¿QUÉ ES EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS?
Bienvenidos a Respuestas en la Biblia: la serie de la Kehilá Camino a Emaús. Acompáñame con tu Biblia para buscar la respuesta a esta pregunta número 87: ¿Qué es el pecado original y sus consecuencias? Este es un tema que, a lo mejor, todos hemos llegado a conocer porque trata de la historia de Adán y Eva, la cual es parte de la cultura general de, prácticamente, todos los pueblos. Aun en otras culturas y religiones, existe la idea de que hay un pecado que originó todo lo que hoy vemos y vivimos: el desastre, la maldad, así como un sinfín de consecuencias que vinieron después.
Enfocándonos en el tema y, a la luz de la Biblia, aunque no existe como tal este término en la Escritura, podemos definirlo como dice el diccionario: ‘El pecado original, también llamado pecado ancestral, es una doctrina cristiana del estado de pecado, en el cual, se halla la humanidad cautiva como consecuencia de la caída del hombre, originado por la rebeldía de Adán y Eva en el jardín del Edén’. Es decir, el pecado de la desobediencia, al consumir un fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Entonces, por definición, podemos entender que, el pecado original es el que justamente se dio cuando Adán y Eva deciden comer del fruto que se les había prohibido. Este acto es lo que podemos llamar como pecado original.
Por su parte, la tradición talmúdica, es decir, el judaísmo, identifica este acto con el término “hajet hakadmon” que significa ‘la falta primordial’, de la desobediencia al mandato divino.
Ambas corrientes, tanto judaísmo como cristianismo, aunque coinciden en reconocer este pecado, porque está en la Torá, en el libro de Génesis, la perspectiva de este tema es bastante distinta entre unos y otros. La perspectiva de las consecuencias y, por ende, la interpretación también varía mucho.
Desde aquí, ya tenemos varias preguntas que derivan de este llamado pecado original. Las voy a ir planteando para que vayan pensando en la respuesta o se formen una opinión. De acuerdo con esta idea del pecado original, ¿nacemos con pecado, a causa del pecado de Adán y Eva? Y, ¿somos pecadores porque pecamos o pecamos porque somos pecadores? Veamos si logramos encontrar respuestas a estas preguntas, un tanto filosóficas. Vamos a analizar, primeramente, estas dos perspectivas que acabo de comentar: la cristiana y la judía. Y, finalmente, vamos a estudiar ciertos pasajes en la Escritura donde viene este pecado y su interpretación.
PERSPECTIVA CRISTIANA DEL PECADO ORIGINAL
Vamos a analizar, primero, la perspectiva cristiana sobre este tema del pecado original. El concepto del pecado original fue concebido en el siglo II, por Ireneo, obispo de Lyon, a quien se le considera uno de los llamados padres de la iglesia. Por tanto, en el ámbito cristiano, es una figura de autoridad y una persona de renombre. No mucho tiempo después de la época de Pablo, se empezó a acuñar este término, siendo, prácticamente, el primero que usa esta frase en ciertas controversias y discusiones que quedaron registradas. Otro padre, de la llamada iglesia cristiana, como Agustín de Ipona, también desarrolló esta doctrina. Y, ambos lo basaron en ciertos pasajes que veremos más delante de Pablo como en la carta a los romanos y, de un pequeño pasaje de la carta a los corintios, donde surge el desarrollo de este concepto.
Algunos años después, en los concilios que se hicieron, se estableció el pecado original como la razón del bautismo católico. Ya que, este liberaría a la persona bautizada de las culpas del género humano, de acuerdo con una interpretación de la carta a los corintios y del Salmo 51. De acuerdo con Tertuliano, Cipriano y Ambrosio, que fueron otros padres de la iglesia, siglos después, también consideraron que la humanidad comparte el pecado de Adán y, que se ha transmitido de generación en generación. Si has llegado a preguntarte, ¿por qué en el catolicismo bautizan a los bebés o niños? Esta es la razón principal del bautismo, para quitar el pecado original. En el ámbito cristiano, en el catecismo de la iglesia católica, se declara que el bautismo, aunado a la gracia de Cristo, borra el pecado original y, devuelve al hombre la condición que algún día tuvo. Es una idea muy difundida que, está ligada al bautismo, precisamente, para justificarlo con base en la doctrina del pecado original.
A grandes rasgos, en el cristianismo, el pecado original es entendido como: ‘aquel pecado que heredamos de Adán y Eva, hasta nuestros días. Es algo que es intrínseco en el hombre y forma parte de él’. Y, particularmente, en el ámbito católico, enseñan que, a través del bautismo, se borra el pecado original y así, el individuo, bebé o niño, pasa a una nueva etapa que sería como un borrón y cuenta nueva. Así, por méritos propios, nadie puede quitar, ni borrar ese pecado, porque todos nacemos con pecado. Esto es, básicamente, en síntesis, lo que implicaría la doctrina del pecado original en el cristianismo.
EL PECADO ORIGINAL EN EL JUDAÍSMO
Ahora, ¿qué se enseña o cómo se ve el pecado original en el judaísmo? La perspectiva judía también reconoce el acto de desobediencia de Adán y Eva, pero no con la trascendencia que se le da en el cristianismo y, por ende, no ve la necesidad de un salvador o acción para quitar ese pecado. La tradición dentro del Talmud comentaba yo, que se le llama “hajet hakadmon”, que es la falta primordial o desobediencia de Adán y Eva a este mandato. Pero, los efectos del pecado dentro del judaísmo, simplemente se reducen a una cuestión personal para Adán y para Eva. Es decir, la expulsión del paraíso de ambos, los dolores del parto para Eva, que Adán tuviera que trabajar la tierra con el sudor de su frente y, otras más como, las enfermedades, son parte de las consecuencias del pecado original. Pero, no se considera que el hombre cargue con la responsabilidad de ese pecado, ni que tampoco, nazca en sí mismo, con ese pecado.
Entonces, para el judío ortodoxo y el judaísmo, en general, no hay una referencia de que, las generaciones futuras carguen con el castigo de Adán y Eva. Para ellos, el pecado que cometieron Adán y Eva, no serían maldiciones que cargarían las futuras generaciones. Ni somos pecadores por el pecado de Adán y Eva, sino por una cuestión de decisión propia. Incluso, se enseña que Adán y Eva no cargaron ninguna maldición personal, sino más bien, quien fue maldecida fue la tierra. Y ciertas consecuencias como, los dolores de parto o el tener que trabajar la tierra para obtener alimento con el sudor de la frente, no lo ven como una maldición de Dios directa sobre Adán y Eva, sino que la tierra sería maldita por causa de ellos. Incluso, la mayoría de los rabinos consideran que, Adán y Eva, no eran inmortales y, que en algún momento habrían de morir. Esto lo interpretan del pasaje donde Dios les dice: “Polvo eres y al polvo volverás” en Génesis 3:19. No tenían el don de la inmortalidad o la vida eterna, simplemente, consideran que la expulsión del Edén fue una consecuencia, pero no cambió la condición o el estatus que tenían Adán y Eva antes de pecar.
En Génesis 3:22 Dios dijo: “He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal, ahora, pues, no alargue su mano y, tome también del árbol de la vida y coma y viva para siempre”. Como diciendo: “Antes no viviría para siempre, pero si come del árbol, ahora si vivirá para siempre”. De este pasaje consideran que, Adán y Eva, no iban a vivir eternamente. En otras palabras, Adán y Eva, estaban destinados a morir, comieran o no comieran. Y, comer del fruto, trajo consecuencias, pero no estas maldiciones. Esta es una consideración que, simplemente, estamos explicando como la opinión principal que se da en la enseñanza judía.
La conclusión con respecto al judaísmo es que, aunque se reconoce que Adán y Eva, obviamente pecaron, quedaron en su propia generación las consecuencias de ese pecado y, el resto de las generaciones, no heredarían el pecado de Adán y Eva. Esto está basado en el profeta Ezequiel que dice: “Los hijos no morirán por los pecados de los padres, ni los padres por los pecados de los hijos.” Por eso, ellos dicen: Adán y Eva pecaron, los expulsaron del paraíso y, vivieron sus consecuencias, pero nosotros, no tenemos conexión con el pecado que ellos cometieron. Así, el pecado original, no se le ve con las mismas consecuencias que en el cristianismo. Por eso, no se enseña como tal.
ANÁLISIS BÍBLICO
Vamos a hacer un análisis apegado a la Palabra.
Leamos Génesis 3:6-23:
“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Más Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”. (Génesis 3:6-23 RVR60).
Aunque el término pecado original o ancestral no aparece como tal en nuestras biblias, ya sabemos por el relato de Génesis 3 que acabamos de leer que, cuando Adán y Eva desobedecen, trajeron consecuencias muy evidentes. ¡No hay una transgresión que no traiga consecuencias! No hay manera en que uno peque y no pase nada. Siempre pasa algo. Aunque, a veces, tú no vivas directamente la consecuencia, alguien más la debió haber vivido o haber pagado. O en algún momento, más adelante, esas consecuencias llegarán. Podrán pasar muchísimos años, pero no quiere decir que no suceda nada. Entonces, dentro de las consecuencias directas e inmediatas que podemos leer en el relato, que trajo el pecado de Adán y Eva, son:
* Enemistad entre la simiente de la serpiente y la simiente de Eva (v15). A partir de aquí comienza una enemistad que queda declarada y profetizada para todas las generaciones.
* Futura herida de la serpiente al calcañar de la descendencia de Eva (v15). Vendrá una ofensiva, una herida sobre el calcañar del descendiente de Eva que es Yeshua y sobre la humanidad.
* Multiplicación de los dolores de parto (V16). Aquí le podemos preguntar a todas las mujeres, si no han seguido cargando con esta consecuencia hasta el día de hoy.
* Deseo hacia su marido y dominio de parte de él (V16). El deseo de la mujer sería hacia su marido y, habría un dominio de parte de él, hacia ella.
* La tierra sería maldita (V17). Por causa del hombre. Es importante aclarar que Dios no maldice directamente al hombre, ni a la mujer, sino que la primera consecuencia de su pecado, la cargaría la tierra. A veces, nos podemos quejar de lo que vivimos en este planeta. Pero el hombre, en este caso, Adán y Eva, son los primeros responsables de todo esto.
* Sufrimiento para comer de ella (V17). El hombre, con dolor, comería de la tierra.
* Espinos y cardos produciría la tierra (V18).
* Trabajar con el sudor de la frente (V19).
* Volver al polvo de donde fue tomado (V19). El hombre volvería al polvo de donde fue tomado.
* Expulsión del Edén (V23). La última consecuencia de Adán y Eva, expulsión del paraíso.
Así que, no fue poca cosa lo que les tocó pagar por esta desobediencia y, todo lo anterior, fueron las consecuencias directas. Sin embargo, no podemos negar que repercuten como una maldición hasta nuestros días. Es innegable que no tenemos acceso al Edén, las mujeres siguen teniendo dolores en el parto, la tierra sigue produciendo cardos y espinos, hay que salir a trabajar todos los días y con el sudor de la frente obtener el sustento, en fin. No podemos negar que seguimos viviendo las consecuencias del pecado de Adán y Eva.
Que el judaísmo no lo vea o lo reconozca de esa manera, no por eso, podemos negar que seguimos viviendo las consecuencias del pecado de Adán y Eva. Por supuesto que, no somos responsables de la misma manera que lo fueron Adán y Eva, pero sí seguimos cargando con las consecuencias de su pecado. Dios no nos está haciendo responsables de los pecados de Adán y Eva, porque no podemos ser responsables de lo que no hicimos, pero no podemos saltarnos las consecuencias que trajo esta desobediencia. Esto es para nuestro aprendizaje, como les decía. Primero, toda transgresión implica una consecuencia y, segundo, nosotros, muchas veces, no podemos medir las consecuencias de nuestras transgresiones. No sabemos hasta donde van a llegar. Aunque, evidentemente, si una generación hace conciencia y, se arrepiente y cambia, puede cortar esa línea. No significa que no viva ciertas consecuencias por los pecados de los padres. Finalmente, no es responsable, pero las consecuencias son otra cosa porque ahí están.
No es que el pecado de Adán y Eva se haya transmitido a las futuras generaciones de manera directa, pero un punto muy importante es, la condición del ser humano para con Dios. Para mí, esta es la consecuencia más trascendental del pecado: que este nos separa de Dios. El pecado rompe con esa comunión íntima que pudiéramos tener con Él. Dios se sigue relacionando con el ser humano, aun con los más pecadores, pero no pueden decir que tengan una relación íntima con Él, debido a que el pecado causa una separación.
El pecado que cometieron Adán y Eva rompió esa comunión exclusiva que tenían con Dios. La relación que el hombre debía tener con el Eterno estaba destinada a que fuera permanente y jamás cambiara. Pero, el pecado rompió esa relación. Creó un abismo de separación, quedando en un lado el hombre y, en el otro lado, Dios.
SOLUCIÓN DE DIOS AL PECADO ORIGINAL
Volviendo a la pregunta: ¿nacemos con pecado como una consecuencia de Adán y Eva? Así como ¿pecamos porque somos pecadores o somos pecadores porque pecamos? Y, lo más importante, ¿cómo solucionó Dios este asunto del pecado original? Porque sabemos que a Dios no se le va una. Vamos a leer un pasaje de Pablo, al cual no le podía pasar desapercibida esta situación para un rabino como él, un erudito en la Escritura, sabiendo que el problema principal del hombre con Dios es el pecado. Esta es la gran bendición de tener el “Brit Hadasha” (Nuevo Testamento) porque podemos entender mucho mejor este tipo de conceptos, ya que en el “Tanaj” (Antiguo Testamento) no se detallan o aclaran.
Acompáñame con tu Biblia a Romanos 5:12-21:
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que, así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. (Romanos 5:12-21 RVR60).
Para Pablo la consecuencia directa del pecado de Adán y Eva es que, en ese momento, la muerte pasó a todos los hombres. Sabemos que la definición de pecado es: ‘Transgresión a la ley’ de acuerdo con la 1ra carta de Juan. Pero, si no hay ley, no hay manera de señalar lo que es pecado. Pero esta no es la principal situación, sino lo que dice el verso 14: No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Menciona a Moisés como representante de la ley. ¡Aquí está el meollo del asunto y el principal problema del llamado pecado original! ‘Que trajo la muerte al ser humano’. Por eso, yo considero que Adán y Eva no estaban destinados a morir, sino a permanecer en un estado de comunión con Dios, sin tener que experimentar la muerte física y, mucho menos, la muerte espiritual. Sin embargo, aunque no había una “Torá” (Instrucción, Ley) por escrita, la muerte se manifestó. Por eso, la consecuencia que se le dijo a Adán que tendría cuando pecara, sería la muerte: “De cierto, de cierto os digo, que el día que de él comieres, ciertamente morirás”, refiriéndose a la condición espiritual que iba a obtener. Aun en los que no pecaron a la manera de Adán, es decir, ningún otro humano estuvo en el jardín del Edén y ningún otro humano pecó exactamente como él lo hizo.
Ese es el grave problema de la situación, que el pecado trae como consecuencia la muerte. El llamado pecado original implica que hay una muerte espiritual en el hombre al momento de pecar. Y así, como heredamos de Adán una naturaleza divina y espiritual, también hemos heredado de él, una naturaleza caída de pecado.
Pero, aquí viene la solución, a partir del verso 15: Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Es decir, Dios va a buscar remediar y restaurar esto que sucedió. Es muy claro, si por uno vino este pecado, esta muerte; también por uno vendrá la justificación y el don de la justicia.
Y dice a partir del verso 19: Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que, así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro. Creo que está muy claro, por la transgresión de uno, es decir Adán, murieron muchos y la condición de muerte espiritual se transmitió a todos los hombres. Todos los hombres, sin excepción, tienen esta condición de muerte desde que nacen. Y no va a ser el bautismo, el agua que le derramen sobre la cabeza a un niño, lo que va a quitar el pecado. Ni la consecuencia de la separación que hay con Dios. Lo único que va a quitar esa consecuencia, cuando finalmente llegue el momento, es que hayamos hecho “Teshuvá” (Arrepentimiento) y, que hayamos reconocido nuestro pecado delante de Dios y, que aceptemos la obra que hizo Yeshua a nuestro favor para reconciliarnos con el Padre.
Yeshua vino a restaurar el pecado, así como las consecuencias que trajo el pecado de Adán.
RESULTADO DEL PECADO DE ADÁN
El resultado del pecado de Adán, podríamos resumirlo así: ‘por la transgresión de aquel uno murieron los muchos’. Otra consecuencia de su pecado es: ‘ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación’. Entonces, ¿qué trajo el pecado de Adán al hombre? Muerte, juicio y condenación.
¿Cómo restaura Dios esto? Con la obra de Yeshua, como dice el verso 15: “que trajo la abundancia de la gracia para los muchos”. También como dice el verso 16: “Trajo justificación” y dice el verso 17: “Vida eterna y el don de la justicia”. Dios sabía perfectamente lo que iba a suceder con el pecado de Adán y la consecuencia de su pecado. Pero, para Dios no había problema, porque Él ya tenía el plan perfecto de redención. Que Yeshua muriera por ti y por mí para restaurar todo lo que se había perdido.
VIVIFICADOS EN YESHUA
Por eso, es tan importante conocer el “Brit Hadasha” y la obra de Yeshua, porque a veces, lo vemos como: ‘Él murió por nuestros pecados solamente’. Sí, pero también por los pecados de todo el mundo. Así como, por las consecuencias iniciales del pecado de la humanidad. El sacrificio de Yeshua abarca desde Adán y Eva, hasta el último ser humano que nazca en esta tierra. Hasta ahí está la cobertura de la sangre del Mesías.
Finalmente, vamos a leer 1 Corintios 15:21-22:
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1 Corintios 15:21-22 RVR60).
Efectivamente, la muerte entró al hombre por causa de Adán. Y, Adán no estaba destinado a morir, ni a estar separado de Dios. De haberlo estado, Dios no le hubiera dicho: “el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Si de todas formas iba a morir, como creen en el judaísmo, Dios no le hubiera dicho eso. Pero, el pecado trajo esta consecuencia.
Ahora, como dijo Pablo ahí mismo en la carta a los Romanos: “aunque no pecamos a la manera de Adán”, de todas formas, hubiéramos pecado de cualquier otra manera y hubiéramos cargado con las mismas consecuencias que Adán. Si alguien naciera absolutamente sin ningún pecado, en algún momento de su vida pecaría. Ya lo dijo Salomón: “ciertamente no hay un hombre que haga el bien y nunca peque”, por tanto, en algún momento pecaría. También Pablo enseña en Romanos 3: “Por cuanto todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios”. Por tanto, no hay quien diga: ‘Yo no hubiese pecado’ o ‘Yo no cargo con el pecado de Adán y Eva, yo no soy responsable, por lo tanto, yo no tengo por qué vivir las consecuencias.’ Pecamos continuamente, de todas formas, caeríamos en la misma condición de Adán.
Pero, por medio de Yeshua, no solo viene la restauración de este pecado, sino también la resurrección. Es decir, la justificación. Entonces, al decir que en Adán todos mueren, es como decir, todos los que pertenecen a Adán. Es inevitable decir que no vivimos las consecuencias del pecado de Adán porque heredamos eso. Pero, si somos parte del Mesías y pertenecemos a Él, entonces, también vamos a recibir vida nueva.
David “HaMelej” (Rey David), también entendió este principio, al igual que Pablo, de que todos nacemos en pecado. ¿Cuándo lo entendió? Lo entendió mejor que nunca, cuando él mismo cayó en el pecado de adulterio. Esto está documentado en el Salmo 51:5:
“He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.” (Salmo 51:5 RVR60).
¿A qué se refería el Rey David? No a que fuera el resultado de una relación pecaminosa, simplemente, a que su condición como ser humano, desde el nacimiento, estaba inclinada hacia el pecado de manera intrínseca.
Nosotros nos podemos dar cuenta muy rápido con un bebé, que hay cosas que no les tenemos que enseñar para que ellos hagan y ya son transgresiones. Por ejemplo: empiezan a morder, a arañar, a pellizcar, a mostrar egoísmo, etcétera. Cuestiones que pueden ser consideradas como pecado, aunque para ellos no lo sean. Pero, finalmente, es esa la naturaleza pecaminosa que ya traemos.
Como les decía, no hay ningún problema, porque por medio de Yeshua, todo pecado es justificado y perdonado. Podemos, entonces, entrar a una correcta relación como la que tenían Adán y Eva, antes de la caída. De hecho, ese es el plan final. La fiesta de “Sukkot” (Cabañas), representa que Dios va a caminar entre su pueblo. Es curioso, pero en el libro de Génesis dice que, Dios se paseaba en el huerto del Edén. Es decir, Dios habitaba entre ellos. Esa es la aspiración máxima a que el hombre pueda llegar. A tener una comunión tan cercana con Dios que, es como si lo viera, caminara con Él, se pasearan y caminaran por los senderos del jardín del Edén. Esa era la condición que tenían Dios y el hombre. Y, todo eso se rompió. Por eso, la fiesta de “Sukkot” es la parte profética que nos muestra que Dios habitaría en medio de Su pueblo. Eso es lo que esperamos Tú y Yo, cuando Él vuelva. ¡Qué increíble manera de proceder de Dios! ¡Qué increíble plan que no se le escapa nada! Él sabía que Adán y Eva iban a fallar, que todo esto iba a suceder y que Él tendría todo bajo control. El Mesías, ya estaba destinado a morir por nuestros pecados, para restaurar todo y volvernos a dar esa condición y relación que teníamos con Dios.
No nos lamentemos más por el pecado de Adán y Eva. No le echemos más la culpa. Solo esperamos a la segunda venida o regreso del Mesías, porque entonces, volveremos a tener esa comunión con Dios que algún día tuvimos. Que no estemos añorando y pensando cómo habría sido el paraíso en el jardín del Edén, porque algún día, prácticamente, estaremos en él. El cual ya no será un huerto con un espacio muy limitado, sino que será una expansión. La tierra misma se convertirá en un jardín del Edén donde todos podamos habitar y tener comunión con Dios.
Así que, podemos responder a las preguntas del principio, sí, ciertamente, podemos considerar que, si nacemos con el pecado de Adán, aunque no somos responsables de ese pecado porque no estuvimos ahí. Ahora, si somos pecadores porque pecamos o pecamos porque somos pecadores, ambas son ciertas. Sin embargo, podemos considerar que primeramente nacemos con pecado, es decir, con una naturaleza pecaminosa. Por tanto, pecamos porque somos pecadores. También, somos pecadores porque pecamos de acuerdo con la Torá, por tanto, somos transgresores. Y esto es, para que todos entendamos y nos demos cuenta de que, necesitamos de un Salvador. Por eso, dice la Palabra: “a todos los encerró bajo pecado, para que nadie se jacte en su presencia”. Para que nadie pueda decir: ‘Yo soy la excepción. Yo nací sin ningún pecado’. ¡Nadie puede decir eso!
Ahora, una pregunta habitual sobre este tema es: ¿Qué pasa con los niños? Yeshua dijo: “Dejad los niños venir a mí, porque de ellos es el reino de los cielos”. Entonces, si los niños nacen con pecado, ¿cómo es que se les perdona? Porque la gracia del Mesías es suficiente para ellos, sin la necesidad de una “Teshuva” o arrepentimiento, la cual es necesaria cuando el hombre toma conciencia de sus pecados. Es decir, cuando toma responsabilidad de sus pecados. Y un niño no se puede atribuir ese nivel de conciencia, esa responsabilidad. Por lo tanto, no hay ninguna contradicción. Aunque un niño nazca con el pecado de Adán y Eva, no se le puede hacer responsable, primeramente, porque es una responsabilidad que no le compete y, de la cual no es consciente. Y, segundo, la paga del pecado, que es la muerte, ya está pagada y vencida por el Mesías. La gracia se manifiesta sobre todo para los niños. Ya cuando somos adultos, conscientes y, ya sabemos, necesitamos reconocer nuestros pecados para hacer teshuva y, poder atribuirnos esa gracia en nuestra vida. Un niño no tiene por qué cargar con esto.
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