Declarar impura la casa afectada por Tzaraat.
vendrá aquel de quien fuere la casa y dará aviso al sacerdote, diciendo: Algo como plaga ha aparecido en mi casa. Entonces el sacerdote mandará desocupar la casa antes que entre a mirar la plaga, para que no sea contaminado todo lo que estuviere en la casa; y después el sacerdote entrará a examinarla. Y examinará la plaga; y si se vieren manchas en las paredes de la casa, manchas verdosas o rojizas, las cuales parecieren más profundas que la superficie de la pared, el sacerdote saldrá de la casa a la puerta de ella, y cerrará la casa por siete días. Y al séptimo día volverá el sacerdote, y la examinará; y si la plaga se hubiere extendido en las paredes de la casa, entonces mandará el sacerdote, y arrancarán las piedras en que estuviere la plaga, y las echarán fuera de la ciudad en lugar inmundo. Y hará raspar la casa por dentro alrededor, y derramarán fuera de la ciudad, en lugar inmundo, el barro que rasparen. Y tomarán otras piedras y las pondrán en lugar de las piedras quitadas; y tomarán otro barro y recubrirán la casa. Y si la plaga volviere a brotar en aquella casa, después que hizo arrancar las piedras y raspar la casa, y después que fue recubierta, entonces el sacerdote entrará y la examinará; y si pareciere haberse extendido la plaga en la casa, es lepra maligna en la casa; inmunda es. Derribará, por tanto, la tal casa, sus piedras, sus maderos y toda la mezcla de la casa; y sacarán todo fuera de la ciudad a lugar inmundo. Y cualquiera que entrare en aquella casa durante los días en que la mandó cerrar, será inmundo hasta la noche. Y el que durmiere en aquella casa, lavará sus vestidos; también el que comiere en la casa lavará sus vestidos. Mas si entrare el sacerdote y la examinare, y viere que la plaga no se ha extendido en la casa después que fue recubierta, el sacerdote declarará limpia la casa, porque la plaga ha desaparecido. (Levítico 14:35-48 RVR60)
Explicación del mandamiento.
Esta plaga de lepra no era algo que se daba de manera natural por humedad o algo de esta naturaleza, sino que el Señor fue claro al decir que Él mismo enviaría esa plaga, que como vimos podría ser a causa de un juicio para las personas como consecuencia de una desobediencia o hay quienes argumentan que también se debía a que al momento que los israelitas entraran a la tierra de Canaán y ocuparan las casas de los anteriores habitantes, el Eterno enviaría esa plaga sobre las construcciones con el objetivo de que las demolieran y de esta manera quedaran expuestos los tesoros escondidos por los cananeos.
Cabe resaltar que era el dueño de la casa quien tenía que ir personalmente con el sacerdote, no podía enviar a nadie más, lo que nos habla de la responsabilidad como jefes y cabezas del hogar. El Señor le pide cuentas en primer lugar al jefe de familia, y de la misma manera, nosotros como responsables de nuestro hogar tenemos que estar pendientes de lo que pasa en nuestra casa, cuidar lo que oímos, vemos, hacemos, pues, en la medida de cómo nos comportemos nosotros nuestros hijos aprenderán, si no damos un buen ejemplo, y no buscan las cosas del Eterno es porque nosotros no estamos siendo un modelo a seguir. En primera instancia lo anterior es responsabilidad del varón, por eso es él quien tenía que ir con el sacerdote, quien debía dar la cara.
En línea con este principio, cuando detectamos que algo no está marchando bien en nuestro hogar, ya sea por el trabajo, esposa, hijos, etc. debemos analizar y reflexionar si estamos siendo de buen testimonio o no, si nos estamos comportando como verdaderos creyentes tanto dentro como fuera de nuestra casa, de no ser el caso, debemos hacer una limpieza de nuestra vida, en nuestra manera de ser, y de la misma forma que el sacerdote quitaba las piedras contaminadas y colocaba unas nuevas, cambiemos nuestra forma de vivir, lo que escuchamos, lo que vemos y llenemos nuestra vida de lo que al Eterno le agrade, que la gente a nuestro alrededor pueda darse cuenta de que hemos cambiado y que estamos caminando conforme a la voluntad del Eterno.
Otro aspecto a resaltar es el hecho de que el Eterno no lo instruyó al sacerdote que al identificar una casa con lepra la destruyera inmediatamente, sino que se le ofrecía una oportunidad, pues debía regresar a los 7 días para analizar el proceso de evolución de la infección, además de que tratara de arreglarlo eliminando las piedras contaminadas, se revisaba nuevamente toda la casa con tal de que fuera removido toda la lepra totalmente. Lo que nos habla de la misericordia que tiene el Eterno para con nosotros, pues, aunque hemos pecado, no nos destruye de forma rápida, sino que nos da la oportunidad de acercarnos a Él y cambiar nuestra actitud y comportamiento.
Pensemos y reflexionemos en esto, que, si estamos vivos en este mundo aún, quiere decir que tenemos oportunidad de modificar nuestra vida (nuestra casa), de restaurar nuestra relación con el Eterno, y que sí es necesario cambiar hábitos para vivir conforme a la voluntad del Eterno.
Al final de esta porción se habla de la purificación de la casa, siendo el mismo proceso que en el caso de cuando una persona era sanada de la lepra manifestada en su piel. Lo anterior nos apunta al hecho de que el Eterno no quiere solo purificar a una persona, sino que toda su casa sea salva y ninguno se pierda. No solo nuestra casa, sino que también nuestra familia extendida, puede ser bendecida por nuestras acciones, por nuestro testimonio y forma de vivir si caminamos de acuerdo a la voluntad del Eterno, pues, aunque no prediquemos con palabras, nuestra propia vida será el testimonio y mensaje más claro y visible para los demás.
Como resumen de lo aprendido en este mandamiento, tenemos los siguientes puntos:
1. La lepra sobre la casa era una llamada de atención por parte del Eterno. Estemos atentos siempre al llamado del Señor.
2. La persona responsable del hogar era quien tenía que presentarse delante del sacerdote. Como cabezas de hogar, debemos estar siempre dispuestos a examinarnos y presentarnos delante del Eterno.
3. De la misma forma que las piedras contaminadas eran removidas de las casas, así mismo “removamos” de nuestras vidas todo lo malo, el pecado y la inmundicia, de la misma forma que sacamos la levadura en Pésaj, tanto la levadura física, pero sobre todo la del corazón. Tengamos presente que no debería ser un evento de una sola ocasión en el año, sino algo constante y frecuente, y no esperar a que el Eterno nos exhorte y discipline.
4. Por otro lado, no solo se trata de eliminar y remover lo malo, sino que, al mismo tiempo, coloquemos cosas nuevas y buenas en nuestra vida, tales como la Palabra, instrucciones y mandamientos del Eterno, y así poder comprobar que su voluntad es buena, agradable y perfecta.
5. La misericordia de Dios siempre está disponible, Él siempre está dispuesto para perdonarnos y restaurarnos, aprendamos a reconocer y disfrutar de esta misericordia.
6. La intención del Eterno no solo busca salvarnos a nosotros como jefes del hogar, sino que solo es el inicio para traer salvación a toda la casa.
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