Mandamiento 48
No golpear al padre y a la madre.
“El que hiere a su padre o a su madre morirá.” RVR60
Explicación del mandamiento
Leamos Éxodo 21 desde el versículo 12, que es donde está el mandamiento anterior y nos encontraremos con el versículo que nos compete.
“El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. Mas el que no pretendía herirlo, sino que el Eterno lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir. Pero si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera. El que hiriere a su padre o a su madre morirá.” (Éxodo 21:12-15 RVR60)
Grandes diferencias
Hay una gran diferencia entre herir al prójimo y herir a los padres. El versículo 12 dice lo siguiente: “El que hiere a su prójimo, haciéndole morir”, mientras que el versículo 15 no viene acompañado de esta expresión, sino que únicamente dice: “El que hiera a su padre o a su madre morirá.” Cuando pensamos en pena de muerte, podríamos percibir al Eterno como alguien duro e intransigente, pero en realidad lo que Él pretende es hacernos conscientes de las cosas que no se deben hacer. La base de la familia es la honra, pues el mandamiento dice: “Honra a tu padre y a tu madre”, por lo que no es aceptable el herir a un padre, de ahí la importancia de este precepto. No solo basta con la palabra “herir”, en el Strong 5221, herir es la palabra makeh (herida de látigo), que se refiere a una herida donde la piel se abría y sangraba, no obstante, no se espera que un hijo azote a su padre con un látigo.
Contusión o golpe
Tal vez digas: Yo nunca he golpeado a mis padres, pero ¿Cuántas ocasiones habremos dicho algo y les hemos herimos? Y aunque el daño no haya sido físicamente, lo fue en sus emociones. Hoy en día se considera que existen diferentes tipos de violencia, no sólo la violencia física, por lo que si las personas que no conocen la Torá también se preocupan por las demás manifestaciones de violencia (emocional, psicológica, verbal, etc.) entonces tal vez nosotros también debemos verlo de la misma forma. Nosotros conocedores y estudiantes de la Torá, creyentes en Yeshúa como nuestro Mesías, ¿Será que solo vamos a considerar la violencia física como única forma de violencia? De ninguna manera. Debemos cuidar como les hablamos a nuestros padres, sin humillación, ni discriminación, atentos a no hacerles sentir menos, ni ofenderlos. Este mandamiento no es tan sencillo, y generalmente se aplica a aquellos que tienen sus padres con vida. Este mandamiento está muy ligado al versículo 17 de Éxodo 21: “El que maldijere a su padre o a su madre, morirá.” Reflexionando un poco en lo que el mundo considera como violencia, que como ya vimos no solo es la parte física, entenderemos que el Eterno en su Torá también contempla las demás formas de violencia, de manera que herir está relacionado a maldecir. En relación con el versículo 12, donde si alguien hiere a otro haciéndole morir sin intención, el Eterno proporciona opciones para ese tipo de situaciones, pero en el caso específico de los padres, no hay alternativas. El libro de Levítico habla de las ciudades de refugio, pero en el caso específico de los versículos 15 y 17, es: “Morirá”, ya no hay opción. En el caso de Adán y Eva cuando pecaron, el Eterno tuvo que sacarlos del Paraíso para sustituir la pena de muerte. De acuerdo con la legislación del Sanedrín, lo que se buscaba era una sustitución, en lugar de aplicar directamente la pena de muerte. Sin embargo, está escrito que el hombre que hiriere a su padre o madre, morirá.
La intención del mandamiento
La intención y el propósito del mandamiento es cambiar la actitud y la forma de pensar hacia nuestros padres. Rambam decía que para poder especificar lo que es el herir, debía ser una herida tal que tuviese sangre. Podía suceder que el hijo se enojase en contra de su padre, pero si no había derramamiento de sangre, no había pena de muerte. Obviamente para nosotros esto nos puede causar confusión, pero pensemos que para el pueblo de Israel que tenían presente el Sanedrin (consejo supremo nacional y religioso judío), las circunstancias que ellos vivían no se prestaban a confusión.
La forma de castigo
En el caso de este mandamiento, “el que golpea a su padre o a su madre morirá”, la forma de morir era por estrangulación, una forma que implicaba más vergüenza. Shekilah (lapidación), era el castigo para quien maldecía, una forma rápida y menos vergonzosa.
Conclusión
Que el Eterno nos ayude para que consideremos la diferencia en nuestra relación con los padres, y para los jóvenes que aún viven con ellos esto debe ser aún más cuidadoso. Que el Eterno nos permita mantener presente la forma en que tratamos a nuestros padres.