Mandamiento 40
No construir el altar con piedras labradas
o que hayan estado en contacto con algún
objeto metálico.
“Y si me haces un altar de piedras, no lo construyas de piedras labradas; porque al emplear tu herramienta en él lo habrás profanado.” (NIV)
“Y si me hicieras altar de piedras, no las labres de cantería, porque si alzares herramienta sobre él lo profanaras.” (RVR60)
Explicación del mandamiento
Este es un mandamiento que aparentemente no tiene mucha aplicación hoy día, sin embargo veremos que esto no es así. Todos tenemos la idea de lo que era un altar; un montículo de piedras que se levantaban como lo hicieron en su momento Abraham y Moshé. Se ofrecía un animal y se sacrificaba, ya después en tiempos del Templo el Eterno les dijo específicamente cómo debía hacerse; se subía por una rampa y tenía que ser de cierta forma. Aquí, el Eterno les está diciendo que no labren esas piedras, que no las trabajen, que no metan espada o herramienta para llevarlo a cabo, ¿por qué? Porque primero, lo importante no era el altar en sí, sino el sacrificio, lo que llevaban para ofrecer en sacrificio era lo que tenía valor, no donde se depositara. Por ejemplo, en el caso de Abraham Avinu (el Padre Abraham), cuando él estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac, el altar no fue lo importante, evidentemente lo importante y valioso era Isaac su hijo. Bajo esa misma premisa de lo que importa, que es el sacrificio, también se da este precepto.
Hay mandamientos un poquito más extraños que otros según nuestro parecer, porque, ¿qué tiene que ver que se labre, que se tallen piedras y se pulan para darles una bella forma? Hay trabajos en piedra muy hermosos, como paredes y diversas construcciones que requieren mucho detalle y son muy difíciles, y mucho más complicado y complejo en la época de Moshé, pues no tenían a la mano la herramienta con la que contamos hoy día, así que, labrar piedra y tallarla de manera perfecta, implicaba un gran esfuerzo y mucho tiempo.
Lo que importa para el Eterno
El Eterno quiere recordarnos que no es tan importante el altar, sino lo que ponemos en él. Muchas veces dedicamos más esfuerzo y tiempo a lo que es la forma que al contenido. Esto no quiere decir que la forma no sea importante, pero nunca va a sustituir la importancia de lo que lo contiene. Es tan simple como preguntarse, ¿qué es lo que le da valor a un perfume? No es la botella, sino lo que ésta contiene, el perfume, la esencia, eso es lo que realmente vale y más importa. Así que era vital que no se le dedicara más tiempo al altar, y por un buen principio, para que en su momento Israel pudiera levantar altar en el momento en el que él Eterno lo dispusiera. ¿Qué quiere decir con esto? Que si el altar se hubiera hecho de una manera muy complicada, a lo mejor iba a haber momentos en que no les fuera posible hacerlo, solo de pensar en la dificultad, las condiciones, el esfuerzo, el tiempo etc. Entonces el Eterno dice: “No se compliquen, cuando vayan a hacer un altar, no busquen piedras particulares, ni las tallen, simplemente levanten el altar y con eso es más que suficiente.”
¿Qué nos enseña el Eterno?
Hacer del altar algo sencillo, algo simple, porque el dedicarle tanto tiempo a pulirlo y trabajarlo con herramienta, podría generar que se olvidarán del sacrificio, y que lo que brillara y llamara más la atención fuese el altar en sí. Y con esto ¿que nos quiere enseñar el Eterno? Que no hagamos nada que le robe la atención al sacrificio del Mesías, que en nuestro servicio al Eterno en nuestra congregación y en lo que sea que hagamos para él no le robemos ni la esencia ni el contenido del mensaje de la palabra del Eterno. Es muy bonito llegar a un lugar y que todo esté decorado y precioso, y eso suele pasar en Estados Unidos, donde encontramos unas mega iglesias impresionantes con sillas acolchadas, aire acondicionado, pantallas de última tecnología, el mejor sonido, grupos de música alucinantes y todo espectacular, todos quieren estar ahí, pero lo que debería brillar y ser el centro de atención, la palabra y el mensaje se dejan en un plano secundario. Todo es impresionante en estas mega iglesias, pero lo que es mas importante, pasa desapercibido porque lo demás ya le robó la atención, le robó la gloria. Por eso el Eterno nos recuerda enfocarnos en lo que es verdaderamente importante.
Otro punto importante
Este mandamiento podía haber sido una restricción para que no se le hicieran imágenes u ornamentos al altar. El altar era un montículo de piedras y al empezar a hacer figuras y adornos muy elaborados, además de distraer a la gente, iba a generar ciertas supersticiones. Al empezar a poner tanto detalle al altar, en un futuro irían añadiendo cuernos, o formas que implicaría una mayor creatividad y más y más cosas que podrían terminar en algo así, una estatua o una figura. Los altares de los paganos eran precisamente así, con mucho detalle, como en el caso del dios Moloc, del que existen muchas representaciones, y una de ellas implicaba una figura humana con los brazos extendidos a la que se ponían bebés encima y se les prendía fuego, eran tan elaborados sus altares que terminaron haciendo una estatua. Este es un mandamiento dado para no transgredir otros mandamientos como la idolatría, creer en supersticiones, confiar en otra cosa que no sea el Eterno y recordarnos que lo que importa es la esencia.
La aplicación del mandamiento
La aplicación de este mandamiento se resume en no hacer nada que robe la atención de lo importante, no hacer algo que robe la atención al sacrificio y que la gente ponga su atención en el altar. Al aplicar mucho detalle, le dedicamos más atención a eso que al mensaje en sí mismo, algo que suele suceder frecuentemente en las festividades, pues estamos tan preocupados que el último globo nos quede bien inflado, en tener el mejor centro de mesa, el mejor adorno, las flores más lindas, y el mensaje, quedó en el olvido.
Advertencia
Esto nos puede llegar a pasar a todos, en casa puede suceder en el caso de Shabat (día de reposo), pues se considera que la mesa es como el altar, el padre representa al sacerdote que va a llevar a cabo un servicio, y al estar tan preocupados por los detalles del Shabat, en cómo se hacen ciertas cosas, si estamos recitando bien la bendición, con que mano se debe tomar la copa, que llega el punto que se nos olvidó la esencia del Shabat, al punto de provocarnos estrés y ansiedad, cuando el objetivo del Shabat es todo lo contrario, es traer shalom y descanso. No obstante, esto tampoco quiere decir que lo hagamos de cualquier manera, sino que lo importante es no perder el enfoque. El Talmud dice que la espada es un símbolo de discordia, en la época en la que los filisteos eran quienes dominaban a Israel, una de las razones por las que tenían subyugado a este pueblo era por su tecnología, fueron los primeros que empezaron a trabajar el hierro, por lo que tenían espadas de mejor material que la de los Israelitas y que otros pueblos. El hierro entonces, era símbolo de discordia, división y batalla, y el altar es símbolo de reconciliación, símbolo de perdón. La piedra, aunque es otro tema, es símbolo de expiación. Por eso en la aplicación de ciertos mandamientos se les tenía que apedrear, no mataban a alguien sino era apedreado, pues así se expiaba el pecado, se quitaba el pecado.
Altares de reconciliación
El Eterno nos dice: “construyan altares de reconciliación”, esa es la esencia de un altar. Somos llamados a construir altares, a ser reconciliadores de otros, a buscar el perdón unos con otros, esa era la esencia de la Torá, esa era la esencia de sacrificios; es más, hay un sacrificio particularmente llamado Shelamim (sacrificios de paz), que eran ofrendas de paz, las cuales buscaban mantener la reconciliación y la paz unos con otros. Así que preocupémonos por la reconciliación, preocupémonos por tener paz, por ser instrumentos de paz para nosotros mismos, y para los demás. Eso es lo que ve el Eterno, él no ve si el altar está perfectamente labrado, el Eterno no quiere eso. El Eterno quiere que haya paz, que hubiera un sacrificio presentado con un corazón contrito y humillado. Busquemos la sencillez. Se dice que el mejor adorno es un corazón afable y sencillo, ese es el mejor adorno de una persona.