Constatar que las langostas a ingerir tengan las características para ser consideradas kosher (que tengan muslos sobre sus patas).
Pero esto comeréis de todo insecto alado que anda sobre cuatro patas, que tuviere piernas, además de sus patas para saltar con ellas sobre la; (Lev. 11:21 RVR60).
Explicación del mandamiento:
De todos los insectos que tienen alas y cuatro patas podemos comer solo los que tienen dos patas largas para saltar con ellas sobre la tierra.
Como podremos darnos cuenta el mandamiento es claro y contundente, a primera instancia no hay mayor enigma ni misterio. Básicamente, menciona cuáles insectos se pueden comer, y cuáles no.
¿Cuál es el espíritu del mandamiento?
Podemos obtener algunas lecciones y principios muy valiosos que trascienden la parte alimenticia. De la misma manera que existen kosher y no kosher, así también podríamos aplicar este principio para las personas, circunstancias y experiencias de la vida.
Así como algunos animales a primera vista parecerían ser aptos, después de una revisión cuidadosa nos podremos dar cuenta que no es así, tal es el caso del cerdo, que tiene pezuña hendida, pero no rumia.
La pezuña hendida es visible en un primer vistazo, pero para saber si rumia o no necesitaríamos prestar más atención y dedicar algo más de tiempo para una observación más a detalle. Lo mismo sucede con las personas y demás eventos de la vida, por eso debemos ser astutos y saber discernir.
Estos insectos que tienen patas para saltar no son más “apetitosos” que una araña, su aspecto es básicamente igual de desagradable al ojo humano, ambos siguen siendo bichos no atractivos para el paladar. Regularmente como seres humanos nos guiamos por las apariencias, las cosas que vemos bellas, atractivas o deliciosas son las que llaman nuestra atención y nos permitimos conocer, degustar y probar, mientras que a las que no lo son, las evitamos y tratamos de eludirlas o esquivarlas.
Así mismo sucede en nuestra vida, conoceremos personas, objetos, lugares, circunstancias que en apariencia pudieran parecer no muy atractivos, y sin darnos cuenta nos podríamos estar perdiendo de algo que Dios esconde detrás de esa fachada poco agradable, que busca nuestro beneficio y bienestar.
Si el día de mañana nos encontráramos en la necesidad de tener que refugiarnos en una montaña y tuviésemos que buscar nuestro propio alimento, podemos alimentarnos de chapulines o grillos, y evitaríamos el desgastarnos en intentar cazar un animal o un ave, que aunque “más apetitosa” a nuestra vista y sentidos, implicaría un esfuerzo mucho mayor e inversión de energía, que probablemente no estemos en condiciones de desperdiciar.
Así nos podría suceder en la vida, por tratar de alcanzar aquellos sueños o metas que a nuestro parecer son mucho mejores, estamos dejando de lado oportunidades muy valiosas y enriquecedoras que Dios mismo nos pone delante, que no requieren tanto esfuerzo y sufrimiento, y que podrían bendecir nuestra vida y la de otros en mucho mayor medida que lo que nosotros deseamos.
Así como el Señor dotó a estos insectos de unas patas que le permiten saltar y elevarse sobre la superficie de la tierra, característica que le proporciona una ventaja competitiva en el mundo de los insectos, lleno de depredación y lucha por la supervivencia, de la misma manera Dios nos ha proporcionado características “diferentes” que nos separan del resto, y nos “elevan” de las cosas terrenales, lo que nos permite tener una visión mucho más amplia de la que tiene la gente “no kosher”. Aprendamos a usar estas características y utilizar nuestros dones y talentos para “saltar, elevarnos y volar por los aires”.
Conclusión
Al momento de estudiar la Torá, o participar en un servicio para Dios, recordemos esos talentos y habilidades que Él nos ha dado, para que no seamos como el siervo negligente que escondió el talento que le dio su amo, lo enterró y no produjo nada para su Señor.
Dios está buscando que despeguemos con lo que Él nos ha dotado, sean cuales sean nuestros talentos, para ser un instrumento a través del cual más personas lo conozcan y vivan lo que está escrito en la Torá, y así Su pueblo continúe creciendo.
El objetivo final de todos estos mandamientos es que lo apliquemos en nuestro día a día. Que Dios nos permita saltar para emprender el vuelo, para ser de bendición a nuestras familias y a la gente a nuestro alrededor.
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