2a Corintios 2 y 3 ‘La Torá en corazones de carne por medio de su Espíritu’

2Co 2:1 Esto, pues, determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza.
2Co 2:2 Porque si yo os contristo, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo contristé?
2Co 2:3 Y esto mismo os escribí, para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros.
2Co 2:4 Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo.
2Co 2:5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros.
2Co 2:6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos;
2Co 2:7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza.
2Co 2:8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él.
2Co 2:9 Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo.
2Co 2:10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo,
2Co 2:11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
2Co 2:12 Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor,
2Co 2:13 no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.
2Co 2:14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.
2Co 2:15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;
2Co 2:16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?
2Co 2:17 Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.

2Co 3:1 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?
2Co 3:2 Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres;
2Co 3:3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
2Co 3:4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios;
2Co 3:5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios,
2Co 3:6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
2Co 3:7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
2Co 3:8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?
2Co 3:9 Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.
2Co 3:10 Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente.
2Co 3:11 Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.
2Co 3:12 Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza;
2Co 3:13 y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido.
2Co 3:14 Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.
2Co 3:15 Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.
2Co 3:16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.
2Co 3:17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
2Co 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

“El que recibe enseñanza en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo enseña”

Gálatas 6:6 (RVC)



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