Salvación: Sólo por Yeshua, sólo por Su gracia
Una de las tendencia que tiene todo ser humano es la de buscar la justificación de nuestros actos a través de obras. A todos los que han conocido La Palabra, en algún momento de nuestra vida nuestra conciencia nos acusaba y señalaba como culpables delante de Dios, había algo que nos decía muy claro en nuestro interior que éramos pecadores y por más buenas acciones, por más buenas intenciones, en el fondo sabíamos que no estábamos justificados delante de Dios. No fue hasta el momento en que alguien nos habló acerca de Yeshua cuando empezó el cambio bíblico duradero, cuando Dios nos capacitó por medio de su Espíritu para empezar a cambiar. Este paso es la respuesta al amor demostrado por Dios hacia nosotros en Yeshua[1].
Antes de empezar a adentrarnos en el estudio, debemos dejar muy claro un punto: la salvación eterna de cualquier ser humano es sólo mediante la obra redentora de Yeshua en la cruz, ninguna otra obra, trabajo o sistema religioso puede ser capaz de sustituir lo que Él hizo por nosotros, sólo Yeshua salva. El apóstol Pablo jamás olvidó esto y nosotros tampoco debemos hacerlo, no podemos y no necesitamos añadir algo a nuestra salvación. La obra para nuestra salvación está completa, por eso Yeshua dijo: “consumado es” (Jn. 19:30).
De esta manera debemos entender, que cuando se muestren ejemplos, de Pablo o el resto de los apóstoles guardando la ley o sea una invitación a hacerlo nosotros, jamás debemos pensar que es “para ganarnos el cielo” o para obtener vida eterna, ya que se menciona:
- sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Yeshua el Mesías, nosotros también hemos creído en Yeshua el Mesías, para ser justificados por la fe de Mesías y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado (Gal. 2:16).
- Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda; No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Romanos 3:10-12).
- Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:20).
Ya que la norma de Dios es de perfección (Lv. 19:2, Mt. 5:48), no podemos lograr la salvación por nuestros propios esfuerzos (Sal. 143:2; Ecl. 7:20; Rom. 3:23). No podemos salvarnos por nosotros mismos (Prv. 20:9), ni depender de otro ser humano para redimirnos (Sal. 49:7), es por ello que necesitamos reconocer que somos pecadores, merecemos la muerte y debemos arrepentirnos. Y por la gracia y misericordia de Dios, creemos que somos salvos por fe. El pastor Chuck Smith en una de sus obras define gracia como “Dios dándonos algo que no puedo obtener por mí mismo. Gracia es ser aceptado por Dios, aun sin merecerlo, a pesar de que no soy digno de ello”[1]. Y es por ella por la que somos salvos.
Yeshua es la única forma por la que alguien puede ser salvo, obtener la vida eterna y la salvación de su alma, es imposible hacerlo por medio de otra persona, otro mediador o alguna religión, ya que:
- Yeshua le dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6).
- Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Yeshua el Mesías hombre. (1ª Timoteo 2:5).
- Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. (Juan 3:16,17).
- Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Yeshua, a quien has enviado. (Juan 17:3).
- Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, el Mesías murió por nosotros. (Romanos 5:8).
Pero también debemos comprender que Dios no sólo nos ha dado vida eterna, sino una relación personal con Él a través de su hijo Yeshua, necesitamos conocer Su Palabra para saber cómo relacionarnos mejor con Él, y saber cómo vivir mientras Yeshua regresa: cómo andar en este mundo, qué hacer, qué no hacer, qué comer, cómo santificarnos, etc.
La salvación es el principio de la vida eterna que Dios nos ha dado. Hemos sido llamados como personas nacidas de nuevo a cambiar, a llevar una vida santa (véase 1ª Pedro 1:13-17) por lo tanto, nuestro antiguo estilo de vida no puede seguir rigiendo nuestro caminar con Dios, pero ¿qué tanto o en qué aspectos debe cambiar mi vida? Seguramente después de nuestra conversión fueron fáciles y fáciles de identificar hechos de nuestra antigua manera de vivir que necesitaban cambiar, pero hay algunos en los que aún tenemos nuestras dudas y confiando en el Espíritu Santo que nos ha sido dado, empezamos a hacerlos aunque aún con titubeos. Espero que este trabajo, sirva también para aclarar esas dudas y llevarte a conocer mejor cómo hacer de tu vida, una vida más apegada a la Palabra, una vida consagrada que es la que todos deseamos.
De esta manera, una cosa es salvación y otra vivir en santidad, ya que Dios desea que vivamos consagrados a Él, por esto era necesario que naciéramos de nuevo y que recibiéramos su Espíritu para poder lograrlo.
Es cierto que Dios ya nos hizo santos, no por nuestros méritos, sino por la obra de Yeshua, pero a lo que me refiero con santificarnos es apartar nuestra vida del pecado día a día y vivir conforme a lo que está Escrito con el poder del Espíritu. “Santo” en la Biblia no quiere decir alguien bueno o perfecto, sino alguien que ha sido justificado por Dios, pero que su vida la vive en santidad, es decir, apartándose de lo que lo pueda hacer pecar.
Un ejemplo de esta idea la encontramos claramente en la Biblia, Dios tomó a un pueblo que vivía en esclavitud (en el pecado) en Egipto como siervos de Faraón, a través de milagros y prodigios los sacó de esa esclavitud por el mar rojo (bautizo) y los hizo su esposa (mediante la entrega de la ley) para que aprendieran a vivir en santidad ya siendo libres (salvos) en esta tierra.
Otro texto que nos muestra claramente que la salvación es mucho más que el fin, sino el medio que Dios emplea para empezar a cambiar nuestra vida es Efe. 2:8-10:
- “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en el Mesías Yeshua para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”
- porque por gracia sois salvos por medio de la fe. La salvación es por gracia, gratuita y por medio de la fe.
- y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No es por nuestras obras, nuestro cumplimiento de los mandamientos o el portarnos bien, sino exclusivamente de Dios, un regalo Divino.
- no por obras, para que nadie se gloríe. Nadie puede presumir o jactarse de ser justo o santo delante de Dios.
- Porque somos hechura suya, creados en el Mesías Yeshua para buenas obras. Somos creación de Dios, hechos a su imagen conforme a su semejanza, destinados a ser como su Hijo Yeshua por medio de buenas obras. ¿Cuáles son estas buenas obras? La respuesta se desarrollará a lo largo del estudio. Somos salvos por gracia, pero también tiene un propósito: andar en buenas obras como dice el resto del versículo.
- Las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Este texto muestra que Dios que ya tenía prevista nuestra salvación, también tenía previstas o hechas la obras por las que Él quiere que andemos en ellas. Por tanto una persona salva puede saber qué obras hacer para andar como hechura de Dios, a semejanza de su Hijo.
Si tú adoptas a un niño que vive en la calle, que no tiene educación, reglas, normas, etc., vas a tratar de mostrarle cómo vivir, no sólo se trata de rescatarlo, de darle alimento, vestido y techo, sino de educarlo: enseñarle a comer, cómo comportarse, a relacionarse con otros, hay que enseñarle a vivir su nueva vida. Enseñarle normas y reglas. Exactamente lo mismo hizo Dios con Su pueblo, y lo sigue haciendo, una vez que los sacó por gracia de Egipto, les dio Su instrucción (ley), para que supieran cómo amarse, cómo vivir, para que se santificaran.
Absolutamente nada podemos hacer para alcanzar la salvación y justificación, pero para santificar nuestras vidas, con ayuda del Espíritu Santo, tenemos mucho por hacer, esa es nuestra parte. Dios ya hizo lo que era imposible para nosotros, ahora nos toca corresponder a ese amor haciendo lo posible: obedeciéndole y andando en buenas obras.
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