¿QUÉES EL PACTO DE NOÉ?

Bienvenidos a Respuestas en la Biblia. Vamos a seguir contestando las preguntas que ustedes nos hacen llegar. Y en la pregunta No. 71, llegamos a la pregunta que dice: ¿Qué es el pacto de Noé?  

Me parece que es bastante interesante este personaje y todo lo que implica. Así que vamos a hablar y conocer más de este tema que, prácticamente, todos conocemos y tenemos muy presente cuando vemos un arcoíris. Al menos los que estamos habituados a las cuestiones de la Biblia, pensamos en esta historia que es universalmente conocida porque Dios hizo un pacto con Noé y con toda la humanidad. 

Pero, vamos a considerar algunos puntos antes de llegar a este detalle. Cuando “Noaj” (Noé) baja del arca, en la que estuvo aproximadamente un año, tiempo en el que vivió el cataclismo más grande de la historia: “El Diluvio universal”. Este acontecimiento que mató a todos los seres vivos terrestres, a excepción de los que viajaban en al arca. Entonces, cuando desciende del arca, es como si hubiera llegado a un mundo nuevo. ¿Cómo se sentiría Noé al bajar del arca? Yo creo que, con mucha emoción, no podemos negarlo. Pero, también con incertidumbre. No solo por las expectativas de cuáles serían las nuevas condiciones de la tierra. Recordemos algo muy importante, Noé no tenía una Biblia a la mano.  A veces, pensamos que, tenemos la misma información que poseía Noé, pero no es así. Toda la enseñanza era transmitida oralmente de padres a hijos, sin que hubiera un documento oficial todavía. Por tanto, Noé no tenía una clara referencia de quién era Dios, él no tenía ese entendimiento de saber o conocer al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, pues todavía no habían nacido siquiera. Este es un punto importante de referencia. Como cuando Moisés le pregunta al Eterno, ¿quién eres? Él le contesta: “Yo Soy el Dios de Abraham, Isaac y Jacob”. Con Noé no existía eso. ¿Qué relación y referencia tenía Noé de Dios? Es muy poco lo que sabe de Él. Lo que acaba de conocer es Su poder inimaginable y tan grande, ya que, acaba de darse cuenta de que es capaz de destruir un planeta entero. ¡Impresionante! Para Noé, acaba de descubrir la deidad y el poder de Dios, el cual acaba de destruirá a la humanidad entera con su poder. 

Seguramente, Noé, durante todos los años previos al diluvio, fue testigo de lo que muchos decían sobre otras deidades que manifestaban sus poderes, pero este Dios que acaba de revelarse delante de él y que, le ordenó construir el arca, se ha manifestado de una manera impresionantemente poderosa y, por así decirlo, terrible. Porque nosotros vemos las imágenes lindas del arca de Noé con todos los animales conviviendo ahí, o descendiendo a un mundo hermoso, etcétera. Cuando en realidad, lo que se acaba de vivir es algo sumamente fuerte. 

ANTES Y DESPUÉS DEL DILUVIO      

Entonces, yo no dudo que, Noé bajara del arca, incluso con cierto temor, de que Dios puediera destruir la tierra nuevamente. Porque una de las enseñanzas del diluvio es que, de acuerdo con el ámbito y estándar moral del hombre, Dios es capaz de juzgar a la humanidad. Después del diluvio las condiciones cambian y eso también es parte de lo que tiene que ver con el pacto de Noé. La tierra misma cambia después de Noé y el pacto que Dios hace con él, porque incluso, su relación ya no depende de la inmoralidad universal. Dios lo va a ver, a partir de ahora, desde lo particular. Por ello, poco tiempo después, el Eterno escoge un hombre que es Abraham y, a partir de ahí, comienza a formarse la historia del pueblo de Israel. Comenzando con un individuo. Ya no es la humanidad o el ser humano como raza, sino en lo individual. 

Es en este momento cuando viene la promesa o el famoso pacto que Dios le da a Noé y, que nos involucra a todos, en Génesis 9:8-17:

 “Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra.” (Génesis 9:8-17 RVR60). 

Lo que tiene relevancia en este pacto, es que, primeramente, vemos que se trata de un pacto incondicional, es decir, ya no va a depender del comportamiento del hombre, ni de cómo se desempeñara en la tierra. ¿Por qué digo esto? Porque el diluvio vino como consecuencia de los actos de los hombres. En este caso, el pacto de Noé y la destrucción de la tierra ya no dependería de ello. Nota: Algunos cuestionan esto, porque finalmente, Dios destruyó Sodoma y Gomorra, sí ciertamente, pero ya no a la humanidad entera. Las hijas de Lot pensaron que se había destruido el mundo, pero no fue así. Por tanto, esta es una promesa que Dios dio y Dios cumplirá: “No voy a volver a destruir el mundo con agua”. ¿Por qué le dice esto a Noé? Porque una de las condiciones que cambió en la tierra, después del diluvio, es que comenzó a llover regularmente en la tierra. Antes del diluvio, no llovía, porque la tierra se encontraba recubierta de una esfera de agua, por eso, la Biblia menciona que Dios abrió las fuentes de las aguas de arriba y las fuentes de las aguas de abajo. Comenzó a salir agua de arriba y también agua de abajo. Se considera que había una especie de membrana o capa muy delgada de agua que recubría la tierra. Por eso, la vegetación crecía grandemente, todo era tan saludable y las condiciones y el ambiente eran tan favorables que la gente podía vivir casi mil años. De aquí la relevancia. 

A partir de ese momento, sucedieron ciertos cambios en la tierra, como, por ejemplo, al unirse las placas tectónicas de donde había salido el agua, surgieron las montañas. Y otro fenómeno también fue la lluvia. ¿Qué habrán pensado Noé y su descendencia cuando vieron que estaba volviendo a llover? ¡Otra vez viene el diluvio! Ya que, la única referencia para ellos de la lluvia fue el diluvio. ¡Qué sabio es Dios, cuán considerado y amoroso! Para decirle a Noé que, la próxima vez que lloviera, no tuviera temor de que destruiría la tierra otra vez. Esto, porque cuando se vuelve a presentar la misma situación, uno piensa, va a suceder otra vez. A veces, no pensamos en este tipo de cuestiones, pero créanme que tiene mucha importancia el por qué Dios hace cada cosa. 

Por ejemplo, una vez más, cuando Abraham derrota a estos cinco reyes que habían raptado a Lot y él lo rescata. Inmediatamente después en Génesis 15, Dios se presenta delante de él, diciéndole: “No temas Abraham, porque Yo Soy tu escudo, tu protector y tu galardón.” ¿Qué es lo que, seguramente, estaba pasando en la mente de Abraham? Acabo de derrotar a esta gente poderosa, les quité un gran botín y sus tesoros. Entonces, en algún momento se van a querer vengar de mí, me van a perseguir. Con certeza, cuando Dios se le aparece y le dice esto, Abraham debió estar preocupado. No es casualidad que, en ese momento Dios le dice: “Yo Soy tu escudo, tu galardón. No tengas miedo” Qué interesante porque en ese momento, viene un pacto de Dios con Abraham, a quien le dice: “Tu descendencia será como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Serás multiplicado y prosperado”. 

LA SEÑAL 

¡Qué amoroso es Dios! Porque en los momentos de temor, establece un pacto con ellos, para darles confianza. Le dice a Noé: “¡No tengas miedo!” Porque Yo establezco un pacto contigo, aun cuando las personas hagan cosas malas. Por eso, Dios quiso darle esta señal a Noé. Y, ¡qué hermosa señal le dio! Porque no dependía de nada más. No era un pacto condicional: cuando hagas esto o vayas a este lugar. El arcoíris en sí es una señal universal. Prácticamente, no hay un lugar en la tierra donde no se pueda ver un arcoíris. Así como a Abraham se le da el “Brit Milá” (circuncisión) como una señal, a Noé y a la humanidad se le dio el arcoíris.  

La señal es la palabra hebrea “ot” y expresa una promesa de parte de Dios. Es exactamente un aviso, un señalamiento. Como cuando vamos en la carretera y vemos uno de estos letreros que indican algo. Esa es la idea del pacto, el cual tendría una señal, en este caso, el arcoíris que, sería un recordatorio continuo del amor de Dios por el hombre y, que no traería otor diluvio. De hecho, Ezequiel compara la gloria de Dios con un arcoíris y, esto también es muy relevante. “Yohanan” (Juan), en el libro de Apocalipsis contempla el trono de Dios con un arcoíris. 

¿Por qué esta señal en particular? En primera instancia, yo creo que, Dios no quería que fuera una señal que dependiera propiamente del hombre. Que no estuviera en las manos de un grupo de personas que la pudieran manipular, controlar o esconder. En segunda instancia, como el pacto es de carácter universal, es decir, para toda la humanidad, tendría que ser una señal visible para toda la humanidad. En última instancia, como comentaba, sería una señal que evidenciaría la promesa de Dios, de que no destruiría nuevamente a las personas con agua. Entonces, para que el arcoíris se puede dar, debe tener estas condiciones de lluvia. Finalmente, ¿cuántos colores tiene el arcoíris? Siete colores, ya que el número siete representa la perfección o un ciclo completo. Por tanto, la señal del arcoíris también implica que el juicio de Dios a través del diluvio ha terminado. Se acabó el momento en que Dios ha juzgado y, ahora es momento de algo nuevo y diferente. Los siete colores representan la perfección de ese pacto y, si recordamos la túnica de colores de “Yosef” (José), los colores simbolizan la variedad de personas, de razas y etnias que estarían cubiertas con esos colores. También hay siete notas musicales. A todo esto, se debe la particularidad de esta señal. Además, no hay manera de tapar un arcoíris, por lo que es un testimonio para toda la humanidad.

¿QUÉ ES UN ARCOÍRIS?              

Probablemente de niños, nos imaginábamos que el arcoíris era como un caminito que nos conduciría al otro extremo donde encontraríamos monedas de oro y tesoros. Yo de niño, sí me preguntaba, ¿cómo se forma un arcoíris? Me daban ganas de acercarme y tocarlo. Es un fenómeno que se presenta cuando una luz distante atraviesa un cuerpo de agua que esté en forma de lluvia, vapor o niebla. Según el ángulo con el cual el rayo de luz atraviesa la gota de agua, se proyectan distintos colores en forma de la mitad de un círculo o rueda, es decir, medio arco. A veces se proyectan hasta dos arcoíris. 

Hay algo interesante sobre esta Palabra. Dios dijo a Noé que le daría una señal en Génesis 9:13-14:

 “Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes.” (Génesis 9:13-14 RVR60). 

La palabra arco, en hebreo, es la palabra “keshet”, es un término que se usa como arco para la guerra. Las otras ocasiones donde se usa en la Biblia, es justamente, un arco con el que se arrojan las flechas por un soldado de guerra. Aquí, en este caso, es curioso, porque leemos: “Mi arco he puesto en las nubes” y pensaríamos, va a poner un arco en las nubes y va a apuntar hacia la tierra, pero sabemos que no es así, el arco siempre apunta hacia arriba. Si apuntara hacia abajo sería como una amenaza hacia la tierra, pero el hecho, de que esté apuntando hacia arriba, significa dos posibilidades: 

  1. Que es un recordatorio de que el hombre con esta rebeldía, transgresiones e inmoralidades, todo lo que hizo la generación de Noé, fue como si apuntaran hacia el cielo. Pero, finalmente, es como si el Eterno estuviera dispuesto a recibir ese daño. Como si el hombre fuera a lanzar sus flechas de maldad, dejando que éstas cayeran sobre Dios. Él se hace responsable de todas las flechas que mandamos por el pecado que cometemos. 
  2. El arco también funge como una protección o escudo invisible de fuerza. Como el domo que desarrolló Israel, el domo de hierro, que es una cúpula que destruye los misiles que le arrojan a Israel. De cierta manera, el arco es la protección de parte de Dios del juicio venidero que debería caer sobre la tierra. La señal dice: ¡Deténganse ahí! No podemos destruir la tierra, una vez más, porque yo hice un pacto con ellos.  

APRENDIENDO DE LA SEÑAL       

Tenemos que aprender de esta señal. La promesa consiste en que Dios no destruiría nuevamente la tierra con agua. En la segunda carta de Pedro, capítulo 3, da a entender que, la próxima vez, será con fuego, porque todo será fundido y consumido por el fuego, pero con agua ya no. 

La idea del arcoíris es un recordatorio para el ser humano, empezando por Noé, de que cuando lloviera no volvería a haber otro diluvio. Y, la lección para nosotros, al ver un arcoíris, es que, debemos recordar siempre la fidelidad de Dios y, por supuesto, su gracia. Que aun en medio de la tormenta y la tribulación, siempre hay un remanente que se salva y que está ahí firme porque es justo y halla gracia delante de Dios. 

También debemos recordar que nuestro Dios es Santo y justo porque odia el pecado, y Él no va a permitir que el pecado quede impune para siempre. En algún momento, Dios va a tener que juzgar el pecado del hombre y traerá una consecuencia, así como lo fue el diluvio. Finalmente, también nos recuerda que, Dios proveyó un medio para que Noé y su familia se salvaran, el arca. Y, Dios también ha provisto para nosotros una forma de salvarnos de la ira venidera que es “Yeshua” (Jesús), quien es nuestra arca. Él validó los pactos, cargó en Él con el pecado de todos los hombres. Por medio de Él, es que tenemos entrada a esos pactos. 

A mí me parece hermoso, siempre que veo un arcoíris. La verdad es que hay pocas oportunidades de verlo. Creo que cada vez son menos. Para los que vivimos en cuidades, es menos común. En el campo se da más veces este fenómeno, pero como dicen por ahí: tendríamos que estar en el día, en la hora, en el momento y lugar exactos para poderlo contemplar. 

Es tan relevante y linda esta idea del arcoíris que, dentro del ámbito judío, se desarrolló una bendición particular al contemplar un arcoíris. Simplemente, para darnos cuenta de la importancia que aun dentro del ámbito judío se le tiene al arcoíris y el recordatorio de lo que implica el arco que Dios puso como señal. Aquí la transcribo: “Bendito eres Tú Eterno, nuestro Dios, Rey del universo que recuerda el pacto, y es fiel a Su pacto y cumple Su palabra. Amén”. Cuando contemples un arcoíris, recita esta bendición porque es un momento de agradecer al Eterno. 

LAS LEYES DE NOAJ / NOÉ, NO SON EL PACTO DE NOÉ       

Antes de concluir este tema me parece relevante mencionar algo que, a veces, se presta a confusión. Se trata de algo que se conoce como “Las leyes de Noaj” o “Las leyes de Noé”, las cuales NO son el pacto de Noé. Estas leyes son ciertos decretos que se establecieron por parte de los rabinos para los NO judíos, es decir, para los gentiles, estas leyes son como los pilares de la civilización humana y están escritas en el “Talmud” (Tradición oral que fue compilada en el siglo II), en el tratado Sanhedrín 58b. Y no están en la Biblia. 

Aquí la transcripción del Talmud: “Nuestros rabinos enseñaron: siete preceptos fueron ordenados a los hijos de Noé. Las leyes judiciales, evitar maldecir a Dios, la idolatría, el adulterio, derramamiento de sangre; robo y comer carne cortada de un animal vivo” (Tratado Sanhedrín 58b). Se les llama las leyes de Noé, porque la humanidad desciende de Noé y, por lo tanto, ellos consideran que se deberían de seguir. Yo estoy de acuerdo en que, todos deberíamos de seguir no solo estas leyes, sino también los 613 mandamientos, por supuesto. Por ejemplo, es tan fuerte esta idea que, Maimónides explica que, todo ser humano que observe fielmente estas leyes, ya se ganó un lugar en el paraíso. Entonces, estas leyes de Noé son una forma en que los rabinos pueden excluir a los gentiles de la “Torá” (Instrucción). Es una forma sutil y amable de decirles, estos mandamientos no son para ti, pero tú quédate con estas siete leyes y, ya con eso, tienes el cielo ganado. No te tienes que hacer judío para entrar al “Olam Habá” (Mundo venidero o por venir), simplemente, por tu condición de gentil, te puedes quedar con este paquetito de siete leyes y, con ellas, tú ya estás del otro lado. No te preocupes por el shabat (día de reposo), ni por las fiestas, eso déjanoslo a nosotros. Tú dedícate a estas siete leyes, seis negativas y una positiva. Por eso, los judíos consideran que, un gentil no transgrede shabat, porque no está obligado a guardarlo. No importa que un gentil trabaje en shabat o si un judío le hace trabajar en shabat, porque para los gentiles, no se guarda shabat. Consideran que los 613 mandamientos son exclusivos del pueblo judío. 

Por ejemplo, para los judíos caraítas, consideran que el Noajismo, (así se le llama a esta idea de los “noajidas” -personas que siguen estas siete leyes-), porque consideran que son las siete leyes de los gentiles, dicen que es una religión inventada en el Talmud.   

Ahora, ¿qué nos dice realmente la Escritura? ¿Qué nos dice el apóstol Pablo como rabino de los gentiles? El veía que judíos y gentiles eran iguales delante de Dios. Es lo que dice Romanos 3:9:

“¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.” (Romanos 3:9 RVR60).

¿Cuál es la respuesta? Por supuesto que sí, ciertamente también de los gentiles, porque Dios es UNO. No hay acepción de personas para con Dios. No hay una diferencia como tal para Dios. El que hayamos nacido de un contexto gentil, es una cosa. Que el judío, haya nacido judío, tiene ventaja en muchas cosas, pero no significa que sean dos caminos y leyes diferentes o que sean dos dioses diferentes. ¡De ninguna manera! Las reglas de la casa son las mismas reglas para todos. En este caso, no nos dejemos engañar. Hagamos esta distinción porque, una y otra vez, nos lo vamos a encontrar. Y, este es el argumento más común, cuando un gentil se acerca a un judío porque tiene interés y quiere guardar los mandamientos. Le dicen: “No, tú no te preocupes. El yugo de los mandamientos el muy difícil, está pesado y no te conviene. Hay un paquete más sencillo para ti con siete leyes solamente.” Por supuesto que estas siete leyes también forman parte de la Torá, pero todo depende, incluso, de la perspectiva que tengamos. Si vemos los mandamientos como algo negativo y gravoso, como una maldición, nos va a resultar mucho más atractivo quedarnos solo con siete para entrar al reino de los cielos. En cambio, si vemos los mandamientos NO como salvación, sino como una bendición y como la manera en que Dios quiere que vivamos y le obedezcamos, entonces, no tendríamos por qué conformarnos. 

¿Dónde comprobamos que esto es así? Justamente, en la entrega de la Torá. Cuando esta fue entregada, no solo estaban presentes las 12 tribus de Israel, sino, además, una multitud de extranjeros y gentiles que también recibieron la Torá. Por lo tanto, nos damos cuenta de que, todos tenemos derecho a ella porque es universal. Así mismo con los pactos que Dios ha hecho. Ciertamente, los hizo con la casa de Israel y con la casa de Judá. Eso no significa que sea la exclusión de los demás, sino el canal para que todos se integraran y formaran parte del pueblo de Israel y todos pudieran tomar y abrazar estos pactos como si fueran suyos. 

De verdad que es relevante esto, por eso, Pablo hace este énfasis en la carta a los Romanos 1:16:

 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:16 RVR60). 

Estos pasajes nos hacen ver el pensamiento de Pablo y cómo chocaría, por lo menos, con el pensamiento rabínico actual. Al judío primeramente y también al griego, no es una exclusión para el griego, sino una cuestión de orden. 

Ahora, Pablo repite esta idea para que veamos que no hay ninguna diferencia en Romanos 2:9-11:

 “tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios.” (Romanos 2:9-11 RVR60). 

No hay acepción de personas, todos son iguales. El que ha marcado estas diferencias, ha sido el hombre mismo, quien ha puesto un cerco o pared intermedia de separación, como dice en la carta a los Efesios. Pero, Yeshua derribó esa pared intermedia de separación, por lo que, ya no somos extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos. Somos parte de un mismo pueblo. De los dos pueblos hizo UNO. Esa barrera de separación no eran los mandamientos, sino las que construyó el hombre por medio de estos conceptos que ya platicamos muchas veces: los “guezerot” (decretos), “takanot” (preceptos) y “minjaguim” (costumbres) que terminaron por dividir a judíos y gentiles. 

Finalmente, leamos Romanos 3:9:

 “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.” (RVR60).

 Como diciendo, así como en la gracia, también en el pecado: todos estamos igual, delante de Dios somos exactamente lo mismo. 

También en las cartas a los Gálatas, Pablo tiene esta idea de que ya no hay judío, ni griego, esclavo, ni libre. 

Era importante aclarar este punto, porque de verdad, lo vamos a encontrar continuamente. La manera de excluir al gentil es por medio de estas siete leyes. Así como, las leyes de Noé, no tienen nada que ver con el pacto que Dios le dio a Noé. 

Para concluir, por otro lado, me parece sumamente triste que, la señal que Dios puso al hombre, el arcoíris, sea tomado hoy en día, como una señal de la perversidad a la Torá por las comunidades LGBT, utilizando la bandera multicolor que representa los mismos colores del arcoíris. Cuando realmente lo que expresa esta señal es la gracia y la misericordia de Dios, pero cuando se lleva a un ámbito donde se pervierte la Torá, se llega a la confusión. Qué triste que la señal que Dios busca que sea un símbolo de su promesa, el hombre y el enemigo mismo, traten de modificarlo, cambiarlo y pervertirlo para todo lo contrario. 

Estemos atentos, seamos sabios y escuchemos la Palabra de Dios y lo que Él tiene para nuestras vidas para que sigamos la Palabra escrita y lo que el Eterno nos ha ordenado. 

Espero que haya sido de bendición para tu vida y que lo compartamos con aquellos que sabemos que también necesitan escuchar esto. 

CategoríaTiempos del Fin
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