“No dejar con vida a ningún integrante de alguno de los siete pueblos contra los que se debe liberar la guerra obligatoria.”

Deuteronomio 20:16 – Pero de las ciudades de estos pueblos que El Eterno tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida.

Explicación del mandamiento:

Este mandamiento se aplica a los pueblos que vivían en el territorio de Canaán. Moisés entregó los mandamientos al pueblo israelita, pero fue Josué quien debía ponerlos en práctica cuando llegaran a la Tierra Prometida. Por eso fue importante que Josué caminara al lado de Moisés durante tanto tiempo, ya que aprendía cómo aplicar los mandamientos según la enseñanza que Moisés le dejó.

Este mandamiento nos explica por qué Josué tenía que llevar a cabo una guerra obligatoria contra estos pueblos. Era un mandato directo del Eterno exterminar a estos pueblos de la faz de la tierra, ya que habían traspasado ciertos límites que el Eterno consideraba fundamentales para la vida.

Deuteronomio 20:17 – Si no que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como El Eterno tu Dios te ha mandado.

La tierra que el Eterno dio por heredad a los hijos de Israel estaba ocupada por pueblos idólatras que realizaban sacrificios al dios Moloc y tenían ciertas costumbres abominables para el Dios de Israel. Deuteronomio 20:18 – Para que no os enseñe a hacer todas las abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra El Eterno vuestro Dios.

Dios prohibió al pueblo de Israel hacer alianza con estos pueblos ni entregarse en matrimonio, ya que hacerlo resultaría en ser excluido del pueblo de Israel. El Eterno pedía que no nos juntáramos con estos pueblos, ya que podrían desviar nuestro corazón y llevarnos a la apostasía. El pueblo de Israel podría perder su identidad. Para estos pueblos, el pecado era parte de su naturaleza.

El Eterno estaba utilizando a Israel como instrumento de juicio para estas naciones.

En conclusión

El mandamiento contenido en Deuteronomio 20:16-18 establece una directriz contundente para el pueblo de Israel en su entrada a la Tierra Prometida. Este mandato, transmitido por Moisés y ejecutado por Josué, demandaba la eliminación de los pueblos idólatras que habitaban Canaán.

La guerra obligatoria era un acto de obediencia a las normas divinas y una medida para preservar la pureza espiritual y la identidad de Israel. La instrucción de no dejar con vida a ningún integrante de esos pueblos tenía la finalidad de evitar la influencia corrompedora de sus prácticas abominables y asegurar la fidelidad a El Eterno.

Aunque puede resultar impactante desde una perspectiva contemporánea, es importante comprender este mandamiento dentro del contexto histórico y cultural de la época. El papel de Israel como instrumento de juicio y su compromiso con la santidad son elementos fundamentales para interpretar este pasaje.

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