Que los sacerdotes no ingresen al santuario en estado de ebriedad.
“Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones” (Levítico 10:9 RV60)
Explicación del mandamiento:
Este mandamiento, el Eterno, se lo dio a Aarón para que ningún sacerdote entrara al tabernáculo en estado de ebriedad, con el propósito de no repetir el pecado que cometieron sus hijos, Nadab y Abiú, quienes introdujeron fuego extraño en el santuario, y como consecuencia perecieron. Aunado a lo anterior, si los sacerdotes bebían esto los descalificaría para enseñar al pueblo los requerimientos de Dios tales como la autodisciplina.
En Ezequiel 44:21 dice lo siguiente:
“Ninguno de los sacerdotes beberá vino cuando haya de entrar en el atrio interior (Ezequiel 44:21 RV60)”.
No obstante, estas leyes fueron dadas al pueblo de Dios desde el principio, ya que aparece tanto en los libros de Éxodo como de Levítico, revelando la importancia de acercarse a Dios con respeto, así como proporcionando a los sacerdotes el principio de vivir por encima de todo reproche, a fin de cumplir con su responsabilidad de enseñar al pueblo.
Ejemplos de las consecuencias de la embriaguez.
Como ejemplo de los estragos y consecuencias que puede traer el embriagarse, veamos el caso narrado en libro de Ester 1:10-11:
“El séptimo día, estando el corazón del rey alegre del vino, mandó a Mehumán, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, siete eunucos que servían delante del rey Asuero, que trajesen a la reina Vasti a la presencia del rey con la corona regia, para mostrar a los pueblos y a los príncipes su belleza; porque era hermosa. Más la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada por medio de los eunucos; y el rey se enojó mucho, y se encendió en ira (Ester 1:10-11 RV60)”.
El rey Asuero se encontraba en estado de ebriedad cuando mandó buscar a la reina Vasti para presumir su belleza. Cuando llegó la reina, esta no quiso obedecer al mandato del rey, ya que como persa, tenía otras costumbres. Ella estaba entre la espada y la pared, debía decidir entre obedecer al rey o respetar sus tradiciones, y como sabemos, optó por esto último, lo que resultó en su destitución como reina del imperio Medo-Persa. En otras palabras, la embriaguez nos lleva a tomar decisiones impulsivas y arrebatadas, que pueden traer consigo consecuencias devastadoras e irreversibles.
En Proverbios 23:29 dice lo siguiente:
¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas?¿Para quién las heridas en balde?¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura. (Proverbios 23:29 RV60)
Este verso es muy claro porque manifiesta que cuando nos encontramos en depresión podemos buscar nuestro refugio en el alcohol, cuando en realidad lo que deberíamos hacer en primer lugar es buscar a Dios para poder recibir la paz y la tranquilidad que necesitamos. Tal como lo expresó Pablo en Efesios 5:18:
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18 RV60).
Aquí Pablo contrasta la embriaguez producida por el vino, que produce una alegría temporal, en comparación a encontrar nuestro refugio en Yeshúa donde hallaremos para siempre vida eterna, gozo y paz.
Por otra parte, otra consecuencia de la embriaguez es el olvidar la ley de Dios, por lo que este mandamiento nos dice que ningún sacerdote, ningún ministro de la palabra de Dios debe beber vino, porque podría alterar o distorsionar las cosas de Dios.
Esto se expresa claramente en Proverbios 31:4-5:
“No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, Ni de los príncipes la sidra; No sea que bebiendo olviden la ley…” (Proverbios 31:4-5 RV60)
La ebriedad puede ser comprensible entre las personas no creyentes, pero entre los creyentes, líderes y ministros de Dios es inexcusable, porque sería un mal ejemplo y una imagen incorrecta de quienes representan a Dios en este mundo.
En Génesis 9:20-29 se narra el ejemplo de la vida de Noé, quien después de labrar la tierra, y sembrar una viña, bebió y se embriagó, lo que desencadenó toda una serie de consecuencias, como la maldición de uno de sus hijos (Cam) y de su descendencia, así como sin duda la vergüenza acarreada sobre su persona y el mal ejemplo que mostró delante de sus hijos.
Conclusión:
Por tanto, todo esto nos debe enseñar que nosotros debemos buscar siempre nuestro refugio en la palabra de Dios y no en el vino, para ser un buen ejemplo como sacerdotes de nuestro hogar, así como para las personas que no conocen al Señor.
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