406. El Precepto sobre la anulación de las promesas.

407. No transgredir ni alterar una promesa.

Números 30: 1-5 Versión de la traducción en lenguaje actual

”Moshé les dijo a los jefes de las tribus de Israel: “Dios me ordenó que los instruyera. Sobre las promesas que se le deben cumplir. Si una joven soltera le hace una promesa a Dios, Y su padre está de acuerdo con ella, la joven debe cumplirla. Pero si su padre no está de acuerdo con lo que ella prometió, entonces ella no estará obligada a cumplir su promesa, y Dios la perdonará.” (Números 30: 1-5 TLA)

Números 30: 1-16 Versión RV60:

Ley de los votos.

” Habló Moshé a los príncipes de las tribus de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que El Eterno ha mandado. Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca. Más la mujer, cuando hiciere voto a Jehová, y se ligare con obligación en casa de su padre, en su juventud; Si su padre oyere su voto, y la obligación con que ligó su alma, y su padre callare a ello, todos los votos de ella serán firmes, y toda obligación con que hubiere ligado su alma, firme será. Más si su padre le vedare el día que oyere todos sus votos y sus obligaciones con que ella hubiere ligado su alma, no serán firmes; y El Eterno la perdonará, por cuanto su padre se lo vedó. Pero si fuere casada e hiciere votos, o pronunciare de sus labios cosa con que obligue su alma; Si su marido lo oyere, y cuando lo oyere callare a ello, los votos de ella serán firmes, y la obligación con que ligó su alma, firme será. Pero si cuando su marido lo oyó, le vedó, entonces el voto que ella hizo, y lo que pronunció de sus labios con que ligó su alma, será nulo; y El Eterno la perdonará. Pero todo voto de viuda o repudiada, con que ligare su alma, será firme. Y si hubiere hecho voto en casa de su marido, y hubiere ligado su alma con obligación de juramento, Si su marido oyó, y calló a ello y no le vedó, entonces todos sus votos serán firmes, y toda obligación con que hubiere ligado su alma, firme será. Más si su marido los anuló el día que los oyó, todo lo que salió de sus labios cuanto a sus votos, y cuanto a la obligación de su alma, será nulo; su marido los anuló, y El Eterno la perdonará. Todo voto, y todo juramento obligándose a afligir el alma, su marido lo confirmará, o su marido lo anulará. Pero si su marido callare a ello de día en día, entonces confirmó todos sus votos, y todas las obligaciones que están sobre ella; los confirmó, por cuanto calló a ello el día que lo oyó. Más si los anulare después de haberlos oído, entonces él llevará el pecado de ella. Estas son las ordenanzas que El Eterno mandó a Moshé entre el varón y su mujer, y entre el padre y su hija durante su juventud en casa de su padre”. (Números 30: 1-16 RV60)

Explicación del mandamiento:

Este capítulo refiere a qué valor tienen las palabras, qué valor le damos hoy a las palabras. En aquella época de la escritura no había contratos como los que hoy existen, así que la palabra lo era todo, la palabra o el juramento eran la firma de la persona. En este caso hay una diferencia según el texto por qué dice respecto a los votos o juramentos, un voto viene de la palabra hebrea nádar que significa promesa y una promesa es como la que realizó Jacob quien dijo que le entregaría todos los diezmos al eterno. Es algo que uno está obligado a hacer, es algo que uno se autoimpone, algo que recae sobre uno mismo. El juramento del hebreo shehua es algo que se ha prometido cumplir, pero cae sobre El Eterno, sobre un factor externo, por ejemplo cumplir el voto nazareo, que en realidad es un juramento, o por ejemplo una ofrenda que se llevó o se piensa llevar al Eterno o hacer algo específico en o sobre alguien. A todo esto recordamos las palabras de nuestro Mesías: “Sea tú, sí, sí, y tú no, no”, porque lo que es más de esto, de mal procede, ver versículo de Mateo capítulo 5.

Si todos cumpliéramos nuestras palabras no necesitaríamos contratos, cláusulas, en fin, es triste darnos cuenta de que ya no existe confianza en las palabras de las personas, es triste como la gente ya no confía en lo que se les dice y hasta se toma como burla o a menos cualquier tipo de juramento o de promesa. La gente juraba simplemente para despejar dudas, no para hacer más controversia.

Ahora bien, por cuanto Dios le da gran importancia a nuestra palabra, toda promesa o todo juramento no cumplido va a implicar una cierta maldición o consecuencia negativa a nuestras vidas. Dios conoce nuestra naturaleza y por eso otorgó la manera en la que podemos librarnos de ese juramento, pero hay excepciones y la primera es que todo varón que lleva a cabo un juramento debe cumplirlo. El hijo o la hija están sujetos a los padres, en este caso existe la opción de que el padre pudiera anular esta promesa o este juramento por una razón muy lógica que en la juventud se tiene la tendencia a prometer o jurar, en fin, hay una gran cantidad de cosas que decimos de jóvenes y que evidentemente no las vamos a cumplir y el padre con su sabiduría tiene la obligación de detener esa promesa o ese juramento. Por lo tanto, si eres padre y tus hijos están en casa, todavía tienes que saber que tienes la autoridad espiritual y legal de anular un juramento, una promesa que tu hijo haya hecho porque si no va a traer consecuencias en sus vidas. Cuantos jóvenes y jovencitas se juran amor eterno, lealtad, casamiento y luego esto no es viable y difícilmente se va a cumplir y están cargando sobre ellos con esta especie de maldición, por ello no debemos tomar tan a la ligera las cosas que decimos o prometemos aún en la juventud.

Veamos que sucede en lo que refiere al verso 4,dice:

Si su padre oyere su voto, y la obligación con que ligó su alma, y su padre callare a ello, todos los votos de ella serán firmes, y toda obligación con que hubiere ligado su alma, firme será. (Números 30:4 RV60)

Esto es en caso de que el padre escuchó o se enteró o sabe lo que hizo la hija, si se queda callado, como dice el dicho, el que calla otorga, va a traer consecuencias negativas, va a traer una maldición sobre la vida de la hija y ella pensará que el padre estuvo de acuerdo porque no dijo nada y después pasa el tiempo, el padre se entera o simplemente ve las consecuencias y quiere anular esto o dice: -¿No sabes que no debes de hacer esto?, no cumplas, no vayas a este lugar aunque lo hayas prometido. Entonces también se hace responsable por este juramento hecho por la hija.

Continuando dice el verso 5:

“ Más si su padre le vedare el día que oyere todos sus votos y sus obligaciones con que ella hubiere ligado su alma, no serán firmes; y El Eterno la perdonará, por cuanto su padre se lo vedó”. (Números 30:5 RV60)

El padre, que tiene mayor sabiduría y discernimiento que los hijos, vislumbra que esto va a afectar el futuro de su hija, otro ejemplo es de chicas que a lo mejor por una decepción ya juraron ante el cielo que no se van a volver a enamorar, que no se van a casar y esto tal vez no es plan de Dios y no tiene sentido hacer este tipo de promesas o juramentos.

En el caso de las mujeres que están casadas, dice del verso 6-8:

Pero si fuere casada e hiciere votos, o pronunciare de sus labios cosa con que obligue su alma; Si su marido lo oyere, y cuando lo oyere callare a ello, los votos de ella serán firmes, y la obligación con que ligó su alma, firme será. Pero si cuando su marido lo oyó, le vedó, entonces el voto que ella hizo, y lo que pronunció de sus labios con que ligó su alma, será nulo; y El Eterno la perdonará. (Números 30:6-8 RV60)

Una vez más queda a juicio del esposo, lo que la esposa haya prometido, este es prácticamente el único caso en el que de una manera muy evidente la mujer está sujeta a la voluntad del esposo, esto no es por una idea de desigualdad, sino una idea de protección, de resguardo sobre la misma mujer. Es obvio que la mujer no va a estar jurando sobre cada aspecto de la vida o sobre cada situación que se le presente para que su marido tenga que estar anulando estás promesas. Una mujer madura busca la voluntad de Dios y no va a comprometerse con cualquier cosa y el marido no tendrá por qué intervenir, queda claro que el hombre es responsable de la esposa, a veces los maridos se quejan de ciertas cosas que tienen las mujeres, pero se quedan callados cuando tendrían que reflexionar y no callar. Si no están de acuerdo en algo, deben hacérselo saber a la esposa, pero cuando esto se convierte en un compromiso por parte de ella, en un juramento, es diferente. La mujer debe aceptar que la escritura muestra que debe estar sujeta al esposo y el esposo debe amar a la mujer y que la idea de anular un voto hecho por ella es simple y sencillamente porque la está amando, la está protegiendo, tratando de ayudar y ve que esta promesa no va a ser favorable para ella o para la familia.

En el caso de una mujer viuda o el caso de una mujer divorciada que no tiene esposo, ella debe cumplir y ser más consciente de esta situación en la que ella es responsable de lo que dice. También se puede dar el caso que una mujer soltera hizo un voto estando en su soltería y al llegar al matrimonio debe de notificarle al esposo sobre este juramento, sobre esta promesa y si el esposo acepta, ella debe cumplir, si el esposo calla o simplemente está de acuerdo, evidentemente quiere decir que también está de acuerdo con ello, pero si al esposo no le parece, ella debe aceptar y ese voto, esa promesa queda anulado.

Como maridos se debe ser consciente de la responsabilidad, de lo que los hijos dicen, de lo que juran o prometen las esposas. Más allá de pensar en el poder o la jerarquía, se debe pensar en que cargaran con esa responsabilidad, como vemos en el ejemplo de Adán y Eva, cuando Eva falla a este precepto, a quien busca el Eterno es a Adán y no a Eva aunque Él sabía que Eva era quien comió primero, pero El Eterno hace responsable a Adán. Por ello, los que cargan con esta responsabilidad deben ser diligentes y entendidos en cuanto a lo que es la voluntad de nuestro Dios.

Conclusión:

Que El Eterno nos otorgue sabiduría, que El Eterno nos ayude a pensar en lo que prometemos o juramos. La halajá y el estándar que nos pone Yeshua respecto a esto es que no jures ni por el cielo, ni por la tierra, no jures ni por el altar, ni por nada, que tú sí, sea sí, y qué tú no, sea no. Que seamos reconocidos por ser hombres y mujeres que cumplimos nuestra palabra y que somos firmes en cuanto a lo que decimos.

Los rabinos, los sabios, estipulan algunas excepciones de cuándo si es bueno jurar, en el caso de una persona ha tenido una vida que ha caído en ciertos vicios y con tal de reafirmar su decisión de, por ejemplo, no volver a tomar, a fumar, a drogarse, hace un juramento para no volver a caer en esto, hace como una reafirmación a esta decisión que ha tomado, por lo que es sano, es positivo.

No debemos jurar en momentos de desesperación, de tristeza, en momentos de melancolía porque seguramente vamos a cometer un grave error. Que El eterno nos ayude, que El Eterno nos Bendiga y nos guarde, nos ayude a cumplir toda palabra y toda promesa que salga de nuestra boca para que se convierta en bendición y no en maldición.

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