Reunir a todo el pueblo y leer la Torá en público. 

Deuteronomio 31: 9-12:

“Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel. Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos. Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley; (Deuteronomy 31:9-12 12 RVR60)”

 Explicación del mandamiento:

Este es el mandamiento 612 y vemos muy claro que El Eterno le da una prioridad a la escucha de La Palabra: Al escuchar y exponernos a las palabras de La Torá, por lo menos cada 7º. Año; y aquí podríamos pensar por qué no hacerlo antes. Pensemos justamente que no es que no se leyera La Escritura en Shabbat

Por supuesto que para los días de Yeshúa, es muy evidente que se leía en todas las sinagogas La Torá. Sin embargo, aquí nos está hablando de un momento muy especial, que tiene como contexto la fiesta de Sukkot, que, como sabemos, es una de las fiestas (prácticamente es la fiesta más larga) porque son siete días, más uno que se añade, son ocho, y dentro de este contexto de reunir y traer la cosecha hacia El Eterno, aprovechar y reunir al pueblo por lo menos cada séptimo año, para hacer una lectura pública de La Tora.

De acuerdo a los comentaristas y a algunos rabinos como Rashi, se dice que era responsabilidad del rey hacer esta convocación: de lanzar edictos o anuncios en todos los pueblos, para que la gente se reuniera ese día en particular. Así que si la fiesta de Sukkot buscaba congregar a todo el pueblo, en este ciclo de conteo que es cada 7 años, hasta llegar al jubileo, que es el año 50. Era el rey el responsable. Qué maravilla y qué precioso motivo para reunirse. Pero, ¿qué se leía?  Algunos dicen que se leía solo Deuteronomio, porque es la joya de La Torá.  Se dice que se leía hasta el capítulo 6, verso 9 y luego se saltaba al 11 y después del capítulo 22 hasta el 28. Era una buena parte del libro. 

Todos estos capítulos mencionados tienen la responsabilidad de mantener el pacto con El Eterno, de aceptar la recompensa, así como las bendiciones y las maldiciones. Incluso se dice que había un estrado de madera especial en el templo, para que el lector pudiera verse por encima de todos. Hay tres ideas que se mencionan en el versículo 12: harás congregar al pueblo, varones, niños, mujeres y extranjeros, que estuvieran en tus ciudades: Aquí se puede ver que no hay acepción de personas. 

El punto es que nadie pudiera estar fuera, para que oigan, aprendan y teman al Eterno vuestro Dios, y como resultado; cuiden de cumplir todas las palabras de esta Ley. Es como un proceso; primero “Shema (escuchar); de ahí viene el aprendizaje y este nos lleva al temor al Eterno, que es el principio de la sabiduría y también es el principio de la santidad. Es interesante darnos cuenta de que El Eterno plantea esto porque no aprendemos solamente de oír, o de la noche a la mañana; tiene que haber un proceso: escuchamos, entendemos y aprendemos. 

A veces queremos que el temor al Eterno sea como una varita mágica, que oremos y asumirlo en nuestra vida como una parte intrínseca, y eso no va a suceder; hay un proceso para llegar a ese temor y a esa santidad. A veces podemos admirar y pensar que alguien es muy santo, muy temeroso de Dios, porque casi casi nació así.  A la mejor hay quienes son más dados a esto, pero definitivamente el exponernos con humildad a escuchar la palabra, nos va a ayudar a aprender y también a temer.

Otra cosa que se destaca en este pasaje, es que se incluye a los niños; ya que en general, en temas de adultos, no suelen darles importancia. Quizás hoy en día, en nuestra sociedad sí es diferente, pero para esa cultura, esos tiempos, era extraño que se hablara de que los niños estaban incluidos, incluso, hay que decir, hasta las mujeres se les excluía de ciertos eventos, de ciertos mandamientos; y en este caso vemos que El Eterno dice: se van a reunir todos, varones, mujeres y niños; a la mejor podríamos pensar que no iban a entender nada, pero dejemos que ellos decidan, algo se les queda, debemos habituarlos a escuchar la Torá, sus oídos deben habituarse a escucharla. 

Hoy en día lamentablemente es difícil tener a los niños en una comunidad: Seamos honestos, muchas veces no llegamos a acoplar a los niños a que se sienten y escuchen, ya que existe hiperactividad, estrés, etc. Ha sido difícil.  Si tienes hijos pequeños en casa, velos habituando a que se sienten a escuchar; a la mejor al principio es difícil y no se trata de que el niño se quede 5 horas. Si tú sabes que tu hijo se queda 5 minutos, pues empieza con 5, después 15, posteriormente 20.

 No es forzarlo, por supuesto, así como que doblarle la manita para que lo haga, pero poco a poco.  Me llama la atención porque aquí se incluía a los niños y el tiempo de exposición seguramente era bastante largo.  ¡También dice en el Nuevo Testamento que llevaban a los niños a que Yeshúa los bendijera, lo cual era una práctica común, pero también nos muestra que escuchaban igual! Seguramente les tocó escuchar muchos sermones que daba Yeshúa.  

Un testimonio de un niño prodigio que escuchó pláticas shabáticas, fue Timoteo. Desde pequeño aprendió las escrituras porque su madre y abuela le enseñaron. Ahí demos él mérito a la madre y a la abuela. Este es un punto que destaco en este mandamiento: Al reunir a todo el pueblo a leer La Torá, no nada más varones o adultos, sino también a los niños. Podemos empezar en casa para que ellos lo vean como una práctica importante.  Otro punto importante de que se reúnan todos y escuchen los mismos, es que traerá unidad. Yo testifico porque lo he visto, muchas veces, la esposa escucha una cosa, el esposo otros, y realmente no es tan fácil complementarse doctrinalmente: Surgen las diferencias, y de esas diferencias pueden llegar a generarse conflictos. 

Suena raro, porque comentan: ¡de todas formas escuchamos Palabra!  ¡Sí! Pero también depende de la interpretación que se le da. Yo considero que es conveniente que toda la familia escuche lo mismo. Quizás ya cada uno lógicamente tiene su forma de pensar, pero es importante que como familia estén expuestos a la misma enseñanza, y si surgen diferencias, habrá que lidiar con ellas.

 Se ve en esta mitzva un valor agregado: el que todos estén expuestos a lo mismo, ha de traer unidad a las familias. Es importante destacar esto, ya que en el judaísmo, aunque sí tiene 3 ramas; no así en el cristianismo, que hay más de 2 mil denominaciones; entonces qué difícil es lograr la unidad. Veamos también que aunque el pueblo se reunía en sinagogas o en casas; es algo muy especial, saber que tenemos una misma misión, un mismo propósito, que estamos trabajando por lo mismo, y, de alguna manera, este mandamiento tiene una conexión con algo que es uno de los eventos más importantes en toda la historia del pueblo de Israel. 

Este evento es la entrega de La Torá en el monte Sinaí y esta es una forma de que todos al unísono escucharan la voz del Eterno. Esta es una manera como de replicar este momento: El Eterno saca al pueblo de Egipto, lo congrega para que todos al unísono escucharan este mandamiento; no es Shavuot, pero es Sukkot y Sukkot es una fiesta de reunir, de cosechar las almas, de reunificar al pueblo, a las doce tribus.

 Son pasajes que comparten muchísimos elementos en común y sin duda la misma intención, que es la unidad del pueblo, que es la santificación, que es presentarse delante del Eterno. Por eso, a esta mitzva se le conoce también como la mitza de la reunión o la mitzva de la asamblea. Es un momento especial que es cada 7 años, así lo determinó El Eterno. Es como buscar replicar lo que sucedió en Sinaí. Se le llama a este término porquesera shaba, que es reunir a las 12 tribus y a los extranjeros que se anexaron cuando salieron de Egipto, volverlos a reunir, es también buscar el objetivo que tiene el pacto renovado; o sea que esto no está en contra del Nuevo Testamento o del pacto renovado. 

Ese es precisamente el propósito del pacto renovado o Nuevo pacto, que está en Jeremías 31, del versículo 31 al 34. Vayamos juntos a leerlo:

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. (Jeremías 31:31-34 RVR60)”

Así que uno de los objetivos que tiene el Pacto Renovado, es que justamente La Torá se haga carne, llegue a nuestra mente, a nuestro corazón, quede escrita ahí, y con ello nos convirtamos en este pueblo del Eterno, en Su Pueblo, y no va a haber ya necesidad, dice aquí, de enseñar más uno a su prójimo, porque todos lo vamos a conocer. Va a ser tan evidente el conocimiento de La Escritura en nuestra mente y en nuestro corazón que no va a haber necesidad de esta instrucción.

 Por algo debemos empezar, y este mandamiento nos dice cada 7 años. No quiere decir que no se hiciera cada semana, pero esto se hace con conciencia. Esta lectura de La Torá es con el propósito de unificar al pueblo, con la idea de generar un cambio en el pueblo completo y que todos estemos en un mismo sentir. Anhelamos que llegue ese momento: que cada uno de estos mandamientos esté en nuestra sangre por completo, guardarlos con alegría, con gratitud, con el deseo de simplemente agradar al Eterno. Yo veo que este mandamiento, además de ser un momento en sí mismo de fiesta, escuchar La Torá también es un deleite, porque eso, sabemos, convierte nuestro corazón.

Para cerrar con la exposición de este mandamiento, vamos a Nehemías 8, Esto es una exposición de esto que estamos viendo.

“Y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la Ley de Moisés, la cual El Eterno había dado a Israel. Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía. (Nehemías 8:1-3 RV60)”

(Aquí nos damos cuenta del tiempo que implicaría la lectura de ese día, desde el alba hasta el medio día; unas 6 horas, que llevaría la lectura).

En presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley. 

“Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que habían hecho para ello, y junto a él estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías a su mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam. (Nehemías 8:4 RV60)

 Ya comentamos que de acuerdo al Talmud, se dice que se hacía incluso un atrio de madera especial con un púlpito, por supuesto, para la lectura, como estamos leyendo aquí en Nehemías 8, cuando el pueblo regresó del exilio de Babilonia.

“Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. Bendijo entonces Esdras al Eterno, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! Alzando sus manos; y se humillaron y adoraron al Eterno inclinados a tierra. Y los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanáh y Pelaía, hacían entender al pueblo la Torá; y el pueblo estaba atento en su lugar.  (Nehemías 8:5-7 RV60)

Podemos pensar en traductores, pues posiblemente había muchos que no entendían el idioma.  Y dice en el verso 8:

“Y leían en el libro de la Ley del Eterno claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura. (Nehemías 8:8 RV60)”

Démonos cuenta de que no se trata nada más de poner el celular y hacer otra cosa, dice: “se ponían de modo que entendiesen la lectura”. Debemos poner atención, enfocarnos en la lectura, que el sueño no nos gane y perdamos la bendición de entender.

“Y Nehemías, el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es al Eterno nuestro Elohim, no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de La Torá. Se conmovió el corazón al escuchar. También se puede entender que lloraron al escuchar las consecuencias de las maldiciones. Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a Nuestro Elohim; no os entristezcáis, porque el gozo del Eterno es vuestra fuerza. Los levitas, pues, hacían callar a todo el pueblo, diciendo: Callad, porque es día santo, y no os entristezcáis.  Empezó a haber sentimientos encontrados, y los levitas eran los encargados de que no ganara la tristeza y de que no hicieran ruido.  Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado; o sea que entender La Torá también trae alegría.  Al día siguiente, se reunieron los cabezas de las familias de todo el pueblo, sacerdotes y levitas, y Esdras el escriba, para entender las palabras de la ley. Y hallaron escrito en la ley que El Eterno había mandado por mano de Moisés, que habitasen los hijos de Israel en tabernáculos en la fiesta solemne del mes séptimo; y que hiciesen saber, y pasar pregón por todas sus ciudades y por Jerusalén, diciendo: Salid al monte, y traed ramas de olivo, de olivo silvestre, de arrayán, de palmeras y de todo árbol frondoso, para hacer tabernáculos, como está escrito. Salió, pues, el pueblo, y trajeron ramas e hicieron tabernáculos, cada uno sobre su terrado, en sus patios, en los patios de la casa del Eterno, en la plaza de la puerta de las Aguas, y en la plaza de la puerta de Efraín.” (Nehemías 8:9-16 RV60)

Notemos, pues, que este mandamiento, 612 que estudiamos, implicaba la lectura de La Torá justamente en la fiesta de Sukkot, y esto es exactamente lo que estamos leyendo en Nehemías, que sucedió. 

“Toda la congregación que volvió de la cautividad hizo tabernáculos, y en tabernáculos habitó; porque desde los días de Josué, hijo de Nun, hasta aquel día, no habían hecho así los hijos de Israel. Y hubo alegría muy grande. Y leyó Esdras en el libro de la ley del Eterno cada día, desde el primer día hasta el último; e hicieron la fiesta solemne por siete días, y el octavo día fue de solemne asamblea, según el rito. (Nehemías 8:17-18 RV60)

 Este es el testimonio del cumplimiento, aunque con ciertas variantes, por supuesto, pero básicamente la misma esencia, de este mandamiento 612. 

Aquí lo hemos aplicado por Esdras, por Nehemías, por estos levitas y sacerdotes que se reunieron en estos días y que fue una generación muy especial: la generación que regresó de la cautividad; con la cual nosotros también nos podemos identificar, porque hoy nosotros también estamos volviendo de un exilio, de una cautividad, y estamos anhelando escuchar las palabras de La Torá.

Conclusión:

No perdamos, el deseo, el anhelo, de seguir escuchando La Palabra, más en el contexto de las fiestas. Aunque vemos aquí que esto empezó en el día de Yom Terúa, se ve que siguieron, siguieron, hasta que llegaron a la fiesta de Sukkot, y lo hicieron con suma alegría.  

Que El Eterno nos permita atesorar, valorar, la Escritura, exponer a nuestros hijos, a nuestra familia, reunirnos para escuchar La Torá. Hoy no tenemos que esperarnos cada séptimo año. Hoy lo podemos hacer todos los días en casa, aunque por supuesto no anula este mandamiento; hay que seguirlo haciendo. Sería bueno empezar a implementarlo y pensar que al menos cada séptimo año debemos llevarlo a cabo. ¡Qué bonito ejemplo nos deja aquí Nehemías! Y este es un mandamiento que, como ya se mencionó, busca también traer esta unidad para todos.

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