Ceder a los levitas ciudades donde residir.
Dice la versión israelita nazarena en Números 35:2:
“Da instrucciones al pueblo israelita para que asigne, de las propiedades que se le repartieron, poblados para que habiten los levitas, también se les asignarán a los levitas tierra de pastoreo alrededor de sus poblados”.(Números 35:2 VIN)
Para tomar un poco más de contexto leeremos Números 35: 1-8:
Habló El Eterno a Moshe en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo: Manda a los hijos de Israel que den a los levitas, de la posesión de su heredad, ciudades en que habiten; también daréis a los levitas los ejidos de esas ciudades alrededor de ellas. (Los ejidos eran tierras de pasto, cada tribu tenía su propia tierra, pero tenían que dejar algunas tierras para pastizales, para los levitas, estaba prohibido que les entregaran cualquier tipo de tierra, solo la que fuera útil, que sirviera para el pastoreo). Y tendrán ellos las ciudades para habitar, y los ejidos de ellas serán para sus animales, para sus ganados y para todas sus bestias. Y los ejidos de las ciudades que daréis a los levitas serán mil codos alrededor, desde el muro de la ciudad para afuera. Luego mediréis fuera de la ciudad al lado del oriente dos mil codos, al lado del sur dos mil codos, al lado del occidente dos mil codos, y al lado del norte dos mil codos, y la ciudad estará en medio; esto tendrán por los ejidos de las ciudades.( Luego de estos primeros mil codos que es aproximadamente 500 metros se trazaría 1 km más, o sea q las ciudades estarían ubicadas de una forma muy peculiar, la parte habitable al centro y alrededor los ejidos, lugares para el campo, pastizales para alimento de los animales que tuvieran). Y de las ciudades que daréis a los levitas, seis ciudades serán de refugio, las cuales daréis para que el homicida se refugie allá; y además de estas daréis cuarenta y dos ciudades. (Total 48 ciudades que el resto de las tribus iban a entregar para que vivieran los levitas). Todas las ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades con sus ejidos. Y en cuanto a las ciudades que diereis de la heredad de los hijos de Israel, del que tiene mucho tomaréis mucho, y del que tiene poco tomaréis poco; cada uno dará de sus ciudades a los levitas según la posesión que heredará. (Números 35: 1-8 RV60)
Explicación del mandamiento:
La repartición de las tierras cedidas sería proporcional a lo que cada uno recibiera, para que no se vieran afectados, El Eterno así lo determinó, cada tribu de acuerdo a lo que recibiera iba a tener que entregar una parte proporcional a los levitas así que aquí se cumple también la cuestión de la justicia. Este mandamiento está ligado a la tierra de Israel, estas 48 ciudades tendrían que estar dentro de los límites en los que las tribus se establecieron.
Hay varias razones de por qué El Eterno decidió deliberadamente o arbitrariamente que tendrían que entregar estas ciudades a los levitas, lo que desmitifica la idea que los levitas, por no poseer heredad, no tendrían terrenos, parcelas o casas, por recibir ya al Señor como herencia, tenían que vivir de la nada, manteniéndose del maná, que dejó de caer muchos años antes, ellos igualmente tenían que sostenerse por sí mismos, aquí vemos que se les ordenó al resto de las tribus, entregarles ciudades, lugares donde pudieran habitar, residencias ya construidas y tierras fructíferas para que pudieran desarrollar ahí su comunidad, comunidades muy pequeñas por lo general y distribuidas a lo largo del territorio de Israel. Esto era muy valorable, muy ventajoso para los vecinos por la influencia que los levitas ejercían.
Es importante destacar que la influencia es algo poderoso, cuantas relaciones, situaciones han concluido mal por una influencia negativa, las personas con las que nos relacionamos y convivimos son parte de nuestra vida y aunque no lo queramos van a influir en nosotros y en nuestros hijos, la influencia espiritual también es real, también es cierta por ello los levitas serían la lámpara, serían la luz del pueblo de Israel para que todo el territorio, todas las tribus se vieran beneficiadas de esa luz, aunque se entregara una porción de tierra ese beneficio espiritual es mucho mayor lo que nos lleva a otro punto que es muy importante recalcar: No todo nos pertenece.
Las tribus lucharon por estas tierras y les pertenecían efectivamente; sin embargo, es un principio que viene desde Adán y Eva desde Caín y Abel y que nos enseña que no todo es nuestro, que el 100% de lo que tenemos no es nuestro, que hay algo que le pertenece al Eterno, es más, todo le pertenece a Él y el simple hecho que nos deje quedarnos con el 90% ya es una sociedad muy benéfica para nosotros a pesar de que todo es suyo nos deja quedarnos con la mayoría y en este caso con la tierra habría de aplicar exactamente el mismo principio. Pablo enseña esta misma idea que es un intercambio, los bienes espirituales por los bienes materiales, la bendición por el intercambio del sustento, como dice en Romanos 15: 27:
“Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales”. (Romanos 15: 27 RV60)
Pablo deja muy claro este principio: Hay que devolver o dar algo a aquellos que espiritualmente han dado, han enseñado o nos han mostrado. Esto mismo lo recalcó a la comunidad de Corinto, como podemos leer en 1° Corintios 9: 11, 13, 14:
11” Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 13 ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.” (1° Corintios 9: 11, 13, 14 RV60)
Esto no ha cambiado, Pablo está usando prácticamente la misma regla, el mismo espíritu del mandamiento que estamos leyendo aquí en Números 35 referido a que tenemos que suministrar, dar a aquellos que están dando algo espiritual. Hoy en día no podemos decir que no hemos recibido, cualquiera de los que han servido o sirven al Eterno recibe de alguien más, hay de alguna manera una deuda, tenemos la obligación de seguirles entregando en este caso algo material y ese principio se da de una manera muy clara en la escritura a través de lo que es el diezmo y aunque no sea necesariamente el diezmo, el principio sigue siendo el mismo, tenemos que recompensar, que brindar algo a aquellos que están enseñando la Palabra.
Es triste que mucha gente cierre su corazón y que muchos pastores, rabinos o quienes tienen el llamado de enseñar la Palabra no lo puedan hacer en un lugar por razones económicas, ya que implica el costo de pagar una renta, comprar equipos, sillas, en fin, hay un desembolso muy grande por tener una comunidad y sencillamente el impedimento es que esa comunidad no está comprometida y no se siente en deuda con la persona que está dispuesta a enseñarles.
Es cierto que este tema siempre ha sido controversial y ha derivado en muchos abusos por parte de malos pastores, de malos obreros; sin embargo, no por eso podemos poner ese pretexto y cerrar el corazón a aquellos que nos ministran y que nos enseñan la palabra.
Conclusión:
Por ello es bueno reflexionar en este mandamiento y a pesar de que no tiene relevancia hoy en día lo de la repartición de tierras a los levitas, hay mucha gente que sigue cumpliendo la función de ellos, ya que siguen enseñando la Palabra, preparando las fiestas, ministrando a otros, que está buscando capacitarse para servir al Señor y a su pueblo y que no lo puede porque no hay ese compromiso de dar. Por esto no seamos de los que retienen, seamos de los que dan, de los que dan semilla al que siembra y aquel que es sembrador sabrá qué hacer con ella. Tomemos acción en este mandamiento que nos lleva a bendecir a otros que enseñan la palabra a través de los bienes materiales.
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