Mandamiento 38

No codiciar la propiedad ajena.

“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno ni cosa alguna de tu prójimo”.  (RVR60) 

 

Explicación del mandamiento

Éxodo capítulo 20 es uno de los pasajes más importantes del libro de Éxodo, porque es el que forma parte de lo que conocemos como las diez declaraciones o los diez mandamientos. Es un mandamiento considerado lógico y universal, como el resto de los otros diez mandamientos. Es un precepto que cobra mucha importancia hoy en día, y ¿esto por qué? Porque vivimos en un sistema de valores y en una sociedad que te incita justamente a transgredir este mandamiento. Si hay un mandamiento que es evidente que la sociedad y los valores de este mundo busca quebrantar es justamente este. La mercadotecnia tiene por objetivo, además de vender, despertar en nosotros esos deseos que surgen a partir de una necesidad, y canalizarlos en algún bien material, alguna actividad, o en algún servicio, y de esta forma nosotros hagamos todo lo posible para satisfacer esa “necesidad”. Lo anterior, en marketing, se expresa de la siguiente manera: “Buscar el satisfactor adecuado a un precio justo”, pero esto no siempre es así, ya que en ocasiones ni nosotros mismos somos conscientes de nuestras propias necesidades. De acuerdo con las palabras del rey Salomón, el ojo nunca se sacia de ver, nunca tenemos fin; si nos gusta el cine, por ejemplo, nunca va a llegar el momento donde veamos una película y digamos: “ya decidí no ver una película más, esta película que vi fue tan buena que ya no necesito ver más, estoy satisfecho con todo lo que vi hasta aquí.” Igual sucede con la música, con las alabanzas o cualquier otra canción. ¿Será así? Pues sí, siempre ha sido así. ¿Qué hacían los reyes en su tiempo? Dicen que a Salomón le traían pavos reales y monos exóticos, así como toda la variedad posible, porque ya conocía todo y lo que quería él deseaba era que le trajeran cosas nuevas, por eso dijo: “el ojo del hombre jamás se sacia.” En esta naturaleza el Yetzer Hará (inclinación al mal) lo que busca es precisamente despertar e incitar en nosotros esa insatisfacción, para llevarlo a un punto donde crucemos la línea y terminemos pecando.

 

Deseos y anhelos

El deseo y el anhelo de mejorar y crecer no es malo, no es malo desear o querer algo, es más, algunos rabinos dicen que no está mal codiciar cuando es algo bueno, cuando son virtudes y valores, se puede codiciar, lo que se prohíbe es codiciar algo que sea de tu prójimo, algo que no te pertenezca, lo que es muy amplio y con diversas aplicaciones. El Rabino Rashí dijo: “El ojo ve, el corazón desea, y luego va el cuerpo y peca”, él lo llama el proceso del pecado. ¿Cuál fue el primer pecado registrado en la Biblia? El pecado de Eva fue el primer pecado registrado, y ¿cómo empezó? En las Escrituras dice que vio y codició. Eva deseó, vio que era atractivo, y después comió. La gente tiende a inclinarse al dicho: “Lo más prohibido es lo más apetecido”, pero es algo discutible. El punto aquí es que Satanás utiliza la necesidad y lo que sabe que está en nuestro interior, para avivar ese deseo y llevarnos a transgredir. Eva fue engañada y esto despertó en ella ese anhelo, esa codicia mal llevada de algo prohibido, y derivado de ello provino la caída y la condición actual de la humanidad. 

Este mandamiento ocupa la última posición (con relación al orden) dentro de los considerados diez mandamientos. Es interesante mencionar que en los primeros cinco mandamientos se menciona el nombre del Eterno mientras que en los últimos cinco no ¿por qué? Porque de alguna forma es para manifestar que El Eterno no se quiere asociar con ese tipo de personas. Como si Él dijera: A mi no me relacionen con los adúlteros, con los asesinos, con los que roban, con los chismosos y con los codiciosos. Estos diez mandamientos y este décimo mandamiento es particular, son como la cúspide del resumen de toda la Torá. No cabe duda que los seiscientos trece mandamientos los podemos resumir dentro de estos diez, podríamos conformar grupos, que estarían dentro de estos diez mandamientos perfectamente. Los seiscientos trece mandamientos se derivan de estos diez. 

 

Mandamientos graduales

Lo que vamos viendo en los mandamientos es gradual. Empiezan siendo mandamientos que podrían considerarse como religiosos, de ámbito moral y espiritual, tales como amar al Eterno, no tener dioses ajenos, honrar al Eterno, etc. ya que estos en su mayoría tienen el potencial de poder guardarse en el interior, pero a medida que nos vamos acercando al décimo mandamiento, podemos darnos cuenta que se va dando una transición de un ámbito religioso a un ámbito social. Esto es totalmente práctico y aplicable a cualquier país, es visible y tangible. El no codiciar es algo con lo que ninguna religión estaría en contra y ningún sistema humano tampoco lo aprobaría. 

 

Un mandamiento muy particular

Este mandamiento en particular va más allá de un comportamiento social, porque implica un comportamiento moral, ante lo cual ninguna ley humana es capaz de llegar. ¿Qué quiere decir esto? Pues, por ejemplo, no robar, no matar, no declarar falso testimonio, son conductas que están penalizadas por las leyes humanas. Si matamos a alguien es obvio que iremos a la cárcel o tal vez nos cueste la vida, si robamos, si declaramos falso testimonio, etc. En cambio, si codiciamos, nadie nos va a castigar, porque no hay ningún país (por lo menos hasta donde yo sé) que te diga que si codicias algo es malo y te castigarán por eso. 

Y de esta manera finalizan los diez mandamientos en este punto, iniciando en el ámbito moral pero llegando a trascender en el ámbito social, y ¿por qué? Porque la codicia va a amargar las relaciones con el prójimo, cuando comenzamos a desear lo que él otro tiene, nos empezamos a amargar en contra de esa persona, surgen los celos, la envidia, y nos puede llevar a transgredir más mandamientos. ¿Qué pasó con David cuando vio a Betsabé? La codicio en su corazón, la deseó y esto lo llevó a asesinar a alguien, siendo este un claro ejemplo de hasta dónde nos puede llevar a transgredir este mandamiento. Dice un dicho: “La recompensa por guardar un mandamiento, es otro mandamiento”, pues un mandamiento, te lleva a otro mandamiento, y de la misma forma, una transgresión, te lleva a otra transgresión. Hay otro dicho que expresa lo siguiente: “No se puede evitar que un pájaro vuele arriba de tu cabeza, pero si puedes evitar que hagan nido sobre ella”. 

 

Un instante de peligro

A todos nos va a llegar el momento de desear algo que no es nuestro, a desear lo de otro, pues es parte de nuestra naturaleza. Es algo que el Eterno ha permitido que more en nosotros, para luchar en contra y vencerlo. Cada vez que vencemos esa codicia, somos más fuertes, y cada vez que cedemos ante ella, nos debilitamos más y más. Entonces debemos primeramente aprender nosotros mismos, y después entrenar a  nuestros hijos a soportar y controlar el ojo, la mente, el deseo del corazón, sobre todo y particularmente, sobre lo que le pertenece a otros. Si entramos a una tienda y vemos algo que pareciera no pertenecer a nadie y pensamos: “eso me gustaría tenerlo”, esto no es transgredir, no necesariamente es pecado, pues no le pertenece a nadie, quizás hasta es algo bueno, probablemente el Eterno nos está diciendo: ¿Lo quieres? Esfuérzate, ora, trabaja, y eso puede ser usado para bien, incluso con los hijos. Si el niño quiere un juguete, podemos decirle: “está bien, pero primero esfuérzate, esmérate, sé obediente, pórtate bien y haz tus obligaciones y vas a tener esa respuesta. El Eterno no está en contra de darnos, lo que está mal es desear lo de otro a costa de otra persona.

 

Otras aplicaciones para este mandamiento

  1. No persuadir: No podemos persuadir a alguien de que nos venda algo por cuestiones de codicia. Por ejemplo, si nos gusta el carro de alguien, y le decimos: “Ese carro está fallando, no está tan bien”, y lo empezamos a convencer de que nos lo venda, pero en el fondo de nuestro corazón el motivo por el que lo hacemos es la codicia y no porque busquemos el bien de esa persona, esa es también otra aplicación para este mandamiento que debemos cuidar. Debemos tener mucho cuidado con lo que le podemos sugerir a la gente, y discernir si es por codicia o porque realmente buscamos el bien del otro. 
  2. Dar a codiciar a otros: Está prohibido dar a codiciar a los demás, como dice el dicho: “No comas pan delante de los pobres”. Si sabemos que la otra persona tal vez no lo puede tener, entonces no debemos ser de tropiezo, y es nuestro deber tratar de evitar que esa persona caiga en transgresión. Un ejemplo de lo anterior es el siguiente: Nuestro vecino viene a pedirnos algo que está necesitando y nosotros le enseñamos todo lo que tenemos. Nosotros por amor al prójimo tenemos que tener cuidado. Y ¿cómo empieza este mandamiento? Dice: “No codiciarás la casa de tu prójimo.” Nos habla de un bien inmueble e inamovible, un bien permanente, entonces no codiciar la casa es: No intentar ocupar el lugar que tiene tu prójimo, porque la casa es el núcleo de la sociedad, donde radica la base de Israel. El que tú quieras estar en la casa, implica querer estar en su lugar. También dice: “No codiciaras la mujer de tu prójimo”, el Eterno nos conoce bien y aunque dice la mujer de tu prójimo, este también aplica para la mujer, no codiciar el hombre de tu hermana, vecina, amiga, conocida etc. El caso del rey David es un claro ejemplo de alguien que, aun teniendo un corazón conforme al corazón del Eterno, alguien que conocía de la palabra, alguien a quien el Eterno había bendecido y que se había acercado de una manera tan especial al Eterno, aun así fue capaz de caer. Nunca pensamos que no seríamos capaces de caer en eso o algo parecido.  Y claro que es difícil evitar que lleguen pensamientos a nuestra cabeza y corazón, pero si podemos evitar que se aniden ahí, pues hay un instante entre el pensamiento y el anhelo, hay un momento entre la vista y el deseo. 
  3. Los Tzitzit: Parte de la aplicación que tiene el mandamiento de los Tzitzit (prenda interior masculina que tiene como propósito recordar los mandamientos), está en el libro de los Números, donde hay un detalle muy importante para los varones, porque los hombres somos más dados a caer por la vista, y tristemente solemos caer en este pecado.

“El Eterno habló a Moshé, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul.   Y os servirá de franja, para que cuando los veáis os acordéis de todos los mandamientos del Eterno, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis.” (Números 15:37-39 RVR60)

En esta porción El Eterno habla fuertemente a los hombres: “No miren para que no se prostituyan”. Aquí la instrucción es dada a los varones, universalmente se entiende que el mandamiento de los Tzitzit es dado a los hombres, aunque en lo personal, conocí una comunidad donde las mujeres también usaban Tzitzit, dado que la mujer también se va tras los ojos. No obstante, el punto clave en este mandamiento es que el Eterno sabe que nuestro corazón y nuestros ojos, tienden a irse por el camino desviado, entonces Él nos pone obstáculos y advertencias. Aunque los Tzitzit corresponden a otro tema, no cabe duda que también está relacionado. 

“Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos al Eterno.  Yo el Eterno vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Yo el Eterno vuestro Dios.(Números 15:40-41 RVR60)

 

Cuidado

No codiciar es un mandamiento que, de no cuidarlo, nos puede llevar a un extremo fatal. Importante recordar que el mandamiento no solo dice no codiciarás la mujer, sino también no codiciarás su siervo, su criada, su asno, ni cosa alguna. En pocas palabras; No codicies su carro, su televisión por cable, su teléfono, su bicicleta o lo que se te ocurra codiciar. Así que cuida tus ojos porque te puede llevar a transgredir algo más. 

 

Conclusión

En la cita que veremos más adelante, podremos apreciar un típico ejemplo de hasta dónde nos puede llevar la codicia. Si en las cárceles hubiera un detector de codicia, donde es claro que existen personas que roban y matan ¿qué porcentaje de codicia habría en cada delito? Muchos delitos que se cometen hoy surgen de la codicia, del deseo de poder, de querer adueñarse de algo que no nos pertenece y en lugar de trabajar por eso, lo robamos. En el fondo, y más allá del delito de robar, todo comenzó por la acción de codiciar. 

“Pasadas estas cosas, aconteció que Nabot de Jezreel tenía una viña junto al palacio de Acab rey de Samaria. Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cerca a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que esta; o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero.  Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme  el Eterno de que yo te dé a ti la heredad de mis padres. Y vino Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó en su cama y volvió su rostro, y no comió. Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu y no comes? Y él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña. Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel. Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su anillo, y las envío a los ancianos y a los principales que moraban en la ciudad con Nabot. Y las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno, y poned a Nabot delante del pueblo; y poned a dos hombres perversos delante de él, que atestigüen contra él y digan: Tú has blasfemado al Eterno y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo para que muera. Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad, hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado  y promulgaron ayuno, y pusieron a Nabot delante del pueblo. Vinieron entonces dos hombres perversos, y se sentaron delante de él; y aquellos hombres perversos atestiguaron contra Nabot delante del pueblo, diciendo: Nabot a blasfemado al Eterno y al rey. Y lo llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon, y murió. Después enviaron a decir a Jezabel: Nabot ha sido apedreado y ha muerto. Cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado Y muerto, dijo a Acab: Levántate y toma la viña de Nabot de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Nabot no vive, sino que ha muerto.  Y oyendo Acab que Nabot era muerto, se levantó para descender a la viña de Nabot de Jezreel, para tomar posesión de ella. (1ª Reyes 21.  RVR60)

Esto en un nivel Sod (oculto), un nivel más profundo, esta mujer Jezabel, representa a Roma, que en un momento ha codiciado a Jezreel (lugar de la siembra), mientras que esta viña representa a Israel. Y en un nivel más profundo, en un nivel espiritual, vemos que Roma es quien siempre ha estado codiciando la ciudad de Jerusalén, existen muchos intereses de por medio para en algún momento arrebatarles Jerusalén a los judíos y tal vez, algún día tengamos que verlo. Vemos aquí hasta dónde puede llegar la transgresión de un mandamiento, ¿cuántos mandamientos más se han transgredido por causa de codiciar? Se levantaron falsos testigos, se corrompió la justicia, se le quitó la vida a una persona. Cuando no cuidamos el corazón de lo que anhelamos y queremos, podemos llegar a transgredir más mandamientos, e involucrar y dañar a más personas. Que el Eterno nos dé la sabiduría y la inteligencia espiritual para poder discernir cuando ya estamos llegando al límite de codiciar la casa, la mujer, el buey, el carro, la bicicleta o lo que sea que deseemos de nuestro prójimo, y de esta forma mantener la santidad, pues el promover y desarrollar relaciones sanas es lo que mantiene la santidad de una sociedad.  

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