su sacrificio, sino en sus cenizas. Es muy curioso que el texto diga: Y contempla sus cenizas. Como si Isaac hubiese sido sacrificado, lo cual es extraño. Como si estas cenizas fueran una fuente del mérito de expiación a favor de Israel. Así es como se considera, a favor de todos. Incluso, un pasaje de la “Kábala” (estudio místico de la Torá), se dice que recitar cada día la porción relacionada con la “Akeda de Itzak”, nos permite expiar todos nuestros pecados y crear un escudo de protección contra toda enfermedad, el cual cancela la muerte de la humanidad. ¡Así de importante se considera a la obra que hizo Isaac en el Monte Moriá! Aunque no estamos de acuerdo con esta declaración de la Kabalá, porque nos parece demasiado. La cito porque nos ayuda a entender el pensamiento judío, sobre la base de que, por un justo que voluntariamente da su vida en obediencia (y ese es el mérito), puede existir no solo la redención, sino la idea de la resurrección. Ya que trasciende más allá de ser un solo sacrificio por una causa. Incluso, por las cenizas va a venir la vida nuevamente. Entonces, la idea de las cenizas, por el concepto también bíblico del sacrificio llamado en hebreo “Olá” (holocausto), que implica elevación. Este tipo de ofrendas que se llevaban al Templo, eran una ofrenda donde el animal que se presentaba, se le ponía las manos sobre la cabeza del animal, se confesaban los pecados y la idea principal es que la víctima se quemaba completamente en sacrificio y esa ofrenda, ese humo, subía como un olor agradable delante de Dios, representando una entrega total.
Este relato, sabemos la historia porque la Biblia es muy clara, Isaac no fue sacrificado, tampoco fue quemado de manera “peshat” (literal), pero simbólicamente sí. Para Abraham, su hijo ya llevaba tres días muerto, porque dice: al tercer día. La esperanza que él tenía no era que, a la mera hora, Dios le diría que no. Su esperanza era que, aunque él lo sacrificara como Dios le había prometido de él una descendencia y más promesas, Dios lo resucitaría. ¿Cómo? Abraham no lo sabía, pero fue el primero en creer en la resurrección de los muertos.
Dice un pasaje muy curioso en el “Midrash” (conjunto de interpretaciones homiléticas de las partes no legales del “Tanak”) en el Pirkei de Rabí Eleazer 30: “Cuando la espada tocó el cuello de Isaac, su alma salió de su cuerpo, pero cuando la voz del ángel emergió de entre los querubines diciendo: “No extiendas tu mano”, su alma volvió. ¿Qué se explica de esto que es una exégesis en el judaísmo? Que Isaac le dio un vistazo a la resurrección. Que los muertos se levantarían y volverían a la vida, tal como lo había hecho él. Y, por eso, se dice que, en ese momento, se compuso la segunda bendición de la plegaria de la Amidá, que es: “Bendito eres tú, Señor, que revive a los muertos”. E inmediatamente después que se lee el pasaje de la “Akeda de Itzak”, se leen unas bendiciones que tienen que ver con la resurrección. Yo sé que puede ser rápida toda esta información, pero quiero darles el argumento y la idea de que un justo esté dispuesto, por obediencia, a ser sacrificado, no es ajeno, ni al judaísmo, ni a la Torá misma. Entonces el pasaje de Isaac está conectado con la redención, con la obediencia y, como decía yo, con la resurrección.
Isaac personifica la resurrección y hay muchos otros puntos en que podemos conectar la vida de Isaac con la del Mesías. Ahora bien, por “Kal va’omer” (pesado y liviano), hoy se considera que, por los méritos de los patriarcas, como lo ven los rabinos y los judíos observantes, en especial del patriarca Isaac, podemos tener derecho a la resurrección, es decir a la vida eterna y a la redención. ¿Cuánto más por la obra y por los méritos del Mesías? Es evidente y lógico que al igual que Isaac en obediencia a su padre, Yeshua subió cargando un madero para llevar a cabo una obra de redención, siendo Él plenamente justo. Entonces, no debiera ser tan extraño para un judío pensar que, el sacrificio que hizo Yeshua está ajeno al entendimiento judío, ya que uno de los pasajes más importantes y que se lee diariamente por millones de judíos, no puedan ver que Yeshua también llevó a cabo la misma obra. Y, esto se refuerza cuando encuentras los paralelismos en sus vidas, a un nivel “sod” (secreto) o “drash” (pistas), donde sus vidas están totalmente conectadas.
POR LOS MÉRITOS DE UN TZADIK (JUSTO)
Vamos a ver que esta idea de que, por los méritos de un justo, en hebreo se le conoce como “tzadik”, también existe una expiación. Veamos estos ejemplos que están en la Escritura, porque no son del judaísmo o del Talmud, están en nuestra Biblia y son importantes conocerlos:
- Finees: Números 25:6-13:
“Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión. Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel. Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil. Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel”. (Números 25:6-13 RVR60).
Una historia de la vida real y, para tomar un poco de contexto, en el libro de números en general, el pueblo se encuentra morando en el desierto en la región de Sitim. De pronto, el pueblo se destrampa y comienza a fornicar con las hijas de Moab. Empieza la idolatría total, porque fornicación e idolatría son dos cuestiones muy relacionadas. El punto aquí es que se levanta un celo por Dios y Moisés como portador de los jueces dice: “Hagamos una purificación entre el pueblo y, aquellos que se han aparatado y se han ido a la apostasía, van a tener que morir”. Así que, se da esta situación terrible de mortandad, muy trágica y fuerte. Y luego viene un varón de los hijos de Israel a traer a una mujer madianita, delante de los ojos de Moisés. Más Finees el hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, alanceó a ambos, apartando la ira de Dios, de los hijos de Israel, por cuanto hizo expiación por ellos. Es decir, por la obra, por esta acción que llevó a cabo Finees, por este celo de Dios, que juzgó la idolatría y la fornicación, haciendo esta expiación a favor del pueblo.
Este es un ejemplo, de cómo una obra muy drástica de celo de Dios termina trayendo el mérito de expiar al resto del pueblo.
- Aarón:
Números 16:41-48:
“El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová. Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de Jehová. Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de reunión. Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros. Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado. Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad”. (Números 16:41-48 RVR60).
Una vez más, el contexto es una situación muy difícil de pecado después de la rebelión de Coré. La idea es que iba pasando el fuego, una neblina o un ángel por en medio del pueblo trayendo mortandad, lo que hizo reaccionar rápidamente a Moisés y Aarón. Siendo este último quien, trayendo el incensario, se puso entre los vivos y los muertos para que cesara la mortandad. Ya para ese entonces, dice el verso 49: “los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré”. Así que, esto estaba tremendo. ¡Dios iba a acabar con todos! Hasta que viene Aarón y hace expiación, por medio de este incienso, por todo el pueblo.
- Moisés: No podía faltar “Moshé”.
Éxodo 32:30-32:
“Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”. (Éxodo 32:30-32 RVR60).
- Es el pasaje del becerro de oro, tremendo pecado que comete el pueblo, que los hacía acreedores a la muerte por simplemente haber roto el pacto de fidelidad de la Torá. Y Moisés está dispuesto a poner su vida en expiación por los demás. Es decir, Moisés le estaba diciendo a Dios, mi vida por la vida de ellos. Perdónalos, o si no, bórrame del libro que has escrito. ¡Qué manera de interceder! Esto es, tal cual, una manera de redención: Moisés tomaría el lugar de aquellos que transgredieron.
Un ejemplo más, de cómo la figura y la acción de una persona, pueden llevar a cabo la expiación por un pueblo.
- Moisés:
- Números 14:11-20:
“y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos. Pero Moisés respondió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder; y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego; y que has hecho morir a este pueblo como a un solo hombre; y las gentes que hubieren oído tu fama hablarán, diciendo: Por cuanto no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les había jurado, los mató en el desierto. Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo: Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí. Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho”. (Números 14:11-20 RVR60).
Una vez más, después de un montón de murmuraciones y quejas por parte del pueblo, luego de que llegó la gota que le derramó el vaso al Eterno. Y aunque, yo creo que pudo haber sido tentadora la idea para Moisés de que Dios los hiriera de mortandad, parece que Dios se muestra más harto y cansado que él, porque Moisés intercede por el pueblo para ser perdonado. Y el Eterno lo hace, aunque no por orden de él, sino porque estaba probando el corazón de Moisés para ver su reacción. Por lo cual lo concede.
Vemos, una vez más, el papel de “Moshé” como intercesor, como expiador, redentor y salvador del pueblo. Otro pasaje que nos muestra otra vez este principio de que, por los méritos de un justo, Dios es capaz de perdonar y redimir a un pueblo incluso.
- Cohen Hagadol: Números 35:9-13:
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“Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis pasado al otro lado del Jordán a la tierra de Canaán, os señalaréis ciudades, ciudades de refugio tendréis, donde huya el homicida que hiriere a alguno de muerte sin intención. Y os serán aquellas ciudades para refugiarse del vengador, y no morirá el homicida hasta que entre en juicio delante de la congregación. De las ciudades, pues, que daréis, tendréis seis ciudades de refugio”. (Números 35:9-13 RVR60).
- Luego explica qué ciudades de refugio son. Pero vamos a saltarnos a Números 35:25-28:
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“y la congregación librará al homicida de mano del vengador de la sangre, y la congregación lo hará volver a su ciudad de refugio, en la cual se había refugiado; y morará en ella hasta que muera el sumo sacerdote, el cual fue ungido con el aceite santo. Mas si el homicida saliere fuera de los límites de su ciudad de refugio, en la cual se refugió, y el vengador de la sangre le hallare fuera del límite de la ciudad de su refugio, y el vengador de la sangre matare al homicida, no se le culpará por ello; pues en su ciudad de refugio deberá aquél habitar hasta que muera el sumo sacerdote; y después que haya muerto el sumo sacerdote, el homicida volverá a la tierra de su posesión”. (Números 35:25-28 RVR60).
- Para explicar la situación, podía darse el caso de que una persona cometiera un homicidio de segundo grado, es decir, un homicidio accidental, sin intención y la familia del fallecido podría buscar vengarse como un derecho familiar o derecho de honor. Entonces, el homicida tendría la posibilidad de irse a estas ciudades de refugio para que hubiese un juicio y, una vez que fuera declarado inocente, se pudiera mantener en estas ciudades llamadas de refugio. Sé que es un caso curioso y para nuestros días, nos suena aún más extraño, pero esta era la situación si una persona cometía un homicidio de manera no intencional y después del juicio fuera declarado inocente, debía refugiarse en esas ciudades, sin poder volver a su ciudad natal, al estado ideal de su vida libre, hasta que muriera el sumo sacerdote o “Cohen Hagadol” como se conoce en hebreo.
¿Por qué hasta que muriera el sumo sacerdote? Porque él era el representante de todo Israel y su muerte era vista como sustituto de todos aquellos que cometieron estos pecados. Entonces, la muerte del sumo sacerdote era la sustitución de la muerte de aquel que cometió este tipo de pecados, transgresión u homicidio, aunque haya sido de manera accidental. Por tanto, era la vida del sumo sacerdote por la vida del homicida. Incluso en Yom Kippur es la misma idea, porque el sumo sacerdote, al llevar a cabo todas las ofrendas y servicio del día, estaba poniendo totalmente su vida en riesgo. No cabe la menor duda de que, el sumo sacerdote está exponiendo su vida a favor de que Dios perdone los pecados del pueblo. No sé si habían pensado en esto, pero realmente ser sumo sacerdote era un trabajo de alto riesgo. Su vida estaba expuesta en todo momento porque si se equivocaba o profanaba algo, evidentemente, Dios le iba a pedir cuentas. Pero en Yom Kippur no había margen de error, ni espacio a la equivocación. No solo moría él, sino que los pecados del pueblo no serían perdonados. Entonces tenía una responsabilidad impresionante. Y, como decía yo, estaba llevando a cabo una obra de expiación a favor del pueblo.
- El Cordero de Pésaj: ¿Qué se dice en este caso también? Leamos Éxodo 12:23:
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“Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.” (Éxodo 12:23 RVR60).
- Pasará y no los dejará entrar. Es decir, lo va a cubrir, los va a proteger, lo va a expiar. La sangre del cordero va a ser la sangre de la salvación.
Entonces, con todos estos argumentos, si por las acciones e intercesiones de estos hombres, Dios fue capaz de perdonar, ¿por qué no habría de hacerlo a través de la obra de Yeshua? Ya que su obra fue infinitamente superior a la de todos ellos. Como dice en Isaías 53 “Aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca, aun así, fue sacrificado”. Por tanto, no hay punto de comparación, ni aun con el mismo Moisés con la obra de Yeshua a nuestro favor.
AUN LA LEY ORAL RESPALDA ESTA IDEA
Y, estos ejemplos, no solo están en la Escritura, en la Torá, sino incluso en el “Talmud” (ley oral), también esta idea sigue vigente y no es algo ajeno. Entonces, lo que hace Yeshua, ni siquiera es un pensamiento contrario a lo que muchos rabinos han creído por siglos.
En el Talmud, en el tratado conocido como SUCA 45b, está escrito: “Y Hiskiya dijo que el rabino Yirmeya dijo en el nombre del rabino Shimon bar Yohai: Puedo absolver al mundo entero del juicio por los pecados cometidos desde el día en que fui creado hasta ahora. El mérito que acumuló a través de su justicia y el sufrimiento que soportó expían los pecados del mundo entero. Y si el mérito acumulado por Eliezer, mi hijo, se calculara junto con el mío absolveríamos al mundo del juicio por los pecados cometidos desde el día en que el mundo fue creado hasta ahora. Y si el mérito acumulado por el rey justo, Yotam ben Uzziah, se calculara con el nuestro absolveríamos al mundo del juicio por los pecados cometidos desde el día en que el mundo fue creado hasta su fin. La justicia de estos tres sirve como contrapeso a todas las malas acciones cometidas a lo largo de las generaciones, y valida la existencia continua del mundo”. No es que estemos de acuerdo con esta idea aquí expresada de que, por los méritos de Shimón bar Yohai ya la hicimos. ¡Por supuesto que no! Pero, lo que quiero con este ejemplo, es mostrar que, la línea de pensamiento de que por un justo Dios es capaz de perdonar los pecados de muchos otros hombres, es algo propio dentro del pensamiento judío.
¿Quién fue Shimón bar Yohai? Es muy conocido en el judaísmo porque es el autor del libro llamado: “El Zohar”. Hay una serie de historias muy curiosas sobre él. Se dice que pasó 13 años en una cueva y se le atribuye como uno de los más grandes “tzadikim” (justos) de toda la historia. Aquí el punto principal, es que esta idea, de que por los méritos de un justo puede haber redención, está plasmada dentro del Talmud.
No es el único pasaje que lo muestra. También en el tratado llamado MOED KATÁN 28a dice: “Rabí Eleazar dijo: ¿Por qué la porción de la Torá que describe la muerte de Aarón se yuxtapuso a la porción que habla de las vestiduras sacerdotales? Esto enseña que, así como las vestiduras sacerdotales expían el pecado. Así también la muerte de los justos expía el pecado a lo largo de las generaciones, y valida la existencia continua del mundo”.
También en el Talmud en el tratado SHABAT 33b dice: “Los justos son tomados (es decir, sufren y mueren) por las iniquidades de su generación”.
Como vemos, la idea de que una persona justa sufra y muera por su generación no es un invento cristiano como los rabinos tratan de argumentar, sino del Eterno; lo cual es respaldado además de la Biblia en otras fuentes judías.
DAR LA VIDA, UN ACTO DE REDENCIÓN
Entonces, dar la vida es un acto de redención. Como ya vimos que estuvieron dispuestos a realizar Moisés y Aarón. El poner las propias vidas a favor de un pueblo. Ahora, no es lo mismo sacrificar a otro, que entregarse en sacrificio por los demás. El principio y la idea de los sacrificios en el Templo, es algo que nadie duda del valor expiatorio que tenían los sacrificios, mientras el Templo estaba en pie. Pero es lógico que, los animales que se llevaban al Templo, por ejemplo, en “Yom Kippur” (Día de la Expiación), era en contra de su voluntad. No es que los animales quisieran dar su vida, simplemente no les quedaba de otra, así lo decidió Dios. Y, aun así, expiaban los pecados. Por eso, Yeshua nos enseñó que el dar la vida, es el acto de amor más grande. Así dice Juan 15:13:
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15:13 RVR60).
Dar la vida es la expresión más grande de amor que pueda existir. Ya vimos como la acción de algunos justos DE FORMA VOLUNTARIA, como Isaac, Moisés y Aarón trajeron expiación para el pueblo: ¿Hay acaso alguno más justo que el Mesías? Es más, ¿no fueron estos otros llamados justos, estando incompletos en su servicio a Dios? Por ejemplo, Moisés que es considerado el más grande de todos los profetas por todos los judíos, no calificó para entrar a la tierra prometida. ¿Por qué tendríamos que dudar, que Dios aceptara el sacrificio de Yeshua? El cual vivió total y plenamente sin pecado.
Vamos a leer este pasaje que es clave para entender que el sacrificio de Yeshua no fue contra su voluntad y no es algo que atente contra los principios del propio judaísmo. Leamos Juan 10:16-18:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”. (Juan 10:16-18 RVR60).
Este pasaje es muy importante para que lo tengamos en mente y presente para este tema. ¿Cómo va a traer a esas ovejas y las va a salvar? Aquí nos confirma que Yeshua dice: “A mí no me van a asesinar. No crean que me están matando contra mi voluntad. Yo estoy dando mi vida”. Él se está entregando como ese cordero de Pésaj, como lo hicieron Isaac, Moisés y Aarón. Está llevando con su propia sangre y vida un acto de expiación y redención. Por eso dijo: “Nadie me quita mi vida, sino que yo, por mí mismo, la pongo”. Por eso, no es que sea un sacrificio humano a la usanza de los paganos, que llevaban a sus hijos para sacrificio. ¡De ninguna manera! Por ello, este pasaje es clave para entender la redención por medio del Mesías. A Él no lo obligaron a dar su vida. Él mismo la puso, tal como lo hizo Isaac. Es exactamente la misma situación: Yo por mi propia voluntad estoy dispuesto a dar mi vida.
Es cierto que Dios no acepta sacrificios humanos. Porque ningún sacrificio humano, tendría el mismo valor redentor como la del Mesías. ¡No tendría sentido! Además, esto era parte de un plan que ya estaba profetizado en Isaías 53 que es uno de los pasajes más importantes que hablan del aspecto mesiánico. Ahí se describe, tal cual, lo que habría de padecer el Mesías, para nuestro favor y como responsable de nuestros pecados. Yo les quiero invitar a que vayan al canal de YouTube o a la página web y vean y escuchen el estudio que tenemos ahí de Isaías, capítulo 53 porque vale la pena escudriñar estos versículos.
Leamos Isaías 53:4-12:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores”. (Isaías 53:4-12 RVR60).
Esto fue lo que dijo Yeshua: “Nadie me quita mi vida, yo por mí mismo la pongo”. Es tan claro y está tan alineado a todo lo que dice la Escritura con lo que hizo Yeshua. Incluso, al pensamiento judío.
¿POR QUÉ NO PODÍA SER DE OTRA MANERA?
¿Por qué tendría que ser Yeshua quien pusiera su vida? El pecado del hombre no se podía resolver del todo por medio de sacrificios de animales, ni con oración -como dicen los judíos-, ni con “tzedaká” (solidaridad), sino con el sacrificio de un hombre. ¿Por qué? Por una razón muy evidente y lógica: que aquellos que pecaron en el jardín del Edén, no fueron los animales, sino los seres humanos. Entonces, cuando una persona llevaba un sacrificio al Templo, ponía sus manos sobre la cabeza del animal, confesaba sus pecados y, simbólicamente le transfería sus pecados. Si esa confesión procedía de un corazón arrepentido, esos pecados eran borrados y quitados del alma, de la vida de ese pecador. Sin embargo, por equidad y justicia, el sacrificio que se debía realizar tenía que ser equivalente y a la par de quien pecó, es decir, un hombre. Por eso, Yeshua tomando forma de siervo, vino a dar su vida en nuestro favor. Tomó forma de hombre (se le dio un cuerpo) para que pudiera llevar a cabo esta misión y cumplir con este principio fundamental de la Torá que dice: “Ojo por ojo, diente por diente, vida por vida”. Entonces, la sangre de un animal no es el equivalente a la sangre de un hombre. Y, la manera de resolver la expiación es con derramamiento de sangre forzosamente. Por tanto, debía ser por medio de la sangre de un hombre y no cualquier hombre, sino uno que no hubiese pecado para que ese sacrificio fuese plenamente “Kosher” (apto) y plenamente recibido por el Eterno.
Por eso, Pedro hace esta declaración también muy interesante y relevante cuando llegan a una sinagoga, en el libro de los Hechos 13:37-39:
“Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree”. (Hechos 13:37-39 RVR60).
Yeshua no se quedó en la tumba. ¡Qué palabras de Pedro! Yo me imagino el corazón de aquellos que estaban escuchando esto. A ellos que, como dice en el libro a los Hebreos, aun por conciencia, esto no es suficiente. Ellos sabían que, con los sacrificios de los animales, no se podía equiparar la justicia que la ley exige. No por los sacrificios de un animal, se podían quedar plenamente tranquilos en su conciencia, pensando que con ese sacrificio quedarían cubiertos total y plenamente. Era una solución, llamémosle “temporal” hasta que viniera justamente el Mesías a anunciar el perdón de pecados. Eso es lo que les estaba diciendo Pedro y eso es lo que nos está diciendo el Eterno a ti y a mí, el día de hoy. Tú y yo podemos confiar en ese sacrificio. Porque si Dios fue fiel y respondió aún con personas que no eran completamente justas y sus vidas las vivieron con pecado y, con todo, Dios respondió con esa misericordia y gracia en esos momentos temporales, ¿cuánto más lo hará por aquellos que se acogen al sacrificio perfecto de Yeshua en la cruz?
CONCLUSIÓN
Por supuesto que Dios condena los sacrificios humanos. Dios no está de acuerdo con ello. Primero porque eran hechos para otros “dioses” y, aunque fuesen hechos para Él, nunca fueron ordenados por Él. Como digo, una vez más, no había nacido un hombre o una mujer, capaz de redimir a la humanidad. Aunque hubiese llegado cualquier otra persona, es más el sumo sacerdote y hubiera derramado su sangre ahí en el propiciatorio, hubiese sido en vano porque su sangre no era “kosher”, no cumplía con el requisito, ni el standard de la perfección, ni la santidad. Porque todos los seres que hemos nacido en este mundo, con excepción del Mesías, hemos nacido con este pecado. David escribió en el libro de Salmos 51:2-5:
“Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre”. (Salmos 51:2-5 RVR60).
David reconoce que él fue el resultado de un pecado. Por eso, es que Yeshua no nace de simiente de hombre para que no naciera con este pecado implícito por naturaleza. Si con una naturaleza humana, pero no con el gen del pecado.
Todo esto es sumamente interesante y forma parte del plan que Dios hizo. Yeshua no vino a hacer algo que estuviese en contra de la Torá, ni del testimonio de expiación de la Torá, ni del principio de sacrificios establecidos en la Torá -los sacrificios levíticos como se les llama-. La idea de la expiación por un sacrificio es totalmente bíblica. Dios no cambió el sistema de sacrificios como tal, lo que cambió fue la ofrenda. Es decir, el sacrificio mismo.
Como vemos, tanto la Torá, como el Talmud, muestran que la muerte de un “tzadik”, tiene el potencial de expiar el pecado y que esta idea no es cristiana, sino bíblica. Y ese tzadik, que tuvo la misión de vivir una vida justa y perfecta, para presentarse delante del Eterno como un sacrificio perfecto es Yeshua y no hay otro en quien podamos refugiarnos para el perdón de los pecados.
Recordemos, el sacrificio de Yeshua cumple con los requisitos que establece el Eterno para la redención porque fue, además, un sacrificio voluntario.
Espero que esta Respuesta haya sido de bendición para tu vida con este video y esta información. Que la podamos compartir con aquellos que necesitan ser reafirmados en su fe. Te espero en la próxima pregunta de Respuestas en la Biblia.
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