No presentarse a la fiestas “con las manos vacías”
Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante del Eterno tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante del Eterno con las manos vacía. (Deuteronomio 16:16 RV60)
Análisis, antecedentes y razón de este mandamiento:
Este mandamiento 490 dice: “No presentarse en las fiestas con las manos vacías”, implica que es llegar sin el animal para la ofrenda de Holocausto de Presentación o también se le llama Korban Shelamín,
Korbán (en hebreo: קָרְבָּן); se refiere a una variedad de ofrendas para sacrificios descritas, ordenadas y explicadas en La Torá; deriva de la raíz hebrea K[a]R[o]V (קרב) que significa venir a Dios o acercar.
Shelamim es el plural de Shalom, paz. Las ofrendas de Shelamim eran de tres tipos: de alabanza, en cumplimiento de algún voto, y voluntarias, eran sacrificios de alianza.
Cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que el Señor tu Dios te hubiere dado. (Deuteronomio 16:17)
Es muy dado esta manera de: Señor no tengo nada que darte, aquí está mi corazón y ya con eso. Bueno, en este caso no es así con el Eterno, no solo hay que presentarse delante de Dios, como dice el mandamiento anterior (489), sino que además dice: “Ninguno”, o sea, no hay excepción, se podía vender el ganado, pero cuando llegaban a Jerusalén lo compraban con eso ya podían presentar el holocausto o la ofrenda.
Cuando Yeshúa volcó las mesas de los cambistas que estaban en el Templo, no fue porque estuvieran haciendo como tal comercio, no fue porque estuviera prohibido el comercio, sino que realmente se aprovechaban de todos los viajeros o peregrinos que llegaban con su dinero y lo cambiaban para poder adquirir una ofrenda para el Templo y estos se aprovechaban de ellos, como el paisano que llegaba y que no sabía cómo hacerlo, les cambiaban monedas que valían menos estafándolos con sus malas prácticas, del tipo de cambio como de Libra Esterlina por peso mexicano o por peso colombiano, engañándolos con tantos, por tanto, y al final solo te alcanza para una palomita. Eso es lo que le molestó, el celo de parte de Yeshua, tan cierta era esta acción que cuando se enteran los sacerdotes, estas autoridades que sabían lo que estaban haciendo mal, porque estaban robándole al pueblo. Eso le indigna al Eterno, por esto el Mesías reacciona y les dice, qué de ninguna manera se puede permitir que lo hagan, no puedes jugar con el corazón, con la intención de la buena voluntad de las personas que están llevando esta ofrenda delante del Eterno.
Está ligado lo que dice este mandamiento con este pasaje de los Evangelios.
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían, y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. (Mateo 21:12-13 RV60)
A este sacrificio se le llama Korban Jaguigá, que significa “El sacrificio del Día de la Fiesta” o “El sacrificio festivo”, era una ofrenda que tú preparabas específicamente para esa festividad y obviamente tenía que ser de los animales permitidos, de los animales considerados kosher; la palabra se deriva del hebreo Kashér, que significa “puro” o “apto”; o se le llama también Shelamín,
“Ofrenda de Paz”. La idea de esta ofrenda era que había una comunión, la ofrenda de paz, siempre que se describen los sacrificios, se hacía a lo último, lo que era como el cierre de los sacrificios, como el broche de oro de los sacrificios, lo que implicaba era que, ya estamos en paz, ya estamos en comunión. Siempre iba primero la ofrenda del pecado, la que cubría el pecado, lo malo que hice y, ya que perdonaste mi pecado, que lo cubriste, ahora si podemos tener comunión. Ejemplo, es como la idea de tener una comida en la que hubo reconciliación, una comida en la que volvimos a recuperar la amistad y ahora estamos bien. Este sacrificio se le presentaba al sacerdote; que era el intermediario; una parte de la ofrenda la comía el sacerdote y la otra parte la comía el que la llevaba, siendo parte del segundo diezmo (que ya explicamos en otros mandamientos). Este sacrificio se podía comprar, se bebía y se comía, era un sacrificio de carácter festivo, de eso se trataba, entonces podía ser un cordero, un becerro, un Palomino, lo que le alcanzara a la persona, dependía de sus recursos. Dios no veía la cantidad, sino que veía la calidad del corazón con el que lo daban, siendo un requisito que ninguno se presentará delante del Eterno con las manos vacías.
A diferencia de tener este tipo de intensión, en Latinoamérica por lo general, la gente cuando va a las procesiones, a templos, a parroquias, a capillas o a las iglesias; la gente en general, asiste a pedir y no a ofrecer.
La manera de pensar bíblica-hebrea no es de esa manera, con este mandamiento esto queda sumamente claro, es voy delante del Eterno a ofrecer, la gran diferencia es de 180 grados, entre pedir y dar, es totalmente opuesto, yo me invito y te invito a ti a que, a través de estos mandamientos, a que a través de la lectura de estos pasajes de la Torá empecemos a renovar nuestra forma de pensar; como lo dice Pablo
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. (Romanos 12:2RV 60)
Empezar a comprobar cuál es la voluntad de Dios empezando por agradecer, tenemos que cambiar nuestra percepción de ir a una congregación, de ir a una festividad, entre otras e incluso escúchate cada vez que oras, nuestras oraciones están más enfocadas en pedir más que en agradecer. Es el momento de madurar, porque así es un niño pequeño, solo pide por qué obviamente no puede dar, démonos cuenta de que a veces estamos en esa etapa, veamos yo cómo le pido a mi Padre Celestial, cuál es mi enfoque, para qué quiero ir a una congregación, creo que Dios es bueno y no le molesta que le pidamos, Él es sabio y él nos da lo que necesitamos, pero no significa que, porque le pedimos y le pedimos, Él nos da todo, no es así.
Rab Shalom Arush; quien es un rabino que escribió libros famosos, como: En el jardín de la fe, y varios otros; él tiene uno que es muy lindo, se llama: Las Puertas de la gratitud en el que él menciona este ejemplo bastante claro y me pareció muy adecuado. Dice que es como sí, alguien va a ver al rey, un hombre que va al palacio y toca la puerta, le abre uno de los guardias. -Buenas tardes, que se le ofrece, – Quiero hablar con el rey. -Y para qué quiere ver al rey o hablar con él. -Es que quiero pedirle, quiero rogarle, es que necesito, es que la situación está complicada, es que quiero exponerle mi caso, es que quiero clamarle y quiero rogarle, quiero pedir, etcétera, etcétera lo que ya sabemos. ¿Qué le va a responder el guardián?, le dirá: -Ah, OK, ¿Tú también vienes a pedir? Ah, el Rey está ocupado, pero no te preocupes, mira, fórmate allá. Dejándole ver una fila muy larga. Le dice: “Fórmate allí, donde los están atendiendo, hay que llenar un papeleo, hay que hacer un pequeño proceso, obviamente como todos los que están ahí formados y después te va a atender el rey, claro que sí. Ahora que sucedería si va otra persona con la misma necesidad, toca la puerta, abre el mismo guardia, el guardia dice: -Otro, ¿Viene a pedir? Este hombre le dice: -No. -Entonces, ¿Usted a que viene? -Quiero ver al Rey. -Ah, igual que todos. -No igual que todos, no se ha que vinieron los otros. -Entonces a que viene. -Yo, traigo un presente para el rey, yo quiero ver a Rey porque quiero agradecerle, por todo lo que ha hecho en el Reino, porque le puso pavimento a la calle, por la escuela que construyó, por todo, quiero agradecerle al rey y traigo un presente para el rey. -Ah, usted trae un presente para el rey, usted pase por acá. O sea, a quién crees que es más fácil que el rey reciba, a quién crees que es más fácil que escuche, a quién crees que es más fácil que el rey le dé una audiencia, al que va a pedir y pedir y pedir o al que va a dar, a dar, a dar. Es tan simple suponerlo.
Hay una gran diferencia entre ofrecer y pedir, es un mandamiento que nos hace reflexionar que debemos de madurar como creyentes. Reitero que, no creo que Dios se moleste por pedirle, él es nuestro Padre, de la misma manera que a nosotros no nos molesta cuando nuestros hijos nos piden, porque por supuesto queremos darles, no podemos quedarnos como niños egoístas que solo quieren y quieren, un llamado a ser maduros, a crecer. Si bien, para muchos nos pasó que fuimos enseñados o fuimos educados o como haya sido de esta manera, no podemos seguir con una actitud equivocada, justamente porque no podemos errar con nuestra relación con Dios.
Tenemos que cambiar nuestra manera de percibir la relación con el Eterno, porque Él no nos debe nada, piensa que sí, Él te está pidiendo, que lleves algo, es en realidad porque Él te dio primero. Aunque alguno diga como -No todos podemos, no somos ricos o no a todos, nos abunda el dinero, probablemente sea así, pero cuál es la manera práctica de guardar este mandamiento, porque no hay un Templo, le llevo al pastor unas gallinas, o ¿Cómo sería? Existe gente que da una Tzedaka (צדקה usualmente traducido como “caridad”, la raíz de la palabra en hebreo la conecta con el término justicia o rectitud tzedek); Tzedaka adicional, ofrenda adicional ya sea a la comunidad, a los pobres, al menos presentar delante de Dios algo, es no llegar con las manos vacías.
Otro ejemplo relacionado con la misma de manera práctica de dar es como cuando te invitan a una boda, lo lógico o correcto socialmente es que tú llevas un presente, de la misma manera si eres invitado a ir delante de Dios, no llevarías un presente, así es como debemos verlo.
Me confieso que hay personas aún en la comunidad que se molestaban porque tenían que pagar un boleto para participar en alguna de las fiestas, y es que donde estábamos reuniéndonos para las festividades se tiene que rentar un salón, se tiene que poner mesas, mantelería, sillas, entre otros muchos gastos que se requieren al momento de reunirnos, pero aun así hay gente que dice -No, pues es una fiesta de Dios, yo no tendría por qué pagar, que lo paguen de los diezmos o de algún otro lado, si son fiestas de Dios no debemos de pagar, no debemos de dar nada, creo que es una percepción totalmente equivocada, quien piensa de esa manera no ha entendido lo que Dios le ha dado, que no ha llegado a ese entendimiento de que si Dios nos pide que le demos algo, para empezar, somos nosotros los primeros beneficiados, porque realmente Dios no es que lo necesite es que nosotros necesitamos darle, segundo, simple y sencillamente porque es una manera, si tú lo quieres ver así, de cumplir este mandamiento, no escatimes cuando se trate de una fiesta del Señor, de alguna manera también los rabinos dicen: -Mira si solo puedes comer carne, una vez al año, cómela el día de una festividad, si solo puedes tomar vino una vez al año, tómatelo en una festividad, es una manera de gozarte en la fiesta.
Piénsalo así, qué mal te sentirías al presentarte a una fiesta y ver que todos llevan un regalo y tú no llevas un regalo, como te sentirías, creo que avergonzado, todos llegan con regalo y yo no, nada más llegue con mi linda carita, sintiendo soberbiamente mi presencia es mi mejor regalo, y serás muy guapo o muy guapa, pero Dios dice no importa, no puedes presentarte así ante mí,
El Rey David, David HaMelej; fue un hombre que tenía un corazón conforme al corazón de Dios; cuando le dio la oportunidad la vida, quiso construirle un Templo al Eterno, él se vio en un palacio y dijo: -Quién soy yo para habitar un palacio, mientras que Dios habita en una tienda, tuvo en su corazón construir el Templo, el dueño le dijo yo te lo regalo, pensado si el Rey quiere el terreno y encima es para el Templo, este hombre se hubiera sentido engreído pensando yo puse el terreno del Templo, casi el Templo es mío. Entonces, ¿Qué dijo David HaMelej?
“Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré al Eterno mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.” (Samuel 24:24 RV60)
Él lo veía en ese sentido, es un privilegio darle a Dios, es una fiesta para Dios no podemos llegar de ninguna manera con las manos vacías, es para el Eterno y además es para nosotros mismos, no es me voy a desprender de los ahorros de mi vida, no dice cuantos se tenía que dar, no dice cuántos animales se tenían que dar, simplemente aquí lo dice el verso 17 dice: -Cada uno con la ofrenda de su mano, no era algo que tú podías mandar con alguien, Dios quiere que tú lo des y Dios dice conforme a la bendición que el Señor tu Dios te hubiere dado, ósea que es algo entre Dios y tú, no es una cantidad, no es vamos a pasar la charola en las fiestas, porque no es de esa manera, no se trata del lugar, no se trata de nada, se trata simplemente de que cada uno de nosotros de y lo haga por el gozo de poder estar en la Presencia de Dios.
Conclusión:
Dios no necesita nada de ti, nada de mí, si nos da la oportunidad de dar, es por nuestro propio bien, por nuestra bendición, es para nuestra bendición. Además, si llevas un buen regalo a la fiesta, a la próxima, seguro que te vuelven a invitar, que no seas la contraparte, que no llevas ni la hora, no regalas nada, creo que ni te invitan. Tenemos que cambiar nuestra percepción, cambiar nuestro corazón, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar, adoptar esta forma de pensar bíblica hebrea, decir es un mandato de Dios, ahora viene la siguiente fiesta, tengo que ver la manera de darle al señor algo, no es la cantidad es el corazón con el que lo damos.
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