El precepto de la ofrenda que debe de llevar una mujer que dio a luz, al completarse el plazo para su purificación.

Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote; y él los ofrecerá delante de Jehová, y hará expiación por ella, y será limpia del flujo de su sangre. Esta es la ley para la que diere a luz hijo o hija. Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación; y el sacerdote hará expiación por ella, y será limpia. (Lev. 12:6-8 RVR60).

Explicación del mandamiento:

Todo el capítulo habla sobre la purificación de la mujer después del parto. Esto es importante porque el Eterno dotó a la mujer con la capacidad de poseer un alma en su interior, creada para producir vida. A la primera mujer se le llamó Eva porque fue madre de todos los vivientes. Parte de la naturaleza de la mujer es dar a luz, preservar la vida que el Eterno ha dado, es por eso que la Torá le dedica este capítulo a lo concerniente después del parto.

Existe controversia del porqué se dieron este tipo de preceptos, pero más allá del intentar encontrar el porqué, lo más importante es obedecer. Aunque hoy en día no hay un templo, no significa que este mandamiento no esté vigente, sino que simplemente se encuentra inoperante.

Si nos situamos en tiempos de Yeshua o un poco antes, recordemos que, como parte de estos preceptos, la mujer tenía que esperar días para estar en casa, restablecer su salud física y emocional, y al final de este periodo de purificación, que en el caso de los niños era de 40 días y en las niñas 80 días, viene un acercamiento al templo, como vemos en los versículos 6 al 8 del capítulo 12 de Levítico.

El sacrificio u ofrenda que se instruye no es por el bebé, sino por la mujer misma, como una consecuencia de dar a luz. Por cuestiones de salud de la mujer, tenía que pasar por un periodo de espera antes de reactivarse a su vida normal y de intimidad con el esposo, debido a que la matriz sigue desechando residuos aun después de haber dado a luz. Está comprobado que el útero tarda aproximadamente 40 días en regresar a su tamaño normal después de dar a luz, lo cual es sorprendente, ya que aunque Moisés no sabía sobre esto, el Eterno informo de esta instrucción.

Este precepto era la manera que Dios proporcionó para la reincorporación a la sociedad, y sobre todo, el restablecimiento de la comunión y relación con Dios. Para algunas personas, tener un hijo puede ser algo traumático, complicado y difícil, lo que puede prestarse como pretexto para ya no regresar a la convivencia con los demás, y el hecho de que el Eterno establezca como mandato esto, es Él mismo mostrando la importancia de recordar que nuestra relación con Dios debe de seguir adelante.

La ofrenda que se presentaba era debido al tiempo que involuntariamente la mujer se apartó de la comunidad, del templo, de las fiestas, por lo que esta era la manera en la que la Torá la forzaba para volverse a integrar. Debemos tener presente que un hijo no debe ser una causa para alejarnos, sino por el contrario, para acercarnos mucho más al Eterno y a la comunidad.

Detalles técnicos

Se presentaban 2 sacrificios, uno era por holocausto, Ola en hebreo, que se refiere a algo que asciende, es un sacrifico denominado de consagración. El animal se llevaba al altar del templo y se consumía completamente, simbolizando el que la persona tenía el anhelo de dedicarse completamente al Eterno, morir a sí mismo, y subir delante de Él como ofrenda agradable.

En este caso específico del mandamiento, también representaba un recordatorio a la mujer sobre su pertenencia al Eterno. Los hijos son una bendición, pero pueden ser un factor para apartarnos o desviarnos del propósito principal, de nuestra relación con Dios.

El otro sacrificio era de una tórtola o palomino por expiación, Jatat, ofrenda del pecado. Algunos rabinos argumentan que era en recordatorio del pecado de Eva, quien fue la primera mujer que pecó, lo que trajo consigo toda una cadena de consecuencias por ese pecado, el parto con dolor es un resultado del pecado en Edén, pues está escrito que la mujer tendría hijos con dolor, lo que serviría como un recuerdo de ese pecado original.

Por otro lado, hay quienes opinan que era simplemente porque está dando a luz una criatura que nace con pecado, que, aunque es hermosa, la naturaleza humana viene corrompida desde su comienzo, por lo que probablemente fuese la razón para demandar este tipo de sacrificio. Es importante resaltar que no se presentaba por condenación sino más bien como la propiciación que Dios dio para cubrir el pecado.

Las mujeres no deben olvidarse de su enfoque principal, los hijos eventualmente se irán, inclusive su cónyuge en algún momento podría no estar, pero lo que siempre permanecerá es nuestra relación con Dios.

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