Mandamiento 487
No faenar el korban Pesaj en el altar particular, sino en el Altar del Santuario.
Deuteronomio 16:5 “No podrás sacrificar la pascua en cualquiera de las ciudades que El Eterno tu Elohim te da.” (RV60)
Explicación del Mandamiento:
El término “Korban” se refiere al sacrificio pascual, un rito específico dentro de las prácticas religiosas. El mandamiento establece que ningún sacrificio puede realizarse fuera del Templo, y esto incluye de manera enfática al sacrificio de la Pascua.
No hay excepciones; incluso si alguien alega retraso o distancia, no se permite realizarlo en otro lugar. Es por esta razón que, durante el seder de Pésaj, no podemos conferir al cordero la misma santidad o solemnidad que al Korban de Pésaj. Lo que consumimos es un cordero en memoria de lo ocurrido y de la obra de Yeshua, el cordero de Dios.
Una de las razones por las que Dios instruye no sacrificar el cordero de Pascua fuera del altar específico de Jerusalén es la necesidad de validación. Se trata de un principio ético: aunque técnicamente posible, el sacrificio requiere la certificación de los levitas, quienes aseguran que sea kosher.
Sin su validación, sería como autoatribuirse una tzedaká al mirarse en el espejo y considerarse merecedor de la misma. Los levitas, por tanto, confirman la idoneidad del sacrificio y su aceptación ante Dios.
La importancia del sacrificio pascual también radica en la búsqueda de unidad por parte de Dios. Él desea que su pueblo se congregue en un solo lugar, bajo un mismo techo, evitando así la dispersión y la individualidad en la celebración.
Esto contrasta con las acciones de Jeroboam, quien, contrariando la voluntad divina, promovió la realización de sacrificios en altares alternativos y la modificación de las festividades.
El mandamiento, por ende, vincula a todas las tribus con la obligación de presentarse en Jerusalén ante Dios. En un sentido práctico, es como un padre que anhela la visita de sus hijos, especialmente durante las festividades.
Conclusión:
La práctica de realizar sacrificios únicamente en el Templo de Jerusalén, especialmente durante la Pascua, tenía como fin preservar el vínculo de identidad con la obra que el Eterno llevó a cabo en dicha festividad. Para aquellos de nosotros que somos creyentes en Yeshua como el Koban de Pésaj, el sacrificio ya realizado, es notable que Yeshua también encontró su fin en Jerusalén.
Esto se puede interpretar como el cumplimiento de la figura del cordero perfecto de Dios. Preparando su viaje desde Galilea, Yeshua enfatizó la necesidad de ir a Jerusalén, anticipando que sería entregado en manos de pecadores y que sacrificaría su vida.
Cada detalle de los mandamientos, en relación con Yeshua, es fascinante. Observamos cómo Yeshua también cumple con estos preceptos, lo que nos brinda una confianza más profunda y reafirma nuestra creencia en Él como el Mashiaj descrito en las Sagradas Escrituras.
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