No inclinar el juicio en contra de un pecador en el supuesto de ser inocente en este caso
“Ante una demanda judicial, no le negarás la justicia al pobre.” (Éxodo 23:6 NTV)
Explicación del mandamiento.
El mandamiento que nos compete hoy corresponde al número 81, negativo 48, que se encuentra en Éxodo 23, verso 6. Este mandamiento se ha interpretado históricamente dentro del judaísmo como el no inclinar el juicio en contra de un pecador en el supuesto de ser inocente. La versión Reina Valera Contemporánea lo traduce así: “no perviertas el derecho de los pobres cuando pidan justicia”. Este mandamiento se complementa con el número 79, estudiado anteriormente, ya que en Éxodo 23, verso 3, dice: “ni al pobre distinguirás de su causa” (RVR60) mientras que este mandato representa la contraparte: “no perviertas el derecho del mendigo, del menesteroso”.
El mandamiento 79 nos ordenaba que no porque la persona sea pobre vamos a favorecerla en un juicio, solo porque tiene una situación económica difícil o se encuentra en un estado de debilidad emocional o social. Mientras que en este caso se nos advierte el no pervertir el derecho del pobre cuando pida justicia, no porque sea pobre vamos a tomar ventaja de su situación.
Este es un mandamiento enfocado principalmente a los jueces, sin embargo, todos en algún momento hemos de juzgar ciertas situaciones y nos podríamos compadecer del que es pobre, o, por el contrario, podemos menospreciar a alguien por su situación económica. Cuántas veces no vemos que, en las oficinas, en tiendas y en infinidad de lugares, sucede tal y como dice el dicho “como te ven te tratan”, pues no se le da la misma atención a alguien que se baja de un auto último modelo, con un reloj y cadenas de oro, que a otra persona que viene montada en una bicicleta y con un atuendo muy discreto y austero. Y nosotros no estamos exentos de exhibir este tipo de comportamiento, ya sea de manera consciente o inconsciente, al dar por hecho que una persona tiene más poder adquisitivo y de influencia que otra, por lo que nos “convendría” darle un mejor trato a quien podría darnos mayores beneficios.
La justicia debe de ser totalmente imparcial, tal como dice Levíticos 19:15: “no harás injusticia en el juicio, no favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande, con justicia juzgaras a tu prójimo” (RVR60). Es un principio básico que no podemos perder: Dios es justo, es imparcial, y juzga cada caso con imparcialidad. De aquí también se desprende, por ejemplo, que, en los juicios llevados a cabo en una corte, está prohibido que el pobre llegué en harapos, con la ropa raída o con un sombrerito, sin calzado, y que el rico, por su parte, se presente mostrando toda su riqueza. Se acostumbra o estipula que los dos deben vestir en condiciones similares, para que no se pervierta el derecho, de manera que el juez pervierta el derecho y se incline por uno o por otro, ya sea por compadecerse del pobre, o buscando la retribución del rico a cambio de la sentencia a su favor.
En resumen, se debe aplicar y ejercer justicia sin importar la condición de la persona, que, aunque en este caso se habla del pobre, también puede aplicarse al ignorante, que es pobre en conocimiento, pues podría darse la situación de aprovecharse de su ignorancia, y dictar una sentencia totalmente injusta. En el hebreo la palabra pobre es la palabra “ebion“, que significa, literalmente, alguien en necesidad; no pervertirás el derecho del que está en necesidad, también quiere decir no te aproveches de la necesidad de alguien.
Por lo que, si tomamos el sentido más literal, en hebreo implica el no abusar de alguien que está en necesidad, sea cual sea la situación, ya que inclusive un rico se puede convertir en alguien necesitado, pues, por ejemplo, pensemos en una situación médica, que podría prestarse a sacar ventaja de la desesperación y apremio de la persona, con lo cual algunos aprovecharían el momento para cobrar montos estratosféricos a sabiendas de que los afectados pagarían lo que fuese, dadas las circunstancias. Hoy en día muchas personas se aprovechan de la necesidad de otros, especialmente en el comercio, hay gente que a veces se jacta de ser oportunista y eso a veces raya en el pecado.
Conclusión:
La Torá nos dice claramente que no pervirtamos el derecho del necesitado, no debemos aprovecharnos o abusar de su necesidad, o de la oportunidad que se está dando. Así que tengamos cuidado, porque cuántas veces no le pedimos al Señor en gran necesidad, y Él no nos da la sobras, Dios no es así, y esto es una invitación a imitarle, dándonos una gran oportunidad de bendecir a otros. Cuando tenemos un problema económico o de salud, y alguien nos extiende la mano o nos ayuda con justicia, y de corazón, nos une más a esa persona, y se transforma en una gran bendición, y es que todos los mandamientos son precisamente con el fin de establecer una comunión entre unos y otros, de regir la sociedad, de aprender a vivir.
Debemos entender que nosotros como creyentes tenemos dos leyes, dos nacionalidades, una es del lugar donde nacimos físicamente, y la otra es de donde provenimos espiritualmente, del Reino de Dios, pues en las Escrituras se nos afirma que somos conciudadanos de los santos, entonces tenemos que conocer y saber cómo se aplican estos mandamientos, porque durante mil años (el reino milenial) el mundo se regirá bajo estas leyes, por lo que más nos vale conocerlas de antemano, para poderlas aplicar el día de mañana.
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