Prestar testimonio ante el tribunal, cuando corresponda
“Entonces deberás llevar al Señor como castigo por tu pecado una hembra de rebaño, ya sea una oveja o una cabra. Esta es una ofrenda por el pecado, con la cual el sacerdote te purificará de tu pecado y te hará justo ante el Señor.” – NTV
Dentro de los mandamientos se encuentra el mandamiento positivo 53, cuyo contexto se encuentra en Levítico 5, versículo 1. Este mandamiento en general dice lo siguiente: “Prestar testimonio ante el Tribunal Rabínico cuando corresponda”.
Levítico 5:1 en la versión Reina-Valera 1960 dice:
Versículo 1: “Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere testigo que vio, o supo, y no lo denunciaré, él llevará su pecado.”
Al leer esto, surge una duda, por qué está redactado de esa forma. Ya que, el versículo dice: “Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar”, y luego viene una coma. No es muy claro y se plantea lo siguiente: ¿Alguien puede pecar simplemente por ser llamado a testificar? Y ¿Por qué comienza así el versículo?
Siempre que algo en la Biblia no tenga una claridad en lo que expresa, tratar de buscar en otras versiones y compararlas. Levítico 5:1 en la versión Israelita Nazarena, dice lo siguiente:
Versículo 1: “Si una persona incurre en culpa cuando haya oído una maldición pública y, aunque es capaz de testificar como alguien que ha visto o se ha enterado del asunto, no da información de manera que está sujeta a castigo.”
En la versión Dios Habla Hoy. En Levítico 5:1, dice lo siguiente:
Versículo 1: “Si alguien es llamado a declarar como testigo de algo que vio o escuchó, y se niega a declarar, comete un pecado y debe cargar con la culpa.”
La redacción es diferente y más sencilla. El versículo dice que si alguien es llamado a declarar como testigo de algo que vio o escuchó, y se niega a declarar, comete un pecado y debe cargar con la culpa.
Aquí surge otra pregunta: ¿Por qué alguien se negaría a testificar sobre algo que vio o escuchó? Una podría ser el miedo a represalias, otra podría ser no querer condenar a un pariente o amigo, y otra razón podría ser la desconfianza en el sistema de justicia, pensando que no va a pasar nada o que el culpable quedará libre al día siguiente.
Tratando de analizar estas razones, se concluye en tres conclusiones: el miedo a las represalias, la negativa a condenar a un pariente o amigo, y el miedo a la corrupción o burocracia del sistema de justicia. Estas tres razones son las más comunes.
Dios considera esto como pecado, pero la pregunta es: ¿por qué es pecado? ¿Por qué es pecado no decir nada cuando somos testigos de algo? Algunas respuestas son, que al no decir la verdad, estamos suprimiendo la verdad, y Dios ama la verdad. Dios también ama la justicia y quiere que los crímenes y los pecados se corrijan.
Otro motivo es que, al no testificar, estamos obstaculizando el proceso de justicia, impidiendo que se condene al culpable o se libere a un inocente. Dios ama la verdad y exige que digamos la verdad con valentía y sin vergüenza. A veces, el miedo y la vergüenza nos impiden hacerlo.
La justicia es indispensable para que una nación funcione correctamente. Imaginen una nación sin justicia, donde los culpables no sean condenados y las leyes no se apliquen adecuadamente.
Por último, la mentira, el engaño y la injusticia destruyen a una nación y al hombre mismo. Estos son puntos importantes a tener en cuenta. Cuando no testificamos sabiendo algo, nos convertimos en cómplices y estamos cometiendo el mismo delito.
Hemos entendido la importancia de decir la verdad y testificar cuando sabemos algo. Hemos visto argumentos humanos y bíblicos que respaldan por qué es pecado no decir nada.
Para finalizar tres pasajes bíblicos para reflexionar. El primero está en 1 Reyes 2:3, donde un padre, David, le da un consejo a su hijo Salomón. David era un gran hombre a los ojos de Dios, aunque también cometió errores. El consejo que le da a su hijo es el siguiente:
Versículo 3: “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas.”
El segundo pasaje es del propio Salomón, al finalizar sus escritos en el libro de Eclesiastés. En el capítulo 12, versículo 13, dice lo siguiente:
Versículo 13: “El fin de todo discurso oído es este: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre.”
El objetivo del hombre es temer a Dios y guardar sus mandamientos. En ellos encontraremos la felicidad y la prosperidad en todo lo que hagamos y emprendamos.
Y por último, un pasaje de Yeshua (Jesús) en el Evangelio de Juan, capítulo 14, versículo 21:
Versículo 21: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.”
Si decimos amar a Yeshua, debemos tener y guardar sus mandamientos, que son los mandamientos de su Padre, de Dios. Esta es una invitación para todos a cumplir los mandamientos del Señor, conocerlos y ponerlos en práctica.
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