Prohibición de que el testigo emita opinión en un caso donde esté en juego la pena capital.
“Cualquiera que diere muerte a alguno. Por dicho de testigos morirá el homicida más un solo testigo no hará fe contra una persona para que muera. (Números 35: 30 RV60)
Explicación del mandamiento:
Se refiere al área legal, jurídica que compete a los jueces, principalmente, un caso particular, el caso de una pena capital, aunque también nos involucra a todos, porque todos los mandamientos son para nuestro bien y son para todo Israel.
Esto deriva en otros mandamientos muy relacionados como el examinar a los testigos, ya que por el testimonio de una sola persona, no se podía ejecutar a alguien. En Deuteronomio se cita otro mandamiento similar: Se debe examinar a los testigos, sobre todo en estos casos tan delicados porque involucran la vida de un ser humano, lo que nos lleva a reflexionar sobre el poder que tienen nuestras palabras, sobre todo cuando hablamos de pena capital.
Puede ser que se nos dé el caso en que esté en juego la integridad, el nombre, apellido, la imagen de una persona y eso puede propiciar la muerte de su imagen. ¿Entonces, qué implica este mandamiento? La idea central es que debemos ser objetivos cuando nos llaman a expresar lo que vimos o lo que escuchamos como testigos, no se trata de tomar parte con la persona que está siendo o no acusada, se trata de dar la información veraz que esté a nuestro alcance.
Cuando se llamaba a los testigos debían limitar su opinión de forma objetiva y evidente para que entonces los jueces pudieran completar el caso y en base a todas las evidencias, poder deliberar y llegar a un veredicto justo, ya sea inocente o culpable. El testigo, al expresar lo que vio, lo que escuchó, no debía hacerlo en forma de opinión, como tampoco podía ser juez y testigo al mismo tiempo. La persona que fungía en el papel de juez no podía, hablando en los días del sanedrín, emitirse como juez y como testigo de un asunto, sobre todo de esta índole.
Cuando Yeshúa fue “juzgado” (aunque en realidad no hubo nada de Justicia) en el juicio que emprendieron contra él, llamaron a unos testigos falsos y precisamente la opinión que ellos dan estaba sesgada, estaba cargada, obviamente, para condenar a Yeshúa. Por ello es importante ser capaces de manifestar la verdad en nuestra opinión, nuestro punto de vista de forma objetiva y aquí cuenta también la credibilidad que nosotros tengamos.
En la Mishné Tora, libro que habla sobre reglas de jurisprudencia judía, se considera que una persona de antecedentes o de conducta rebelde, indocto en la torá, un maleante, estaba descalificada para ser testigo y aunque fuera el único que pudiera aportar información para esclarecer algo, su opinión, su testimonio no era tomado en cuenta y por falta de credibilidad quedaba fuera.
Podemos querer dar nuestro punto de vista como testigos de algo, pero si no somos confiables la gente ya no nos va a creer, esto puede suceder igual en las parejas, en el matrimonio, llegamos a no creer porque el otro siempre miente, siempre engaña. Así, lamentablemente podemos perder nuestra credibilidad como testigos por un mal testimonio en algún área de nuestra vida.
Este es un mandamiento muy práctico, muy lógico, aun refiriéndose a la parte legal y en este sentido tenemos que ser objetivos cuando nos pidan nuestra opinión, ya que se puede dañar la reputación, la imagen, el nombre de una persona, lo que puede terminar en un despido, en un divorcio, una pérdida económica.
Si bien es cierto, es difícil ser objetivo porque muchas veces los sentimientos están a flor de piel, a veces los padres son testigos de una situación entre dos niños. Es muy común esto en las escuelas o en las congregaciones y en lugar de ser objetivos damos mal testimonio. Cuidemos, cómo nos conducimos para no perder credibilidad.
Yeshúa fue cuestionado diciéndole:” Tú das testimonio acerca de ti mismo” refiriéndose a que se requerían por lo menos 2 testigos. Pero Él fue capaz de poner a Juan como testigo, a las obras que él mismo hacía como testigo, a la voz del padre como testigo, las mismas Escrituras, la misma Torá de Moisés, como testigo de quién era Él, de lo que Él había venido a hacer, obviamente estos testimonios son totalmente objetivos, la palabra de Dios es el mejor testigo de cualquier veredicto o en cualquier opinión.
Conclusión:
A veces pedimos consejos o testimonio para esclarecer alguna situación, pero finalmente la Torá, también en muchos casos, es la que da el veredicto, la que da la guía sobre la inocencia o la culpabilidad.
¿Qué pasa cuando no hay testigos? El Eterno será el único testigo principal y válido cuando venga el gran juicio del trono blanco, no se podrá abogar o dar opinión al respecto, ya que Dios va a juzgar con justo juicio.
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