¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE LOS DINOSAURIOS?
El día de hoy tenemos una pregunta que ha llegado a surgir al estudiar el libro de Génesis, en el ámbito escolar o con el entretenimiento, ya que es un tema muy común: los dinosaurios. Parecería que solo los niños y jóvenes se interesarían en el tema, pero me sorprende darme cuenta de que los adultos también se interesan en conocer lo que dice la Biblia sobre los dinosaurios.
Nos encontramos ante un variado segmento de opiniones sobre el tema. Desde un rotundo: ¡No, no existen los dinosaurios en absoluto! Y también los que dicen: ¡Claro que sí, por supuesto que si existen!
La Biblia no menciona directamente la palabra: dinosaurio, sin embargo, vamos por partes. La Biblia dice que Dios creó todas las cosas, esto es sumamente claro. Entonces si existieron o no, es porque Dios así lo hizo. En Apocalipsis 4:11 dice:
“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Apocalipsis 4:11 RVR60).
Así, todo lo que vemos y conocemos, fue hecho por el Eterno. Esto es importante porque muchas veces los aspectos de fe que se relacionan con el hecho de que Dios es el Creador, son lo opuesto a muchas de las teorías evolucionistas, donde NO se considera que Dios sea el Creador. En estas teorías no hay un Dios y todo lo que existe fue desarrollado de alguna manera por la evolución. Según los evolucionistas tradicionales, dicen que los dinosaurios y el hombre jamás coexistieron, no pudieron coincidir en ningún instante de la historia.
Aquellos que consideran esto así, dicen que la tierra tiene una edad correspondiente a millones, de millones de años y por supuesto, no van a contemplar de ninguna manera que la Biblia sea una obra de Dios. También consideran dentro de esta teoría, en la que no voy a ahondar demasiado, que los dinosaurios murieron millones de años antes de que el primer hombre caminara sobre la faz de la tierra. Entonces, los que están a favor de la teoría de la evolución, afirman que los hombres y los dinosaurios nunca coexistieron de forma simultánea. De manera, que los hombres que escribieron la Biblia, no pudieron haber visto jamás a un dinosaurio vivo. Según los evolucionistas, los dinosaurios evolucionaron alrededor de hace 235 millones de años, mucho tiempo antes de que el hombre evolucionara y, por tanto, existiera. La historia de los dinosaurios se registra en capas de fósiles que se depositaron allí, alrededor del mundo, a lo largo de millones de años. Al parecer, tuvieron tanto éxito, este grupo de creaturas que eventualmente dominaron la tierra. Sin embargo, alrededor de hace 65 millones de años, algo sucedió que provocó que desaparecieran los dinosaurios. Una de las teorías más fuertes al respecto, afirma que un meteorito o asteroide fue el que causó su desaparición. Y curiosamente se dice que cayó muy cerca de la península de Yucatán. También hay otros evolucionistas que afirman que algunos dinosaurios sobrevivieron y evolucionaron en aves y, por tanto, no se extinguieron, sino que están volando alrededor de nosotros hasta el día de hoy. Esto es lo que se cree y enseña, como una cultura general actualmente sobre este tema.
¿QUÉ SIGNIFICA LA PALABRA DINOSAURIO?
La palabra dinosaurio, no es tan antigua como se piensa, fue propuesta en 1841 por el anatomista inglés Sir Richard Owen, a partir de las palabras griegas “deinos” = terrible y “sauros” = lagarto. Por tanto, significa: “lagarto terrible”. Hay otros autores que dicen que la palabra terrible no era propiamente como algo terrorífico, sino como algo increíble, algo que denotaba que era sorprendente. ¿Por qué la palabra dinosaurio no podría aparecer en la Biblia? Muy sencillo, porque la Biblia Reina Valera, que es una de las traducciones más antiguas al castellano, se tradujo en 1569, es decir, casi tres siglos antes que la palabra dinosaurio, fuera propuesta por Sir Owen. Entonces, como la palabra no existía, es imposible que aparezca en nuestras Biblias. Este es un punto interesante que debemos contemplar. Como ejemplo podríamos decir: ¿por qué Juan, en el libro de Apocalipsis, no escribió la palabra aviones o tanques de guerra? Porque es obvio que ambas palabras no existían en la época de Juan y no tenía manera de referirse a lo que él pudo haber visto con estos términos, solamente con los que él conocía.
¿QUÉ MENCIONA LA BIBLIA SOBRE LOS DINOSAURIOS?
Aunque en la Biblia no se habla específicamente de los dinosaurios, en ella se mencionan estos grupos de animales en los que podrían estar incluidos.
Génesis 1:21;24:
“Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.” ;“Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.” (Génesis 1:21;24 RVR60).
Ya dijimos que, de haber existido los dinosaurios, si alguien los creó, no fue producto de la teoría de la evolución sino Dios. Y así lo leemos en el relato de la creación de Dios.
Por ejemplo: la palabra “bestias” es la palabra en hebreo bejemá, que puede traducirse como bestia y puede ser un cuadrúpedo o un animal grande. Es difícil determinar con precisión qué animal es, pero se refiere a todos los animales terrestres como comúnmente es aceptado, ya que estamos hablando del día sexto de la creación.
Génesis 1:25:
“E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.” (Génesis 1:25 RVR60).
Sabemos también que, en el día sexto, adicional a la creación de todos los animales terrestres, también fue creado el hombre. Por tanto, si existieron los dinosaurios, Adán y Eva los conocieron. Este versículo echa por tierra, la teoría evolucionista que dice que los dinosaurios y el hombre jamás coexistieron. Si creemos en la Biblia y que Dios creó los dinosaurios, entonces, tanto Adán y Eva, así como sus descendientes, tuvieron que coexistir con estas creaturas. De hecho, la palabra “monstruo marino” es la palabra taninim que también se traduce como serpiente marina, monstruo y dragón. Aquellos que creen en lo que se llama tierra joven, es decir, que no tiene los millones de años que los evolucionistas aseguran, sino una decena de miles de años, creen que la Biblia menciona a los dinosaurios con la palabra hebrea taninim.
En el libro de Ezequiel vamos a encontrar la misma palabra:
Ezequiel 29:3:
“Habla, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, Faraón rey de Egipto, el gran dragón que yace en medio de sus ríos, el cual dijo: Mío es el Nilo, pues yo lo hice.” (Ezequiel 29:3 RVR60).
Aquí taninim es el gran dragón. Lo que nos da una cierta relación de un animal o creatura que, probablemente, nos es la imagen exacta que tenemos de un dinosaurio, pero si con ciertas semejanzas. Así que el taninim pudo ser un tipo de reptil muy grande, fuerte y poderoso, ya que se menciona casi treinta veces en el Tanaj (Antiguo Testamento) con referencias tanto en la tierra como en el agua. Y es curioso, porque prácticamente no hay una civilización que no tenga algún tipo de arte que represente creaturas de reptiles gigantes. Además de la cantidad sustancial de evidencias antropológicas e históricas de esta coexistencia que hemos mencionado del dinosaurio y el hombre. Hay evidencias físicas de huellas fosilizadas de humanos y dinosaurios encontrados en Norteamérica, en el centro y el oeste de Asia, aunque no se difunde porque contradice la idea tan resíforzada de que el hombre y el dinosaurio nunca coexistieron.
¿ERAN DINOSAURIOS BEHEMOT Y LEVIATÁN?
Surge esta otra pregunta muy común, ya que en el libro de Job se mencionan a estas dos creaturas: behemot y leviatán. No sabemos con certeza qué animales eran estos que se mencionan ahí, ya que la Biblia describe a este par de creaturas de tal manera que algunos estudiosos creen que sí podría estar refiriéndose a dinosaurios. Es interesante porque el libro de Job, se considera el libro más antiguo de toda la Biblia, junto con la Torá (Pentateuco). Algunos ubican la historia de Job como un contemporáneo de Abraham, es decir, muchos años antes del mismo Moshé (Moisés), aunque este último escribiera la Torá.
Leamos Job 40:15-18:
“He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti; Hierba come como buey. He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos, Y su vigor en los músculos de su vientre. Su cola mueve como un cedro, Y los nervios de sus muslos están entretejidos. Sus huesos son fuertes como bronce, Y sus miembros como barras de hierro.” (Job 40:15-18 RVR60).
Aquí nos damos cuenta de que desde aquellos días ya había la descripción de una creatura muy peculiar que tiene rasgos, que hoy podríamos identificar como semejantes a un dinosaurio. Es una forma poética de describir, tomando elementos de la vida y la naturaleza, de cómo pudo ser esta creatura. Algunos tratan de identificar al behemot como un elefante o un hipopótamo, pero las colas de ambos animales son delgadas en comparación al resto de su cuerpo y no cuadra con la descripción de ser como cedros: fuertes, inmensos y grandes. Por otro lado, a los dinosaurios que se les llama: braquiosaurios o diplodocus tenían colas enormes que podrían ajustarse a esta descripción de Job justamente.
Ahora leamos sobre el leviatán en Job 41:1-2;14-24:
“¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo, O con cuerda que le eches en su lengua? ¿Pondrás tú soga en sus narices, Y horadarás con garfio su quijada?; ¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Las hileras de sus dientes espantan. La gloria de su vestido son escudos fuertes, Cerrados entre sí estrechamente. El uno se junta con el otro, Que viento no entra entre ellos. Pegado está el uno con el otro; Están trabados entre sí, que no se pueden apartar. Con sus estornudos enciende lumbre, Y sus ojos son como los párpados del alba. De su boca salen hachones de fuego; Centellas de fuego proceden. De sus narices sale humo, Como de una olla o caldero que hierve. Su aliento enciende los carbones, Y de su boca sale llama. En su cerviz está la fuerza, Y delante de él se esparce el desaliento. Las partes más flojas de su carne están endurecidas; Están en él firmes, y no se mueven. Su corazón es firme como una piedra, Y fuerte como la muela de abajo.” (Job 41:1-2;14-24 RVR60).
Algunos ven en estas referencias a un dragón por el fuego y la llama, otros lo ven semejante al cocodrilo Emperador que se considera existió hace algunos siglos y que era enorme. Simplemente, son especulaciones que nos pueden acercar a la idea de lo que pudo haber sido una creatura igual al dinosaurio o semejante. El argumento o crítica de esta idea de que hayan sido dinosaurios, es que el libro de Job se considera poético y entonces, al haber visto un cocodrilo, lo describe de una manera exagerada.
¿QUÉ OCURRIÓ CON LOS DINOSAURIOS?
Hay dos posibles hipótesis: Una es que pensaron que sabían nadar y luego se dieron cuenta de que no. Algunos opinan que no agendaron el día del diluvio y, por tanto, no subieron al arca y se ahogaron. Así que una de las hipótesis más aceptadas es que Dios creó a los dinosaurios con un propósito, pero al final del día, como todo lo que es creado, cuando cumple su propósito, deja de ser necesario, pues ya cumplió su misión y deja de existir. La Biblia dice en Apocalipsis 4, que todas las cosas llegaron a existir por la voluntad de Dios. Y como Dios es soberano, permitió que se extinguieran porque la época de los dinosaurios llegó hasta antes del diluvio, momento en que cumplieron su propósito. La Biblia no describe si absolutamente todas las creaturas subieron al arca, así que puede ser una teoría que nos hace pensar.
Otra teoría es que sí subieron al arca, pero la pregunta sería: ¿cómo subió un tiranosaurio al arca? Y también ya analizamos la pregunta, en Respuestas de la Biblia, sobre: ¿cómo le hizo Noé para que cupieran todos los animales en el arca? Por tanto, les invito a que busquen en nuestra página web esta respuesta. Ahora, simplemente Noé pudo haber subido a los dinosaurios, no en un tamaño adulto, sino cuando aún eran jóvenes o cuando aún estaban en el huevo. Según los fósiles, el tamaño más grande de un huevo de dinosaurio es como el tamaño de un balón de futbol americano. Considerando las medidas del arca, pudieron caber muchísimos huevos dentro de ella sin problema. Por lo que su tamaño, no sería un impedimento.
También surge la pregunta: ¿serían carnívoros? Por lo menos en la época de Adán y Eva, no lo pudieron haber sido. Así que si subieron al arca y llegaron hasta los días de Job: ¿qué sucedió con ellos? Pues bajaron del arca, como todos los demás animales, pero terminaron extinguiéndose como muchas otras creaturas a lo largo de la historia. Pudo ser por la depredación del hombre, el cambio drástico que vivió la tierra y que afectó todo el entorno, medio ambiente y la longevidad de todas las creaturas, como lo muestra la evidencia en el Salmo 90:10:
“Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos.” (Salmo 90:10 RVR60).
Aquí Moshé (Moisés) ve la edad promedio del ser humano entre setenta y ochenta años. Hoy, con todos los avances científicos se mantiene el mismo promedio de edad de vida para una persona. Sin embargo, tenemos en la Biblia relatos de hombres que vivieron más de novecientos años, como, por ejemplo: Matusalén 969 años. Adán 930 años. Todas estas personas contemporáneas, anteriores al diluvio, vivían entre setecientos a más de novecientos años. Entonces: ¿por qué dice Moisés, cientos de años después, que los más robustos viven ochenta años? Y aun en nuestra época, ¿siguen siendo los mismos años? Porque tenemos evidencia, que después del diluvio cambió drásticamente la longevidad de toda la humanidad. Así que: ¿por qué no habría de ser cierto también en los animales? Se redujo casi el 90% de tiempo de vida a los humanos. Al final, las especies que sobreviven no son necesariamente las más fuertes o rápidas, pues ya está comprobado, sino las que mejor se adaptan a las nuevas condiciones. Esas son las que terminan por sobrevivir hasta el día de hoy. Históricamente, eso es lo que ha sucedido siempre. En este caso, el hombre se adaptó a estos cambios posteriores al diluvio, aunque redujo sus años de vida.
Por lo que es algo lógico que esto haya sucedido bíblicamente con los dinosaurios. Su longevidad se redujo tanto, que llegó al punto de la extinción. Por eso, hoy en día hay muchos animales en los zoológicos, porque de no estar ahí, estarían prácticamente extintos, pues hay muchísimas especies en peligro de extinción en la actualidad.
La respuesta a la pregunta: ¿hay dinosaurios en la Biblia? La respuesta es: No tenemos con toda certeza y confianza una respuesta positiva, pero si fuera así, Dios es quien los creó. Y todo va a depender de cómo interpretamos las evidencias. Si la Biblia la interpretamos literalmente, resulta que la tierra, no es tan antigua y podemos aceptar que los dinosaurios y el hombre pudieron coexistir.
¿ASÍ COMO NOS DICE HOLLYWOOD?
Pero, ¿qué es lo que sabemos hoy de los dinosaurios? Sabemos más de ellos por lo que nos dicen en películas como: Jurassic Park, que por lo que nos dice la evidencia real y científica. Hay un dato científico que encontré en un sitio web, donde se dedican a hacer investigaciones y comentan que en 2012 surgió una discusión sobre si los dinosaurios fueron o no reales. Y esta interrogante se disparó en el año 2015 porque surgió la película: Jurassic World (la 5ta película más taquillera del siglo XXI) y aunque parezca extraño que por una película este asunto se convirtiera en un tema de discusión mundial, efectivamente así fue. Por lo que hoy, los jóvenes, en gran manera, lo que conocen de los dinosaurios viene a raíz de esta película. La imagen, la idea y el entendimiento de estos animales, están moldeados por los medios de entretenimiento, más que por las evidencias reales y comprobadas.
SIN UNA IMAGEN REAL
Realmente no tenemos una “imagen real” de lo que es un dinosaurio, pues encontramos una gran variedad de imágenes en Barney, en Google, los Picapiedra, etc. Debido a que los científicos no desenterraron un dinosaurio con toda su carne completa, ya que lo que encontraron fosilizados, fueron pedazos de huesos. Por ejemplo, si se encontrara todo él esqueleto de un dinosaurio, tendríamos menos de un 40% del animal como para poder imaginar o asemejar su aspecto original externo. Es decir, los huesos no revelan el color de piel del animal, aunque ya se han encontrado unos fósiles de impresiones de piel que indican la textura, pero no el color. Y debido a que hay una gran diversidad entre los colores de los reptiles actuales, igualmente pudo ser con los dinosaurios y haber gran variedad en color, textura y otros elementos. De unos cuantos huesos se ha determinado su taxonomía, sus hábitos, su forma de vida, porque hoy en día nos dicen las cosas con una autoridad y aparente certeza que damos por hecho que así fueron.
Yo creo que la mayoría de los creyentes, hemos sido adoctrinados por los medios de comunicación y el sistema educativo, que nos lleva a pensar de una manera secular. Por eso, este tema se ve como opuesto a la Biblia, en lugar de usarla para edificar los pensamientos. Es decir, tenemos que invertir la manera en que consideramos las cosas: debemos partir de la Biblia para entonces interpretar los hechos. Eso si consideramos la Biblia como la Palabra de Dios, caso contrario, estamos a expensas de lo que cada científico o teoría diga. Los paleontólogos (personas que estudian los fósiles), se han tenido que basar, además de los huesos, en una recreación de cómo se vería un dinosaurio. Entonces, los artistas que hacen estas recreaciones fósiles, se les llama paleo artistas. Y aunque comprenden los conceptos básicos de anatomía, de los tejidos y de las proporciones óseas de los animales que ilustran, desconocen lo que es conocido como los tejidos blandos (la cantidad de grasa corporal). Hubo algunos paleo artistas que aplicaron los criterios que se usaron para “ilustrar” los dinosaurios con animales vivos y este sería el resultado:
Es sumamente grotesco que estos animales fueran así, como se ve en la ilustración. La manera de verlo es la siguiente: imagina que encuentras los huesos de un mandril muerto. Y que tuvieras que dibujar al animal a partir de sus huesos solamente. Hay una gran diferencia entre cómo podrías imaginar al animal solo por sus huesos, a como realmente es. Así crearon el libro: “All yesterday’s: Unique and Especulative Views of Dinosaurs and Other Prehistoric Animals” de los autores: Conway, Kosenmen y Nash, en el que ponen en tela de juicio que la imagen que hoy tenemos de los dinosaurios, definitivamente se apega más a lo que Hollywood nos ha vendido, que a lo que realmente pudieron haber sido. Y reflejan varias imágenes de animales que pudieran haber sido más grotescas de lo que son, tan solo por sus huesos. Y esto, no está lejos de la imagen que nos han formado de lo que son los dinosaurios. Entonces, el punto aquí es: ¿cómo sabemos que los dinosaurios que hoy nos han mostrado, son los mismos que vieron en su momento Adán y Eva?
Hay otro ejemplo que estos mismos autores plantean: es técnicamente incorrecto mostrar terópodos maniraptores sin plumaje o con un plumaje escaso. Numerosos fósiles muestran que estaban ampliamente cubiertos por un plumaje completo muy parecido al de las aves.
¿QUÉ IMPLICA TODO ESTO?
Si aceptamos las enseñanzas evolutivas de los dinosaurios, se debería creer que el relato de la Biblia es falso. Intrínsecamente, aceptaríamos que lo que la Biblia dice no es cierto. Y si la Biblia está equivocada en esto, tampoco podríamos creer que es la Palabra de Dios y podríamos ignorar y dudar de todo lo demás.
Yeshua (Jesús), le dijo un principio importantísimo a Nicodemo en Juan 3:12:
“Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” (Juan 3:12, RVR60).
Es decir, si no somos capaces de creer la Biblia, ¿cómo podremos creer las cosas que van más allá de las cosas que si podemos ver?
CONCLUSIÓN…
La Biblia no niega la existencia de los dinosaurios, pues es difícil saber si estamos hablando de las mismas creaturas, porque ya explicamos que el término dinosaurio es relativamente “moderno” y la imagen que hoy tenemos de los sídinosaurios, puede distar mucho de las creaturas que en su momento pudieron habitar el jardín del Edén. Una probabilidad de que no existan hoy es que simplemente porque se extinguieron, lo cual no es extraño, porque los mismos científicos confirman que miles de especies se han extinto desde hace mucho tiempo.
Otro punto interesante es que, en un inicio, en la época de Adán y Eva, antes del diluvio, los animales no eran carnívoros. Escrito está que les dio toda planta y toda hierba para que comieran; así que eran herbívoros. En Isaías capítulo 65, se describe que el león comerá paja (hierba) como el buey. Así que volverá al estado original de la creación. Estas ideas de que los dinosaurios eran depredadores y mataban animales, por sus colmillos filosos que debían desgarrar carne, nos pueden impresionar falsamente. Necesitamos reinterpretar mucho de lo que nos han enseñado en el mundo, incluida la escuela, sobre todo porque muchas de estas explicaciones van en contra de la Biblia y deliberadamente se muestran así. Ya queda en nosotros la decisión: ¿vamos a creer en la Biblia, la cual no niega efectivamente la posibilidad de que hayan existido dinosaurios en los días de Adán y Eva, o creeremos en teorías evolucionistas y en la mercadotecnia del entretenimiento?
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