MANDAMIENTO 488 / POSITIVO 201 / DEUTERONOMIO 16:14
Regocijarse en las festividades de peregrinación.
Deuteronomio 16:14 “Y te alegraras en tus fiestas solemnes, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita, el extranjero, el huérfano, y la viuda que viven en tus poblaciones.” (RV60)
Explicación del Mandamiento:
Este mandamiento, vinculado con los anteriores, se centra en la importancia del regocijo durante las festividades. Se refiere específicamente a las fiestas de peregrinación: Pésaj o Panes sin Levadura, Shavuot también conocida como Pentecostés o Fiesta de las Semanas, y Sucot. Son las tres celebraciones en las que el Eterno expresa su deseo de vernos presentes, no por ser las más importantes, sino por mandato divino.
El Eterno nos instruye a regocijarnos en estas festividades. Podría parecer inusual que se nos ordene alegrarnos, pero tal vez esto se deba a que, al crecer, tendemos a perder esa alegría espontánea característica de la niñez. Dios nos anima a mantener ese corazón infantil que se maravilla y goza sin preocupaciones. Reflexionemos sobre nuestro nivel de alegría actual: si en una escala del 1 al 10, ¿dónde nos situaríamos hoy? Aunque la vida adulta trae responsabilidades y estrés que pueden mermar nuestra felicidad, se nos invita a esforzarnos por preservar un espíritu jubiloso.
La raíz hebrea de la palabra “alegrarse” es “samákj”, que también significa iluminar o brillar. Una persona alegre irradia luz y positividad, mientras que la tristeza proyecta oscuridad. Es natural preferir la compañía de alguien alegre en cualquier evento o festividad. Dios, que es luz y alegría, habita en aquellos de espíritu gozoso y se aleja de la tristeza.
Así como sería inapropiado mostrar desdén en una boda, es igualmente inadecuado presentarse a las festividades divinas con una actitud negativa. Aunque todos podemos tener días malos, y a veces los desafíos parecen acumularse especialmente en días festivos, se nos alienta a superar los estados de ánimo negativos y esforzarnos por adoptar una actitud positiva.
Espero que esta versión revisada sea de tu agrado y cumpla con tus expectativas de formalidad y corrección. Si necesitas más ayuda o ajustes, estoy aquí para asistirte.
Reflexión sobre el Mandamiento:
Este pasaje nos recuerda que el Eterno nos ha otorgado un espíritu de dominio propio, tal como se menciona en la segunda carta a Timoteo:
“Porque no nos ha dado Dios un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio”.
Este dominio propio implica la capacidad de gestionar nuestras emociones y encontrar la alegría en la presencia de Dios. ¿Acaso no nos ha brindado Dios motivos suficientes para regocijarnos ante Él, especialmente durante las festividades? Se nos insta a mostrar un semblante festivo, pues las celebraciones no son lamentos ni mandamientos onerosos, sino ocasiones de júbilo y gratitud.
Dios nos ha provisto de innumerables razones para estar alegres: el perdón de nuestros pecados, la reconciliación a través de la sangre de Yeshua, la confianza en su presencia constante, la protección que nos ofrece, y la promesa de vida eterna.
Con tales dones, ¿cómo no hallar el gozo en cada celebración? Se nos invita a reflexionar y a tomar conciencia de este mandamiento en cada ciclo festivo, marcando en nuestro calendario no solo la fecha, sino también el compromiso de estar alegres.
Las tradiciones y preceptos que rodean cada festividad, como el vino, el pan y las cenas festivas, están diseñados para elevar nuestro ánimo y compartir la felicidad con familiares y amigos en la presencia del Eterno.
Aunque siempre existirán razones para la tristeza, prevalecerán aún más motivos para la alegría. El simple hecho de poder participar en las festividades y conocer más acerca de Dios es, en sí mismo, un motivo de maravilla y regocijo.
Conclusión:
Cada festividad es una oportunidad que Dios nos brinda para recibir un regalo espiritual. No solo durante Janucá, sino en todas las celebraciones, se nos presenta la ocasión de recibir algo especial de parte del Eterno. La expectativa de los regalos es una alegría, especialmente para los niños que aguardan con ilusión.
Dios nos invita a cada una de estas festividades no solo a participar, sino también a recoger esos regalos espirituales que Él ha preparado para nosotros. Por ello, es un motivo adicional para encontrar la felicidad en estos momentos. Te animo a que, en la próxima festividad, te esfuerces por estar alegre, si es necesario. Si ya eres una persona generalmente feliz, qué bendición es eso. Es esencial cultivar la alegría cada día, y más aún durante las festividades, donde debemos duplicar ese sentimiento.
Que el Eterno te bendiga en cada celebración. No olvides regocijarte en su presencia y recibir con gratitud el regalo espiritual que te ofrece.
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