¿Por qué Yom Teruah se asemeja a un día de boda?
Probablemente algunos de ustedes ya tengan una idea o recuerden un pasaje o parábola que nos muestre: ¿por qué Yom Teruah se asemeja a una boda? Vamos a profundizar en esto y vamos a hablar de un evento social muy relevante, ya que una boda puede ser el evento más importante en la vida de una persona por lo que implica y porque conlleva planeación, tiempo, dedicación y una preparación personal. Una boda marca el inicio de una etapa totalmente diferente en la vida, es el encuentro de dos personas para siempre, es entrar en un pacto que solo la muerte debería de romper, porque así lo destinó el Eterno. Y a mí me parece muy hermoso, cómo Dios utiliza este tipo de alegorías para ayudarnos a entender un poco mejor nuestra relación con Él; la relación del pueblo de Israel con Él. Así que, es increíble poder encontrar a través de estas metáforas las conexiones con las fiestas y en este caso, con Yom Teruah.
¿CÓMO SE LLEVABA A CABO UNA BODA?
Para entender en qué es semejante Yom Teruah a una boda, primero debemos entender cómo se llevaba a cabo una boda en los días de la Escritura y probablemente para los días de Yeshua ya había una liturgia o protocolo más formal. Ya que las bodas siempre han existido desde tiempos antiguos. Recordamos el caso de Jacob a quien le cambiaron la novia: no sabemos si al momento de la ceremonia nupcial o en la noche de bodas, pero desde ese entonces, queda muy clara la evidencia de la importancia que tenía una boda. Ciertos aspectos de ésta se han ido rescatando, manteniendo y recopilando de la tradición judía y de lo que dice la Biblia. Básicamente eran dos etapas: el “erusim” (compromiso) y el “nisuim” (matrimonio), donde se llevaba a cabo la ceremonia, el banquete y la consumación de la boda. Pero vamos a entender cómo todo está conectado con el pueblo de Israel y su relación con el Eterno.
¿En qué consistía la primera parte o el “erusim”? Comenzaba cuando las dos partes o interesados se habían gustado mutuamente o en algunos casos, cuando no había elección y los padres eran quienes elegían a la pareja contraria y donde los novios no tenían mucho peso en la decisión tomada. También había otros casos, donde no había elección porque había una preaprobación de parte de los hijos para que las familias interesadas pudieran platicar para poder emparentar.
A muchos, estando en la soltería, no nos gustaba escuchar que nuestros padres nos fueran a escoger pareja. Pero ya después que eres padre, nos damos cuenta de que no estaba tan mal esa idea. Evidentemente, nosotros los padres, conocemos mejor a nuestros hijos, que ellos mismos. Y de ello tenemos testimonio con el caso de Abraham, cuando éste manda a su siervo Eleazar para que le consiga esposa en la tierra de su parentela. Y llevando dones y presentes, encuentra a Rebeca para su hijo Isaac. Una historia muy linda en la que corroboramos que los padres tenían mucha influencia en la elección, pero que también implicaba una aprobación de parte de los hijos.
¿Qué sucedía en ciertos casos en que un amigo, le presentaba una amiga, y ésta le interesaba al amigo? Pues le decía al papá que le interesaba una chica y entonces, el papá le decía déjame conocerla y si le agradaba, el papá del muchacho hablaba con el papá de la chica y se llegaba a un primer acuerdo verbal entre las familias y luego este acuerdo, se debía formalizar con el “erusim” y aquí es donde se reunían las familias y el novio le entregaba un documento escrito a la novia, conocido como: ketubá (contrato matrimonial), el cual, él mismo había elaborado y redactado. Y en este documento se acordaban los términos del pacto e implicaba un compromiso público de parte del novio hacia la novia, quien leía el documento y si ella estaba de acuerdo, daba su firma y aprobación. Entonces, el novio se iba a casa de su padre, se llevaba consigo la ketubá y se iba a preparar morada para su esposa. Así que, el que preparaba el “nidito de amor”, en aquellos días era el varón.
¿Durante ese tiempo, qué sucedía? Los novios no tenían mucho contacto entre ellos, a veces, deliberadamente para que no se fueran a sentir marido y mujer y tuvieran contacto íntimo. Y entre tanto, la novia debía prepararse para cuando el novio regresara, pues ella no sabía cuándo volvería él. Pero si sabía que, debía estar preparada. A veces el novio, enviaba mensajes o presentes para que la novia se ataviara y se dispusiera para el día de la boda. Este tiempo es muy importante, porque iba creciendo el anhelo y el deseo por estar finalmente juntos. Hoy en día, se podría pensar que equivale al momento en que se pide la mano de la chica ofreciendo un anillo de compromiso. Si ella acepta, se pone el anillo que es la marca o señal de que ya está comprometida y, por lo tanto, no puede pensar más en otros prospectos, porque ya está apartada. Esta es la idea principal. Y luego viene la segunda etapa…
EL ERUSIM (COMPROMISO) DE ISRAEL
Vamos a recordar un poco cómo fue el “erusim” o compromiso de Israel con el Eterno. Porque como les decía, en los profetas y otros libros es bien sabida y entendida esta metáfora de que el pueblo de Israel y Dios han llevado a cabo un pacto nupcial y hasta el día de hoy, nosotros esperamos “las Bodas del Cordero”, de eso habla el libro de Apocalipsis. ¿Cómo ha sido esto y cómo nos lleva a Yom Teruah? Hablemos de la historia del pueblo de Israel: cuando el pueblo de Israel moraba en Egipto, después de que los hijos de Jacob llegan ahí por una situación de hambruna, al final del día, no solo se terminan estableciendo, sino que se multiplican y se asientan como una nación dentro de otra nación. Estando en Egipto son esclavizados por 400 años. Y entonces, la mano de Dios termina interviniendo, pues el Señor llama a Moshé (Moisés) para darles el aviso de que tiene la intención de liberarlos, de hacer un pacto con ellos. Y, como muchas veces sucede en la vida real, uno conoce a su pareja, por medio de un amigo. Aquí el amigo es Moisés, quien habiendo huido 40 años atrás de Egipto, Dios se le reveló, se manifestó como el Elohim (Dios) de Abraham, Isaac y Jacob, por medio de una zarza ardiendo, para decirle que quiere hacer un pacto con el pueblo.
Pero este pueblo, no está muy dispuesto, no le cree a Moisés, no lo recibe bien y, además, ya tenía un compromiso o un amo en su corazón. Habían pasado tantos años y generaciones que, ya no conocían al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Ya era un desconocido para los hebreos, no solo para los egipcios. El mismo Faraón dijo: ¡Yo a ese dios, no lo conozco! Los israelitas ya habían abrazado estas prácticas paganas, a las deidades egipcias, el culto a estos dioses, así que ya estaban relacionados con ellos. Entonces, ¿quién era ese Dios de quien les hablaba Moisés? ¿Qué intención tenía con ellos? Moisés le dice a Faraón: deja ir a mi pueblo a celebrarle fiesta por tres días a su Dios. Por lo que, Moisés se convierte en el mediador o intercesor entre él y el pueblo, para hablarles de Dios con quien él ya tenía una relación.
Y las promesas que Dios quería que el pueblo conociera, eran: Ustedes serán mi especial tesoro, Yo seré su Dios, ustedes me serán fieles, Yo seré un marido para ustedes, Yo los llevaré a un lugar donde fluye leche y miel, Yo seré su proveedor y protector. Es decir, las funciones que lleva a cabo el esposo y que implican: ser el proveedor, tener un hogar para la esposa, salvaguardar su integridad física, etc. Y Dios lo promete, lo hace y lo demuestra con los hebreos. Pero el pueblo ya tenía puesta la mirada y su corazón en otros dioses, en otros amantes y prospectos. Y lo que hace Dios, aunque no lo debería hacer nadie en la vida real, fue eliminando a la competencia. Es decir, a los dioses de los egipcios, para mostrarles quién es el verdadero y único Dios.
Así que, Dios envía 10 plagas que evidencian a estos dioses, que realmente no lo eran, porque no tenían poder. Estos juicios a esos dioses eran un mensaje muy claro: Yo soy el único Dios y no hay otro que te convenga. Yo soy todopoderoso. Por tanto, el pueblo se fue convenciendo y comenzó a confiar en Él, a través del proceso de transformación de cada una de las plagas. Y después de las 10 plagas (el número 10 representa una totalidad), el pueblo sale con estas promesas de llegar a ese hogar, como todos los recién casados lo hacen. Pues ya no vives donde lo hacías, sino que vas a una nueva morada con tu pareja. En este caso, era la tierra de Canaán, que por cierto no estaba lista. Porque Dios le dijo a Abraham en Génesis 15:16 “aún no ha llegado al colmo la maldad del Amorreo hasta aquí.” (RVR60). Pero como Dios es un caballero, antes de llevarlos a su nuevo hogar, tuvo que dar el paso de casarse legalmente. La unión libre no es el formato de vida para ninguna pareja, bíblicamente hablando, por mucho amor que haya. Si no hay un pacto por escrito: entonces no es amor del bueno y comprometido. Y Dios quería amar a su pueblo verdaderamente como debería ser formalmente. Entonces, los liberó, cumpliéndose lo que dice en Romanos 7:2-3 “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que, si se uniere a otro marido, no será adúltera.” (RVR60). Entonces Dios hizo que se murieran cada uno de esos esposos, dejándola libre (a Israel) para que se casara con él.
Entonces, llegan al Monte Sinaí para establecer este pacto escrito, llamado Ketubá (es decir, la Torá). Esta Torá o Ketubá es tan importante porque, fue escrita por el dedo de Dios. Y es curioso, porque el único documento que podríamos pensar que Dios firmó en esta tierra, es justamente la Torá. Por ello, nadie la puede invalidar, pues al hacerlo, es como si estuvieras divorciando a la persona de Dios. Y estos detalles que dicen: escritos con el dedo de Dios, Yo mismo me presentaré, dile al pueblo que se preparen porque de aquí a tres días yo me manifestaré y vamos a casarnos, son la clave.
Esta boda es tan importante, que aun en la vida real, tú no puedes enviar a un representante a que se case por ti. Por más ocupado que estés, por más confianza que le tengas a una persona, tú no puedes mandar a alguien para que te represente en tu boda. Así que Dios tampoco mandó a nadie, sino que Él mismo se presentó y lo firmó, haciendo un pacto para poder vivir eternamente cuando nos vayamos a la tierra que Él nos ha prometido. ¡Qué maravilla! Y este evento se conmemora justamente con la festividad de Shavuot. El Talmud dice que todo lo que fue el Monte Sinaí y sus alrededores, reverdecieron y se llenaron de plantas y flores. Por eso, las bodas se adornan con flores y Shavuot representa esa boda. Aunque sea poco probable y una alegoría, la explicación del Talmud dice que, el Monte Sinaí se elevó como si fuera una “jupá” (dosel bajo el cual se van a casar los novios), en este caso, Dios con Israel.
LA INFIDELIDAD DE ISRAEL
Toda esta idea es hermosa e increíble, pero ¿qué pasó en esa boda? Creo que todos conocemos esta triste historia. Cuando Moshé (Moisés) baja con el contrato matrimonial, para firmarlo, después de haber pasado todas las plagas y algunas situaciones en el desierto, donde Dios se manifestó como proveedor: Yo traeré la comida y el pan diario a esta casa, Yo voy a cumplir este rol de esposo y si es necesario hago que caiga maná (manjar a modo de escarcha), pero no te faltará nada. Además, aquí está la columna de fuego para protegerte del peligro y para iluminarte, también la nube para confortarte durante el día, en fin, todo lo que debería hacer un esposo, Dios lo estaba haciendo por su pueblo.Entonces, cuando Moisés baja, encuentra al pueblo en infidelidad, en pleno adulterio en el momento de su boda. ¡Qué terrible! Algo, pocas veces visto en esta vida: que la novia engañe al novio en plena boda. Entonces, ¿qué sucede? Se rompe ese pacto aun antes de haberlo firmado. Llega Moisés, se da cuenta, se enoja, porque ya había un compromiso, un pacto verbal, un acuerdo, ya estaba hecho el documento, ya había un desposorio, pero éste no se concretó. No llegó a feliz término esa boda.
¿Qué hace Dios cuando se da cuenta de esta situación? Se enoja muchísimo, pero sin duda, se duele mucho más. Hay enojo, pero también tristeza. Porque este pueblo no sacó de su corazón a estos amantes, estas relaciones, a estos dioses de Egipto, sino que los llevaron consigo. Primero en el corazón y luego simplemente se materializó en el becerro de oro.
¿Cómo sabían que era un becerro de oro? Porque este becerro era un dios de los egipcios. Así que, lo que ya estaba en el corazón de ellos, en algún momento, se materializó. Entonces, Dios decide hacer algo, que no tendría que hacerlo. Pero, solo alguien que ama de esa manera es capaz de hacer: decide darles una segunda oportunidad. Después de destruir al becerro y hacerles comer al pueblo de su polvo, Moisés vuelve a subir al Monte, escribe unas segundas tablas y Dios las firma. Pero esta vez, el pueblo sella ese pacto, pues lo reciben y aceptan con sangre. Hasta ahí, es la primera parte de la boda y luego viene la segunda parte.
LA LLEGADA DEL NOVIO Y EL NISUIM (MATRIMONIO)
¿En qué consiste el “nisuim? Decíamos que el novio se iba momentáneamente, pero se llevaba la Ketubá que había firmado a manera de un compromiso muy firme. Entonces, el novio confiaba que cuando regresara la novia estaría ahí esperándolo.
Ese fue el problema de Sansón, que llevó a cabo este desposorio o “erusim”, pero por casarse con una joven que no era de su pueblo, no hubo ketubá de por medio. Así que, cuando regresa, el papá de la novia le dice: tú te fuiste, no sabía si ibas a regresar; así que ya se la di a otro hombre. No había ketubá que hiciera valer ese compromiso. Y como Sansón era de mecha corta, cosas terribles sucedieron. Esto sucedió por casarse en yugo desigual, así que aprovechando la historia: jóvenes no se casen en yugo desigual, sin una ketubá o compromiso de por medio. No dejen las cosas en las palabras, es mejor que quede por escrito. Porque, además, este compromiso, hacía que la novia lo esperara y no saliera con nadie más, pues se consideraba que, si salía o era vista con otros hombres, podría ser apedreada porque ya había un compromiso, aunque no vivieran juntos todavía.
Y cosa curiosa, de manera cultural, sabemos por la Escritura, que el novio acostumbraba a ir por la novia en la noche, acompañado de sus amigos que estaban invitados, con la ketubá en la mano, se tocaba el shofar anunciando la llegada del novio y de una forma un tanto apresurada, sin esperar más, tomaba a la novia y la llevaba al lugar donde se llevaría la ceremonia. Lo que hoy conocemos como la ceremonia y banquete de bodas. A la novia, generalmente, la acompañaban sus amigas que, salían junto con ella porque también estaban invitadas. Comenzada la ceremonia, se hacían una serie de bendiciones, el kidush (bendición del vino), ciertos votos y en algunos casos se entregaba otro anillo. O se cambiaba el anillo de compromiso, por el anillo de boda. Se hacía la lectura de la ketubá de forma pública y la firmaban con testigos y el novio rompía una copa (después de la destrucción del Templo) y algunas cosas más que se añadieron, pero así se llevaba acabo la ceremonia de bodas en tiempos antiguos.
Posteriormente, los novios pasaban a las cámaras nupciales o sus aposentos y consumaban su unión, con lo que concretaban la boda. Luego de la noche de bodas, ya se consideraban marido y mujer. ¿Qué pasaba si el novio encontraba que la novia no se había guardado para ese momento? De acuerdo con la Torá, era una tragedia, porque ella era apedreada. Por eso, para el Eterno, la pureza familiar es tan importante, porque hay muchas maldiciones si la novia no se guardaba para el matrimonio y, al contrario, grandes bendiciones si lo hacía.
EL FACTOR MESÍAS PARA RESOLVER DOS PROBLEMAS
Ahí estaba entonces el problema de Israel en esta historia. Porque sabemos que ya había transgredido, que había fallado y había cometido el pecado del becerro de oro y, por tanto, que no se había guardado, sino todo lo contrario. En los profetas leemos muchas referencias a Israel como adúltera, desleal e infiel. La novia (Israel), fue librada de quedar sepultada en el desierto por su adulterio con el becerro de oro porque Dios la perdonó y le dio una segunda oportunidad.
Pero, no basta con una segunda oportunidad, porque si la persona no está preparada, no está dispuesta o no tiene la capacidad de cumplir ese pacto, no lo va a poder hacer. Entonces, ¿cuál era la situación del pueblo de Israel? Que su corazón ya no era puro y, por tanto, su corazón ya no era acorde para vivir en los términos del pacto que, por un lado, ya habían aceptado, pero que, por el otro lado, no iban a poder cumplir.
¿Cómo volver a ese estado de pureza original que la novia debía tener y ya había perdido? ¿Cómo podría resolver Dios una situación así que, es imposible para una persona hacerlo? Una misma solución para estos dos problemas. Los profetas prometen un cambio de estatus en esa relación. Es decir, la manera en que Dios los habría de ver y manifestarse para tener una relación con ellos. ¿Cómo cambiaría el corazón que ya no estaba a la altura de ese pacto? De acuerdo con los mismos profetas, Dios haría que este pueblo, tuviese un cambio de corazón, que los limpiaría, purificaría y restauraría. ¿Cómo? Pues aquí es lo que Yeshua nos vino a enseñar y que vino a hacer por nosotros, pues sólo Él podría hacer una transformación de esta índole.
Por un lado, Él iba a cambiar el corazón de piedra y poner un corazón de carne para vivir a la altura de ese pacto. Dice la Escritura: pondré mi ley en sus mentes y las escribiré en sus corazones. Es decir, Yo seré a ti por Dios y tú me serás a mí, por pueblo. Todo aquel que se identifica con el Mesías y obra, toma su cruz y muere, al morir vendrá a la resurrección posteriormente. Y, por otro lado, Yeshua carga en Él, el pecado de todos nosotros. Carga en Él, el adulterio de la novia y su corazón de piedra para darle una nueva oportunidad de ser una nueva creatura, una nueva persona. Por eso Yeshua dijo a Nicodemo: ¡Os es necesario nacer de nuevo! Es decir, no es una cuestión opcional o algo sería lo mejor. Es una necesidad nacer otra vez, porque solo a través de ese medio, es que Dios podría considerar una vez más, a esta novia, para tomarla por esposa y consolidar, reafirmar y concretar el pacto que se había hecho antes. 2Cor 5:17 “De modo que si alguno está en Mashiaj (Cristo), nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (RVR60). Cuando hay un nuevo nacimiento, las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas. Eso es lo que ha hecho el Mesías por Israel, es decir, por ti y por mí, porque somos parte de ese pueblo que falló, que adulteró.
YOM TERUAH, LA SEGUNDA PARTE DE LA BODA
¿Y qué tiene que ver todo esto con Yom Teruah? Pues mucho y todo. Porque Yom Teruah podríamos considerarla como la segunda parte de la boda en la que el novio regresa por la novia con la Ketubá en la mano, al sonido del shofar (trompeta), para iniciar la parte final del compromiso que se hizo; así como de la historia para -por así decirlo- vivir felices para siempre. ¿Dónde podemos leer y entender esto? En la parábola que Yeshua contó de este novio que regresa por su novia, a quien le acompañarían diez vírgenes. Mateo 25:1-13 “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; más las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un “Teruah” clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” (RVR60). Esta es la referencia directa a lo que es Yom Teruah y cómo está conectada con una boda. Porque cumple con todos los elementos de las bodas hebreas. Y entre los detalles curiosos que se dan en las bodas de aquellos días, decíamos que cuando el novio regresaba a casa de su padre con la Ketubá, la razón de irse era ir a preparar morada para los dos.
Y nosotros recordamos cuando dijo Yeshua: A ustedes les conviene que yo me vaya, porque si no, no les podré preparar morada. Y donde Yo estoy, quiero que ustedes también estén. Este pasaje está conectado con la idea de lo que el novio tenía como misión, una vez que ya estaban desposados o comprometidos: preparar morada.
Y mientras el joven estaba preparándose y esforzándose para preparar la morada donde habría de vivir con la novia, le preguntaban: ¿cuándo regresas y cuándo es la boda? Él decía de manera literal: de la hora y del día nadie sabe, solo mi Padre. Y así, efectivamente era porque el papá del novio era quien daba la autorización para que el hijo fuera por la novia. Era el momento en que el hijo estuviera listo y solo el padre lo sabría. Y Yeshua dijo justamente esta frase en Mateo 24:36 “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.” (RVR60). La misma idea, la misma frase y términos que se usaban. Así que, cuando esta audiencia está escuchando que habla de los tiempos del fin, de cuándo habría Él de volver, definitivamente lo conectan con el momento de una boda.
Así que, a mi me parece increíble y emocionante todo lo que Dios nos muestra, de manera tan didáctica, para que podamos entender su amor y también el regreso de su hijo. Entonces, ¿qué es lo que tenemos que hacer? ¿En qué etapa estamos ahora? Digamos que, proféticamente estamos entre Shavuot y la Fiesta de Yom Teruah. La noche está cada vez más avanzada, se acerca el día. Se acerca el momento en que el novio ha de regresar por la novia. ¿Cuál es nuestra misión como la novia? “Velad y esperad al novio”. Santificándonos, apartándonos. Ya no podemos volver al mundo, a otros dioses ni al pasado. Debemos vivir preparándonos porque el momento del regreso del Mesías está cada vez más pronto de lo que nos imaginamos. Y que no nos pase como la parábola que contó Yeshua de las diez vírgenes, por eso, no hizo mucho énfasis en el novio o la novia, sino en aquellos que quieren acompañar y ser parte de esas bodas. Estemos atentos, velando, preparados porque el novio viene en camino.
Así cierra el libro de Apocalipsis 22:20 “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Adón Yeshua (Señor Jesús).” (RVR60). Que regrese pronto el novio por la novia y se pueda completar esa boda para que podamos vivir para siempre con el Señor.
1 Comentario
Janette
21 octubre 2023
La Tora y Nuevo Testamento nos da el conocimiento de lo que es verdadero. Todas estas historias y Palabras dejadas para nosotros son la luz en medio de este mundo , para que alcanzamos las promesas de nuestro Padre Eterno ,( la Vida Eterna ) alabado sea nuestro Padre Eterno por Siempre, y alabado sea nuestro Señor Jesus, que fue a preparar morada para todo aquel que crea en El. Amén ven Señor Jesus Yeshua💁
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