Amar a los extranjeros conversos.
Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. (Deu. 10:19 RVR60).
Explicación del mandamiento:
Este mandamiento parte de la base de lo que se llama la empatía, ponernos en el lugar del otro, poder entender al otro porque ya vivimos esta experiencia. En este caso Dios nos ordena, nos pide algo de lo que el pueblo no fue ajeno, hablando en el contexto de Moisés, si comenzamos leyendo desde el versículo 16 al 20 del libro de Deuteronomio:
Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido. Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás. (Deu. 10:16-20 RVR60).
Hay una progresión desde el versículo 16 que nos dice: Circuncida el prepucio de tu corazón, aquí nos habla de un cambio de corazón, de un cambio de actitud, cuando nuestro corazón ha sido circuncidado nuestra manera de ver a los demás cambia. Dice en el verso 17 “Él no hace acepción de personas”; es una pauta, una guía de cómo nosotros debemos de conducirnos, de qué es lo que Dios quiere que nosotros hagamos porque Él hace justicia, que ama también al extranjero, nos dice, ve y haz lo mismo.
Como la parábola de los dos deudores que uno salió perdonado de una gran cantidad de dinero por el rey, porque fue misericordioso y no quiso perdonar a otro que le debía una cantidad incomparablemente pequeña y el rey le dijo: Yo tuve misericordia, lo que yo esperaba es que tú hicieras lo mismo. Son estos mandamientos en los que Dios nos da argumentos y razones para que nosotros le imitemos amando al extranjero, primero, porque yo amo al extranjero, porque no me puedes amar a mí y decir aborrezco a esta gente, odio a los extranjeros, odio a esta clase de personas. Por eso dice: Amarás al extranjero porque yo le amo y lo más importante porque también fuiste extranjero en la tierra de Egipto, también lo viviste.
¿De qué clase de extranjero se está hablando?
¿Qué clase de extranjero? Dios está hablando de alguien en particular, ya que hay tres palabras que están asociadas con esto, un judío lo clasifica muy fácil, le llama un Goy, en plural Goyim, en la Biblia aparece esta palabra para ciertas naciones o pueblos, gentiles, pero este no es el caso que nos menciona este mandamiento de amar al extranjero converso. El versículo siguiente nos dice lo siguiente:
Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la Pascua; ningún extraño comerá de ella. (Exo. 12:43 RVR60).
La palabra “extraño” no es necesariamente extranjero. Es una palabra hebrea que se llama nekar, el cual se refiere a una persona ajena que extraña o pagana, una persona que no tiene absolutamente ninguna relación con la fe por eso dice que con respecto a la Pascua ningún nekar, ninguna persona ajena a ninguna persona extraña que no esté de acuerdo va a poder participar.
En el verso 45 de Éxodo 12 se menciona otra palabra: El extranjero y el jornalero no comerán de ella. (Exo. 12:45 RVR60). La palabra extranjero aquí es la palabra tosha: se refiere a una persona que está de paso, es decir, como una persona turista que solo está un tiempo y no piensa quedarse, establecerse ahí, asimilarse o hacerse parte de este pueblo. En Éxodo se menciona lo siguiente: Más si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la Pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella. (Exo 12:48 RVR60).
La palabra extranjero de Éxodo 12:48 y Deuteronomio 10:19 es la palabra guer, es la persona que ya tenía esa nacionalidad, moraba con el pueblo, abrazaba la ley de Abraham, de Jacob. En éxodo se menciona lo siguiente: Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la congregación de Israel (Exo. 12:19 RVR60). Significa que a este extranjero se le tomaba como a un natural del país por cuanto ya radicaba entre ellos y vivía como ellos, guardando estas ordenanzas.
Un guer sí es un extranjero, no era natural del país, no había nacido dentro del seno de una casa judía o hebrea, pero sí se le consideraba como natural del país, como alguien que moraba, entonces el punto aquí es que Dios nos ordena a través de este mandamiento: Ámale. Sí un extranjero se ha asimilado a tu pueblo, al pueblo de Israel y se ha convertido tienes que amarle.
El Talmud incluso prohíbe recordar el pasado a un converso que hizo el proceso de conversión, que abrazó la fe, está prohibido lastimarlo con palabras, con hechos, con acciones. En el judaísmo hay mucho énfasis en marcar esta diferencia entre un judío y un no judío y en el Nuevo Testamento es tan notorio esto que al mismo apóstol Pablo. En el libro de los Hechos en el capítulo 21 prácticamente lo están linchando porque lo vieron con los gentiles y dijeron que estaba con los griegos y que ya los había metido al templo. Judíos y gentiles, no se podían tolerar, había barreras que el Mesías vino justamente a derribar entre gentiles y judíos. Por eso se trata de un amor genuino a quien tú entiendes por qué viviste esa misma experiencia.
4 clases de personas.
En el Nuevo Testamento había cuatro clases de personas: los goy que sería un sinónimo de pagano, alguien ajeno a la palabra. Estaban los temerosos de Dios, que eran personas que venían de un contexto gentil, pero que se estaban acercando, que asistía a la sinagoga, dejó la idolatría, tenía temor de Dios y quería conocer al Dios de Israel, pero no daba el paso de la conversión porque era todo un proceso, era un yugo pesado, que no era la torá, no era la ley de Moisés, sino que eran todos los mandamientos rabínicos y extra bíblicos que se agregaron, por eso muchos se quedaban en la puerta y se les llamaba “el gentil de la puerta” porque había separaciones en las sinagogas para esta clase de personas. Este temeroso de Dios, un ejemplo sería Cornelio, el Centurión romano, al que fue a ver Pedro.
El mismo con sus recursos construyó una sinagoga, qué más evidencia se necesita para saber que era un hombre abrazado a la fe de Dios, de Abraham, de Isaac y de Jacob. Pertenecía al estatus de temeroso de Dios aunque lo seguían viendo como un romano. Al que hacía todo el proceso de conversión, se le llamaba Prosélito o converso en hebreo guer. Dios dice: a los que se convirtieron ámalos.
El cuarto tipo de persona es el judío como tal. Es interesante porque el contexto en el que Dios nos dice: Ama al extranjero porque tú fuiste extranjero vemos que Dios no hace acepción de personas, ha circuncidado tu corazón, imítalo, sigue sus caminos, Dios ama al extranjero y le da pan. No creemos más barreras en las personas que se están acercando por ejemplo en la congregación o en la comunidad si llega alguien de otro país aceptémoslo.
Si viene de cualquier religión lo acerquemos como la historia que cuenta Yeshua, que es el ejemplo perfecto de buen samaritano, quien no era en el sentido técnico un guer, ya que los judíos no veían a los samaritanos como hebreos sino como un estatus entre goy y temeroso de Dios, pero como la mujer le dijo a Yeshua: Judíos y samaritanos no se hablan entre sí, no se llevan bien, hay una gran separación, por esto la historia que cuenta Yeshua del buen samaritano es, como decimos, una cachetada con guante blanco, es una gran lección que les da a los que están escuchando sobre quién realmente es el prójimo, también refiere a esta idea diciendo que veamos al extranjero que se ha convertido como si fuera nuestro propio prójimo, o sea como si fuera uno mismo, sin hacerle sentir de otra manera.
Si los judíos consideraban a los samaritanos como extranjeros, esto es como una cachetada con guante blanco porque pasó el sacerdote, pasó el levita y no quisieron hacer nada por el hombre que estaba herido ya sea porque no se fuera a contaminar o por qué iba a ministrar en el templo y si tocaba un cadáver ya se contaminaba, a pesar de todo eso, nuestra conciencia y el llamado del Espíritu era atender a una persona herida.
En cambio, viene el samaritano, a lo mejor sin entendimiento de toda la torá, de estas cuestiones alhajitas o estas disposiciones del templo, él simplemente se deja llevar por lo que el Espíritu le está mostrando, por lo que el amor le está guiando, por lo que su corazón está diciendo que haga por su prójimo sin importar si era judío o si no era judío, si era o no samaritano.
Cuando pregunta Yeshua ¿Quién es el prójimo en la historia? El que usó de misericordia. Es muy significativa esta parábola, esta historia de amor samaritano, porque nos demuestra cómo es que se debe de amar al guer, al converso, al prójimo y verlo con un corazón de que es nuestro propio prójimo.
En Yeshua ¿qué estatus tenemos?
Como goy, temeroso de Dios, como guer o converso, como judío. Efesios 2 dice lo siguiente: Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisos por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (Ef. 2:11-19 RVR60).
Ya no somos extranjeros, ni advenedizos. Un advenedizo era como una persona que vivía como inquilino o visitante, por medio del Mesías ya no tenemos un estatus ni de goy ni de temeroso de Dios, ni siquiera de guer, ni de prosélito, sino que somos parte de esa familia, hijo de Dios, coheredero, conciudadano como nacido en estatus de hijos, el estatus más alto que podamos tener en nuestra relación con nuestro Padre celestial.
Conclusión.
Qué hermoso es lo que vino a traer Yeshua, dice, cuánto más tenemos que amarnos, ya que vivimos esa experiencia de ser extranjeros en esa tierra, en una tierra difícil, debemos ponernos en el lugar del prójimo, partiendo de la base de la empatía, de no olvidar de dónde nos sacó el señor para que el día de mañana cuando llegue un hermano derribemos toda enemistad y que haya un mismo sentir, que somos un mismo pueblo cuando una persona decide tomar y abrazar la fe en el Mesías.
Como escribió el profeta Oseas: Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente (Hos. 1:10 RVR60). Renovemos nuestro entendimiento, ensanchemos nuestro corazón, reconsideremos de dónde nos sacó el Eterno, de Egipto nos llamó y nos sacó, por ello con mucho mayor misericordia y amor, deberíamos recibirlos.
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