Quien se haya beneficiado (sin premeditación) de alguno de los objetos sagrados del santuario debe restituir el valor íntegro más 1/5 del mismo.

 

“Además, el culpable deberá hacer restitución por haber pecado contra lo consagrado, añadiendo la quinta parte, la cual entregará al sacerdote. Así, el sacerdote hará expiación por él mediante el carnero del sacrificio por la culpa, y ese pecado le será perdonado.” (Levítico 5:16 NVI)

Explicación del mandamiento: 

El mandamiento 127, correspondiente al positivo número 55, se deriva de Levítico 5:16, que dice: 

“Si alguien se ha beneficiado (sin premeditación) de alguno de los objetos sagrados del santuario, deberá restituir el valor íntegro más 1/5 del mismo”. 

Levítico, capítulo 5, a partir del verso 14, dice: 

“Habló más el Eterno a Moisés, diciendo: Cuando alguna persona cometa una falta y peque por error en las cosas santas del Señor, traerá como ofrenda por su culpa al Señor un carnero sin defecto de los rebaños, según tu estimación en siclos de plata, conforme al siclo del santuario, como ofrenda por el pecado. Pagará lo que haya defraudado de las cosas santas, y añadirá a ello la quinta parte, y lo dará al sacerdote. El sacerdote hará expiación por él con el carnero del sacrificio por el pecado, y así será perdonado”. 

En este capítulo, el contexto se refiere a las ofrendas de culpa, conocidas en hebreo como Asham, que tienen que ver con aprovechar o disfrutar de un objeto sagrado. En este caso, no se trata tanto de tomar, sino más bien de lo que se debe llevar o de lo que se tiene considerado como ofrenda, primicia, diezmo o impuesto que ya es propiedad del templo; es algo que está destinado para el templo. 

En cuanto a lo que se debe llevar, muchas veces aprendemos a apartar lo que le corresponde al Eterno, pero a veces ocurre que no lo habíamos previsto. En el caso específico de cosas materiales, a veces tomamos de lo que habíamos apartado para el Eterno para resolver una situación o problema que nos ha ocurrido. 

No es que no quisiéramos darlo, sino que no teníamos prevista esa situación. Por eso el mandamiento dice “quien se haya beneficiado sin premeditación”. En nuestro corazón, ya habíamos destinado algo, pero no contábamos con esa situación, y al final, puede complicarse aún más. Por eso, en el mandamiento para obtener el perdón, siempre se debía hacer un sacrificio, pero en este caso, se debía restituir el valor con una porción adicional. 

El mandamiento enseña que siempre la restitución del daño causado es una condición para obtener el perdón, y es una muestra de que queremos hacer algo bien o de que estamos arrepentidos. Un ejemplo claro es el de Zaqueo, que podemos leer en Lucas 19. Él hizo aún más en el caso de la restitución cuando le dijo a Yeshua que si había defraudado a alguien, lo restituiría e incluso hasta cuatro veces más. 

Cabe mencionar que al principio decíamos que no queríamos pecar voluntariamente en el caso de este mandamiento, sino que a veces es algo que no está en nuestra voluntad, o que olvidamos o desconocemos. El comentario dice: “Lo que el hombre considera un acto involuntario realizado por descuido, olvido o ignorancia.
¿Hasta qué punto es responsable el individuo? El individuo es responsable, al menos en parte, de su engaño, de su inadvertencia e incluso de su ignorancia. Si se tratara de un asunto de su interés que dependiera esencialmente de su sufrimiento, su forma de actuar, su dominio de sí mismo, ciertamente no habría fallado. Cada error contiene una parte de responsabilidad”.
 

Aunque ignoremos algo que no sabíamos, ¡somos culpables! No hay excusa si no estudiamos la Torá, como dice nuestro maestro Yeshua en Mateo 12:3: “Pero él les dijo: ‘¿No han leído lo que hizo David cuando él y los que estaban con él tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que estaban con él, ¿sino solo a los sacerdotes’?

Ahora Mateo 19:4, donde Yeshua dice: “Él, respondiendo, les dijo: ‘¿No han leído que aquel que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?'”. 

Mateo 22:31 dice: “Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que les fue dicho por Dios, cuando dijo…?” 

Algo que se repite en estos tres versos es “¿no han leído?”. Al principio de este contexto de los mandamientos, es la primera vez que el Eterno le está hablando a Moshé. Esto me llama la atención, ya que el Eterno nos está instruyendo, pero sabe que vamos a pecar y, además, nos da la respuesta de llevar un sacrificio, pero también de restituir para que nos demos cuenta de que hemos pecado. Quiere decir, “para hacernos conscientes de nuestra responsabilidad”, para tener control en todo momento y preservarnos del pecado cometido contra el Eterno y contra el prójimo. 

Cuando destinamos algo para pagar y no lo hacemos, si dejamos pasar el tiempo, vienen recargos y multas. Aquí quiero compartir algo muy particular. Finalmente, el Eterno nos hace entender con dos ejemplos claros que es para cada uno de ustedes y en particular para mí. 

Decíamos que, aunque no nos demos cuenta, aunque sea involuntario, por olvido o descuido, somos culpables y tenemos que reconocerlo, pedir perdón y restituir en lo posible. 

Les contaré una anécdota que ya me había sucedido. El mes pasado esperé a que me llegara el recibo de agua y dije: “Tengo pendiente el pago del agua, espero al siguiente y lo pago todo junto”. Se me pasó y me cortaron el agua. Y dije: “No me volverá a pasar”. Obviamente, con el tema del agua, no me volverá a pasar. Pero me llegó el recibo de luz, lo tuve todo el mes cargando y dije: “En el primer cajero que vea, lo pago”. Me encontré uno, no funcionaba, y pensé: “Yo quise pagarlo, pero el cajero no funciona”. Entonces, por esa situación, no busqué otra opción, no vi que había más opciones, lo dejé, lo descuidé, y cuando llegué a casa por la tarde, ¡no tenía electricidad! Me habían cortado la luz. 

Así que ahora tendré que pagar y hasta una multa que es tres veces más cara que el recibo de luz. Lo justo es que estemos conscientes de que debemos cumplir. Esta situación me llevó a una restitución que resultó más costosa. 

El Eterno nos da las instrucciones para aprender, pero también nos dice que va a ser muy frecuente que no las cumplamos. Por eso, tendremos que restituir, aprender a veces a través de situaciones difíciles. Es mejor aprender leyendo, como decía Yeshua: “¿No han leído?”. Tenemos que aprender leyendo, porque si no, vamos a pecar y luego de cometer el error, tendremos que llevar la ofrenda o presentarla, además de agregar un valor adicional. 

Hay algo que dijo el rey David en su oración al Eterno, que decía: “¿Quién puede comprender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Salmo 19:12). 

Así que, en lo que respecta a las cosas que no sabemos, tenemos que leer para aprenderlas, y en lo que aún no hemos aprendido, tenemos que arrepentirnos y, sobre todo, pagar o restituir en lo que hemos fallado. 

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